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jueves 28, marzo 2024

Coworking, una nueva forma de trabajar. Daniel Suárez, economista asturiano especializado en estrategia y modelos de negocio.

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Es algo más que un espacio con mesas y sillas, más que un centro de trabajo compartido con otros profesionales donde los gastos también se reparten. El coworking es compañerismo, comunidad… una nueva corriente laboral. Daniel Suárez, economista asturiano especializado en estrategia y modelos de negocio explica en qué consiste esta nueva filosofía.

Daniel Suárez. Economista asturiano especializado en estrategia y modelos de negocio
Daniel Suárez / Foto cedida por Daniel Suárez

-¿Qué es el coworking y por qué se ha puesto de moda?
-Nace en Berlín (Alemania) cuando una empresa se da cuenta de que dispone de un espacio que no utiliza y decide alquilarlo a personas de fuera para sacar rentabilidad, y de paso aprovechar sinergias y contactos que puedan surgir de esta relación. En el otro lado estarían profesionales, autónomos, freelance que buscan flexibilidad a la hora de trabajar, y también colaboración para poder hacer frente a proyectos de más envergadura. En este espacio encuentran un lugar ideal donde compartir con otros profesionales recursos, tiempo y talento.

En España hubo un boom hace un par de años pero creo que se ha magnificado y al final hemos querido ver en ello algo así como la burbuja del ladrillo. Sí es una nueva filosofía y una nueva forma de trabajo pero pienso que plantear esto como un negocio -crear un espacio coworking y alquilarlo- sólo se lo pueden permitir grandes ciudades como Madrid, Barcelona o Sevilla; en el resto de España lo veo más como espacios colaborativos. En este sentido, nosotros estamos lanzando una iniciativa que es un poco al revés. Es el freeworking: empresas que tienen espacios libres y los ceden de manera gratuita a emprendedores. A cambio estas empresas se beneficiarían de la innovación y el emprendimiento que aportarían estos profesionales. Mezclarse ayuda.

-¿Qué encuentra un emprendedor en ese espacio?
-Si eres coworker lo que realmente buscas es una comunidad, reunirte con otros profesionales de distintos ámbitos para colaborar, escuchar ideas, aprender, compartir, trabajar en equipo. En un espacio coworking se organizan talleres, cursos, lo importante aquí es lo que se genera entre los profesionales, es un dejarse contagiar y comprobar que no eres el único ‘chiflado’ que lo está intentando.

«Si eres coworker lo que realmente buscas es una comunidad, reunirte con otros profesionales de distintos ámbitos para colaborar, escuchar ideas, aprender, compartir, trabajar en equipo»

-¿Qué aceptación ha tenido en Asturias?
-Aquí las cosas tardan un poco más en llegar. Se inició alguna experiencia en Gijón el pasado año y en Oviedo también están en marcha varias iniciativas. Por ejemplo, yo he colaborado en una de ellas gestionada por la Federación de Jóvenes Empresarios en el Talud de la Ería. Llevan dos meses, tienen una media de quince personas trabajando, y la gente que va allí no paga por ir, es freeworking, así que en el fondo es una especie de centro social de emprendedores. Hay otra iniciativa con la que también he colaborado en Villaviciosa llamada Trueblo: un espacio coworking para gente de la villa desde una perspectiva más rural. Imagínate unir a gente de tecnologías con ganaderos o agricultores.

-¿Quienes son los profesionales que eligen este ‘método laboral’?
-Hay una web que se llama coworkingspain donde se pueden ver los perfiles de la gente que está dada de alta, unos doscientos en España. ¿Perfiles de estos profesionales? Editor de vídeo, audiovisual, programación, etc. sobre todo relacionados con las tecnologías. También existen coworking especializados tipo arquitectos o diseñadores de interiores, una tendencia que creo que habría que romper ya que de lo que se trata es de intercambio entre distintos. La mayoría son autónomos, freelance.

Aquí les ofrecerán contactos, estar con gente de otras profesiones con los que se pueden complementar e incluso colaborar en otros proyectos. Hoy en día con un portátil y un móvil puedes trabajar casi en cualquier sitio.

-Estas fórmulas se podrían englobar dentro del consumo colaborativo. ¿Algo está cambiando en nuestra sociedad?
-Totalmente. Tienes una idea innovadora, la pones en marcha, trabajas en esa dirección y luego te das cuenta de que realmente algo ha cambiado. Hace cinco años monté una consultora colaborativa, Coontigo, era algo nuevo. En cambio ahora la palabra colaboración aparece en todo y se hace más real, empieza a hablarse de transparencia y se ejercita poco a poco. Vas viendo síntomas en una nueva dirección y te dan ganas de seguir empujando.

«El coworking viene para quedarse, pero no por sí mismo sino porque el perfil de los profesionales del futuro pasa por ahí»

-¿Cree que se trata de una moda o ha llegado para quedarse?
-Cuando te llegan las cosas, la primera ola siempre es moda. Pero también creo que viene para quedarse. Más que moda sería tendencia, porque no es el valor más repetido, pero como a la sociedad cada vez nos gusta más captar nuevas tendencias, somos más permeables a ellas. Viene para quedarse, pero no por ella misma sino porque el perfil de los profesionales del futuro pasa por ahí: empresas muy grandes que puedan competir o empresas muy flexibles. Las que lo están pasando mal ahora son las que están en el medio. Una empresa con ocho programadores no puede competir con una multinacional, pero tampoco con programadores freelance de primera línea que colaboran juntos.

Universo colaborativoLa solidaridad, intercooperación y apoyo mutuo han tomado velocidad gracias a la crisis. La gente busca alternativas no sólo para ahorrar sino también para intentar ganarse la vida. La cultura del compartir está sustituyendo a la cultura de la propiedad y esto supone un cambio cultural y también económico. El espíritu colaborativo está viviendo su edad de oro, y mucha de esta culpa la tienen internet y las redes sociales. La tecnología ha abierto muchas puertas y permite a todos estar conectados, lo que facilita el intercambio y la colaboración.
La denominada economía colaborativa gana cada día más adeptos. Vender, cambiar, regalar, intercambiar, comerciar, no son cosas nuevas pero al hacerlo a través de las nuevas tecnologías se hace de manera más eficiente y más amplia.
El consumo colaborativo, la financiación colectiva, los bancos del tiempo, las monedas virtuales hablan de otro modelo de economía con nuevos valores donde el bien común y las personas vuelven a cobrar protagonismo. No se trata sólo de una respuesta coyuntural a la situación económica por la que estamos atravesando sino que se está convirtiendo en una nueva forma vivir, consumir y emprender. Es el salto del ‘yo’ al ‘nosotros’ y parece que ha venido para quedarse.
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