¿Por qué la decisión de tener hijos es prácticamente heroica? ¿Por qué desde el primer minuto del embarazo la sociedad escruta la idoneidad de quien va a ser madre o padre, a veces inquisitorialmente aunque no haya ninguna circunstancia excepcional? ¿Por qué a menudo tratan a las mujeres como ganado en los paritorios? ¿Por qué falta humanidad en el trato a madres y padres que no encuentran las instrucciones de uso de los hijos (que, simplemente, no existen)? ¿Por qué los productos de higiene infantil tienen precios prohibitivos? ¿Por qué la ropa de los niños tiene un coste inversamente proporcional a su tamaño? ¿Por qué se imponen cánones estéticos opresivos a los pequeños desde antes de que tengan conciencia de su apariencia? ¿Por qué algunos desalmados fruncen el ceño ante las madres que optan por la lactancia natural? ¿Por qué se identifica dar lo mejor con dar lo más caro? ¿Qué quiere decir realmente hoy darle lo mejor? ¿Por qué la programación televisiva para niños intenta convertirlos en pequeños consumidores desde sus primeros años? ¿Por qué la oferta cultural infantil es muchas veces una prolongación de esa invasora campaña de marketing? ¿Por qué los padres y madres colaboramos, entusiasta o involuntariamente, en esa dinámica? ¿Por qué muchos padres y madres –no particularmente imprudentes ni descuidados- envían a sus hijos al centro escolar con fiebre o convalecientes? ¿Por qué los horarios endemoniados impiden compartir el tiempo necesario con un hijo? ¿Por qué es incompatible acompañar a un niño en sus primeros años y tener una vida profesional completa? En particular, ¿cuántas oportunidades laborales pierden las mujeres que dan el paso de ser madres?
¿Por qué hemos convertido la paternidad –y no digamos la maternidad- en una dura carrera de obstáculos?
¿En cuánto descienden sus ingresos potenciales y sus cotizaciones, y por ello sus pensiones futuras? ¿Por qué no se entiende que una persona con un carricoche o una sillita es también una persona con movilidad reducida? ¿Por qué los medios de transporte público todavía están a estas alturas insuficientemente preparados para ellos? ¿Por qué el entorno y el uso social sitúan a los padres –y sobre todo a las madres- en un permanente autoexamen sobre su desempeño como tales? ¿Por qué el sentimiento de culpabilidad abunda? ¿Por qué se ha establecido un grado de exigencia propio de un estándar de supuesta perfección, irreal y frustrante? ¿Por qué la desigualdad en rentas o apoyos familiares ya se nota entre los niños desde que son muy pequeños? ¿Por qué maldición bíblica no hay pediatras de guardia en los Centros de Salud? ¿Por qué muchas de las medicinas más habituales cuestan un dineral? ¿Por qué existe una carrera competitiva para cualificar a los pequeños y no un hermoso proceso de aprendizaje y desarrollo personal? ¿Por qué se fijan las expectativas de un niño en función de las frustraciones de los padres? ¿Por qué irremediablemente les queremos cargar con el peso de todo aquello que no fuimos ni seremos? ¿Por qué la burocracia educativa te asalta desde el inicio su escolarización? ¿Por qué las escuelas infantiles no están generalizadas aún? ¿Por qué tenemos la certeza de que darle oportunidades educativas tendrá un coste que no todos pueden permitirse? ¿Por qué cada vez tenemos menos niños y más mascotas? ¿Por qué muchas parejas no tienen niños aunque lo deseen y sean fértiles? ¿Por qué hemos convertido la paternidad –y no digamos la maternidad- en una dura carrera de obstáculos?.