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miércoles 24, abril 2024

Felicidad en el trabajo

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“El trabajo es externo al trabajador, no pertenece a su ser (a su esencia) en el trabajo el trabajador se niega, no desarrolla libre energía (física y espiritual) solo se siente “en sí” fuera del trabajo y en el trabajo “fuera de sí”
(Karl Marx)

A lo largo de la historia el trabajo fue considerado como una bendición para algunos, una maldición para otros y una obligación para la mayoría.

Por una parte, tener trabajo puede ser interpretado como una bendición. De quien tiene trabajo decimos que es un afortunado o que le ha tocado la lotería y, sin embargo, también cabe decir que el trabajador está poco considerado y, en muchas ocasiones, mal pagado ya que muchos empresarios se aprovechan de la necesidad del trabajador para ofrecer poco a cambio de mucho, de muchas horas y mucho esfuerzo.

Y siendo así, el trabajo no dignifica sino que despoja al individuo de la dignidad que debería experimentar.
Sin embargo, en la mayoría de las ocasiones, se ha comprobado que el hombre es más feliz cuando está trabajando que el resto del tiempo, pero él no lo sabe.

Estamos en aquello que dijo Ovidio: ¡Qué felices serían los pastores si supieran que lo eran!

Nos hallamos ante una aparente contradicción, sólo aparente, porque las investigaciones resuelven esta “apariencia”.

Al principio de los tiempos, allá en el Paraíso, Adán y Eva vivían felizmente, podían disfrutar de todo, tenían a su disposición espacio y alimento, pero también existía una prohibición, el fruto prohibido, la manzana que se ofrecía pero que no podían tomar. Eva no pudo resistir la tentación y cometieron pecado por lo que fueron expulsados del Paraíso. Dios les dijo: “ganaréis el pan con el sudor de la frente”.

El trabajo surgió como castigo.

“No tenemos del trabajo una idea alentadora y sin embargo, el hombre es más feliz trabajando que en su tiempo de ocio tal como muestran las investigaciones”

Son, por tanto, los inicios de la mala prensa del trabajo y esa mala prensa continúa su andadura paso a paso. No sorprende que eso sea así porque, de todos es conocido que las grandes civilizaciones construyeron grandes obras con la energía de esclavos, prisioneros, hombres reclutados en los pueblos….

Y todos ellos se vieron obligados a realizar las ambiciones de sus amos. Las Pirámides, los Templos, las Murallas, las Mezquitas son algunos ejemplos.

Y así continúa la historia, hasta nuestros días.
No hace tantos años Henry Ford (1.863-1.947) dijo lo siguiente: “Pedimos trabajadores y nos enviaron personas”.

Esa frase nos revela la creencia de la época, el trabajador era un número, un recurso, un instrumento para conseguir un objetivo, pero no era contemplado como una persona con sentimientos, con necesidades, con emociones.

Se entiende, por ello, que no tengamos del trabajo una idea alentadora, no ha ganado una reputación positiva y, sin embargo el hombre, repito la idea, es más feliz trabajando que en su tiempo de ocio tal como muestran las investigaciones.

El profesor Fausto Massimini y col. Llevaron a cabo una rigurosa investigación (Método de Muestreo de la Experiencia) entrevistando a miles de trabajadores en distintas partes del mundo durante unos ocho años.

Los trabajadores sometidos al estudio llevaban un buscapersonas que sonaba ocho veces al día. Cuando sonaba debían puntuar en un cuestionario acerca de diversos índices de satisfacción. Una vez que finalizaban con la puntuación debían contestar a la siguiente pregunta: ¿dónde está usted y dónde quisiera estar o qué quisiera estar haciendo?
Cuando estaban en el trabajo respondían que quisieran estar disfrutando de su tiempo libre.

Sin embargo, los resultados son los siguientes:
– Las puntuaciones obtenidas con respecto al nivel de satisfacción eran superiores cuando estaban trabajando a las obtenidas en su tiempo libre.
– En el tiempo libre obtenían puntuaciones de satisfacción más bajas, incluso, a veces, puntuaciones depresivas leves.

¿A qué se debe esto?
En el trabajo, seamos o no conscientes, se producen más estados de Flujo (Fluir) que en el tiempo libre y Fluir significa implicación, compromiso con la tarea, atención plena; algo así como si nada de lo que acontece fuera de la tarea tuviera importancia.

Por tanto, cuantos más estados de flujo experimentemos a lo largo del día más felices seremos.
Las conclusiones de estas investigaciones son:
– Que el trabajo, unos más que otros obviamente, integra los requisitos necesarios para desencadenar estados de flujo, a saber: metas, retroalimentación, reglas y desafíos.
– El tiempo de ocio que no integra esos requisitos no genera estados de flujo sino más bien aburrimiento y hasta estados depresivos leves.
– La gente cree que el tiempo de ocio es el tiempo que merece la pena porque siente que está haciendo aquello que ha elegido libremente, mientras que el trabajo es una obligación, una imposición para beneficio de otro. Por ello el tiempo utilizado es considerado como un tiempo a restar del total disponible en la vida. Un esfuerzo que nos roba la vida y la existencia.

A la luz de estos conocimientos es conveniente revisar nuestra idea del trabajo, reinterpretar el ámbito laboral y generar estados de flujo de manera que el trabajo sea para nosotros no sólo una obligación sino una satisfacción.

Porque como dijo W. Churchil: “No queda más remedio que ser positivo”.

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