A pesar de que ha sido un año convulso en lo político, el Instituto Asturiano de Prevención de Riesgos Laborales ha conseguido desarrollar su labor con cierta normalidad. A ello contribuye que Miryam Hernández haya renovado su cargo como directora del IAPRL, lo que garantiza una continuidad en el equipo y en las líneas de trabajo. En diciembre llega a su fin el Plan Estratégico vigente, y en 2016 tocará buscar de nuevo una concertación social y poner los objetivos para el nuevo periodo. Es, pues, buen momento para hacer balance.
-El Plan de Salud, Seguridad y Medio Ambiente Laboral del Principado de Asturias 2013-2015 está a punto de acabar. ¿Se puede empezar a hacer balance?
-Mi valoración es que se ha cumplido o se está cumpliendo. Todas las líneas se han iniciado: las de continuidad se van cerrando anualmente y en cuanto a las de estudios específicos, si no se han terminado todavía, es porque se está trabajando en ello. Hemos tenido una legislatura de muchísima actividad: se ha diseñado el Plan Estratégico, cerrando una concertación social que era necesaria, hemos hecho un congreso nacional, se ha creado una página web y hemos abierto el Instituto a las redes sociales. Me gustaría que todo eso se viera inmediatamente traducido en una reducción de la siniestralidad, pero lamentablemente eso no depende únicamente de lo que haga el Instituto. Así que todos los agentes implicados en el mundo preventivo tenemos que seguir trabajando para conseguir una reducción de los accidentes, por lo menos hasta llegar a cero mortales.
-¿Qué valoración hace el Instituto de las cifras de siniestralidad más recientes?
-Dada la naturaleza de este tema, los datos son necesariamente escandalosos. Aunque hay que valorar las cifras con una perspectiva estadística, simplemente con que se accidentase una persona ya nos tendríamos que estar llevando las manos a la cabeza, porque por supuesto el objetivo es cero accidentes y cero incidentes. Hay que seguir trabajando para eso, pensando además en contener el aumento que vamos a sufrir con un previsible incremento de la actividad económica, por ejemplo cuando se recupere el sector de la construcción.
«El trabajo en educación es quizá menos vistoso, pero imprescindible para que dentro de unos años podamos hablar de otras cifras de siniestralidad»
-¿Qué características tiene la siniestralidad en Asturias?
-Aquí tenemos un ingrediente que nos lastra las cifras y es la industria extractiva, que nos lleva a ocupar un lugar muy malo en el ranking. Eso es así desde siempre, por eso no podemos compararnos con otras comunidades, ya que nuestro tejido industrial es completamente distinto. Madrid, por ejemplo, tiene mejores cifras porque su perfil laboral y profesional es muy distinto al nuestro. Otra cosa sería el País Vasco, que con una estructura similar a la nuestra tiene cifras mejores. En cualquier caso la comparación ha de ser con nosotros mismos, con nuestra evolución.
-¿Y qué vemos en esa comparación?
-Vemos que entre 2007 y 2014 el índice de incidencia, que es la cifra que relaciona el número de accidentes con la población activa, en Asturias se redujo en un 42%. Eso es una evolución muy positiva, teniendo en cuenta además que partíamos de datos muy malos. A partir de 2012 todas las comunidades empezamos a empeorar y aún así, según el informe comparativo publicado por el Observatorio Estatal de Condiciones de Trabajo, sólo hay cuatro comunidades autónomas que han mejorado, entre las cuales está Asturias. El resto han empeorado sus cifras. El punto de inflexión de este cambio de tendencia coincide en el tiempo con la reforma laboral, además de con una recesión económica muy fuerte.
-¿Hablamos de la reforma laboral, entonces?
-Es algo que debe entrar en el análisis, porque ha logrado acabar con derechos laborales conseguidos a lo largo de muchos años, y un derecho laboral básico es la prevención de riesgos laborales. Tenemos que nombrarla porque los datos coinciden en el tiempo, reflejando una incidencia importante en la vida laboral de todos los españoles. Lo vemos reflejado en los niveles de precariedad y también en los de salud y seguridad laboral.
A pesar de todo, la mejora en nuestro índice de incidencia, aunque sea mínima, nos indica que nuestras políticas están sirviendo como medidas de contención.
«Nunca se puede pensar que hay riesgos superados, por básicos que sean, porque la realidad es que hay gente que aún se sigue cayendo de un andamio. Pero no por ello vamos a dejar de evolucionar y abarcar nuevas situaciones de riesgo»
-¿Por dónde irán los objetivos del próximo Plan Estratégico?
-Nunca se puede pensar que hay riesgos que hemos superado, por básicos que sean, porque la realidad es que hay gente que aún se sigue cayendo de un andamio, pero no por ello vamos a dejar de evolucionar y abarcar nuevas situaciones de riesgo. A partir de ahí combinaremos la continuación de muchas líneas de actuación que ya estamos desarrollando con acciones específicas para sectores concretos. El sector primario necesita apoyo público porque tiene unas circunstancias muy particulares y unos índices preocupantes. También el sector servicios está sufriendo un incremento en la siniestralidad, y últimamente está repuntando la construcción, un sector que estaba prácticamente en la sombra en estos primeros años del plan estratégico pero que está volviendo a generar actividad. Y obviamente no podemos abandonar los grandes sectores, como el industrial, que normalmente desarrollan un trabajo preventivo mayor porque también tienen mayor conciencia del riesgo.
Con esos mimbres trataremos de confeccionar el nuevo plan contando con todos los agentes implicados, sin olvidar la formación específica, la divulgación preventiva, y la sensibilización a través de programas. Estas líneas transversales están contempladas por ley y son además ejes de este Instituto.
-La educación para la prevención es uno de los puntos fuertes del IAPRL. ¿Cómo se enfoca?
-Para nosotros esto es una carrera de fondo. En el caso de las empresas, la prevención tiene que estar presente desde su mismo nacimiento, con la incorporación de procedimientos correctos de trabajo. Y en el caso de los trabajadores, esa conciencia tiene que empezar a crearse aún antes de que se incorporen al mundo laboral, para que cuando lleguen ya lo asuman con total normalidad. Este trabajo es quizá menos vistoso, pero imprescindible para que dentro de unos años podamos hablar de otras cifras de siniestralidad.
-La mejora en la eficiencia de las instituciones dedicadas a la prevención de riesgos laborales es uno de los objetivos de la Estrategia Española 2015-2020. ¿Esto pasa por mejorar la coordinación?
-Por supuesto. Es necesario que haya entornos comunes para que nos pongamos de acuerdo y desarrollar acciones conjuntas, porque aunque la ley preventiva es potestad del estado español, la ejecución de las materias es responsabilidad de la comunidad autónoma. Al fin y al cabo este mundo es global y las empresas actúan fuera de las fronteras de las CCAA y del país, por tanto mejorar esa coordinación entre administraciones es imprescindible. Otro puntal son los agentes sociales.
«Me gustaría abrir el Instituto a todos los asturianos, no solamente a los trabajadores que tienen un problema. Es importante hacer visible todo lo positivo que se está haciendo»
-¿De qué manera?
-La implicación de los representantes de los trabajadores y de las empresas es indispensable. El trabajo en el propio centro laboral es uno de los más efectivos y es un hecho que las empresas más sindicalizadas son las que más se preocupan de la prevención, la incluyen en los convenios colectivos, y registran índices de siniestralidad más reducidos.
-Las líneas legislativas vienen marcadas por el gobierno estatal o por Europa. ¿Qué margen de maniobra le queda a la comunidad autónoma y al Instituto?
-El margen de maniobra está en la ejecución. La ley 31/95 ya tiene 20 años y es la misma para todos, pero el esfuerzo para adecuarse a ella y mejorar actuaciones, así como el volumen de recursos para formación, investigación, difusión, eso lo determina cada comunidad y es lo que marca la diferencia. En el mismo contexto económico, otras comunidades han desmantelado sus recursos preventivos y los han convertido en subsecciones de alguna dirección.
-La prevención de riesgos laborales es un terreno amplísimo. ¿A qué parte del trabajo del Instituto le gustaría dar más visibilidad?
-A mí me gustaría abrir el Instituto a todos los asturianos, no solamente a los trabajadores que tienen un problema. La noticia en prevención siempre es el accidente, que genera una respuesta social lógica. Pero también se hace investigación, formación específica, difusión, mejoras en las empresas… eso es un goteo constante y de poca repercusión. Y es algo que personalmente siempre tengo en la cabeza: hacer visible todo lo positivo que se está haciendo. Que la prevención genere sonrisa en vez de tristeza.