La magia nos vuelve niños, nos hace sonreír y nos devuelve la capacidad de sorprendernos. Por estas y otras muchas razones, magos como Pelayo consiguen que la vida sea mucho más que lo que vemos.
Adivinar cartas, levantar mesas en el aire, sacar todo tipo de objetos de una chistera vacía o resolver lances imposibles, nada se resiste a la magia que cautiva a los espectadores. El proceso lo conoce bien el ilusionista sierense que ha encontrado en este arte mayúsculo la mayor de sus motivaciones.
-¿Por qué decidiste ser mago?
-La cosa empezó de casualidad porque nunca me había llamado la atención ni era una cosa que me gustara, pero un día unos amigos me hicieron un par de juegos de magia y empecé a cogerle el gusto. Esto fue en el mes de septiembre u octubre; en Nochevieja estábamos todos juntos y empecé con la tontería de que sabía hacer algún truco, y así comenzó todo. Luego, en Reyes, me compré el primer libro de magia. De esto hace seis años ya.
-¿Qué hay que tener para ser un buen mago?
-No solo es importante la técnica en sí, también es muy importante la capacidad de hablar en público, de transmitir y que la gente que está frente a ti enganche una hora entera con tu espectáculo, que esté divirtiéndose aparte de la magia que estás haciendo.
-¿Hay mucho trabajo detrás de cada número?
-Buf, sí. Hay cosas que son más difíciles y otras que son más fáciles. Por ejemplo, el ser original es muy complicado, para hacer un número que sea tuyo hay que estudiar y leer mucho… y una vez que sabes lo que quieres hacer, queda practicar.
-¿Qué tipo de magia es la que más te gusta hacer?
-Me gusta la magia infantil, pero no solo para niños, sino en lo que es el ámbito familiar porque es un abanico muy amplio. Un claro ejemplo es la celebración de una comunión, donde hay un niño con sus hermanos, sus primos y luego varios adultos. Es el público que más me divierte porque me permite hacer las bromas correspondientes con los adultos (que los niños muchas veces no llegan a comprender, pero bueno, de eso se trata…) y las bromas para los niños, que a los adultos les parecen infantiles pero el espectáculo es para todos.
«Nosotros solemos decir ‘efectos’ de magia porque la palabra ‘truco’ implica en sí la trampa. Sí es verdad que la hay, pero yo intento huir de ello porque no es lo importante»
-En este tipo de espectáculos ¿los adultos descubren su lado más niño?
-Claro, y sobre todo los más adultos. Actúo muchas veces en residencias de ancianos y ahí es cuando más lo notas porque son personas que no están acostumbradas a este tipo de eventos y les encanta. La gente de treinta o cuarenta años años al principio es un poco más reacia porque intentan descubrir la trampa, pero a medida que va pasando el espectáculo también disfrutan como niños. Porque no es solo la magia, es la sorpresa, el hecho de no entender cómo se ha hecho algo te provoca risa.
-En tu Facebook citas: «algunos magos sorprenden, otros entretienen y otros se preparan con tiempo y cariño». ¿Por qué elegiste este mensaje?
-Porque es muy importante el cariño al público, el querer a la gente; hay muchos magos que trabajan muy bien, con buenas representaciones pero no empatizan con el público. Yo he actuado mucho para niños y al final del espectáculo vienen a saludarme, quieren una foto conmigo, hay un cariño y cuando me ven por la calle dicen: «mira el mago, mamá».
-Llama la atención lo positivos que son los comentarios que recibes.
-Sí, hasta hoy todos mis clientes están satisfechos (o al menos es lo que me transmiten) y se nota sobre todo en que repiten año tras año.
-En un espectáculo aportas sonrisas y diversión a la gente. ¿Qué recibes tú en el intercambio?
-Yo creo que lo mismo, incluso a veces más porque tan importante es disfrutar como hacer que la gente disfrute. Sí es verdad que me requiere un trabajo, una preparación, ir a los sitios… pero luego ves el agradecimiento de la gente y merece la pena.
-¿Alguna vez sacas provecho de la magia en la vida cotidiana?
-Bueno, es un medio de comunicación más, te permite hablar con la gente, tener algo que contar. Cuando sales con los amigos y conoces a alguien, sacas una baraja o unas monedas y sobre la marcha haces un par de efectos de magia, entonces ya tienes algo sobre lo que entablar una conversación y ganarte el cariño porque a la gente le gusta.
«Actúo muchas veces en residencias de ancianos y ahí es cuando más notas que descubren su lado niño porque son personas que no están acostumbradas a este tipo de eventos y les encanta»
-Hablas de efectos en vez de trucos de magia. ¿Por qué esta denominación?
-Nosotros los solemos llamar «efectos» de magia porque la palabra «truco» implica en sí la trampa. Sí es verdad que la hay, no te voy a negar que ahí hay una cosa que el público no sabe y el mago sí, pero yo intento huir de ello porque no es lo importante.
-¿Hay personas a las que no les guste la magia?
-Un efecto de magia es imposible que a alguien no le guste, la cuestión es el humor que se utiliza o la manera de actuar. Si yo saco unos aros de acero cerrados y consigo que se unan uno con otro, durante los tres minutos que dure el efecto estarás con la intriga de cómo lo estaré haciendo, pero un espectáculo de magia incluye una parte de humor en la que vas hablando durante mucho rato y dependiendo del tipo de presentación puedes gustar a un tipo de público y a otro no.
-¿Qué tipo de elementos te gusta utilizar en tus espectáculos?
-Me gusta hacer un poco de todo y nunca repito dos números con el mismo elemento en un espectáculo, intento que todo vaya variando. Por ejemplo, si tienes un dado gigante y se lo das al espectador, el hecho de que el elemento sea diferente a lo cotidiano induce a la suspicacia y a las ganas de querer cogerlo, y eso consigue que estén atentos a lo que voy a hacer. De estas cosas te das cuenta con el tiempo.
-¿Las redes sociales ayudan a los jóvenes magos?
-Las redes sociales son fundamentales, son mi mayor fuente de clientes. Al principio daba tarjetas, entregaba flyers con mi nombre y mi teléfono… ahora solo recurro a mi nombre y si alguien me quiere buscar, basta con que lo ponga en las redes sociales o en Google.
Lo que también nos vino muy bien, aunque hay gente que es un poco reacia, son los programas de magia de calidad en la tele. Si la gente ve magia, es más fácil que le apetezca contratar un mago.