Parece que se ponen de moda los concursos escolares de ortografía; dice la prensa de unos alumnos asturianos que irán a competir a México. Al parecer se les atascaba la palabra hisopo, aún así han ido con las bendiciones del jurado local.
Son estas competiciones cosa muy común en algunos países; en nuestra infancia Carlitos, (Charlie Brown), salía derrotado por no saber deletrear la raza de su propio perro, Snoopy, un alegre perdiguero; a nosotros las pruebas nos las hacían con los dictados, “Vaya con la yegua baya que saltó la valla”. Seguramente esta frase le era desconocida al rotulista de La Sexta, (como se ve en la foto que amablemente me remite Javier Cartago, poeta leonés a quien aprovecho para felicitar por su libro); o bien habría que habérsela completado: Vaya con la yegua baya que saltó la valla… en Valladolid.
Ha empezado el año con una epidemia de gripe de no te menees, que ha servido para dejar al aire las vergüenzas de una buena parte de las administraciones sanitarias. No es fácil adivinar la evolución del virus, ciertamente, pero parece que en ocasiones en vez de usar medios científicos acuden a videntes, uso un tanto inseguro. Una señora comentaba en la radio que ella, angustiada por la pérdida de su madre, había recurrido a una santera; desembolsó una buena cantidad de euros y participó en sesiones de espiritismo. Pero resulta que solo era algo crédula, pero nada tonta: “Me di cuenta de que me estaban engañando, porque me dijeron que mi madre pedía que le dijeran misas en la ermita de Nuestra Señora de Valbanera; es una virgen de La Rioja y mi madre siempre fue muy navarra”.
Puede usted encontrar por las librerías almanaques variados que pronostican la climatología para todo el año y aconsejan cuándo se deben hacer las tareas del campo. Una costumbre que se remonta a la Mesopotamia de hace cinco mil años; la especie humana progresa lentamente, al parecer. En la Edad Media, aún en el Renacimiento, se vendían en los mercados las hojas de pronósticos de los adivinos; François Rabelais compuso un folleto que se ofrecía como el almanaque definitivo, adobado de citas de científicos y filósofos de la antigüedad para dar más peso a sus afirmaciones, Prognostication pour l’an perpetuel. No tiene desperdicio.
Según él, se debe a un célebre astrónomo llamado Maestro don Alcofribas Nasier, gran copero de Pantagruel, y contiene “predicciones ciertas, verdaderas e infalibles para el año perpetuo, recientemente compuestas para beneficio e instrucción de gente despistada y vagos por naturaleza”. No voy a reproducir todas las páginas, claro es, que no quiero minorar el negocio editorial; solamente voy a copiar unas líneas para llamar la atención del distinguido público. Como habíamos empezado la página con epidemias vamos a ver qué nos pronostican acerca de la salud.
Capítulo III. Sobre las enfermedades de este año.
Este año, los ciegos verán bien poco, los sordos oirán bastante mal, los mudos no hablarán mucho. Los ricos estarán un poco mejor que los pobres, y la gente de buena salud mejor que los enfermos. Muchos corderos, vacas, cerdos, gansos, pollos y patos morirán, aunque mortalidad tan cruel no afectará a cisnes y dromedarios…Y reinará universalmente una enfermedad horrible, terrible, maligna, perversa, espantosa, extraordinaria…Tiemblo de miedo sólo de pensarlo; será epidémica y el sabio Averroes le ha puesto nombre: se llama falta de dinero.
Analiza en el capítulo IV las posibilidades de los frutos terrestres y asegura que seguirán dándose las malas hierbas y habrá abundancia de peras en los olmos. En cuanto a trigos, vinos, frutas y legumbres, “nunca se habrán visto tantos, si los deseos de los pobres llegaran a ser escuchados.”
Así va desgranando las predicciones, con más o menos gusto, con un cierto gracejo en general, irrespetuoso con los papistas, procaz con los chistes de cuernos; sin embargo se me ha helado la sonrisa en el capítulo VI, Sobre el estado de ciertas regiones. Va desmenuzando con bromas la situación de la Europa del XVI, hasta que: España, Castilla, Portugal, Aragón, serán sujetos de repentinas alteraciones federales o secesiones y temerán mucho morir, tanto los jóvenes como los viejos ¡Pues vaya, hombre!
Pero, en fin, no preocuparse mucho, que enseguida llegará la primavera, fácilmente reconocible, “según la opinión del sabio Avicena, que dijo que es primavera cuando las nieves se derriten de los montes”. Y luego los calores del verano para los que tiene un remedio infalible: “Estará bien mantenerse alegre y beber fresco”.
Con estos sabios consejos, ampliamente documentados en profundos estudios de sesudos varones (no cita ninguna mujer entre las personas eruditas), podremos pasar el año con la misma tranquilidad con la que nos aconseja el presidente del Gobierno, que confía la bajada del recibo de la luz a que llueva que llueva la virgen de la cueva.
Adelantos del saber humano, ¡vaya con el progreso! El emperador del mundo, conocido en la vida civil como Mister Trump, ha empezado a hacer cierta la vieja teoría de su antecesor, Mr. Monroe, “América para los americanos” (del Norte), pero como no ha tenido tiempo de estudiar mucho, no se da cuenta que América del Norte, categoría geográfica subcontinente, engloba a Canadá y México. Como los primeros decretos han sido contestados, quiere levantar un poco la mano; a sus conciudadanos peludos, gamberros y malolientes, llamados hippies, no los torturará ni los echará del país, pero procurará que entren por la puerta de servicio. Traduzco la foto de Charly: “Hippies por la puerta de atrás. Sin excepciones”.