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sábado 4, mayo 2024

Las poderosas pinceladas de Ángel Morán

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Charlar con Ángel Morán es sumergirse en el mundo de las pinceladas con sentido, pero sobre todo es disfrutar de un viaje en libertad a través del arte. Los retratos realizados con bolígrafo de este leonés afincado en Asturias desprenden alma y carácter, y sus acuarelas han conseguido reconocimientos que han traspasado las fronteras de España.

Angelo Morano, como es conocido este artista en redes sociales, lleva un año disfrutando de su jubilación y a este traumatólogo de profesión le faltan horas del día para hacer todo lo que quiere. A donde quiera que va le acompaña siempre un bolígrafo BIC, una herramienta sencilla con la que plasmar su forma de ver el mundo en cualquier sitio. “A veces dibujo en las servilletas de algún local, tengo muchos dibujos de bares repartidos por ahí y a mis hijos les hace gracia verlos”.

-Tienes unos dibujos hechos a boli increíbles, imagino que te lo habrán dicho muchas veces.
-Sí, los dibujos con boli llaman mucho la atención porque el bolígrafo es una herramienta tan diaria, de uso tan cotidiano, que la gente piensa que con ello no puedes hacer cosas. En realidad, se presta muchísimo a hacer cosas guapas y a mí me encanta. Siempre voy con uno y si tengo un ratín me pongo a dibujar, pero en realidad me gusta más la acuarela. El dibujo es fundamental pero el color es complicado, es mucho más difícil.

-En tu obra, ¿uno y otro van siempre de la mano?
-En mi caso sí. Hay gente que no sustenta la acuarela en el dibujo, pero yo sí, todas mis acuarelas tienen un dibujo debajo, para mí es la base. El dibujo casi lo hago automático, un paisaje, una calle… y luego ya me digo: ‘voy a divertirme metiéndole color’ y uso la acuarela.

Retratos a boli Bic de Jack Nicholson en "El Resplandor" y Russell Crowe en "Gladiator"
Retratos a boli Bic de Jack Nicholson en «El Resplandor» y Russell Crowe en «Gladiator»

“Cuando empecé a hacer retratos me di cuenta que era mucho más fácil dibujar a actores que a personas de mi entorno familiar, porque los actores tienen gestos en la cara muy particulares”

-¿Cómo consigues que un retrato a boli refleje la esencia de una persona? ¿Qué hay que tener en cuenta?
-Lo primero que tienes que hacer es encontrar y conocer a la persona que está detrás de la imagen, porque puedes hacer un retrato muy bueno, bien perfilado y dibujado, y ser un retrato vacío que no tiene alma. A mí me gusta retratar a gente que conozco, gente que me gusta, y busco captar el alma del retratado. Todos tenemos en el rostro un gesto, algo que nos caracteriza y eso hay que captarlo, no es fácil; hay personas que tienen los gestos muy claros y otras que no. Cuando empecé a hacer retratos me di cuenta que era mucho más fácil dibujar a actores que a personas de mi entorno familiar, porque los actores tienen gestos en la cara muy particulares. Y, en general, resulta más fácil captar el alma de los hombres que de las mujeres, porque el hombre tiene arrugas y puntos de conexión en el rostro que te hacen asegurar la figura. La mujer tiene la cara más limpia; también por eso lo más complicado es retratar a un bebé porque no tienes donde agarrarte.
Algo muy importante es saber dar el volumen, que es lo que falla en la gente que se inicia en el retrato. El rostro es un óvalo al que hay que darle volumen, y luego los ojos y la boca hay que colocarlos en su sitio de forma milimétrica, porque si no, no te va a salir bien el retrato.

-Entonces, ¿antes de que dibujante hay que ser un observador?
-Sí, hay que observar muchísimo, es una cualidad que tenemos todos los artistas. De hecho, los pintores nos fijamos muchísimo y hay rostros que nos llaman mucho la atención. A mí me pasa incluso con gente que sale en revistas, gente a la que retrato.
Luego pasan anécdotas como la que me ocurrió con Sigourney Weaver, una actriz que me encanta. Estaba enamorado de ella y un día le hice un retrato, ella me escribió y se lo tuve que mandar. Lo puso en su perfil.

“Sigourney Weaver es una actriz que me encanta y un día le hice un retrato, ella me escribió y se lo tuve que mandar. Lo puso en su perfil”

-¿Cómo es tu mirada cuando vas a pintar un paisaje?
-A la hora de mirar un paisaje, si por ejemplo vas a hacer una pintura de una calle, la calle te da infinita información: farolas, baldosas, alcantarillas, mesas, gente… Todo eso hay que observarlo y luego hacer una selección y quedarte solo con diez cosas. De esta forma simplificas el paisaje que estás interpretando, procesas la imagen fotográfica y generas dentro, en tu cerebro, una imagen que vas a llevar al papel. El secreto de la pintura está en esas diez cosas que pones, porque luego llega el espectador y al verlas empieza a realizar el proceso inverso. Empieza a desmenuzar el cuadro y a imaginarse cosas que hay en esa obra. Está desmadejando todo lo que tú simplificaste e imaginando la fotografía, y con la información que tú le diste él crea una expectativa que le gusta, genera una imagen bonita; ese es el secreto.

-¿La elaboración de una obra es un trabajo tan interior como exterior?
-Sí, y esto con toda sinceridad. Hay artistas que son auténticos monstruos y hacen las cosas prácticamente sin pensarlas, les salen directamente, y otros que no. Yo por ejemplo, soy más matemático, preparo muchísimo la obra, la pienso, la estudio y luego la elaboro. Hasta que no tengo el cuadro en la cabeza no empiezo a pintarlo, pero esto ya va en la creatividad de cada uno.

Acuarela de Ribadeo
Acuarela de Ribadeo

-Esta forma de funcionar ¿puede ser debido a que en ti conviven dos líneas diferentes, la de Ángel el médico y la de Angelo el artista?
-Es posible, porque la medicina te da una forma de pensar en la vida: Analizas las cosas, buscas pruebas diagnósticas y pones un tratamiento. Esa metodología puede ser aplicada a todo, se puede llevar a la pintura también. Yo siempre analizo lo que voy a hacer, lo estudio bien, luego me puede salir bien o mal porque hay cosas impredecibles, sobre todo por la técnica que utilizo. La acuarela tiene un porcentaje de magia enorme. En el óleo por ejemplo, el pigmento está sujeto al medium que es el aceite, tú das una pincelada y sabes perfectamente cómo va a quedar en el lienzo, pero en la acuarela el pigmento está flotando en el agua y se deposita en el papel como le da la gana. Siempre tiene una expectativa de sorpresa, que a veces es muy buena y otras veces no lo es tanto, tiene una magia que no posee el óleo, eso es indudable. Yo soy un enamorado de la acuarela.

-Comentaste en alguna ocasión que te gusta que haya misterio. ¿Es lo que encuentras en la acuarela?
-No, el misterio es en todo el arte. Un cuadro tiene una serie de variables que, aunque tú no las conozcas, tu cerebro las procesa inmediatamente y de ahí decides si un cuadro te gusta o no. Sin saber nada de arte, cuando la gente se pone delante de un cuadro bueno saben perfectamente si les gusta… y ¿por qué les gusta? Pues porque una de las cosas fundamentales es que tenga algo de misterio. Si en una exposición con treinta cuadros tú ves que la gente pasa y se para generalmente en dos determinados, te preguntas: ¿Qué tienen esas dos obras que la gente pasa y luego vuelve otra vez sobre ellas a mirarlas? Están buscando ese misterio que a veces es una pincelada de un color llamativo o algo que de alguna forma rompe el cuadro y que te hace preguntarte ¿qué es esto?

“La acuarela siempre tiene una expectativa de sorpresa, que a veces es muy buena y otras veces no lo es tanto, tiene una magia que no posee el óleo, eso es indudable. Yo soy un enamorado de la acuarela”

-¿Qué debe tener un cuadro para que convenza?
-Lo primero que tiene que tener es atmósfera. No puede ser plano como si fuera dibujado por un niño, tiene que tener profundidad, tienen que verse volúmenes, que puedas verlo como en 3D lo más posible. También una armonía de colores. Yo por ejemplo, nunca trabajo con colores primarios, siempre lo hago con secundarios e incluso con terciarios, utilizo pocos y hago mucha mezcla con ellos. Con tres o cuatro colores que sean compatibles ya es más que suficiente, y cuando es así el cuadro tiene armonía. Si metes colores muy fuertes, tipo los del parchís, igual eres muy valiente pero te vas a estrellar con más facilidad.
Además de armonía y atmósfera es fundamental la composición, que debe ser elegante y seguir los cánones de los clásicos, porque los grandes pintores ya la estudiaron mucho. Si pones un rostro en el mismo centro del cuadro, se cae. Hay que ponerlo un poco ladeado, de forma que haya atmósfera delante de la mirada. La Mona Lisa no es una casualidad, Leonardo Da Vinci la hizo un millón de veces, y a mí me gusta estudiar bien los cuadros porque todas esas cosas importan. Puede ser que tengas fortuna y te salga un cuadro cojonudo que no sabes ni cómo lo hiciste, pero en el 80% de los casos hay que asegurar la técnica, que es muy importante, aunque la creatividad también lo es.

-Dado que tu actividad profesional fue la medicina, ¿cuándo empezaste a interesarte por el mundo del arte?
-Yo trabajé de médico hasta el año pasado que me jubilé, pero siempre me gustó dibujar; tengo dibujos a bolígrafo de cuando tenía catorce o quince años. Y también hice algo de pintura de joven, pero no llegué a controlarla, realmente empecé a pintar hace quince años, ya de madurete. Comencé con el óleo, pero enseguida me pasé a la acuarela que siempre me fascinó y hace unos diez años fue cuando empecé con la acuarela de seguido, aunque nunca dejé el dibujo.

Acuarela de la playa y paseo de Salinas
Acuarela de la playa y paseo de Salinas

-¿Utilizabas tus dibujos para dar explicaciones a tus pacientes?
-Sí, eso siempre. Las hernias discales, los meniscos, etc. son cosas que a la gente le cuesta entender y visualizar cómo son, yo siempre hacía dibujos y eso me hacía conectar con ellos. Al principio dibujaba en papelinos, pero al final tenía una pizarra que me regaló una compañera enfermera y en la que yo estaba todo el día dibujando. Al terminar, esta compañera no los quería borrar, pero yo siempre le decía: “¿Qué vamos a coger más y más pizarras?”. Así que antes de borrarlos ella los fotografiaba.
Y en los apuntes míos de anatomía, tenía los huesos dibujadinos con colorines, sobre todo los del cráneo que son los más complicados con todas las arterias entrando por los agujeritos y los nervios… a mí esto me encantaba.

-Me hubiera gustado poder ver tus cuadernos escolares, seguro que ya apuntabas maneras.
-Tengo alguno todavía por ahí perdido, tengo dibujos de cuando tenía quince años que me alucinan ahora. Mi mujer encontró el otro día uno de cuando era chaval en unos papeles que tenía por ahí perdidos y el dibujo me sorprendió y eso me gusta, dependiendo del momento pintas de una manera u otra. Yo ahora soy muy expresionista, me gusta dibujar interpretando las cosas, no pinto lo que se ve sino lo que me imagino, lo que yo veo.

“Me pude haber dedicado a ello porque con los retratos siempre tuve muchos compromisos, pero es algo que no me gusta, prefiero trabajar sin presión. Además, yo fui médico muy vocacional, mi profesión, la traumatología me encanta y la disfruté muchísimo”

-¿Dónde aprendiste a hacer retratos? ¿Fuiste autodidacta?
-Yo, como es común en los médicos, soy muy lector y siempre tiré de manuales y de tutoriales de retrato. El retrato lo estudié muchísimo, fui a muchas clases con retratistas y aprendí un poco de todos, no puedo decir que hubiera uno que me enseñara más que otro; en ese sentido me considero autodidacta.

-¿En algún momento de tu vida te planteaste que todo esto fuera para ti algo más que un hobby?
-No, nunca, siempre fue un hobby. Me pude haber dedicado a ello porque con los retratos siempre tuve muchos compromisos, pero es algo que no me gusta, prefiero trabajar sin presión. Además, yo fui médico muy vocacional, mi profesión, la traumatología, me encanta y la disfruté muchísimo, tengo unos recuerdos de ella buenísimos.

“Me siento muy identificado con los indios. De hecho, los que pinto tienen nombre, son Caballo Loco, Nube Gris… leo sobre sus vidas y me interesan mucho. Tengo muchos seguidores indios nativos americanos en redes sociales, y en una ocasión me hicieron un encargo de ocho retratos indios”

-¿Hay alguna obra que sea especial para ti o de la que estés especialmente orgulloso?
-La que llevé a Fabriano el año pasado, una acuarela sobre la playa de Salinas -yo vivo en Salinas- sería la que elegiría si tuviera que llevarme una al otro mundo. Y de boli, los retratos. Cualquiera de ellos, pero especialmente los indios, me siento muy identificado con ellos. De hecho, los indios que pinto tienen nombre, son Caballo Loco, Nube Gris… leo sobre sus vidas y me interesan mucho. Tengo muchos seguidores indios nativos americanos en redes sociales, y en una ocasión me hicieron un encargo de ocho retratos indios que hice encantado porque siempre tuve debilidad con ellos.

-¿Tienes algún proyecto en mente?
-No, ninguno, sólo vivir y disfrutar. Si hace malo, dibujo más, pero no tengo proyectos ni cuestiones profesionales. Tuve muchísimas ofertas de exposiciones, pero es algo que no quiero, soy un alma libre. Y como soy una persona muy activa no me aburro.

-¿Pintar es sinónimo de libertad para ti?
-Sí, total. Me encanta dibujar por dibujar, y pintar por pintar. Participo en muchas exposiciones conjuntas, hay una que es la Expoperegrina de Oviedo en la que llevo varios años colaborando y el año pasado me dieron el premio de la Expo. También me gusta participar en colectivas, pero no me gusta hacer cosas por encargo, voy muy por libre y tengo la suerte de poder permitírmelo, así que estoy encantado.

“Hay mucha gente que en Facebook quita sus cuadros antiguos, pero yo me siento orgullosísimo de obras anteriores y que nada tienen que ver con lo de ahora”

-Desde tus inicios hasta el día de hoy, ¿cómo ha sido tu evolución artística?
-Veo un cambio enorme de cómo pintaba hace diez años a ahora, evolucioné sobre todo hacia la simplicidad. Hay mucha gente que en Facebook quita sus cuadros antiguos, pero yo me siento orgullosísimo de obras anteriores y que nada tienen que ver con lo de ahora. Simplificar las obras es importantísimo y eso lo vas aprendiendo con el trabajo, aunque habrá gente que ya tendrá ese don innato, pero yo no. Ahora soy mucho más expresivo, mis cuadros son muy simples y tienen un dibujo muy suelto que se nota, porque la acuarela cuantas menos pinceladas tenga, mejor. Si tiene muchas, ya estás perdido.
Hay que ser intuitivo; la persona que mira el cuadro, si ve que metiste pinceladas poderosas y limpias, las admira. Eso es la expresividad.
Yo noto que ahora tengo mucha más técnica, controlo más cómo trabaja el pigmento y los tipos de pigmentos, porque no es lo mismo utilizar uno que otro y en los papeles lo mismo, no es igual uno de 100 gramos que otro de 600. Antes retocaba mucho los cuadros, ahora los estudio, los miro y los pinto en poco tiempo. A lo mejor en una hora termino un cuadro elaborado, pero claro, detrás de esa hora están todos los bocetos que hice previamente.

-¿Te queda mucho horizonte por experimentar?
-En la pintura vas explorando nuevas técnicas, papeles… siempre estás investigando y desarrollando, aunque yo no tengo objetivos más que disfrutar el día a día, en ese sentido no soy ambicioso.
Lo que hago me gusta hacerlo bien y para eso hay que aprender de los maestros que son los que te enseñan. En una ocasión conocí a un gran maestro en Madrid, me dijo que daba clases en Bristol y allí me planté para aprender, para eso soy una esponja.

Ángel Morán pintando

-¿Qué crees que sobresale en tus obras para que hayas sido elegido para representar a España en el festival Internacional Fabriano in Acquarello?
-Te confieso que esta pregunta me la planteé muchísimas veces y no sé contestarla. Mis cuadros tienen todos un sello que la gente identifica, aunque yo no, así que no sabría decírtelo. Tal vez es que mis obras están sustentadas en un buen dibujo, y yo creo que eso lo valoran. También investigué mucho trabajando con la mancha y sin dibujo previo, pero creo que la gente agradece el dibujo.

-¿Cómo ha sido la experiencia en el festival?
-Me seleccionaron en dos ocasiones, la primera vez me quedé asustado, no me lo esperaba. Estar con los mejores acuarelistas del mundo me alucinó, me encantó ver a la gente, ver cómo pintan, el contacto con ellos; en este mundo nos gusta mucho conocer gente y compartir cosas. Y este año mandé otra obra, pero casi confieso que lo hice por mandarla y me volvieron a seleccionar, o sea, que llevo dos años entre las veinte acuarelas de España, para mí es algo muy importante.

-¿Tienes en tu familia alguien a quien puedas enseñar y que continúe tu legado artístico?
-A mi hija le gusta y, aunque tiene todavía mucho que madurar, acabará pintando como yo o mejor que yo.

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