Cielos despejados, altas temperaturas, algo de nubosidad pero pocas lluvias. El buen tiempo nos acompaña. Una situación valorada muy positivamente por el ciudadano y por el sector turístico, que de seguir así puede costarnos cara a corto y medio plazo.
Ese orbayu que te calaba hasta los huesos y te obligaba a llevar un paraguas siempre a mano, apenas ha hecho acto de presencia en los últimos meses y comienza a ser habitual ver los cielos despejados aquí en Asturias. ¿Se trata solo de una apreciación? «El orbayu se produce bajo condiciones meterorológicas precisas como es la existencia de masas de nubes bajas, típicas de la cornisa cantábrica. Estas precipitaciones son de intensidad baja, mucho menor que la lluvia porque sus gotas son de pequeño tamaño y se evaporan antes de llegar al suelo», explica el catedrático de Botánica de la Universidad de Oviedo, Tomás Emilio Díaz. «No dispongo de datos fiables sobre la frecuencia de los días con orbayu en los últimos años, pero mi percepción personal me inclina a pensar que ha habido una disminución, lo cual puede ser achacable al cambio climático que se está produciendo en estos territorios norteños o bien a modificaciones cíclicas de las condiciones ambientales locales que pueden volver a ser, en un futuro próximo, idénticas a las de épocas pasadas».
Hace tan solo unos días, el huracán Ophelia, en su avance hacia el noroeste peninsular nos dejó temperaturas de 35º en pleno otoño y fuertes rachas de viento del sur. La escasez de lluvias de las últimas semanas y las elevadas temperaturas fueron dos de las principales causas de la enorme propagación de fuegos: 443 en la península, 35 de ellos en Asturias.
El agua no ha hecho acto de presencia y no parece que las cosas vayan a cambiar, anuncian un otoño cálido y con pocas precipitaciones. La sequía se observa desde hace tiempo en los embalses que se encuentran al 39,4% de su capacidad -algunos incluso menos-, alejados de la media del pasado año que estaba en torno al 52% En Oviedo por ejemplo, desde hace unos meses se han cerrado fuentes ornamentales y lavaderos, se ha reducido un 60% el riego de parques y jardines y no se descartan más restricciones hasta que se reponga el flujo de agua del embalse de Los Afilorios y se sitúe por encima del 30% de su capacidad.
La ausencia de lluvia y la elevada temperatura limita también el movimiento del aire, incrementando los niveles de contaminación. Es previsible que los niveles de dióxido de nitrógeno (NO2), un gas invisible generado por la combustión de la gasolina de los coches, vuelva a activar la alarma como ocurrió hace tan solo unos días en Oviedo o en Gijón. En la actualidad, la región ocupa una de las primeras posiciones en el ranking de provincias con mayor índice de contaminación atmosférica, según datos del portal meteorológico eltiempo.es
En medio de todo esto se producen de vez en cuando aguaceros, inundaciones, granizadas en pleno verano… ¿Cómo explicar estos extremos? «Las alteraciones meteorológicas y climáticas, como expresión del cambio climático, pueden pasar desapercibidas para la mayoría de la gente, como sucede en la elevación del nivel de mar (3 mm al año y en proceso de aceleración las últimas décadas) debido al deshielo de las masas polares provocado por el aumento de la temperatura. Aumento que de continuar, va a provocar a finales de siglo drásticos cambios en la forma de vida del litoral, como desaparición de pueblos y ciudades situadas al borde del mar, o hábitats como dunas, marismas o estuarios. Eso también tendrá lugar en el interior. Los períodos de sequía o de fuertes precipitaciones pueden causar graves inundaciones, alternándose con más intensidad de la que actualmente se manifiestan en cualquier época del año. Todos ellos son fenómenos consecuencia del cambio climático que se agudizarán», asegura Díaz.
A medida que el calentamiento se hace más patente, sus efectos son más perceptibles dentro del ciclo hidrológico, motivo por el cual los científicos pronosticaron hace bastantes años que sufriríamos períodos de sequías e inundaciones más prolongados, aceleración de fusión de los glaciares y cambios drásticos en los patrones de lluvias y nieves. Una realidad que ya estamos viviendo.
Testigos del cambio climático
En general, nos llaman la atención los fenómenos extremos que vemos a nuestro alrededor mientras que tenemos dificultad para captar los cambios graduales que se producen en nuestro entorno. Sobrevaloramos lo extremo y lo relacionamos con el cambio climático, cuando puede estar o no asociado, y no apreciamos lo sutil pero importante que se está produciendo, como por ejemplo el incremento de la temperatura media y su importante influencia en los ecosistemas.
Un estudio realizado con la colaboración internacional de ecologistas y biólogos, publicado recientemente en la revista Science, demuestra que los cambios globales del clima ya están impactando en todos los aspectos de la vida de la Tierra. El doctor Brett Scheffers de la Universidad de Florida, autor principal de este estudio dice que ahora tienen pruebas de que «con solo un grado Celsius de calentamiento a nivel mundial, los mayores impactos ya se están sintiendo en los sistemas naturales».
Los genes están cambiando la fisiología de las especies, sus características físicas, su tamaño. Se están observando «señales claras de ecosistemas enteros bajo estrés como respuesta al cambio climático en la Tierra y en los océanos».
Partiendo del actual panorama, la Agencia Europea de Medio Ambiente pronostica para 2080 en el norte de la península ibérica una reducción del número de especies animales y vegetales entre el 20 y 40% El catedrático de biología Tomás Emilio Díaz comenta en esta misma línea que «en Asturias se va a producir una ‘mediterranización’ que va a provocar que en las tierras bajas y medias del territorio, los bosques caducifolios dominados por carbayo, castaños y abedules o aquellas carbayedas donde fresnos, olmos o tilos conforman el estrato arbóreo, serán eliminados y sustituidos por encinares o bosques de encina oceánica y sus prebosques de hoja prerenne, que actualmente son relictos en la cornisa cantábrica y dominantes en los territorios mediterráneos ibéricos».
«Los bosques de laminarias, hábitat de muchas especies, se han reducido en un 90%. De ahí, la disminución de muchas especies marisqueras» (José M. Rico, decano de la Facultad de biólogía)
También el fondo marino ha cambiado. En los diez últimos años se han producido alteraciones de gran magnitud tanto por el número de especies afectadas como por los cambios en la abundancia de algunas especies características, esto es lo que asegura el biólogo José Manuel Rico, decano de la Facultad de Biología de la Universidad de Oviedo. «Los bosques de Laminarias, típicos de nuestras costas, se han reducido más del 90% en abundancia y en extensión y varias especies de gran porte tanto del intermareal (los pedreros) como del fondo, han desaparecido por completo. Dado que estas comunidades algales son el hábitat de muchas especies de invertebrados de interés comercial, no resulta sorprendente que las cofradías hallan señalado la disminución de capturas de muchas especies marisqueras». Hace unas semanas se iniciaba la campaña del percebe en Asturias y los mariscadores hablaban de reducir el tiempo de la costera de siete meses a cinco porque el crustáceo era cada vez más escaso. «Es difícil establecer relación causa-efecto y más cuando se trata de una especie sometida a extracción, aunque regulada. Esos cambios pueden deberse a causas naturales, a sobreexplotación -el furtivismo es un serio problema- o a una combinación de ambas», apunta Rico.
El cambio climático está ocurriendo, está alterando el proceso ecológico y los sistemas naturales en todas partes y nosotros estamos siendo testigos de ello.
No son predicciones de futuro. Está pasando, lo estamos viendo y además, cada vez ocurre a más velocidad.
Peligrosa velocidad
Para evaluar un cambio climático con ciertas garantías, comentan los expertos, es necesario un análisis de los parámetros climáticos a lo largo de un amplio período de tiempo. Los cambios en el pasado siempre han sido progresivos a lo largo de cientos o miles de años por lo que los seres vivos se pudieron adaptar paulatinamente a esos cambios. En estos momentos esos mismos expertos reconocen que todo ha cogido gran velocidad. «El actual cambio, en gran medida provocado por la actividad humana, se está produciendo o se va a producir en un tiempo muy corto -menos de cien años- a un ritmo muy acelerado, lo que va a provocar -si no hay remedio- que los seres vivos presentes en la cornisa cantábrica tengan menos oportunidades para adaptarse al cambio. Estas condiciones extremas van a dar lugar a la extinción de muchas especies, mientras en determinados lugares, otras serán reemplazadas por determinados organismos que ya se encontraban en la zona en estado relictual, bajo determinados microclimas y ocupando espacios restringidos», señala Díaz.
Vivir las consecuencias de nuestras decisiones
Ricardo Anadón, catedrático de Ecología ahora jubilado y coordinador en 2009 de la obra «Evidencias y efectos potenciales del Cambio Climático en Asturias», ya anticipaba muchos de los escenarios que hoy estamos viviendo a la luz de distintos parámetros analizados en aquellos momentos. A los ojos del profesor José Manuel Rico, «el estudio del profesor Anadón, realizado en coordinación con la Oficina para la Sostenibilidad, el Cambio Climático y la Participación del Gobierno del Principado, incluía escenarios de disminución de precipitaciones y aumento de temperaturas que se han cumplido plenamente. Sin embargo, no parece que a ni a nivel estatal ni regional, ni desgraciadamente de la población asturiana, la lucha contra los factores causantes del cambio global sean una prioridad en estos momentos».
El biólogo Tomás Emilio Díaz que participó en dicho trabajo en el apartado de ‘Biodiversidad’, considera que es necesario adoptar medidas no solo a nivel autonómico sino también estatal, supranacional o mundial para frenar el aumento de los gases causantes del efecto invernadero, «para lo cual hay que establecer medidas legales para controlar las emisiones y aplicar el criterio de que ‘quien contamina, paga’. En esta línea parece que últimamente el Gobierno del Principado ha tomado una actitud activa, según los datos aportados por el último Observatorio de la Sostenibilidad del Principado de Asturias».
La inacción de los organismos internacionales, los gobiernos, las industrias, parece que son la coartada perfecta para excluir al ciudadano de toda responsabilidad. ¿Sirve como justificación?
«El cambio se está produciendo a un ritmo muy acelerado, eso se traduce en menos oportunidades de los seres vivos para adaptarse» (Tomás Emilio Díaz, biólogo)
Esperanza en Asturias
Tatiana Nuño, responsable de la campaña de Cambio climático de Greenpeace, llegó al puerto de Gijón junto con otros compañeros a bordo del buque Esperanza. Esta escala forma parte del tour que estaban realizando por el Cantábrico con la ‘Misión Salvar el Clima’. Les atraían dos cosas de esta región. Una, el valor de la naturaleza amenazada por el cambio climático así como la defensa de las actividades económicas relacionadas como la agricultura, ganadería, pesca o el turismo. Y dos, el nivel contaminante de las térmicas del carbón, solo en la región hay cinco. Circunstancia que nos convierte en una de las comunidades autónomas con más emisiones de España.
Greenpeace denuncia que la región produce el 63% de su electricidad con carbón y es la segunda con menor capacidad fotovoltaica. El buque Esperanza tiene como objetivo concienciar acerca del cambio climático, el origen y también de las alternativas de energía limpia que existen. Para ello mantuvo distintos encuentros con representantes civiles y políticos asturianos. «No podemos dar la espalda al grave problema del cambio climático y tanto desde el Gobierno, como desde las empresas deben aportar urgentemente el cambio de modelo energético y económico de frente y con voluntad para que haya una transición justa para las personas que viven del carbón hacia empleos que sean sostenibles y que construyan sociedades democráticas y paritarias donde las decisiones se tomen con las personas», denunciaba Tatiana Nuño.
Desde Greenpeace advierten que este es un año importante para salvar el clima porque el Gobierno negocia tanto a nivel europeo como a nivel nacional las políticas energéticas de los próximos años, y estas deben marcar el camino hacia un sistema energético 100% renovable que esté en manos de las personas.
Las renovables no despegan
Más de la mitad de generación de potencia eléctrica en Asturias, está basada fundamentalmente en las grandes centrales de carbón. Las energías renovables no llegan a representar el 20% que se reparte entre la hidraúlica (9,1%), eólica (5,8%), biomasa (3,1%) y solar (0,003%). Y es que, como en todo, priman los intereses. Le empresa hidroeléctrica edp es la propietaria de la central de Aboño y la de Soto de Ribera, ambas se encuentran entre las más contaminantes de España. De momento, el carbón no es un tema que esté encima de la mesa porque hay mucha gente que vive de ello y existen muchos intereses creados.
A los grandes partidos no les atrae un cambio de modelo energético que les está beneficiando. Han consentido los abusos de las eléctricas y han practicado las puertas giratorias. Pero Nuño abre una puerta hacia el cambio, «desde los acuerdos de París la ciudadanía está más movilizada y puede gestionar su propia energía». Como la iniciativa del Instituto Catalán de la Energía (ICAEN), por ejemplo, que inició el pasado verano una campaña para que los ciudadanos se animasen a aprovechar la energía del sol: «El autoconsumo fotovoltáico es legal y económicamente muy interesante a la vez que permite avanzar hacia una soberanía energética», apuntan. «Los usuarios pueden dejar de ser consumidores pasivos para pasar a producir y gestionar su propia electricidad, almacenarla y compartirla con otros usuarios a través de instalaciones de autoconsumo fotovoltáico y de la creación de comunidades solares que compartan energía eléctrica a través de redes de distribución», comentan desde el ICAEN. Para ello, además de poner en marcha una campaña de información, trabajan en la convocatoria de ayudas para la adquisición de baterías para almacenar la electricidad de instalaciones de autoconsumo fotovoltaico con el fin de hacerlas más eficientes e iniciar el camino para disponer de energía km cero a compartir entre los ciudadanos.
En Asturias empieza a verse algún tímido movimiento. «Hace unos meses el Principado convocó una subvención -cofinanciada con fondos FEDER- destinada a las empresas, para promover el uso de energías renovables, principalmente biomasa y geotermia de aguas de mina. Es posible que esto signifique un primer paso de la administración autonómica para reducir el uso de energías renovables, pero solo significa eso, un primer paso, explica Tomás Emilio Díaz.
El autoconsumo, la eficiencia y el ahorro energético, ayudarían a reducir de forma drástica las emisiones de CO2 derivadas de la generación de energía con combustibles fósiles. Hay cosas que sí están en nuestra mano.