El pasado mes vino la Vuelta Ciclista a España, en dos etapas que tuvieron a Asturias como escenario. A los preciosos paisajes, habituales en este tipo de eventos, se sumó la expectación de saber que la subida a L'Angliru iba a ser definitiva para conocer al ganador de la carrera.
En Asturias, las dos palabras del título están ganando significado y aprendiendo a transitar juntas en la misma frase, cuando se habla de iniciativas que funcionan y de posibilidades de generar movimiento económico, que es al fin y al cabo de lo que se trata.
Estamos en verano, y el Sol por fin ha hecho acto de presencia. Aunque la oleada de casos de corrupción acapara las portadas de los periódicos y las conversaciones en la playa, el bar, la terraza y la escalera, contribuyendo a elevar la temperatura del personal que ya estaba 'caliente' de antes, nosotros hemos decidido contraatacar.
Pasado ya de lejos el cuarenta de mayo, el clima, tema de conversación habitual entre los asturianos en cualquier circunstancia, ha ido escalando puestos hasta convertirse en una de las preocupaciones estrella de estos últimos meses.
Repasemos la geografía más elemental. Asturias son apenas diez mil kilómetros cuadrados que limitan al norte con el mar Cantábrico, al oeste con Lugo, al este con Cantabria y al sur con León. Resumiendo y para entendernos: cuando hablamos de fronteras, lo que no es costa es montaña.
Como si la crisis económica no estuviese ya trayendo bastantes zozobras a Asturias -por cierto, la comunidad con la cifra de mayor crecimiento de desempleo en 2012-, tenemos un gran interrogante pendiendo sobre el sector minero en su conjunto.
Viendo que la monarquía no pasa por su mejor momento, y que las instituciones están de capa caída, este año la carta tiene que ir dirigida a todos los que, en algún momento dado, han hecho magia o van a tener que hacerla en este año que empieza.