La huelga del pasado 8M consiguió bajo el morado que mujeres y hombres se unieran por la igualdad, en una manifestación sin precedentes que dio la vuelta al mundo. Este año, colectivos feministas lo reafirman: ‘Volveremos a parar el mundo. No daremos un paso atrás sino millones adelante. Sobran razones’.
Estábamos digiriendo la victoria del ultraderechista Bolsonaro en Brasil, cuando nos llega el resultado de las elecciones andaluzas que ni las encuestas más osadas predecían: Vox, siendo el partido menos votado de los que han conseguido representación, consigue doce escaños y se convierte en la llave del nuevo Gobierno andaluz.
Desde entonces este partido no ha dejado de ganar espacio en la agenda mediática y las propias encuestas del CIS le entregan un escaño en el Congreso en las próximas elecciones, contabilizando la intención directa de voto.
Vox ha entrado en juego. Su ideario es homófobo, xenófobo y machista. Tampoco lo disimulan. Desprecian la diversidad y mantienen una línea de enfrentamiento directo no solo hacia la mujer sino también hacia los logros conseguidos hasta el momento en materia de igualdad. Defienden un modelo de familia que recuerda a épocas pasadas, donde la mujer vuelve a casa con la pata quebrada.
A esto se suma, que el discurso de Vox intenta crear la duda en la opinión pública sobre las políticas de género y violencia machista, manipulando datos y también el lenguaje en un intento de situar a la mujer como principal adversario a combatir, algo que ha puesto en alerta al feminismo.
Estrategia comunicativa
Sara Combarros, miembro de la Asamblea Moza Asturies y una de las coordinadoras de la Comisión 8M, organizadora de la pasada huelga, ve clara la estrategia comunicativa de esta formación. «Agitan lo políticamente incorrecto para hacerse más virales, para que hablemos de ellos. Se confrontan directamente con el feminismo porque les molestan las mujeres libres y con derechos. Ven que estamos ganando esta batalla, que somos más e intentan hacerse un espacio donde no lo tienen. De ahí su discurso. Creo que no lo debemos de sobredimensionar pero sí entender la responsabilidad que tenemos por delante y actuar en consecuencia. No vamos a permitir que un bloque machista intente negociar con nuestros derechos. No vamos a dar un paso atrás».
Alicia Rubio, vicesecretaria de Movilización de Vox, ha declarado en varias ocasiones que en España no existe discriminación contra la mujer, tampoco brecha salarial, las denuncias por violencia de género «son instrumentales para conseguir ventajas en los procesos de divorcio» y «el feminismo no defiende que las mujeres sean como los hombres, sino que pretenden eliminarlos». Estas y otras joyas dialécticas también expresadas por sus compañeros de partido, han creado un cóctel que está atrayendo a mucha población masculina. De hecho, dos tercios de sus votantes en las elecciones andaluzas son hombres.
Hay una realidad, nos encontramos en un momento de cambio social importante y esto se puede ver como un logro y un paso adelante o como una amenaza. Vox opta por lo segundo: si ellas mejoran, yo empeoro. Juegan a despertar la rabia y politizar sentimientos.
«El feminismo pone la vida en el centro, en detrimento de los intereses económicos de unos pocos» (Sara Combarros, coordinadora Comisión 8M)
Ni un paso atrás
Unos días antes más de sesenta colectivos nacionales y una importante representación de organizaciones asturianas firmaba un Manifiesto en el que exigían a Vox que dejase de engañar a la ciudadanía española. «Las mujeres no vamos a consentir la eliminación de nuestros derechos, siempre nos encontrarán enfrente. Somos expertas en luchar contra la opresión tal y como nos enseñaron desde siglos atrás las feministas que nos han precedido. El movimiento feminista es imparable», señalaban.
8M19, la clave
Por la igualdad real entre hombres y mujeres, el 8 de marzo de 2018 el país se tiñó de morado con cientos de miles de personas ocupando las calles. El paro convocado por el movimiento feminista a través de la Comisión 8 de Marzo, bajo el lema ‘Si nosotras paramos, se para el mundo’, dejó un día para la historia. Lo reconocía el periódico británico The Guardian cuando informaba que 5,3 millones de trabajadoras/es habían parado en nuestro país. Le Monde hablaba de «una victoria de las mujeres» que habían hecho huelga para parar el mundo. CNN, The Washington Post, BBC, todos recogían la noticia y hablaban de un hecho sin precedentes.
Hombres y mujeres llenaron de actos reivindicativos las calles, luciendo pañuelos morados; en los balcones de las casas, en las fachadas de los ayuntamientos colgaban delantales en señal de protesta por la desigualdad en las tareas del hogar y como reivindicación del trabajo no remunerado. «Al paro se sumaron trabajadores de las principales empresas de la industria, servicios y administraciones públicas», declararon las dos centrales sindicales. Sara Combarros, portavoz de la Comisión 8M Asturias considera que aquel día marcó un punto de inflexión. «Fue la jornada histórica en la que se visibilizó el trabajo de hormiguita de muchos años del movimiento feminista y de las mujeres. Significó mucho a varios niveles. A nivel de activismo fue un salto cuantitativo y cualitativo. El feminismo se convierte en un vector de politización mucho más amplio y potente, y un ejemplo de esto son las mujeres tan jóvenes que vemos en las últimas movilizaciones, la proliferación de colectivos feministas.
En los balcones de las casas colgaban delantales en señal de protesta por la desigualdad en las tareas del hogar y el trabajo no remunerado. (8M2018)
Y otra cosa que me parece preciosa y es que el feminismo empieza a entenderse por la gran mayoría como algo absolutamente necesario. No es algo sectorial que defienda solo de forma específica los derechos de las mujeres, sino que se comienza a entender como el único proyecto vital posible en estos tiempos que vivimos. Un proyecto de vida para las mujeres, pero también para los hombres. Esto es lo más transformador que estamos viviendo desde hace muchos años: poner la vida en el centro, en detrimento de los intereses económicos de unos pocos», comenta Combarros.
Preparando motores
Desde hace unas semanas y hasta el 8 de marzo, distintos colectivos feministas están celebrando asambleas, organizando grupos de trabajo para perfilar las acciones que enmarcarán la próxima Huelga Feminista 2019. Continuarán con las movilizaciones porque hay que seguir trabajando para conseguir mucho más. «Aquí en Asturias las mujeres jóvenes vivimos entre el paro y la precariedad, vivimos el exilio como única posibilidad, vivimos la imposibilidad de formar un proyecto vital o tener un futuro digno aquí. Nos sobran los motivos para seguir saliendo a la calle. Estamos en un mundo que si quiere seguir existiendo necesita transformarse y esto se hará desde el feminismo. Si en 8M de 2018 dijimos que comenzaba el siglo XXI, el 8M de 2019 lo reafirmaremos parando el país y el mundo con una huelga feminista e internacional. Saliendo masivamente a las calles, y aportando medidas concretas para tapar discursos desfasados y machistas. Un mensaje claro: no daremos un paso atrás sino millones adelante», concluye Combarros.
La Comisión estatal 8M comienza a coordinar a todos los colectivos para la huelga del próximo 8 de marzo de 2019 que se extenderá de nuevo a cuatro ámbitos: cuidados, consumo, laboral y estudiantil. Las organizadoras esperan repetir el éxito de la pasada convocatoria y están convencidas de que se volverá a hacer historia porque «cada vez más sectores de la sociedad están comprendiendo que el patriarcado es un problema estructural y que hay que poner fin a la discriminación y las violencias machistas que condicionan nuestras vidas», afirman desde la Comisión.
Arquímedes decía ‘Dadme un punto de apoyo y moveré al mundo’. Ellas dicen ‘dame una mujer y moveré el mundo… y esa mujer eres tú, y tú, y tu…’