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viernes 22, noviembre 2024

Mercedes Fernández. Una historia de la mina

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El coto minero de Riosa abarca los yacimientos de Riosa y Morcín, y ha sido durante décadas fuente de trabajo y riqueza para los habitantes de la zona. Con el cierre de las explotaciones en toda Asturias, urge recopilar y preservar todo ese patrimonio cultural e histórico, para que quede al menos testimonio. El trabajo De la Corona a los accionistas anónimos, de la morciniega Mercedes Fernández, explica una de las partes más desconocidas de esta memoria colectiva: el papel de la Sociedad Anónima Minas de Riosa en la industrialización asturiana.

-El libro De la Corona a los accionistas anónimos, publicado por el RIDEA y patrocinado por el Ayuntamiento de Riosa, es en realidad el resumen de una tesis doctoral de más de mil páginas. ¿De dónde nace este trabajo?
-Bueno, los motivos vienen de muy lejos, incluso antes de que pensara siquiera en hacer una tesis doctoral. Yo soy natural de Morcín, y mi familia ha estado vinculada a la minería durante generaciones: mi padre fue minero, y antes de él mi abuelo, mi bisabuelo… Y yo desde siempre noté una falta de información sobre la historia de la explotación minera que había aquí. La gente sabía que la mina había sido del Estado, que abastecía a la fábrica de armas de Trubia y que ahora era de HUNOSA, pero en el medio había un gran vacío, histórico y documental. Ya cuando estudié Historia había intentando hacer algún trabajo relacionado con el concejo para la facultad, pero hay muy poca información.

«La gente tiene presente esa cultura minera que forma parte de ellos desde hace más de 150 años, todo lo lejos que llega la memoria colectiva actual»

-¿En qué momento encuentra la información necesaria para llenar ese vacío?
-Años después de terminar mis estudios, ya trabajando en Oviedo, yo iba por el Real Centro de Estudios Asturianos con cierta asiduidad. Un día vi que acababan de inventariar el fondo documental de las minas de Riosa: primero lo ojeé un poco, luego empecé a visitar el RIDEA con más asiduidad, a tomar notas, a llevarme el portátil… y un buen día me di cuenta de que llevaba un mes gastando las tardes allí, así que decidí hacer algo en serio.
-¿Cuál es el rasgo diferencial de la cuenca Riosa-Morcín, con respecto a otras explotaciones asturianas?
-En primer lugar, el carbón tiene una altísima calidad, con un gran poder calorífico. Eso ya lo supo la Corona a partir de mediados del siglo XIX, cuando Guillermo Schultz recorrió desde Galicia hasta Cantabria viendo yacimientos; después de ese viaje la Corona se reserva el coto minero de Morcín y Riosa. Es un carbón muy bueno para cok, algo que hoy es importante, pero que en los principios de la industrialización era imprescindible para el proceso siderúrgico.
-¿Por qué es importante la Sociedad Anónima Minas de Riosa en la industrialización de la región?
-En principio parece una empresa pequeña, no es de las grandes conocidas, pero en cuanto empiezas a profundizar en su historia te das cuenta de que tuvo su importancia. Para empezar, supuso el cambio en el modo de explotación del coto, como reflejo en el título del libro: De la Corona a los accionistas anónimos, es decir, de la explotación estatal a la empresa privada. El estado vendió el coto porque necesitaba dinero, pero siguió comprando el carbón para abastecer la fábrica de armas de Trubia.
Estamos además ante una empresa con un 100% de capital español que habían fundado ocho personalidades de la época, siete asturianos y un leonés, todos ellos presentes en los consejos de administración de otras empresas. Es decir, que la S.A. Minas de Riosa forma parte por derecho propio de ese entramado de relaciones empresariales de finales del siglo XIX, principios del XX.
-¿La gente de la zona es consciente de lo que ha supuesto este coto en su historia?
-Yo creo que sí. La gente tiene presente que hay una cultura minera que forma parte de ellos desde hace más de 150 años, que es todo lo lejos que llega la memoria colectiva actual. Afortunadamente, hoy Riosa y Morcín son dos concejos eminentemente rurales, pero es que antes eran pobres, como casi toda Asturias. La introducción de las minas supuso un salto adelante en la economía local, porque el obrero de aquí es un obrero mixto, nunca abandona sus explotaciones; así que si antes sobrevivía, ahora tiene un sueldo añadido al mes que le permite, no lujos, pero sí ciertas cosas en el vestir o el comer que antes no podía alcanzar. Y además se produce toda esa cultura relacionada con la mina, el sentimiento, el uso del lenguaje para el habla normal, con expresiones como «guaje» o «dame tira». La gente vive la mina como algo suyo.

«El carbón del coto minero de Riosa y Morcín tiene una altísima calidad y es muy bueno para cok. Por eso la Corona se lo reservó a partir de mediados del siglo XIX»

-Históricamente hay grandes hitos, como la llegada de un médico a la zona.
-Riosa en ese momento fue más afortunada que Morcín, puesto que aunque el yacimiento pertenece a ambos concejos, el acceso a las vetas se estaba produciendo con mayor facilidad desde La Vega y Villamer. Y eso supuso que en el año 1900 hubiera un médico todos los días en Riosa, que por contrato estaba obligado a atender no sólo a los obreros, que era su principal tarea, sino a todos los vecinos del concejo. Esto fue un avance importantísimo, antes había que traer el médico desde Oviedo o Mieres y además pagarle, con los escasos recursos que había. Y ahora este médico cobra un tanto por ciento de la empresa y otro del consistorio para que atienda gratis a los vecinos. Desde luego que fue un hito.
-Con el cierre de las minas actualmente, ¿qué queda de todo este legado?
-No lo sé. Imagino que en las oficinas del Pozo Monsacro quede información, por supuesto de un periodo posterior al que estamos hablando, pero que sería muy interesante rescatar. Creo que parte de las cosas se están llevando al Pozo Fondón, donde está el Archivo Histórico de Hunosa, aunque no he investigado mucho más allá porque en este trabajo mi interés estaba muy focalizado en la Sociedad Anónima Minas de Riosa, que tenía un archivo en muy buen estado. No sé lo que va a pasar con todo lo que queda allí: el castillete, las instalaciones… Desde luego yo preferiría que no se perdiera, tanto en la vertiente profesional como en la personal, como historiadora y como familia de mineros.
-Una vez terminado este trabajo, ¿tiene pensado algún estudio posterior? ¿Qué pasó después de la disolución de la S.A. Minas de Riosa?
-De momento voy a descansar, porque esta tesis doctoral me ha supuesto mucho esfuerzo. Quizá en un tiempo me decida a investigar un poco más, pero de forma más modesta, no tan extensamente. Y me encantaría que alguien cogiese el testigo, porque queda mucho por conocer: este libro trata sólo de 17 años porque en 1916 empieza una nueva empresa, Hulleras de Riosa, que ya es mucho más conocida porque la gente recuerda que allí trabajaron sus abuelos. Es una etapa fascinante, pero con una documentación muy deslabazada y perdida en gran parte. Sería un trabajo muy complejo y muy interesante. Pinche aquí para ver más reportajes de este concejo

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