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lunes 25, noviembre 2024

Mitología en Verde. Alberto Álvarez Peña. Etnógrafo e ilustrador

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En su papel de ‘recogedor de historias’, no es difícil encontrarle, grabadora en mano, por los pueblos y aldeas de Asturias, hablando con los paisanos más mayores. Alberto Álvarez Peña nos tiene acostumbrados a exhaustivas recopilaciones de cuentos y leyendas de la mitología asturiana, que acompaña de dibujos de su autoría. Acaba de presentar ‘Cuentos y leyendas asturianas de árboles y plantas’, editado por el Jardín Botánico Atlántico de Gijón donde recopila historias fundamentales en una cultura tan ligada a la tierra como ésta.

¿Cómo se plantea este nuevo trabajo?
-En él presento numerosos datos recogidos desde el año 96, aproximadamente, de todo tipo de leyendas o cuentos que tienen que ver con árboles o plantas en Asturias. El esquema del libro es el siguiente: primero el cuento, luego quién lo cuenta -fulanito de tal, de tantos años, de tal pueblo, cuándo se recogió- y por último un pequeño estudio cronológico y geográfico de dónde se puede encontrar este tipo de historia, si se cuenta algo similar en otros países, etc. También hay algún capítulo con refranes y con adivinanzas cuya solución es un árbol o una planta.

-¿Qué especies aparecen más en la mitología asturiana?
-Entre los árboles que más aparecen está el carballo, muchas veces relacionado con la curación, y también hay bastante material del castaño, que está muy vinculado al diablo.
Lo que en castellano llaman saúco aquí se llama sabugo o xabú, y tiene muchas aplicaciones casi mágicas porque se usaba para determinados rituales de medicina y para ahuyentar a las brujas. El felecho, que no tiene flor, tiene una leyenda que habla de una flor fantástica que da riquezas para toda la vida a quien la encuentre. El arum italicum o aro manchado, que aquí sirve para predecir la cosecha. También hay muchas leyendas con la manzana, con las pomaradas y las serpientes. O las nueces, de donde se sacaban los óleos para ungir a los difuntos, que están muy vinculadas a ese mundo de brujas y ánimas.
Libro Álvarez Peña.

-En muchas se habla de un carácter mágico, se mezcla fantasía con realidad. ¿Has usado algún recurso para hacer las historias más amenas?
-En el libro no hay nada inventado, está todo transcrito según me lo cuentan. Lo que sí es cierto es que hay plantas que tienen determinados principios activos que pueden curar enfermedades, pero eso, en el mundo popular, entra también en el mundo de las creencias. Por ejemplo, el sabugo se usa mucho en medicina popular: cocido con leche vale para catarros y gripes, con agua para lavar los ojos… Sin embargo para la gente se hace más efectivo si se acompaña con algún conjuro o algún tipo de rito. Y además hay que cogerlo en la noche de San Juan, que es mágica, lo que también tiene lógica porque es la época de floración y lo que se usa es la flor.

«Muchas de las leyendas que nos cuentan en Asturias aparecen recogidas también en Los Alpes o en Alemania»

-En los libros no sólo cuentas lo que has recopilado, sino que haces un trabajo comparativo con otros lugares. ¿Las raíces de la mitología europea son comunes?
-El análisis que hago es tanto geográfico, porque puede aparecer en otros sitios de Asturias o de Europa, como cronológico, porque lo que cuentan ahora a lo mejor aparece en un códice del siglo XIII. Ése es un trabajo que se cita a pie de página, no sólo la persona que nos lo ha contado sino también la fuente bibliográfica con la que se está comparando. Por ejemplo, Angelo de Gubernatis tiene un libro sobre leyendas del mundo vegetal, y muchas de estas leyendas que nos cuentan en Asturias aparecen recogidas por este hombre en Los Alpes o en Alemania.

«Hay plantas con determinados principios activos que pueden curar enfermedades, pero eso, en el mundo popular, entra también en el mundo de las creencias»

-La mayoría de tus informantes son ya muy mayores. ¿Se está perdiendo esa correa de transmisión?
-La gente que conoce estas cosas tiene ochenta o noventa años, y no hay una transmisión de este tipo de cuestiones. El mundo rural que conocemos ya está desapareciendo, la gente que está ahora en los pueblos y con cincuenta años ya no tiene esa conexión tan estrecha con las plantas y los árboles que tenían sus padres. Y claro, cuando muere un paisano de éstos es como si muriese una enciclopedia, por la cantidad de saberes acumulados. El material que no se recoge ahora se va a perder, porque parece que ya está todo hecho, pero cuando sales a las aldeas todavía encuentras cosas. Lo importante ahora es recopilar, y el trabajo posterior ya puede ser la mitología comparada.

-¿Cuál es tu próximo proyecto?
-Tengo mucho recogido sobre las figuras de los héroes populares o «valentones». Son gente real, muchos de ellos existieron, pero se le van sumando tal cantidad de leyendas encima que su biografía es fantástica. Era gente famosa por cazar osos a cuchillo o ser muy buenos tiradores, como el cazador de Caleao de Caso, o el Tío Gala de Amieva; forzudos que levantaban el arado con una sola mano y se enfrentaban al clero para no pagar los diezmos, como Puliatos en Tineo, o el valentón de la Pedriña en la zona de Turón de Mieres. Este tipo de personajes se da en muchos pueblos, no solamente en Asturias; por ejemplo, en Yugoslavia hay historias muy similares.

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