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lunes 25, noviembre 2024

Herminio, escultor. Desafiando a la física

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Entrar en el estudio de Herminio Álvarez, el escultor, es como adentrarse en la dimensión de los imposibles. Imposible que el cuadro de La Última Cena pueda estar reproducido en un grano de arroz, o que piezas de grandes dimensiones mantengan equilibrios inimaginables. Así y todo, su creador es un hombre sencillo que sólo busca responder a sus propios interrogantes.

Herminio es natural de El Franco, allí nació y a esta parte de Asturias ha confesado su fidelidad manteniendo en este lugar lo más importante de su vida: su familia y su trabajo. Tras conocer su estudio de la calle Mohíces en La Caridad, lo siguiente es ver parte de las obras que próximamente viajarán a Miami. Sentados en la escalera de una nave del polígono de Novales (Valdepares), comenzamos la conversación. «Menos mal que todavía podemos permitirnos sentarnos de esta forma porque aquí no tengo ni una sola silla, pero voy a tener que traer una porque dentro de unos días vendrá por aquí Martín Chirino, y tiene ya muchos años».

-Su obra se caracteriza por la investigación sobre las fuerzas invisibles y su aplicación al arte. ¿Es quizás por eso que causan fascinación en el público que las contempla?
-El publico es muy diverso. Hay gente que se queda con la parte física y, por ejemplo, se pregunta por qué determinadas piezas se mantienen en pie, mientras que a otro público le interesa la parte plástica, estética, de la obra. Y cuando se unen las dos partes ven que la pieza es bella, les gusta. No estamos acostumbrados a ver este equilibrio en la vida cotidiana.

-¿Está alterando las leyes físicas, en cierto sentido?
-Intentándolo. Aparentemente.

-Ha elegido un campo artístico con mucha dosis de imaginación y riesgo. ¿Hace falta osadía para meterse en una aventura como ésta?
-Desde que era pequeño me rondaba el pensamiento de dedicar parte de mi vida a lo que realmente me interesa, lo que interiormente sentía. Y tuve la suerte, después de muchos avatares en la vida, de haberlo conseguido. Me siento una persona feliz, dichosa, y realizada en este sentido.

«No quiero hacer esfuerzos por salirme de esta línea, porque es lo que necesito. Mi obra es mi interior, mi forma de pensar. Es fruto de una necesidad interior»

-Sí, pero no fue hasta los 45 años cuando empezó a dedicarse a esto. Entonces llevaba un negocio que tuvo que traspasar, imagino que no sería fácil.
-Hubo que romper una barrera pero he de reconocer que lo tuve fácil, porque aunque no tenía una situación económica buena para hacerlo mi familia me apoyó mucho.

-¿Sus proyectos futuros continúan indagando en esta dirección: magnetismo, geometría, simplicidad…?
-Sí, es lo que realmente me interesa. No quiero hacer esfuerzos por salirme de esta línea, porque es lo que necesito. Mi obra es mi interior, mi forma de pensar. Es fruto de una necesidad interior.

-¿Cómo es el proceso de creación desde que surge la chispa, hasta que la expone y presenta al público?
-Es un proceso largo e, incluso en algún momento, de sufrimiento. Tengo una nieta que va a una academia de ballet y lo hace muy bien. Este año fuimos a ver la actuación de fin de curso y cuando terminó le dije: ‘tienes que pensar que esto te puede dar muchas satisfacciones, pero es muy duro’. Y ella me contestó que lo mío también lo era. Y lo es, porque cada vez te exiges más a ti mismo, quieres ser más puro en lo que haces, menos elementos, más profundidad. Tienes que sentir interiormente algo que te emocione, no es sólo hacer.

-El equipo en el que se apoya tiene que tener mucha sensibilidad.
-Al principio no me entendían muy bien pero luego te van conociendo y ya es otra cosa. Trabajo con un taller de calderería al que a veces voy caminando desde mi estudio, y en la parte final llevo las piezas a un taller de pintura que también está muy cercano.
Y luego hay un colaborador de aquí que trabaja conmigo en los montajes: Jani. Es un artista grabador, que me acompaña a montar las exposiciones. En Miami, Madrid, Nueva York o donde vayamos, es mi persona de confianza. Hace poco se vendió una pieza para Carolina del Sur y durante el transporte machacaron la base de la pieza; pues allí fue Jani con una lijadora para dejarla en condiciones.

-En 2012 expuso en el Centro Niemeyer ‘Geometría del espacio’ ¿Cómo fue la experiencia de exponer en un marco como ése, con las curvas de la arquitectura poniendo el contraste a los ángulos de sus esculturas?
-Fue una experiencia muy buena, aunque la primera vez que entré en la cúpula, aquello me empequeñeció y me asustó. Me pareció un espacio enorme, yo con la parte del centro tenía bastante, pero empezamos a trabajar y al final fui haciéndome a él. Para mí fue una experiencia fantástica porque fue un enfrentamiento con el espacio.

«No me cuesta desprenderme de mis obras porque estoy convencido de que quien la compra es porque le gusta, así que va a un lugar donde es apreciada y valorada»

-Hábleme de su proyecto futuro, ¿tal vez Miami?
-Si, en unos meses expondré allí y estoy ilusionado, aunque no sé cómo va a salir. Es una galería de Cruz Díez, uno de los cinéticos más importantes del mundo y le ha gustado mi obra. Hace un par de años estuvo aquí, y fue algo muy especial para mí porque nunca te imaginas que vas a conocer a personajes tan importantes y tan interesantes.

-Ha expuesto en España y fuera de ella. ¿Dónde cree que se entiende mejor su obra?
-El galerista que tengo ahora viaja mucho y mis obras se venden en varios países. Por ejemplo, en Japón tuve una experiencia preciosa. Estuvimos allí ocho días y yo me pasaba por la sala para ver cómo reaccionaba la gente, y había personas que iban todos los días. Aquí en España también tengo mucha obra vendida por muchos sitios, y también estoy contento. La verdad es que no me puedo quejar, aunque cuando expongo nunca me planteo si voy o no a vender

-Nació en La Caridad (El Franco), donde vive y trabaja. ¿Tiene aquí todo lo que necesita?
-Todo lo que aquí me rodea me aporta algo. La gente me pregunta qué me inspira, y la respuesta por ejemplo es Viavélez. Me gusta ir a Madrid, y a mi mujer le gusta también viajar, pero estamos cinco días fuera y ya queremos regresar. Lo más importante para mí es la calidad de vida, y aquí la tengo.

-¿Cuando vende una obra, le cuesta desprenderse de ella?
-No. Estoy convencido de que quien compra una obra es porque le gusta, así que va a un lugar donde es apreciada y valorada. Me gusta que la gente disfrute con lo que hago. Una vez un hombre en Estados Unidos me compró una obra bastante grande, y las navidades siguientes me felicitó las fiestas y me mandó una foto de la obra en un espacio maravilloso, diciendo que cada día, desayunando y comiendo, disfrutaban con ella. ¡Qué más se puede pedir!

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