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miércoles 24, abril 2024

Jesús Arango, economista y exconsejero de Agricultura del Principado. «Si queremos otra Asturias, hay que cambiar la mirada»

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Decía Albert Einstein que si buscas resultados distintos, no puedes hacer siempre lo mismo. Esto es precisamente lo que propone el economista Jesús Arango en su documento Asturias 2050. Hay vida después del Covid-19. Mirar donde nunca se ha mirado y experimentar, innovar sin miedo: esta región “será, en el futuro, lo que los asturianos consigamos que sea”. Aquí van algunas de sus propuestas.

-En 1974 varios expertos, entre los que usted se encontraba, elaboraron el documento Asturias año 2000. Examen crítico de un futuro incierto. ¿Distan mucho aquellas predicciones con la Asturias que hoy nos encontramos?
-Sí, dista mucho. Llega la democracia, la entrada en la Unión Europea, la globalización, el euro. La sociedad asturiana no había asumido todavía que Asturias estaba entrando en crisis como consecuencia de la situación que vivía la minería y siderurgia. En aquel momento la agricultura proporcionaba el 32% del empleo, hoy no llega al 4%; la industria y la construcción sumaban casi el 40% de ocupación, hoy su peso es de apenas un 20% y en cambio en el sector servicios que en aquellos momentos representaba el 29%, hoy genera el 77% de empleo asturiano. Con aquel documento quisimos aportar una reflexión que sirviera de aldabonazo para decir «aquí estamos» y ver qué camino elegíamos cara al futuro 2000. Creamos dos alternativas una optimista y otra pesimista y es curioso que alguna de las cosas que propusimos aún siguen encima de la mesa como el área metropolitana, el metrotrén o temas ligados al turismo.

“Hay que ver qué está ocurriendo en el mundo más allá de la crisis del coronavirus. Nos encontramos ante el gran desafío del cambio climático, un tema en el que Europa trabaja desde hace tiempo”

-Ahora invita a aprovechar esta crisis del coronavirus para atajar directamente los males de la región y pone como horizonte el año 2050. Habla de repensar Asturias partiendo de una ruptura con el modelo económico actual y una renovación de ideas. ¿Por dónde empezamos?
-Lo mismo que en aquel momento dirigimos la mirada hacia 2000, mi propuesta ahora es hacerlo hacia el 2050 coincidiendo la fecha con el horizonte del Pacto Verde Europeo (cero emisiones de gases efecto invernadero). Digo repensar porque los problemas derivados de la reconversión fueron muy complejos y las soluciones no dieron resultado: entre 1975 y 2018 se perdieron cuarenta y ocho mil empleos. Asturias registra a día de hoy una de las tasas de actividad y ocupación más bajas de España y eso ha generado un éxodo de jóvenes a otros países. Habrá que abrir otras vías y ver qué está ocurriendo en el mundo un poco más allá de la crisis del coronavirus. Nos encontramos ante el gran desafío del cambio climático, un tema en el que Europa trabaja desde hace tiempo. Hay que hablar de economía circular, de cambio digital, de desarrollo sostenible y a partir de ahí ver cómo puede funcionar eso en Asturias desde otros esquemas. ¿Por dónde empezar? Primero cambiando de mentalidad, abriendo las puertas a la innovación y perdiendo el miedo al desafío. Cuando se hacen cosas nuevas uno puede acertar o fracasar, pero, de los fracasos se aprende mucho. Es importante dar protagonismo a gente con buenas ideas y no dar vuelta a los mismos diagnósticos de siempre que si faltan carreteras, si el AVE pasa o no por aquí… Asturias es una región pequeña y para crecer tiene que vender más allá de su mercado. El que tenemos es insuficiente, hemos de abrirnos al mundo y ver qué está pasando ahí fuera.

El Musel, puerto de Gijón
El Musel / Foto: Puerto de Gijón

-En el ámbito de las infraestructuras, por ejemplo, anima a volver a mirar al mar y trabajar por la rentabilidad del Musel como centro exportador.
-Asturias lleva mucho tiempo viviendo de espaldas al mar. Tenemos cerca de trescientos kilómetros de costa y estamos solo mirando hacia la montaña, hacia Pajares. Hay que darse la vuelta y pensar que, a través de los puertos, se puede llegar a un crecimiento importante como ha ocurrido en otros países europeos como Róterdam, un claro ejemplo de desarrollo económico. Aquí la atención parece estar dirigida a la polémica de por dónde pasa el AVE, cuando lo prioritario sería estudiar cómo aprovechar este nuevo trazado ferroviario para enlazarlo con el Musel y darle más proyección. Es más importante dar rentabilidad a los puertos para que las mercancías puedan salir rápidamente y se conviertan en centros logísticos, que polemizar sobre la duración de más menos quince minutos del servicio de pasajeros a Madrid. Si queremos una nueva economía de base exportadora hay que reactivar las actividades portuarias.

-Es un activista rural, convencido e inspirador. ¿Cómo visualiza el medio rural para que pueda tener una proyección en la Asturias de 2050?
-Primero que nosotros nos lo creamos. En Asturias no tenemos un problema en el medio rural sino un desarrollo muy desequilibrado a nivel de espacio. En un tercio del territorio se concentra la mayor parte de actividad, quedando vacío el resto. Es una concepción bastante desequilibrada del desarrollo que, a largo plazo, acaba centrándose en unas pocas ciudades mientras que el resto se convierte en un desierto demográfico y sin actividad. Sería necesaria una reforma de la administración autonómica que implicara una descentralización, una redistribución de centros públicos hacia áreas rurales que garantizaran sanidad, servicios, educación, en definitiva, calidad de vida.

“Si queremos una nueva economía de base exportadora hay que reactivar las actividades portuarias”

-Comenta que lo rural no deberíamos de identificarlo solo con la actividad agraria.
-Sí, hay que visualizarlo como un espacio donde también se desarrollan otras actividades económicas y para ello es necesario tener acceso a banda ancha, a bonificaciones fiscales, indemnizaciones para compensar los hándicaps naturales y limitaciones medioambientales, y fomentar nuevas actividades. Es tener una cierta sensibilidad para conseguir un espacio más equilibrado donde puedan convivir los árboles (política forestal), la vaca (ganadería extensiva) y el ordenador (tecnología digital), por decirlo de alguna forma. Todo ello ha de convivir en el medio rural para que pueda tener un futuro. Aunar tradición, trabajo e innovación.

-Está convencido del potencial que tiene en la región con la explotación maderera, según usted, uno de los grandes pilares para el futuro de Asturias.
-Prácticamente la mitad de Asturias tiene la calificación de montes comunales en sentido muy amplio, es propiedad colectiva. En su mayoría está sin explotar, es matorral o está infrautilizado. Esos lugares se podrían transformar en pastos, plantar árboles u otros cultivos. Dada la superficie que hay, si esto se pusiera en marcha a través de agencias de recolonización que estudiaran programas de desarrollo en función de las características de los terrenos, darían trabajo durante treinta o cuarenta años de manera intensiva. La extensión de montes comunales en doce concejos asturianos supone más del 75% de su superficie. O se cogen este tipo de cosas y se gestionan a través de agencias de recolonización que introduzcan innovaciones en materia de técnicas forestales, pastoreo rotativo y que además atraigan a gente de fuera para ponerlo en marcha, o esto desaparece porque la gente que queda en los pueblos es muy poca y es muy mayor.

Bosque
Foto: Turismo Asturias

“Para que el medio rural pueda tener un futuro han de convivir los árboles, las vacas y el ordenador. Ser un espacio que aúne tradición, trabajo e innovación”

-Hablemos de nuestro tejido empresarial, en su mayor parte micropymes, principales perjudicadas tras esta crisis del coronavirus. ¿Quién cree que sobrevivirá? ¿Por dónde pasará esa reinvención?
-El coronavirus ha producido un gran impacto a corto plazo porque se paró la actividad. Hay sectores y autónomos que ya estaban ‘tocados’ antes al no adaptarse a las exigencias del mercado global, las nuevas tecnologías, en este caso el coronavirus fue la puntilla. Otras empresas saldrán adelante si son capaces de adaptarse a la revolución tecnológica. El Covid-19 lo que puso de manifiesto es que no habíamos hecho los deberes en ese y otros temas. Y como en todas las crisis, al principio hay un impacto fuerte negativo, pero luego eso mismo puede convertirse en una oportunidad para sacar a la luz ideas innovadoras.

-En este tiempo también se ha visto cómo la sociedad civil ha reaccionado y han surgido nuevas propuestas. ¿Cómo articular todo esto para aprovecharlo en aras del bien común?
-Esa es una labor que corresponde a los gobiernos. Ellos han de facilitar las cosas y crear espacios para que salgan adelante ideas como la iniciativa de esos jóvenes asturianos de fabricar respiradores con técnicas de impresión 3D, en colaboración con otros grupos nacionales y extranjeros, trabajando en red y sacando provecho al conocimiento compartido: todo un símbolo de eliminación de fronteras. Paul Romer, que ganó el Nobel de economía el año pasado, lo llama las metaideas, crear organismos o servicios donde el objetivo sea la producción y generación de nuevas ideas que fomenten un elevado nivel de investigación aplicada al sector privado de la economía. Eso choca con los muros burocráticos.

-Sus propuestas parten de una mirada distinta de la realidad asturiana. Si acabamos haciendo las mismas cosas, el resultado no varía…
-No soy el más indicado para decirlo, pero alguien debería de contrastar lo que propongo y lo que se ve en los debates del parlamento asturiano. ¿Dónde están temas tan importantes como la educación? Habría que eliminar la compra de libros por parte de las familias y basar el aprendizaje en otros métodos educativos a través del uso de tabletas o la conexión a internet que permiten actualizar los materiales pedagógicos, eso también obligaría a una reeducación del profesorado. ¿Quién se atreve a eso? Hay que cambiar muchas cosas y existe resistencia al cambio porque mucha gente se ve afectada. Otro tema para crear ciudadanos abiertos al mundo, es el aprendizaje en la escuela de dos lenguas extranjeras aparte de la lengua materna. Aquí anunciamos lo del coronavirus y lo hacemos en bable.

“Es importante dar protagonismo a gente con buenas ideas y no dar vuelta a los mismos diagnósticos de siempre, que si faltan carreteras, si el AVE pasa o no por aquí…”

-Con frecuencia se refiere a la experiencia de otros países donde esas propuestas funcionan. ¿Miramos poco a nuestro entorno?
-Hace muchos años, cuando era consejero de Agricultura, aprovechaba cuando salía para aprender cosas de otros países que iban por delante de nosotros. Recuerdo un viajé a Dinamarca que me impresionó mucho. El tema que me había llevado hasta allí era una explotación lechera donde habían eliminado el problema de los purines. A finales de los setenta habían conseguido transformar los purines en energía a través de la producción de biogás como biometano, hoy generan el 85% del biogás. Hay que ver lo que está haciendo otra gente y estudiar cómo se puede implantar aquí. Debemos ampliar la visión al mundo, porque mientras nosotros seguimos con los chistes de Oviedo y Gijón, todo evoluciona a una velocidad creciente.

-Comenta que nos dirigimos hacia una tercera revolución industrial, ¿cuál sería la estrategia a seguir?
-Unos autores hablan de la tercera revolución otros de la cuarta. En el fondo a lo que se refieren es que nos estamos moviendo hacia una nueva economía que trae consigo innovaciones en los medios de comunicación, energía, medios de transporte, logística, procedimientos productivos como 3D, trabajo en red que crearán nuevos productos y servicios. Eso va a exigir la implantación de tecnología digital, que una parte importante de la industria se centre más que en producir, diseñar e introducir servicios sobre los productos que genera. En esa revolución industrial lo que se pretende dentro de la Unión Europea es dar paso a una economía limpia y circular que tenga el componente del desarrollo sostenible y aprovechamiento al máximo de la vida de los productos. Se trata de hacer cosas nuevas y servicios apoyados en las nuevas tecnologías.

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