Allande es uno de los territorios más extensos del Principado de Asturias. Enclavado en la zona occidental, su pasado nos habla de prehistoria, cultura castreña, presencia romana e influencia indiana. Estos ingredientes son los que, a día de hoy, conforman la cultura y el patrimonio de esta tierra cuya mayor parte está declarada Paisaje Protegido.
Cada una de las épocas por las que ha pasado el concejo de Allande ha dejado una huella que permanece hasta hoy. Es difícil escoger un rincón, cada uno cuenta su historia y lo mejor es adentrarse en estas tierras con ganas de perderse y disfrutar de cada momento. No hay que temer aventurarse por carreteras secundarias de las que parecen llevar a ninguna parte. Lejos de ser un tiempo perdido, este concejo del suroccidente asturiano posee tantos lugares ‘guapos’ que fotografiar, que simplemente no caben en los mapas.
Si se comienza el recorrido en la Prehistoria y la Edad Antigua hay que visitar el Castro del Pico San Chuis, situado en San Martín de Beduledo. Descubierto por José Lombardía, en él se pueden distinguir dos zonas. Una llamada el barrio bajo con construcciones circulares, y otra con construcciones rectangulares denominada barrio alto. Esta antigua construcción celta, de la que apenas se conoce una pequeña parte, es de vital importancia por encontrarse en un cruce relevante para el tránsito del oro en Asturias.
La estatua del Monumento al Emigrante de Allande representa los vínculos del concejo con América.
Avanzando hasta la Edad Media, es un referente en el concejo el Palacio de Cienfuegos, que perteneció a los Condes de Luna y data del siglo XV. Otro de los lugares de visita obligada es la Iglesia de Santa María de Celón, declarada Monumento Histórico-Artístico. Conserva su estructura románica aunque ha sufrido grandes remodelaciones. Es importante destacar dos elementos: la campana menor de la iglesia que data del siglo XIII y es la segunda en antigüedad que se conserva en Asturias, y la talla románica de la Virgen con el niño que ocupa el centro del retablo del siglo XVIII.
Una clara muestra de la arquitectura rural asturiana la podemos encontrar en el bonito pueblo de San Emiliano, declarado Conjunto Histórico, Artístico y Pintoresco en el año 1971. Además de poder visitar sus paneras y hórreos, su auténtico atractivo se encuentra en una construcción del siglo XVI, la Casa de la Torre.
Si lo que queremos es perdernos en la naturaleza y disfrutar de un día de tranquilidad y silencio, Allande es el destino perfecto. De entre las diferentes brañas vaqueiras que jalonan este territorio destaca la de El Campel, espectacular en toda su extensión. Está situada en la parroquia de Santa Coloma, entre el alto de La Marta y Bustantigo, y es conocida como braña equinoccial ya que era usada durante primavera y otoño antes de subir el ganado a los pastos de altura. Naturaleza al cien por cien. Precisamente en la localidad de Santa Coloma se encuentra uno de los árboles notables que, por su porte y tamaño, se han ganado la declaración de monumento natural. El de Coloma es un tejo milenario, pudiendo ser el más longevo de Asturias, y acompaña a la iglesia parroquial.
Un Camino inolvidable
Los peregrinos que escogen el Camino Primitivo en su ruta hacia Compostela tienen la suerte de atravesar parajes naturales excepcionales, el de Allande es uno de ellos.
Pasado el núcleo de Borres en el concejo de Tineo, el peregrino tendrá que tomar la decisión de escoger entre dos itinerarios en su dirección hacia tierras gallegas. Si escoge la dirección que le encaminará hacia Pola de Allande -desechando el duro itinerario de la ruta de los hospitales- tendrá que dejar atrás Samblismo, Colinas de Arriba y Porciles antes de adentrarse en Allande. Será el Alto de Lavadoira, a 806 metros de altura, el que le dé la bienvenida a este territorio y una vez allí le espera un descenso por la falda del pico Corona que será bien agradecido por el caminante, que atravesará bosques y praderías hasta llegar al núcleo de Ferroy.
Desde esta pequeña localidad habitada queda muy poco para llegar a la capital del concejo, donde será posible avituallarse y disfrutar de la hospitalidad de este lugar, que recibe con las puertas abiertas a peregrinos y visitantes. Si además se dispone de tiempo para sentarse a una mesa allandesa, una buena elección puede ser el repollo relleno o el rollo de ternera relleno de berzas y morcilla. Ambos platos son bien conocidos en esta zona, aunque algo menos en el resto de la región.
La entrada a la localidad, donde es posible encontrar todo tipo de servicios, se hace por el barrio El Canto y en las proximidades se encuentra un albergue para peregrinos. Un buen lugar para reponer fuerzas, ya que al día siguiente se emprenderá la subida al Puerto del Palo que, aunque pone a prueba la condición física del caminante, también le recompensa con unas vistas impresionantes y una insustituible sensación de victoria. En este punto, el peregrino comprende por qué se habla de la belleza singular del Camino Primitivo y también por qué -aunque exigente-
el trazado enamora a todos aquellos que se aventuran por estas lindes.
Desde el Puerto del Palo a 1.146 m. hay que descender hasta el núcleo de Berducedo a 900 metros; durante el trayecto se pasa por Montefurado con su pequeña capilla de Santiago, que en su día formó parte de un hospital de peregrinos, y por Lago. En este lugar es posible descansar a la sombra de un gran tejo, el árbol declarado monumento natural se encuentra junto a la iglesia de Santa María. La despoblación del medio rural asturiano se hace notar en esta zona y entre ambos núcleos apenas hay cinco habitantes.
Berducedo, que en el siglo XIII ya contaba con una hospedería para peregrinos reedificada cinco años más tarde, sigue ejerciendo de anfitrión y cuenta con tres albergues, dos de ellos privados. Esta bella localidad, que ronda los ciento cincuenta habitantes, es el último punto del Camino en el concejo de Allande y sin duda ofrece una muy buena despedida antes de adentrarse en tierras de Grandas de Salime.