Llegan las navidades, una época de contrastes en la que conviven diversas realidades. Son muchas las personas y las entidades que cada año se vuelcan en proyectos sociales para que todos aquellos que están atravesando un momento duro en su vida puedan alejar las sombras y llenar estos días de luz, sonrisas y muchísimo cariño.
Inmaculada González-Carbajal. Fundación El Pájaro Azul
Hace nueve años que la Fundación El Pájaro Azul, en colaboración con Otea, Hostelería y Turismo de Asturias, organiza la campaña Café Solidario bajo el lema «Tu café es mi comida de un día» cuyos fondos se destinan al proyecto Niños de la Calle de Kinshasa, detrás del cual se encuentra la Institución Teresiana. El proyecto educativo de la ONG asturiana está centrado en niños de la República Democrática del Congo recogidos de la calle a los que se le da formación hasta los 18 años. «Además de intentar localizar a algún familiar de origen para que se puedan integrar en su familia, en el centro van al colegio y se les forma en un oficio que suele ser costurero o zapatero. También tienen otras áreas de trabajo como el teatro, que les permite expulsar la rabia y expresar sus emociones, o kárate que les ayuda a incorporar la disciplina y manejar la agresividad, -comenta Inmaculada González-Carbajal, presidenta de la Fundación-. Ahora lo estamos ampliando a chavales de más de 18 años, trabajamos con un equipo multidisciplinar para que puedan formar una cooperativa, vivir juntos etc.». La idea es muy sencilla: meter el importe de un café en una de las huchas que se colocan en locales de hostelería asturianos. Ese dinero supone el desayuno, la comida y la cena de un niño durante un día. «Hay locales en los que funciona muy bien porque han entendido el mensaje pero hay otros que no -reconoce Inmaculada-. No todo el mundo es solidario porque serlo es una elección y luego un proceso que se pone en práctica con los actos de cada día». Reconoce que está harta de lo políticamente correcto porque esto significa que lo que no es correcto no se dice. A esto suma que estamos viviendo tiempos en los que rige lo emocional y que esto siempre nos ha llevado al desastre. «Nos gustaría que la gente se diese cuenta de que ese euro no te hace más pobre pero, en un conjunto, ayuda mucho». En cuanto a la supervisión de los fondos, Inmaculada tiene claro que la confianza de cada persona que colabora es sagrada y hay que garantizar que todo llega donde tiene que llegar. «Yo me voy a África a escoger los proyectos de los que se puede ocupar la Fundación -asegura-. Tienen que tener una garantía y me encargo de ver cómo se aplica el dinero para que la persona que echa 1 € en esa hucha tenga la seguridad de que va a valer para algo».
Este año las huchas de la campaña del Café Solidario se pondrán en los locales colaboradores el 21 de diciembre y se retirarán el 20 de enero. Gracias al dinero recaudado muchos niños de la calle verán cubiertas algunas de las necesidades más básicas de todo ser humano.
Amparo Allonca. Humanitarios con la Infancia
Amparo Allonca, vocal de Humanitarios con la Infancia, habla con verdadero amor de su hija de Bielorrusia. Dice que la niña tiene allí a su familia biológica, sus raíces y su vida durante el año. En Asturias tiene su segunda familia que la acoge y la quiere como un miembro más. Esta es la realidad de las siete familias asturianas que cada año acogen a niños y niñas bielorrusos en sus casas. Humanitarios con la Infancia inició su trabajo en 2010 cuando su presidenta viajó a Bielorrusia, visitó un orfanato y conoció la realidad de los niños afectados por la catástrofe de Chernóbil. Se dio cuenta de que el sanamiento vacacional era clave en la salud de estos niños que sufrían problemas de vista, tiroides o respiratorios. «Ahora mismo las edades de los niños que tenemos están entre los 12 y los 16 años y de lo que se trata es de que cada uno de ellos se integre y que en Asturias tengan su segunda familia
-comenta Amparo-. Nuestra mayor satisfacción es ver todo lo que han crecido, que aquí ya tienen sus amigos y sobre todo que se encuentran bien de salud». Humanitarios hace dos programas de acogida al año, uno en verano que dura unos dos meses y medio y otro en Navidad que este año va del 23 de diciembre al 23 de enero. Cada familia se hace cargo de todos los gastos generados por la acogida y todos coinciden en que es una experiencia increíble que no se puede describir con palabras y que recomiendan vivir. «Nosotros hacemos por ellos todo lo que podemos, pero lo que ellos aportan a cada familia no tiene precio porque son alegres, fuertes, inteligentes y capaces. Son como unos guerreros porque desde pequeños, por las circunstancias que les ha tocado vivir, tienen una solidaridad y una capacidad de compartir muy a flor de piel. Son súper agradecidos y con pequeños detalles te rompen todos los esquemas y hacen que te des cuenta de lo poco que valoramos lo que tenemos». Entre campaña y campaña cada familia mantiene el contacto con su hijo bielorruso; Skype, Whatsapp… las nuevas tecnologías ayudan mucho a mantener el contacto y hacer el seguimiento de cómo van los exámenes, la salud y el día a día a tantos kilómetros de distancia.
Marisela Cueto. Cocina Económica de Gijón
Marisela Cueto es una convencida de corazón de las causas sociales. En su ADN está el compartir, estar al lado del que menos tiene y que las personas que más lo necesitan tengan un lugar al que acudir y se sientan como en casa. Responsable de la Cocina Económica de Gijón, Marisela junto con el equipo que forma la Asociación Gijonesa de Caridad celebran la Navidad con muchas personas que no tienen hogar o están lejos de sus familias. «Son fechas especialmente sensibles para ellos y queremos reforzar el aspecto humano de cercanía y también el festivo, porque en esta casa, aunque no ponemos condición religiosa a nadie y puede venir todo el mundo, hacemos la ofrenda de la Eucaristía y hay mucha gente de diferentes religiones que participan en esta celebración. Intentamos por todos los medios que sientan algo especial». Durante las fiestas, el comedor de la Cocina Económica se transforma y de la cocina salen platos diferentes al resto del año, se ponen manteles distintos y velas en las mesas, hay una tarjeta de felicitación con el menú para cada persona y a todos los asiduos de la casa les dejan un regalo los Reyes Magos. «Hay que velar por la economía -afirma Marisela-, pero siempre cuidamos que sean cosas útiles que les valgan. Hay que pensar en la persona y muchas veces son como niños porque nunca han recibido un regalo de Reyes. Es bonito, aunque a la vez es triste pensar que tanta gente necesita de estos sitios para vivir. Vives la alegría de compartir y el dolor del que tiene que venir, tienes que estar con los ojos, el corazón y los oídos muy abiertos y las manos extendidas». Reconoce que no es partidaria de las grandes cenas navideñas y que siempre le asaltan muchas preguntas como ¿qué es lo que celebramos?, ¿por qué no todo el mundo tiene el derecho de vivirla con su familia? o ¿por qué no todos pueden hacer su fiesta a su estilo?. «La verdad es que siento mucho agradecimiento por todos los gestos que recibimos en esta casa y por tener el privilegio de estar con estas personas. La esperanza es que muchas de ellas el año que viene ya no nos necesiten. Esta sería la ilusión del nuevo año».
Laura López. Fundación Edes
La Fundación Edes está en Tapia de Casariego, concretamente en El Cabillón. Desde esta pequeña localidad, un equipo formado por profesionales y voluntarios trabaja desde hace más de veinticinco años para que la inclusión y la calidad de vida de personas jóvenes, niños, niñas y adultos/as con necesidades de apoyo sean una realidad. Tratan de que, por fin, la sociedad les dé las mismas oportunidades que a las demás.
Hasta aquí también llega la Navidad, y lo hace de diferentes formas, desde la parte más lúdica hasta la más solidaria. Laura López, responsable de empleo y formación de la Fundación explica que «empezamos la Navidad en noviembre con un regalo a vecinas y vecinos de la comarca. Fundación Edes celebra el Día Internacional de las Personas con Discapacidad, el 30 de noviembre, lo hacemos junto con otras organizaciones y amigos en forma del espectáculo «InClusiones»: arte y diversidad en un mismo plano, este año en Ribadeo. Después de este primer compartir creatividad, sueños y realidades, seguimos trabajando, cada quien desde sus posibilidades». El alumnado del Colegio Edes dedica un tiempo a pensar, imaginar y dibujar lo que es para ellos la Navidad, imágenes que conforman después unas postales de felicitación desde el cariño y la apuesta por formar parte de una comunidad más amplia. Por su parte, Finca El Cabillón, el centro especial de empleo, ofrece unas cestas especialmente pensadas para estas fechas, para regalar salud a base de productos de alta calidad y con certificación ecológica. Pero no todo es trabajar en estas fechas, también hay espacio para el encuentro, la diversión y la convivencia. Es el momento en el que familias, participantes, personas voluntarias y profesionales tienen un día de regalo para verse con tranquilidad y disfrutar de los avances del año. «Y así entre eventos y trabajo, la Navidad pasa por Fundación Edes, dándonos la oportunidad de hacer balance de lo que da de sí todo un año y también dándonos ánimo e ilusión para seguir facilitando oportunidades y herramientas para que la solidaridad y la vida digna sea una realidad para todas».
Jorge González. Expoacción Organización Solidaria
Como todos los años desde hace diez, comenzaron la campaña de recogida de juguetes en noviembre. El objetivo: que ningún niño se quede sin un juguete en estas fiestas. Expoacción recoge cada año entre 3.500 y 4.000 juguetes que después reparten entre sus usuarios y otras asociaciones que los necesiten. También reservan unos cuantos para que los niños de la Asociación que vayan a un cumpleaños y no tengan recursos, puedan llevar un regalo o que padres sin medios puedan tener un juguete para sus hijos el día del cumple. «Tenemos treinta puntos de recogida y siempre hay alguno nuevo que se suma -comenta Jorge González, presidente de Expoacción-. En la sede de la Asociación los voluntarios comprueban todos los juguetes, los limpian, los empaquetan y los separan por edades. Es mucho trabajo, pero lo que pretendemos es que no se quede ningún niño sin juguetes porque su familia no se los pueda regalar. Todos los colectivos tienen las puertas abiertas para poder pedírnoslos si los necesitan. A los niños hay que apartarlos de los problemas que viven sus familias en cuanto a pobreza y exclusión, lo que hay que hacer es contagiarlos del espíritu que viven el resto de sus compañeros de colegio, que ellos también puedan disfrutar». Para Expoacción no es imprescindible que los juguetes sean nuevos, apuestan por el reciclaje y reconocen que sería imposible conseguir tantos juguetes si los pidieran sin estrenar. «La verdad es que muchos de los que recogemos están perfectos y es una pena que acaben en la basura -reconoce Jorge-. Sabemos que hay muchas organizaciones que no siguen este criterio pero, aunque nos quitaría mucho trabajo, recogeríamos menos y además tenemos que construir una sociedad sostenible, no se puede vivir al ritmo actual. Es triste que las cosas se tiren tontamente y que luego haya gente que las necesite, por ahí no podemos pasar». El día de la entrega hacen una fiesta a la que están invitados los padres y reconoce que lo más emocionante es ver la cara de felicidad de los niños. Cumplir esos pequeños sueños compensa todo el trabajo. «Hay mucha gente solidaria que por un lado dona y que por otra disfruta preparándolos así que, en una misma campaña, cumplimos muchos objetivos».