¿Qué es la inteligencia? ¿Dónde reside? ¿Quién la manifiesta?
El ser humano presume de ser la criatura más inteligente de la creación. Es más, su concepto de inteligencia es el rasero con el que mide a todos los demás seres vivos. Y todavía más, con el mismo rasero se atreve a decir que somos los únicos seres inteligentes de la galaxia, el único lugar donde la Vida se ha manifestado.
Lo que sí es cierto es que el ser humano es muy ocurrente, por eso se inventa frases como… “la ignorancia es lo más atrevido que existe”, frase que sirve para explicar la metedura de pata anterior.
Si el ser humano es la criatura más inteligente, ¿por qué se destruye a sí mismo? ¿Por qué después de tantos siglos aún no aprendió a convivir en paz? ¿Por qué destruye el medio ambiente que es lo que le proporciona lo que necesita para sobrevivir?
Si el ser humano es la criatura más inteligente, ¿por qué se destruye a sí mismo?
Si la inteligencia es una expresión de la Vida, entonces no tenemos más que mirar a nuestro alrededor, a la naturaleza, a los comportamientos de las diferentes especies, para comprender el significado real de la inteligencia.
Pero, claro, en los reinos de la naturaleza podemos observar a las especies agrupadas. Es raro el caso del comportamiento individual, de encontrarse un bicho o una planta que pase de los demás y se monte la existencia por su cuenta.
El grupo. ¿Será entonces que la vida manifiesta su inteligencia a través del grupo?
Claro, eso puede estar bien para los animales o para las plantas, dirán algunos, pero nosotros somos seres humanos y tenemos el raciocinio, la capacidad de tomar decisiones, el libre albedrío.
Sí, lo tenemos, pero no lo usamos o lo usamos mal, lo cual nos complica mucho la existencia.
Si somos libres para tomar decisiones, y eso nos diferencia del mapache, por ejemplo, pues podemos regalarle una botella del mejor vino a nuestro vecino o pegarle un tiro porque tiene la tele muy alta.
Y eso nunca lo haría un mapache. Claro que los mapaches no aprecian un buen vino ni siguen los debates por la tele. Esos son “placeres” exclusivos de la especie humana y son símbolo de progreso.
Nos consideramos más inteligentes porque progresamos. O sea, progresamos porque tenemos cada vez más ordenadores, móviles, televisores, coches y cosas que se rompen pronto y nos llenan de chatarra que a su vez contamina el entorno. ¿Es eso progreso…?
El progreso. Nos consideramos más inteligentes porque progresamos. O sea, progresamos porque tenemos cada vez más ordenadores, móviles, televisores, coches y cosas que se rompen pronto y nos llenan de chatarra que a su vez contamina el entorno. ¿Es eso progreso…?
El tiburón, por ejemplo, no ha cambiado de diseño en millones de años, no lo necesita, es perfecto. ¿Qué inteligencia lo diseñó? Seguro que a Ferrari le encantaría fichar a un diseñador así.
Sin embargo el diseño del hombre es muy complicado, muy imperfecto, con muchas cosas que sobran y muchas otras que faltan. ¿Por qué no lo mejoramos si somos tan inteligentes? ¿Por qué no vencemos las enfermedades que aniquilan a tantos millones de seres humanos?
¿Por qué no erradicamos el hambre en el planeta de una vez?
Presumimos de “grandes hombres” que han hecho “grandes cosas”.
La penicilina, el pararrayos, la aspirina, el condón. Pero… ¿para qué necesita un tiburón un pararrayos? ¿Se ha tomado alguna vez un mapache una aspirina? ¿Se imaginan a un gorila usando un condón? ¿Cuántos seres humanos mueren por causa de los rayos y cuántos por las guerras? ¿Cómo podemos colocar en una plaza una estatua de Einstein y en la plaza de al lado otra de un general que se hizo famoso por cargarse a miles de personas en una estúpida guerra? ¿Es eso expresión de inteligencia…?
Si volvemos a mirar a la naturaleza, la inteligencia se expresa a través del grupo, y la Vida utiliza la inteligencia para evolucionar y experimentar.
Es posible que el gen de la inteligencia esté en nuestro interior, no lo dudo. Pero es muy cierto que no está activado y que lo hemos confundido con otra cosa que, además, ni se le parece.
Si volvemos a mirar a la naturaleza, la inteligencia se expresa a través del grupo, y la Vida utiliza la inteligencia para evolucionar y experimentar en un medio generalmente hostil, donde todos o casi todos buscan por encima de todo sobrevivir.
Pero el ser humano, que recogió las cualidades de los demás reinos de la naturaleza, no consigue superar su egoísmo para comprender que, como los demás seres vivos, si se agrupa no sólo sobrevivirá, sino que, al poseer una mente más desarrollada, suma de todas las mentes, podrá superar todos los males que atenazan y limitan a su especie.
Los hombres son como las piezas de un puzzle, solo en la unión de todas se conseguirá dibujar la imagen original. Dicha imagen existe en la mente del Creador, pero solo se conocerá y comprenderá su sentido cuando exista auténtica unidad en la humanidad.
Sabremos que somos inteligentes cuando consigamos una humanidad unida, viviendo en armonía en un medio ambiente al que respetemos y cuidemos.
La unión hace la fuerza. Eso lo sabemos todos, pero no se refiere a la unión física, sino a la unión de mentes, mentes unidas, coordinadas, para crear el auténtico progreso, que no consiste en saturarse de móviles, sino en conseguir erradicar el hambre, las enfermedades, las injusticias y las diferencias marcadas por el color de la piel o las creencias religiosas.
Sabremos que somos inteligentes cuando consigamos una humanidad unida, viviendo en armonía en un medio ambiente al que respetemos y cuidemos.
Y sabremos por qué y para qué fuimos creados, porque no somos la consecuencia de una casualidad o de un accidente, como algunos “genios” dicen.
Mientras tanto, cualquier bicho que nos rodea nos podría dar un curso intensivo y gratuito de inteligencia aplicada.
¿Es ser inteligente malgastar o contaminar el agua que sabemos que es imprescindible para la vida? ¿Es inteligente seguir “creando” guerras que solo sirven para enriquecer aun más a los fabricantes de armas y alimentar más el dolor y la pobreza de los ciudadanos del mundo?
Tal vez el único hombre inteligente que hubo fue aquel que un día dijo… “Solo sé que no se nada”.
¿Es inteligente poner en duda la existencia de un Dios creador al mismo tiempo que nos sorprendemos y nos seguimos maravillando de su Creación, de la que somos conscientes que conocemos muy poco?
Tal vez el único hombre inteligente que hubo fue aquel que un día dijo… “Solo sé que no se nada”.
Tal vez lo que la humanidad necesita es un cura de humildad, porque la prepotencia y la estupidez existentes no permiten ver la realidad, y la realidad nos dice que el tiempo ya está cumplido, que un ciclo se cierra y otro nuevo se abre, y esto ya fue anunciado en numerosas ocasiones en el pasado.
Pero no hay “ojos que vean” ni “oídos que oigan”, solo hay ruido y egoísmo, solo hay ignorancia.
Tal vez lo más duro será comprobar que cuando no se usa la inteligencia solo queda vivir el dolor. Y eso ya está ocurriendo a nivel global.