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lunes 25, noviembre 2024

Ansiedad desde Akenatón

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Akenatón, padre de Tutankamon, soñaba con un mundo sin odio ni temor, donde los hombres se repartirían el pan y no habría ni ricos ni pobres, sino que todos serían igual y todos sabrían leer y escribir… cada hombre sería hermano del otro y no habría guerras.
Quería repartir las tierras del falso dios (Amón) entre aquellos que se habían contentado con poco a fin de que fueran felices y bendijeran el nombre de Atón.
Loables ideas, pero no fueron bien recibidas.

En palabras de Horemhed, el general de Akenatón que llegó a ser faraón y que descansa en una tumba en el Valle de los Reyes, próxima a la de Tutankamon: “Ese Atón quiere hacer a todo el mundo igual y ante él el esclavo es igual al rico. El sentido común nos dice que esto es estúpido”.
Así que Akenatón se enfrentó por primera vez con su pueblo irritado y vio correr la sangre por su dios y los cuervos acudieron masivamente a despedazar los cadáveres sembrados en la Avenida de los Carneros.
Fue por ello por lo que el faraón abandonó Tebas.

De esto hace 3.500 años y nada parece haber cambiado. El pan llega a muchos de nosotros, escribir y leer, casi todo el mundo y, sin embargo, persiste el malestar, la ansiedad y la depresión. Cierto es que no se ha erradicado el odio y el temor es probable que haya ido en aumento. Otros temores, pero temores, a fin de cuentas.

Hace pocos años, en el pasado siglo (ayer para la historia) Enrique Rojas dijo: “La Ansiedad es un termómetro que nos da la imagen del hombre de este final de siglo”.

Hace pocos años, en el pasado siglo (ayer para la historia) Enrique Rojas dijo: “La Ansiedad es un termómetro que nos da la imagen del hombre de este final de siglo”.
Y así seguimos en este nuestro siglo, estamos en la Era de la Ansiedad, así que nos preguntamos si este nuestro estado ansioso tiene que ver con la forma de entender y vivir la vida.
El hombre de hoy, curiosea en todo, se muestra interesado por todo (o casi todo), devora información, opina de todo y, sin embargo, no construye nada o casi nada… está embotado y así llega a vivir sin ideales, sin objetivos trascendentes, con la sola idea de disfrutar de la vida al precio que sea, todo se compra y se vende, se trafica con los sentimientos… Cada vez más, se venden las intimidades, los sentimientos y, tal parece, que es algo cada vez más normalizado.

Vivimos en una constante contradicción, somos ganadores y somos perdedores, pero las ganancias no parecen dejar satisfecho al ser “que somos”.
Hagamos un breve recorrido de las ganancias de los últimos años:

La sociedad actual, la sociedad que a nosotros nos toca, es en líneas generales, una sociedad confortable, cómoda, protectora… muchos son los beneficios que se nos ofrecen con respecto a hace 40 o 50 años.

La Sanidad, la Medicina ha llegado a todos y cada uno de nosotros. No olvidemos que hace 50 años (quizá menos) muchos de nosotros cuando íbamos al médico pagábamos la consulta, no había otra opción.

Hemos ganado en longevidad, se vive mucho más y de mejor forma. La esperanza de vida se ha incrementado significativamente y uno no se muere por muchas enfermedades de las que se moría hace 50 años.

Por lo que respecta a la Enfermedad Mental también hemos dado un paso importante, atrás quedan los manicomios (en nuestra región casi todos hemos oído hablar de La Cadellada), donde mucha gente permanecía de “por vida” tratados indignamente con castigos, electroshock, atados o medicados en exceso para que no molestaran… Hoy el enfermo mental es tratado con dignidad, con respeto… al menos así se espera, otra cosa es que algunos profesionales se les olvide cómo debe ser tratada esa persona que está enfrente.

Deberíamos valorar el momento actual porque el hombre no ha sabido “bien valorar” o “bien administrar” todas las luces que nos asisten.

Otro avance muy significativo tiene que ver con la “Vida Social”. Hoy se nos brindan puntos de actividad y encuentro…
Gozamos de Instalaciones Deportivas donde cabemos todos y donde todos somos igual de importantes: tenemos piscinas, gimnasios, canchas de tenis; hace años solo los más privilegiados, las clases más acomodadas, accedían a instalaciones creadas para ellos, para socios…

También tenemos Instalaciones, Centros Culturales, donde accedemos a bibliotecas, exposiciones, funciones de teatro, conferencias, etc.
Y esta cultura social también ha llegado a la mayoría de los pueblos, de las aldeas, donde hay centros de encuentro, bien para Asociaciones, para Jubilados; en unos y otros la gente se junta para realizar alguna actividad, alguna fiesta; en los centros de jubilados se juega, se baila, se celebra y algunos hasta encuentran pareja…

Otro aspecto, yo diría importantísimo, tiene que ver con “alejarse de casa”, conocer otros lugares, otras formas, otras gentes, otro paisaje, otra luz…, tiene que ver con traspasar fronteras, aunque sean regionales, hablo de los viajes. Porque viajar es vivir.
A las personas que hoy tienen 70 años, pongamos por caso, -personas del pueblo llano-, no se les habría ocurrido cuando tenían 20 que eso de viajar también llegaría para ellos. Eso era algo que hacían otros, otras clases sociales y por tanto no se pensaba en ello… ¡Cómo ha cambiado su vida!…

Hoy las casas son más confortables, más cómodas, la mayoría tienen todas las comodidades.

Todos estos avances y muchos más nos han asistido en los últimos años… y sin embargo, estamos en la Era de la Ansiedad y de la Depresión.
¿Cómo explicar esta contradicción y cómo resolverla?
Quizá no sea posible explicarla y menos resolverla porque sencillamente no hay luces sin sombras, así viene escrito en la propia naturaleza. Luces y sombras presentes en el hombre de cualquier época, presentes en la historia de la humanidad como bien explica el relato con el que comienza esta reflexión.
Y sin embargo deberíamos valorar el momento actual (hablamos de nuestra sociedad) porque el hombre no ha sabido “bien valorar” o “bien administrar” todas las luces que nos asisten, y los beneficios sólo los valoramos cuando se pierden. Y así seguirá siendo.

Tenemos que aprender a aceptar que hay cosas, circunstancias, hechos, que no tienen solución y que tenemos que vivir con ellas de la mejor forma posible.

Por lo que respecta al materialismo, sombra de todos los tiempos y de nuestro tiempo más si cabe, bien es sabido que el hombre ha gozado y goza con la idea de “tener”, de “acumular”, de “aparentar” … porque para muchos supone sentirse en un status superior y así entendido surge otra sombra llamada consumismo, vivimos en una sociedad donde si no consumes, no existes, no eres visible, pasas desapercibido…
En este sentido iba un día Sócrates paseando con uno de sus seguidores, un alumno, por un mercado de Atenas mirando asombrado todo lo que allí se ofrecía. Pasado un tiempo le dijo a su alumno: “sorprendido me hayo de saber que existen tantas cosas que no necesito”.

En cuanto a la Tecnología, todos sabemos lo que ha supuesto y supone en la vida cotidiana de la mayoría de la gente. El hombre nunca estuvo tan conectado y, sin embargo, nunca estuvo tan solo. Se comunica mucho y no comunica nada, casi todo es una patraña, una mentira… Finalmente acaba por desconocerse a sí mismo, no sabe si es quien es o si es quien pretende ser, quien manifiesta ser en ese escaparate al mundo. Hablamos del vacío existencial.

Otra sombra que planea en nuestra sociedad es el Hedonismo, nada nuevo, pero quizá llevado al extremo. Hablamos de la búsqueda del placer, del bienestar, de la satisfacción… búsqueda que han realizado, en mayor o menor medida, las sociedades que nos han precedido. La gente no está dispuesta a lidiar con el mínimo sufrimiento: si pierden un familiar, Prozac; si pierden el trabajo Prozac, si tienen un problema con un compañero Prozac y la cuestión es que el Prozac no soluciona, presta la función útil de abordar y regular la sintomatología molesta. A partir de ese beneficio la cuestión es aprender a resolver, si es el caso, o a aceptar la pérdida si es el caso…Tenemos que aprender a aceptar que hay cosas, circunstancias, hechos, que no tienen solución y que tenemos que vivir con ellas de la mejor forma posible.

La Ansiedad es un estado de desasosiego, agitación del ánimo, de intranquilidad, de temores (generalmente inespecíficos). El ansioso siempre está “al acecho”, esperando lo peor.

Y conocedores de todo esto, reflexionando sobre ello, estamos en disposición de preguntarnos ¿es, por tanto, la Ansiedad una respuesta de esta forma de sociedad?
La Ansiedad es un estado de desasosiego, agitación del ánimo, de intranquilidad, de temores (generalmente inespecíficos). El ansioso siempre está “al acecho”, esperando lo peor.
Y así seguirá siendo, me temo. Y es que podrá haber mil causas y motivos para explicarla, pero mientras no eliminemos el odio y el miedo, como soñaba Akenatón, la Ansiedad existirá porque, sencillamente, no hemos gestionado bien las luces, sino que a más luces más competencia, muchas veces desleal. En muchas ocasiones los seres humanos no son considerados como tal sino como instrumentos según para quién…

En tales circunstancias y en tales disposiciones la Ansiedad también seguirá siendo el termómetro de este siglo.
Mida su “temperatura”.

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