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jueves 25, abril 2024

Gijón, un mapa sonoro del confinamiento

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El Estado de Alarma ha transformado el mapa sonoro de las ciudades y pueblos. Donde antes se escuchaba el tránsito de personas y el tráfico de vehículos ahora se oye el trinar de los pájaros o los aplausos de las ocho. A través del proyecto ‘Escuchando Gijón’ ha sido posible documentar cómo suena la cuna de Jovellanos durante el confinamiento.

Recoger la sonoridad de nuestro entorno es una de las actividades patrimoniales más desconocidas. En Gijón, el Laboratorio de Sonido de la Escuela Politécnica de Ingeniería junto con el Taller de Músicos de la Fundación Municipal de Cultura han puesto en marcha una iniciativa que documenta cómo suena el concejo durante el Estado de Alarma. “En realidad, el proyecto lleva rodando desde 2017 -explica Zaida Hernández-Úrculo, miembro del equipo en el que también participan el profesor Javier Suárez Quirós y el musicólogo Eduardo García Salueña-. Cada año, con motivo del Día Mundial de la Escucha, el 18 de julio, preparamos acciones sonoras en distintas partes de Gijón. Pero ahora, debido a la cuarentena, nos hemos encontrado con circunstancias especiales, sobre todo en zonas urbanas, donde se han reducido cierto tipo de sonidos y otros han empezado a tener más notoriedad. Todo esto no deja de ser un patrimonio sonoro”.

“El Estado de Alarma ha permitido escuchar sonidos de la naturaleza que, aunque siempre han estado ahí, apenas eran perceptibles debido a una actividad humana mucho más ruidosa y de mayor intensidad”

Para conocer el paisaje acústico durante el confinamiento, el equipo de Escuchando Gijón ha animado a todas aquellas personas que quisieran a enviarles un audio no superior a un minuto de duración, recogido desde cualquier dispositivo. Con lo recopilado bajo el hashtag #QuédateEnCasa #EscuchandoGijón, elaboran un mapa sonoro que retrata un momento histórico que dio comienzo el pasado 14 de marzo tras aprobarse la declaración del Estado de Alarma.

Columpio“Al principio algunas personas nos trasladaban que echaban de menos, no los niveles de ruido habituales tan altos, pero sí un poco de actividad, -añade la historiadora del arte y musicóloga-. El nivel de silencio les creaba incertidumbre porque no se oían niños en la calle, ni los coches, y en general, toda la actividad que generamos. El ser humano es un ser social y necesita al resto de seres humanos”.

Durante la cuarentena diferentes señales sonoras se apropiaron del territorio gijonés -al igual que ocurrió en el resto de ciudades- y otras, como las sirenas, redefinieron su significado. “Ahora ya no las identificamos con que está sucediendo algo grave si no que las identificamos con que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado están apoyando a las personas que se están quedando en sus casas, es una forma de decir: ‘estamos aquí’. También ha cambiado el sonido de las campanas porque antes, para fiestas, días grandes o entierros, sonaban de una forma determinada, y, por otro lado, el sonido más conocido es el de los aplausos. Todo el mundo a las ocho salía a crear esa señal sonora”.

Alrededor de cincuenta vídeos ha recibido el equipo de Escuchando Gijón, varios de los cuales recrean el sonido ambiente en el que predomina el canto de las aves. El Estado de Alarma ha permitido escuchar sonidos de la naturaleza que, aunque siempre han estado ahí, apenas eran perceptibles debido a una actividad humana mucho más ruidosa y de mayor intensidad. Para Zaida, lo más llamativo ha sido “el concierto natural de los pájaros que se escucha momentos antes del amanecer, pero también nos han enviado el sonido de las gaviotas y cómo se oye el mar desde puntos donde antes era impensable”.

Gaviotas

Para Zaida, lo más llamativo ha sido “el concierto natural de los pájaros que se escucha momentos antes del amanecer, pero también nos han enviado el sonido de las gaviotas y cómo se oye el mar desde puntos donde antes era impensable”

Entre las anécdotas que traslada esta experiencia está también la primera salida de los niños a la calle, el día 26 de abril, señales sonoras que varios gijoneses les han querido enviar aun sabiendo que el plazo para recibir los audios había finalizado el día anterior. También cómo los vecinos han podido volver a escuchar el sonido de Pegasín, uno de los autobuses más antiguos de la ciudad y que hacía al menos cuarenta años que no recorría sus calles.

La iniciativa de recoger señales sonoras como parte de un patrimonio a atesorar no es exclusiva de esta localidad. Australia, México, Francia, Londres, Perú y también lugares de España como Madrid se interesan por este tipo de acciones, “por todo el planeta hay laboratorios que se dedican al mundo sonoro y que realizan acciones muy similares a las nuestras. De hecho, desde varios de ellos nos han reportado el concierto de los pájaros justo antes del amanecer. Estamos todos a la expectativa porque la ecología no es solo lo que vemos, sino también lo que escuchamos. Hay que pensar que justo antes de empezar la cuarentena salió a la luz un estudio que concluía que en Europa 103 millones de personas estaban afectadas por los niveles de ruido. Y en España superamos la media europea”.

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