«La bicicleta tiene un alma. Si logras amarla, te dará emociones que nunca olvidarás», decía el célebre ciclista italiano Mario Cipollini.
En 1925 un grupo de “locos” por el ciclismo puso en marcha una carrera por etapas en Asturias, con un trazado épico de 231 kilómetros, por carreteras en un estado lamentable que nada tienen que ver con las de ahora y con un trazado imposible de subidas y bajadas: así nace la primera Vuelta Asturias. Sin saberlo, escribieron el primer capítulo de una historia de amor al ciclismo que ya ha cumplido sus 100 años de aventura.
Y es que este amor al ciclismo se ha convertido en una pasión que va más allá del sencillo acto de subirse a una bicicleta, es un enganche del que ya no quieres o no puedes desprenderte. Cuando la bicicleta se convierte en una extensión de ti mismo, esa conexión te pide ir más allá, más esfuerzo, más superación.


A punto de cumplir su centenario nacimiento, la Vuelta Asturias demuestra que sigue más viva que nunca con una edición de más de 600 kilómetros en cuatro etapas.
Tal vez por eso, y porque la geografía asturiana es un reto mayúsculo para todo deportista que la recorra a lomos de una bici, Asturias ha sido reconocida como cuna de grandes ciclistas. Aquí se han forjado leyendas olímpicas, campeones del mundo y grandes corredores y corredoras en diferentes modalidades. Sus rampas, sus endemoniadas curvas y su a menudo intempestiva climatología han escrito gestas épicas. Afortunadamente, muchas de ellas se han vivido bajo el marco de La Vueltina, como cariñosamente llaman los habitantes del Principado de Asturias a la prueba ciclista que en cada edición recorre nuestros puertos de montaña y que ha sido laureada por las más grandes organizaciones ciclistas internacionales. A punto de cumplir su centenario nacimiento, tras vivir momentos álgidos y afrontar épocas de gran dificultad, incluso con varios parones en su organización, la Vuelta Asturias demuestra que sigue más viva que nunca.
Con la Reina Letizia como presidenta de honor y la participación de quince equipos, el jueves 24 de abril arranca en Oviedo su 67ª edición. Y lo hace de manera excepcional, porque tras recibir la aprobación de la Unión Ciclista Internacional (UCI), la carrera contará con cuatro etapas. La primera, Oviedo-Llanes (169,3 km – 24 de abril), la segunda, Benia de Onís-Pola de Lena (144,3 km – 25 de abril), la tercera, Castropol-Vegadeo (165,5km – 26 de abril) y la cuarta, Navia-Oviedo (135,6 km – 27 de abril).
Nacimiento de la Vuelta en Gijón
Pocos saben que Bicicletas Cuesta & Cía, allá por 1905, fue la primera fábrica de bicicletas en España con diseño propio, anterior incluso a las grandes fábricas que se instalarían posteriormente en Eibar como Orbea o BH. Aquí se llegaron a fabricar unas 2.500 bicicletas hasta 1936, año en el que cesó su comercialización. Marceliano y Jesús de la Cuesta, pioneros del ciclismo en Gijón, empezaron montando bicicletas con componentes que compraban en otros países para pasar posteriormente a construir y vender sus propios diseños.

Estos intrépidos deportistas deciden en 1908 participar en la Vuelta Ciclista a Tarragona, la primera carrera por etapas que se celebraba en España. Al regresar a Gijón y ver cómo toda la afición les aclamaba como héroes, prometieron organizar una prueba similar en Asturias. En noviembre de 1925 tiene lugar la primera Vuelta a Asturias, una de las carreras ciclistas profesionales más antiguas de España.
Fernando Corral, autor del libro 100 años de Vuelta Ciclista Asturias
En las más de 300 páginas de la publicación 100 Años de Vuelta Ciclista Asturias, Fernando Corral realiza un viaje en el tiempo y nos traslada las vivencias, recuerdos y anécdotas que hay detrás de una carrera ciclista centenaria.
El autor, empresario hotelero, periodista y consejero del Real Oviedo, sintió la necesidad de recoger la historia de La Vueltina cuando esta celebró su 90 cumpleaños. Diez años más tarde y tras un arduo trabajo de investigación, la publicación llega a tiempo para celebrar sus cien años de vida.

-Ha dedicado mucho tiempo investigando y recopilando información. ¿Realizar ese recorrido histórico en profundidad le ha aportado una perspectiva diferente de la Vuelta Asturias?
-Lo que me vino a decir es que ha sido una carrera muy resiliente a lo largo de la historia. Ha pasado por diferentes épocas y al hacer ese recorrido histórico te das cuenta que ha pasado muchas veces por momentos complicados y que luego ha resurgido. Y ha tenido momentos muy importantes desde el punto de vista de la participación y del crecimiento de la estructura de la carrera, así que es algo muy cíclico. En 100 años te das cuenta de la resiliencia que tiene en ese sentido.
-El mundo del ciclismo actual es muy diferente al de los inicios de la Carrera, en 1925. Cuéntenos cómo se vivió esa brutal transformación.
-Bueno, creo que todavía guarda una similitud con hace 100 años y es debido al boom de la bicicleta. Después de la Primera Guerra Mundial, en España había mucha industria armamentística que necesitaba transformarse de alguna manera. A partir de ahí empezaron a surgir empresas que, en vez de hacer cañones o escopetas, comenzaron a fabricar piezas como tubulares para bicicletas. Fue el caso de Orbea o BH, en el País Vasco. Así que, en los años 20, hubo un pequeño boom de la bicicleta, algo parecido a lo que hay ahora, que está de moda el cicloturismo. Luego, está claro que, en cuanto a evolución, ambas épocas no tienen nada que ver porque -aunque el diseño de los cuadros de las bicicletas no ha cambiado tanto–, han progresado muchísimo los materiales. Gracias a la tecnología ahora hay cambios electrónicos y es todo mucho más ligero, las ruedas, las llantas, etc. La preparación del ciclista también ha variado muchísimo, en todo lo referente al entrenamiento, la nutrición, la información de la que disponen, incluso la vestimenta. Los maillots, que antes eran prácticamente de lana, ahora son de una fibra sintética que permite expulsar el sudor al mismo tiempo que guarda la temperatura del ciclista. Toda esta evolución la podemos ver reflejada en la exposición histórica que está recorriendo Asturias.

-Son muchas las ventajas que tienen ahora los ciclistas.
-Ya, pero hay una cuestión que es curiosa, la media de velocidad más alta se produjo en los años 80. Concretamente en el año 88, el alemán Rolf Gölz, el primer extranjero que ganó La Vuelta Asturias, hizo una media de 42,3 kilómetros por hora en una carrera de 1.007 kilómetros y esta media aún no se ha superado. Son anécdotas curiosas porque, evidentemente, el ciclismo de hoy no tiene nada que ver con el de aquellos años 20.
-Viendo imágenes retrospectivas del ciclismo en esos años, con los participantes circulando por carreteras en muy mal estado y enfrentándose a la climatología sin apenas medios, no puedo evitar pensar en ellos como héroes.
-Sí que eran héroes, pero los de ahora no han dejado de serlo. Con la llegada de cierto tipo de tecnología, como los potenciómetros que permiten el análisis de los vatios de potencia, te das cuenta que, en pruebas clásicas, como por ejemplo la París-Roubaix, que corren por adoquines y con medias de 50 kilómetros por hora bajo la lluvia, el sufrimiento físico de los ciclistas es extraordinario, una auténtica barbaridad.
Pero también lo fue la primera edición de la Vuelta a Asturias, 231 kilómetros en una sola etapa que sale de Gijón y regresa a la misma localidad haciendo un ocho por toda la región. Pasaron por Llanes y llegaron hasta Cangas del Narcea y Tineo, circulando por aquellas carreteras en las que sólo había baches, piedras, polvo, subidas y bajadas, y lo hicieron prácticamente sin parar. Fue una carrera heroica, pero es que el ciclismo es un deporte heroico en sí mismo en todas sus modalidades. Y esa épica ha estado presente en estos cien años en todo momento.
«La primera edición de la Vuelta fue una carrera heroica, pero es que el ciclismo es un deporte heroico en sí mismo en todas sus modalidades. Y esa épica ha estado presente en estos cien años en todo momento»
-¿Hay algún capítulo de esta centenaria historia que le haya sorprendido especialmente?
-Hay muchos. Una cosa curiosa es que en cada época aparece un gran ciclista. En los años 20, Ricardo Montero ganó dos ediciones, ocho etapas, y aún sigue teniendo el récord del número de etapas ganadas por un mismo ciclista. En los 50 aparece Bahamontes y según contó él mismo en el programa La Resistencia, en el año 53 cogió una bici en Toledo y se plantó en Asturias. Hizo 700 kilómetros para participar en La Vuelta a Asturias y cuando llegó a Mieres, Cilio Losa, que de aquella ya tenía un garaje de bicicletas, le dijo: «pero ¿dónde vas con esto? No puedes participar con esa bici», y le prestó una con la que el chico ganó el premio de la montaña en su primera participación. Tal fue la impresión que causó que Cilio le regaló la bicicleta. Bahamontes volvió a ganar la carrera en el 55 y en el 57, y fue el primer español que ganó un Tour de Francia.
-¿Cuándo llegó el momento de Julio Álvarez “Mendo”, un personaje estrechamente ligado a la Vuelta Asturias?
-En el año 1952, un periodista muy importante, Ricardo Vázquez-Prada, montó conjuntamente con otro loco, Julio Álvarez “Mendo”, un trofeo juvenil internacional que traía equipos internacionales y que, con el tiempo, se convirtió en una prueba amateur. Por eso, cuando en el año 57 el grupo de Mieres dejó de organizar la carrera – hicieron cinco ediciones–, sólo quedó en pie la Asturias Amateur de Mendo, que luego en el 68 pasó a ser profesional. Julio, que murió en el 2008, estuvo cincuenta y seis años organizando la Vuelta Asturias en distintos formatos. Es un personaje extraordinario en la historia de la carrera, consiguió que en los 90 participase Miguel Induráin, que volvió en el 96 y la ganó, cuando el ciclista ya era una gran estrella mundial y estaba en pleno apogeo por ganar el Tour. También logró que en esa época participase gente como Erik Breukink, Abraham Olano, Alex Zülle o Gianni Bugno, que había sido campeón del mundo. Fue quizá cuando la carrera vivió su máximo esplendor.

-Y fue su hija Cristina la que cogió su relevo.
-Sí, porque en 2008 falleció repentinamente y a Cristina le dan el mando de la organización pensando en que tirase por ella durante unos años, pero ya lleva dieciocho; por lo tanto, la saga de los Mendo lleva desde el año 52 ligada a la organización de la Vuelta a Asturias. Es una cuestión extraordinaria, digna de reseñar.
-Reconoces los valores de un deporte noble como es el ciclismo. ¿Con que anécdota ilustrarías esta afirmación?
-Siempre cuento una que refleja muy bien lo que es el mundo del ciclismo. En el año 2017, en el Alto del Acebo, con una importante nevada-ventisca, un organismo ciclista internacional declaró que esta etapa de la Vuelta a Asturias era la etapa épica del año. La había ganado Nairo Quintana y había un chico asturiano que corría con la Selección Española, Edu Pérez Landaluce, que llegó en el puesto ciento veinte. Después de recorrer 150 kilómetros y subir tres puertos de montaña, estaba tan aterido de frío que no era capaz ni de quitarse los calcetines y hubo que ayudarle a subir al podio. Los valores que transmite este deporte, de esfuerzo, trabajo en equipo, compañerismo y sacrificio son los que te enganchan dentro de este mundo.
«No hay terreno fácil para el ciclismo en esta región, con lo cual la Vuelta siempre resulta dura. Para ganar aquí tienes que venir con una muy buena preparación»

-¿La de 2017 fue tal vez la carrera más dura o habría que reseñar otras?
-En ese año las condiciones climatológicas fueron muy duras, pero probablemente la etapa más difícil –salvando las salvajadas que se hacían en los años 20–, tuvo lugar en 2010 con un ciclismo ya más moderno. En esa edición salieron de Ibias para subir el primer puerto de montaña, el de las Mujeres Muertas, luego bajaron a Cangas del Narcea para después subir el puerto de Cerredo, seguido del de Somiedo, luego San Lorenzo y, finalmente, subir el Tenebredo por Dosango. Al final, fueron casi 5000 metros de desnivel y un total de 210 kilómetros para llegar a Oviedo. Fue algo que desde luego no se ha vuelto a repetir, porque, aunque sean profesionales, es una dureza excesiva. Hay pocas etapas del Tour de Francia con ese desnivel positivo.
-Con etapas así, La Vueltina tiene que dar bastante impresión.
-Bueno, los equipos siempre nos preguntan lo mismo, “¿cuántos puertos hay este año?”. Lo que pasa es que en Asturias hay muchísimas ascensiones que no puntúan como puerto, pero al final, es un constante sube y baja. No hay terreno fácil para el ciclismo en esta región, con lo cual la Vuelta siempre resulta dura. Para ganar aquí tienes que venir con una muy buena preparación.
«Tenemos el mejor escenario del mundo y no lo decimos nosotros, lo dice, por ejemplo, La Vuelta Ciclista a España, que considera Asturias como un referente ineludible al que hay que ir»
-¿La Vuelta Asturias sigue siendo reconocida como una buena lanzadera para otras carreras internacionales?
-Sí, es una competición de prestigio y muy respetada dentro de lo que es el pelotón internacional. El pasado mes de febrero, con motivo del Centenario, se reunieron en Oviedo todos los grandes organizadores mundiales, con el Tour de Francia a la cabeza. En este marco se puso en valor la importancia que tiene la Vuelta Asturias como carrera dentro del circuito internacional; así que no lo decimos solo nosotros, sino también los organizadores más importantes del ciclismo mundial.
En un radio de 50 kilómetros, Gijón, Oviedo y Avilés tienen entre 10 y 15 puertos de montaña de primera categoría de nivel mundial, entre ellos el Angliru, el Gamoniteiru, Coto Bello, La Cobertoria, Valgrande-Pajares, San Isidro. Tenemos el mejor escenario del mundo y no lo decimos nosotros, lo dice, por ejemplo, La Vuelta Ciclista a España, que considera Asturias como un referente ineludible al que hay que ir porque es donde se encuentra el escenario de la épica y donde las retransmisiones de televisión dan su mayor cuota de pantalla.
-Hemos conocido que Iván García Cortina disputará esta edición, ¿cómo ha transcurrido la relación de la Vuelta y los ciclistas asturianos?
-Asturias siempre ha tenido asturianos que han destacado en el ciclismo, pero desgraciadamente la Vuelta Asturias no tiene muchos asturianos que hayan podido ganar la carrera. En el palmarés profesional solo hay dos, López Carril y Pedro Muñoz, y en el amateur, Luis Balagué.
Luego hubo gente con muy buenas participaciones, como Víctor Rojo en los años 20 o Pepe Pinzales y Senén Mesa en los años 50. En los 70 aparecen José Manuel Fuente (El Tarangu), los hermanos López Carril y Faustino Fernández Ovies; luego Pedro Muñoz ganó etapas en el 84 y el 85 y, más recientemente, hubo un podio de Samuel Sánchez y varias etapas épicas como la de Ricardo Valdés, en 2004. La última victoria asturiana fue la etapa número 400 de la Vuelta que la ganó Pelayo en el 2023.
También nos gusta recordar que la Vuelta siempre invita a la Selección Española para que ciclistas jóvenes que están surgiendo puedan participar en una competición profesional: dentro de esa selección siempre hay algún asturiano. Es algo que siempre impulsó Julio y que ahora mantiene Cristina en su estrategia.

-Hay una exposición retrospectiva que lleva por nombre el título de tu libro. ¿Qué es lo que se ofrece en ella?
-La Exposición Histórica 100 Años de Vuelta Asturias lo que hace es recuperar elementos históricos que teníamos en nuestro archivo, desde maillots hasta documentación, fotografías, carteles e incluso bicicletas de diferentes épocas. A través de cómo han ido cambiando los materiales, se puede ver la evolución del ciclismo desde 1920 hasta la actualidad. Se trata de poner en valor todo este material que resulta tan atractivo para los aficionados al ciclismo. La muestra ya ha visitado todos los concejos que son llegadas y salidas de la carrera de este año y ahora está en Oviedo, en el Centro Comercial Los Prados, donde permanecerá hasta el próximo 15 de mayo.