A pesar de que Asturias es una de las regiones que más variedades de quesos artesanos ofrece, este pequeño manjar es para muchos un gran desconocido. Para solucionarlo, ¿qué tal una buena tabla? Será difícil hacer la selección entre las cuarenta y dos variedades (cuatro con Denominación de Origen) que se producen en la región. La tabla debe combinar quesos variados: unos suaves, otros picantes, blandos, duros, curados, azules, de vaca, cabra, oveja, mixtos… todos diferentes. El queso Afuega’l Pitu, por ejemplo, aporta un toque ligeramente ácido, cremoso y bastante seco. El Gamonéu, levemente ahumado, deja un sabor rico y equilibrado en el paladar. La nota fuerte y picante la puede aportar el queso Casín. Y que no falte un Cabrales en la tabla, uno de los mejores quesos azules del mundo. Ni tampoco queso La Peral, el de Los Beyos… Los expertos recomiendan poner entre cuatro y seis variedades porque no se llegan a apreciar la mitad de los matices cuando se prueba más. Y empezar por el más suave -colocado en los bordes-, seguir por los más fuertes -en el centro de la tabla- y dejar para el final los más aromáticos.
Importante aliado será el pan, cuánto más surtido mejor: blanco, con cereales, de maíz, centeno, tostado para untar los quesos blandos, colines, de pasas… ¿Algún otro acompañamiento? Para los dulceros, el queso combina perfectamente con una tabla que contenga membrillo, mermeladas variadas y confituras. También trozos de fruta como uva o manzana. Y para los que prefieren el salado, está la opción de los frutos secos: nueces, almendras o pistachos potencian el sabor de cada variedad.
La bebida es un tema un poco más complicado, ya que en principio cada queso reclama un vino diferente. La regla de oro es: vinos suaves para quesos suaves y vinos con cuerpo para los más fuertes. Los quesos azules admiten otro tipo acompañamientos como la sidra o la cerveza. Este maridaje es lo que pondrá la guinda a esta tabla de quesos navideña, para disfrutar en compañía.