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Las roscas de Jueves Santo y el mercado de artesanía son algunos de los reclamos extra que ofrece el concejo de San Tirso de Abres para esta Semana Santa.
El territorio de Oscos Eo reúne todas las condiciones necesarias para convertirse en un imán turístico en fechas vacacionales como Semana Santa. A la belleza natural de un paisaje dominado por las cristalinas aguas del Eo, por fértiles vegas y bosques frondosos, hay que sumar la calidez de una comunidad vecinal que no ha perdido sus raíces y que hace gala de sus oficios y tradiciones.
En San Tirso, el concejo asturiano cuya geografía se adentra en la comunidad gallega, saben bien lo que es conservar sus costumbres y buena muestra de ello es la Feria de Exaltación de la Rosca que celebran en El Llano cada Semana Santa. La de 2025 será la XXVI edición y, una vez más, vecinas del lugar se encargarán de sacar adelante el producto gastronómico protagonista de esta jornada: la Rosca de Jueves Santo. No hay muchas ocasiones para hacerse con uno de estos panes que atesoran una larguísima tradición, de ahí que los Jueves y Viernes Santo sean fechas señaladas para ello.

La Feria es además un escaparate perfecto para todo tipo de artesanías locales y comarcales. En la edición anterior fue posible conocer en vivo el trabajo de los herreros, también la talla de madera o la cuchillería, que tanta fama han proporcionado a la comarca y alrededores. «En ocasiones vienen también artesanos que elaboran cestos de mimbre, personas que trabajan el cuero o quienes se dedican a productos agroalimentarios como las mermeladas artesanales», explica Juan Parapar, vecino y teniente alcalde en San Tirso de Abres.
Para asegurar el buen discurrir de la Feria de productos agroalimentarios y turismo, esta se celebra en el polideportivo local, a salvo de cualquier inclemencia meteorológica, con entrada libre y en horario ininterrumpido desde las 11 de la mañana hasta las 7 de la tarde. Eso sí, el cierre llega con la degustación de roscas con chocolate que tiene lugar la tarde del viernes, a partir de las 20:00.

El evento ferial es un aliciente más para conocer un territorio muy marcado por las aguas del Eo. El paseo fluvial de la localidad de más de 2 kilómetros es un bien turístico muy preciado, un escenario que destaca por su belleza paisajística, pero también por las condiciones que ofrece como zona de esparcimiento, especialmente valorada al llegar las estaciones de primavera y verano. «La verdad es que este valle, aunque tranquilo, cobra mucha vida al llegar los días de calor. Hay una zona de baños espectacular –explica Parapar–, y en el entorno del paseo fluvial, el parque biosaludable, el área recreativa y la piscina estival consiguen que tanto mayores como pequeños disfruten de esta zona. Y, si además quieres acercarte a una playa, las de la Mariña lucense y las asturianas del Occidente también quedan relativamente cerca».
El turismo sigue creciendo en la zona, prueba de ello es el auge de establecimientos de turismo rural que, junto con un camping, ofrecen alojamientos a los visitantes en el concejo.
La geografía de San Tirso y sus alrededores propician además la práctica de turismo activo en la zona y, guiados por profesionales, es posible descender el río Eo en canoa, en paddle surf, realizar excursiones por la Ría o alquilar bicicletas con las que realizar las diferentes rutas que ofrece el municipio.

Los recorridos senderistas que hay en San Tirso de Abres tampoco defraudan a quienes se calzan las botas de caminar o se suben a la bici. La Ruta del Ferrocarril (PR. AS-300) llama la atención por recorrer una antigua vía del ferrocarril minero. Caminar por esta senda verde supone también adentrarse en un viaje en el tiempo, ya que a principios del s.XX un tren minero que venía desde A Pontenova circulaba por San Tirso de Abres transportando personas y toneladas de mineral provenientes de los hornos de calcinación. La locomotora, conocida entonces como A Chocolateira, y su cargamento tenían como destino el puerto de Ribadeo. Hoy día, ciertos elementos etnográficos presentes en la actualidad, dan fe de la existencia de este transporte, como varios túneles de diferente longitud horadados directamente en la roca, un depósito de agua para la locomotora (hoy reconvertido en vivienda) y varias pequeñas edificaciones de piedra (casetos) en las que antaño los vecinos dejaban sus mercancías o bicicletas.
El paseo fluvial de la localidad de más de 2 kilómetros es un bien turístico muy preciado, un escenario que destaca por su belleza paisajística, pero también por las condiciones que ofrece como zona de esparcimiento.
Los vecinos de San Tirso también recomiendan a menudo otra de las rutas locales, la conocida como A Pena do Encanto (PR. AS-253) que, aunque en verano lleva menos caudal de agua, siempre merece la pena conocerla. Se denomina así porque tras remontar el curso de un arroyo, el de Ramalledo, conduce a una bonita cascada sobre la que reza una leyenda protagonizada por una dama encantada. La misma que peina sus cabellos cada noche de San Xuan en este lugar, hechizando a todo aquel que la vea.
Desde el Consistorio esperan pronto poder ofrecer nuevos recursos turísticos, como la visita a un castro que está acondicionándose, «para esta Semana Santa todavía será muy apurado –explica el responsable municipal– pero ya estamos procediendo a la limpieza del mismo y enseguida podremos darlo a conocer y será visitable». De momento, la invitación municipal para estas fechas está clara, «la gente puede venir a conocer nuestro entorno, que bien merece la pena, y de paso probar nuestras roscas y adquirir artesanía. Además, la comarca ofrece en concejos limítrofes otras pequeñas ferias y recursos con las que enriquecer la visita a Oscos Eo».
Una rosca con firma santirseña
María Rodil sigue al pie del cañón, elaborando cada año las conocidas Roscas de Santirso. Ella es una de las pocas vecinas de San Tirso que todavía continúa con esta tradición gastronómica, y su elaboración viene de tan lejos que apenas recuerda sus primeras veces. «Lo que sí me acuerdo es que en mi casa ya las hacían mi madre y mi abuela –explica María–. Antes se hacían en cada casa, la gente sembraba trigo y tenía vacas y gallinas, y cada familia tenía un horno. Cuando alguien se casaba se daba “el Cantello”, la casa de la novia daba un detalle a los vecinos y amigos que solían ser las roscas, pero todo eso terminó hace tiempo».


María Rodil es una de las pocas vecinas de San Tirso que todavía continúa con una tradición gastronómica que se remonta en el tiempo.
La elaboración de este pan circular requiere de mucha paciencia y buenos dedos para amasar una mezcla que, a diferencia de otros panes, no lleva agua. Sólo contiene huevos, manteca, azúcar, harina y un fermento madre «que preparamos unos días antes». La organización de la Feria de la Exaltación de las Roscas de Semana Santa fue la excusa perfecta para continuar con una costumbre propia del lugar. «Yo sigo preparándolas al estilo tradicional, sin cambiar lo que se viene haciendo desde hace años –explica María–, aunque ajustando la receta».
La preparación de los panes que se ofrecen en la Feria es toda una odisea para esta mujer que, a pesar de sus 87 años, irradia vitalidad y compromiso. No es tarea fácil, porque cada año ha de rodearse de un equipo de personas, entre familiares y amigos, con el objetivo de preparar un gran número de ejemplares de roscas. «Haremos sobre unas 250, que se suman a las que hacen otras vecinas, aunque somos muy pocas y yo soy la que mayor cantidad prepara».

Feliz de poder continuar con la tradición, María también vive estas fechas con ganas de que pasen lo antes posible. La responsabilidad de que todo salga según lo previsto, que el fermento se comporte y las roscas adquieran su color y sabor habitual tienen a la santirseña preocupada hasta el final. «Como ya he comentado con mi entorno, en estas fechas nadie se puede poner malo, hay mucho trabajo por delante».
Los próximos Jueves y Viernes Santo podremos comprobar el resultado de tanto esfuerzo en el stand de roscas de María. Una vez más para una mujer que ha ofrecido roscas incluso a SS.MM. los Reyes de España cuando acudieron a entregar el galardón de Pueblo Ejemplar 2011 a la Comunidad Vecinal de San Tirso de Abres, en El Llano. Ya de aquella María demostró que no tenía pelos en la lengua, y advirtió a SM. Felipe, entonces todavía Príncipe, de lo afortunado que era al poder casarse con una asturiana.