Hace diez años un grupo de científicos elaboraron un informe sobre “Evidencias y efectos del Cambio Climático en Asturias” (CLIMAS). El pasado diciembre se volvieron a reunir para analizar y actualizar aquellos datos. Aunque los gobiernos estén volcados ahora en la lucha contra el coronavirus, Anadón recuerda que “urge tomar decisiones en esta década porque nos encontramos en uno de los peores escenarios posibles”.
-¿Cómo fue ese encuentro de expertos diez años después?
-Para la Cumbre del Clima de Madrid el consejero Juan Cofiño nos pidió que elaborásemos un documento que analizase los cambios surgidos desde la elaboración de aquel primer Informe CLIMAS y actualizásemos las conclusiones. Hubo que convocar rápidamente a toda la gente y en menos de dos semanas coordinar todo, algo que hubiera necesitado más tiempo. Pero bueno, la realidad es que las predicciones para Asturias en diez años tampoco han cambiado de manera considerable. Es un territorio muy pequeño y la comunidad científica que trabaja en él tampoco es demasiado grande.
-En ese informe dicen que ven con preocupación la progresión de las emisiones y la temperatura porque ambas han sobrepasado con creces todas las previsiones realizadas. Los cambios se aceleran, ¿sigue habiendo margen para una corrección?
-La realidad se basa en datos y estos nos indican que la concentración de gases efecto invernadero está creciendo a las tasas más elevadas en el último decenio. Y la concentración en la atmósfera es la más elevada, debemos de estar por 412 partes por millón de CO2 en volumen, y eso es tres partes por millón en volumen más que el año pasado. Lo único que puede ocurrir es que con la bajada de consumo de energía provocado por el estado de alarma se reduzcan un poco las emisiones, pero no está nada claro que se vayan a reducir las concentraciones. Se trata de dos cosas distintas, una lo que emitimos los seres humanos y otra lo que queda en la atmósfera.
“La realidad se basa en datos y estos nos indican que la concentración de gases efecto invernadero está creciendo a las tasas más elevadas en el último decenio”
-Otros componentes del clima también se han modificado: aludes, inundaciones, pluviosidad, corrimientos de tierra… ¿Los datos corroboran los cambios que ya se observan a simple vista?
-A nivel mundial no hay duda. Son informaciones contrastadas y seguimientos de series muchos años. Se empezó a hablar de este tema allá por 1980 y ahora tenemos casi cincuenta años más de datos e información muy detallada. Está cambiando el régimen de lluvia, se observa un incremento de fenómenos extremos con el consiguiente efecto sobre los humanos que cada vez somos más y vivimos en núcleos concentrados. También afecta a los ecosistemas y a las economías dependiendo de las regiones y condiciones del medio.
-Parece que los efectos del cambio climático afectan más a las poblaciones desfavorecidas. ¿Esa es una de las razones por las que parece que se sigue mirando hacia otro lado?
-Lo estamos viviendo todos, lo que pasa es que los más desfavorecidos tienen menos capacidad de responder al problema que se les genera. Tampoco todos somos igual de responsables. Hay países ricos y pobres, unos gobiernos están concienciados y otros no, países en vías de desarrollo y otros avanzados que emiten mucho CO2. Eso hace difícil que se llegue a un acuerdo donde los que más emitimos y somos más ricos, estemos dispuestos a reducir las emisiones. En el fondo, un país derrocha porque al tener riqueza se lo puede permitir.
“Los humanos cada vez ocupamos más espacio y estamos más próximos a otras especies en las que entran virus que se propagan a gran velocidad. Los expertos en epidemiología dicen que somos una especie maravillosa para ser huéspedes”
-En sus conclusiones hablaban de reducir las emisiones mundiales de CO2 de 40 a 20 Gt en esta década. ¿Cree que en el actual escenario esto es posible?
-Este es un campo teórico para que no se supere un incremento de temperatura de 1,5º. Los acuerdos suscritos en París marcan un camino a seguir y esta es la premisa para alcanzar el objetivo de emisiones cero en 2050. Ahora estamos en unas emisiones de 40 Gt, pues en 2030 deberíamos de estar emitiendo 20Gt, en 2040 unas 10Gt y en 2050 ya 5Gt. La rebaja más importante es la que tendríamos que hacer ahora que tocaría reducir 20Gt. Si hacemos eso ahora luego todo será más sencillo, esta década debería de ser decisiva. La cuestión es, ¿se llegará a reducir?
-La contaminación ha descendido gracias a la reducción de la actividad económica y el tráfico durante el estado de alarma. ¿Esta reducción tendrá un impacto sustancial a nivel global?
-En efecto, existe una reducción generalizada de emisiones por parte de todos los países. China, por ejemplo, ha reducido un 30% sus emisiones. Pero la Agencia Internacional de la Energía advierte que, si las inversiones dedicadas a volver a poner en marcha la economía no se destinan a promover otro modelo energético, fuentes de energía limpia, renovables, probablemente vivamos un efecto rebote. Esta pandemia está dando lugar a importantes trastornos económicos y lo que se demanda son soluciones para salir de esta crisis, para que la economía se recupere, se acabe con la pobreza. La gente pasa hambre y se exigen medidas rápidas no a medio plazo. Se pide recuperar el nivel que teníamos antes de esta pandemia lo más rápido posible y eso es bastante desesperanzador.
«El cambio climático es gradual, sin embargo con el Covid ha sido todo muy rápido. Es más fácil que se responda emocionalmente a algo que se está viendo en presente que a un fenómeno que se produce a largo plazo»
-La actual situación podría servirnos de punto de inflexión para plantearnos otro modelo de economía, de sociedad…
-Pero las prisas para responder a este problema sanitario están ahí. Los gobiernos están sometidos a muchas presiones de las empresas, de la gente que se ha quedado sin trabajo, los que no tienen ingresos, los que están acudiendo a los comedores sociales… ante esta situación de emergencia dudo mucho que los gobiernos tengan capacidad para sentarse con tranquilidad y estudiar con las fuerzas sociales si se puede reestructurar y repensar la actividad económica de una manera más sensata. No tardaremos en saber si este parón ha servido para algo. Durante la crisis de 2008 hubo una pequeña reducción de emisiones, pero se recuperó.
-Expertos advierten de que el cambio climático es una pandemia mucho más acuciante que el Covid-19 y que no nos damos cuenta de ello porque no vemos las morgues o los hospitales llenos, aunque cause muchas muertes al cabo del año. ¿Está usted de acuerdo?
-Sí. El cambio climático es gradual, en cambio con el Covid ha sido todo muy rápido. Los medios de comunicación están haciendo un seguimiento pormenorizado del día a día de la pandemia y esto tiene un gran impacto social. Se muere la gente como consecuencia directa de un virus, de una enfermedad. Con el cambio climático, el índice de mortalidad, quitando que sea por algo muy llamativo como las inundaciones, no es tan directo ni fácil de relacionar. Es más fácil que se responda emocionalmente a algo que estás viendo en presente que a un fenómeno que se produce a largo plazo. A ver si, como dicen, en cuestión de un año o así se descubre una vacuna, o un tratamiento porque se están poniendo muchísimos medios para conseguirlo y es posible que se estén retirando de los que estaban asignados al cambio climático. Estamos ante una dualidad de intereses.
-¿El cambio climático y la pérdida de biodiversidad favorecen las epidemias?
-Hay una clara relación entre la salud del planeta y la nuestra. En hábitats bien conservados los virus se distribuyen entre las especies y no afectan a los humanos, todo se mantiene en equilibrio. La cuestión es que los humanos cada vez ocupamos más espacio y estamos más próximos a otras especies, en las que entran virus y como somos muchos y además estamos interconectados, pues se propagan a gran velocidad. Los expertos en epidemiología dicen que somos una especie maravillosa para ser huéspedes.
“Las previsiones de futuro no es que sean malas, es que lo que se predijo se está cumpliendo todo y a velocidad”
-Cuando concluyeron aquel primer informe sobre el clima muchos les tacharon de alarmistas. El tiempo ha demostrado que se quedaron cortos en sus predicciones.
-La mayoría de las predicciones sobre los efectos del cambio climático se suelen quedar cortas porque se hacen dentro de la moderación, son más bien conservadoras, previsiones posibles, nunca exageradas para asustar a la gente. Así no trabajamos los científicos. Desde aquel primer informe hasta ahora, los datos han demostrado que en todo caso nos quedamos cortos a la hora de prever los efectos extremos, el aumento del nivel del mar o la pérdida de la biodiversidad como consecuencia de la subida de las temperaturas. Hace diez o quince años se podía mirar para otro lado, hoy en día la situación la tenemos delante.
-Explíqueme cómo usted con los datos que maneja y viendo que ahora el cambio climático no es prioridad de ningún gobierno, sigue siendo positivo y trabajando por la causa como el primer día.
-Me defino como un pesimista racional y un optimista emocional. No se van a conseguir los objetivos a la velocidad deseable porque en treinta años no se ha hecho, pero soy optimista en la vida. Y sigo luchando por responsabilidad. Soy consciente que a mi poco me va a afectar el cambio climático en los años que me quedan, pero miro a las generaciones venideras, a los jóvenes, y pienso que como no cambiemos cosas a ellos les va a afectar de manera muy severa. Las previsiones de futuro no es que sean malas, es que lo que se predijo se está cumpliendo todo y a velocidad.