El próximo día 5 de octubre alrededor de trescientos atletas se enfrentarán a una gesta colosal en la sierra del Aramo: afrontar trece kilómetros con un desnivel positivo de 1.300 metros. El puerto del Angliru, tan conocido por sus rampas en la Vuelta Ciclista a España, será quien pondrá a prueba la resistencia física y mental de los deportistas.
Quién sabe si el puerto del Angliru seguiría siendo un lugar desconocido si no fuera porque el langreano, sociólogo de la ONCE, Miguel Prieto Randino no hubiera alertado a los organizadores de La Vuelta Ciclista que en la sierra del Aramo existía un puerto de una dureza hasta ahora no igualada. Como muchos otros, tuvieron que subir para creer tal afirmación. Eso sí, una vez descubierta, la cima riosana hizo el resto. En el año 1999 se incluyó por primera vez en la prueba ciclista más importante de España y José María Jiménez ‘El Chava’, el primero en conquistarlo, ratificó todo lo que se había contado sobre ella. Era una subida mítica para gladiadores y sus descomunales porcentajes dieron la vuelta al mundo.
Pocos años después, el mundo del atletismo, también quiso conquistar esta cumbre hasta entonces solo popularizada por ciclistas. La presentación oficial de la primera prueba tuvo lugar un 11 de septiembre, una fecha inolvidable porque ese día las Torres Gemelas de Nueva York sufrían un impactante atentado.
Ya se había puesto en marcha la cuenta atrás para la primera subida, y como todo lo referente al Angliru, contó con gran expectación. Fue el sábado 6 de octubre de 2001 y como es habitual la sierra se mostró con niebla, la misma que aupó al Chava a lo más alto, porque en esconderse a las cámaras el puerto es todo un experto, demostrándolo posteriormente en muchas ocasiones. Las condiciones climáticas volvieron a recordar que quien sube al Angliru, sea sobre ruedas o por sus propios medios, está realizando toda una gesta. Fueron cerca de trescientos los corredores que quisieron participar aunque solo doscientos ocho los que llegaron a la meta. El cántabro, José Luis González Villaverde y la asturiana de Tineo, Beatriz Fernández Francos fueron los primeros en sus correspondientes categorías.
Han pasado dieciocho años desde esta primera prueba y el puerto ha sido conquistado en varias ocasiones, pero sus rampas del 23,5 y del 22% siguen siendo igual de atractivas que el primer día. Porque, ¿quién no desea desafiar al más grande, y llevarse la gloria más elevada?
Ochobre continúa en el Angliru
Hace dieciocho años, el Club de Atletismo Ochobre ponía en marcha una carrera mítica: la subida al Angliru, un evento que repetiría en varias ocasiones. Tras unos años en los que la prueba pasó a manos de otros organizadores, en 2018 el Club retomó esta actividad.
Alejandro de Ancos, presidente del club pionero en el Angliru, explica lo que significa para ellos esta prueba.
-¿Cuándo empezasteis a madurar la idea de hacer la carrera en este puerto?
-Nosotros organizábamos carreras en Langreo y un amigo que tiene una gestoría en Riosa, Pedro Riera, me comentó en el año 2001 la posibilidad de organizar algo allí. Yo no conocía el Angliru, así que subimos varios miembros del Club al Puerto. Por aquel entonces ya se había organizado allí una etapa de la Vuelta Ciclista y la gente nos decía que la subida era muy dura, pero hasta que uno no lo ve y lo siente no sabes la dureza que tiene. Tuvimos la suerte de que hacía buen día y con esas condiciones ahí arriba “o yes ciego o te enamores, no hay más”.
-¿Cuántos años lleva Ochobre subiendo al Angliru?
-Nosotros fuimos los inventores, estuvimos organizándolo desde 2001 hasta 2008 pero luego por problemillas lo dejamos y continuaron otras entidades. El año pasado volvimos a retomarlo con mucho cariño. La pasada edición ya superamos el número de inscripciones con respecto al año anterior, y en esta edición -a falta de quince días- ya tenemos 203 inscritos y vamos a superar los del año pasado. Calculo que rondaremos los 300 participantes.
«La parte más dificil es la de Les Cabanes porque vienes de un falso llano y de repente te encuentras con un 22%, eso es tremendo»
-¿Qué tiene de especial esta prueba comparándola con el resto de carreras que se organizan en Asturias?
-No hay ninguna tan dura como esta porque ninguna tiene un promedio del 10% de desnivel, que aumenta al 15% si lo mides desde Viapará. Al llegar a la Cueña Les Cabres tienes prácticamente un kilómetro con un 23%, aunque yo creo que la parte más dificil es la zona de Les Cabanes porque vienes de un falso llano y de repente te encuentras con un 22%, eso es tremendo. Luego, cuando llegas arriba y ves esa panorámica y que tienes un kilómetro que casi es cuesta abajo, la carrera te engancha.
-La subida es además una fiesta del deporte en la que los atletas conviven después con los vecinos, y hay mucha complicidad con la gente de Riosa.
-Sí, los últimos años que lo organizamos implicamos al vecindario y a las diferentes asociaciones del concejo, como la Asociación de Vecinos de Riosa, las Mujeres de La Pimpana o las Mujeres de Tiempo Propio. Tras la entrega de trofeos hacemos una especie de espicha y las mujeres de La Pimpana colaboran trayendo castañas de bollín preñao, tortillas… Ye lo más entrañable de la comida, porque donde estén unas tortillas caseras que se quite todo lo demás. Este año haremos un pequeño homenaje a L’Ará, los participantes saldrán desde aquí y correrán 300 o 400 metros hasta el lugar de salida en La Vega. No podemos cambiar el punto de inicio porque hay un récord establecido y un premio para quien lo bata, y no podemos modificar el recorrido habitual. También queríamos montar una especie de banderado con banderas que nos manda gente desde distintos puntos de España, un lugar donde todo el mundo se pueda hacer una fotografía porque el que entra el último merece tanto como el que llega primero.
-La marca de la subida sigue imbatida.
-Sí, José Luis Capitán lo hizo en 1 hora 38 segundos, una marca que posiblemente tarde varios años en ser batida. Remedios Alonso lo consiguió en 1 hora 18 minutos, una marca muy buena porque el resto de mujeres no han podido bajar de 1 hora 20 minutos.