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sábado 20, abril 2024

Javier Ruiz Estrada, veterinario. “Tratar a animales poco habituales es todo un reto”

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Curar a la pequeña Endriga, la última osezna rescatada en Somiedo, ha sido una de las tareas poco habituales para el equipo de veterinarios del que forma parte. En sus treinta y dos años de profesión han pasado incontables perros y gatos por las manos de Javier Ruiz, pero de vez en cuando la vida presenta nuevos retos.

-Hace poco habéis recibido en el Hospital Buenavista (Oviedo) el encargo de tratar a la osezna Endriga, ¿qué supone para vosotros asumir este tipo de especies tan poco frecuentes?
-No somos especialistas en osos ni en tigres ni en muchos otros animales que vemos, y no cabe duda que nos supone todo un reto. En estos casos hacemos lo que podemos, intentamos colaborar de la mejor manera posible. En el caso de Endriga era un problema sobre todo de deshidratación y de desnutrición extrema, presentaba una delgadez patológica, pesaba solo cuatro kilos. También tenía un problema en la piel tremendo, carcomida por los gusanos que nacen de los huevos de las moscas, y toda esta debilidad facilitó que aparecieran la sarna demodécica, que era la primera vez que la veíamos en osos. Cuando se capturó a Endriga la pobre estaba muy mal y se quedó atrapada en un matorral, no iba a durar mucho más tal y como estaba.

Aspecto de la osezna "Endriga" cuando fue rescatada en Somiedo
Aspecto de la osezna «Endriga» cuando fue rescatada en Somiedo / Foto cedida por AniCura Buenavista Hospital Veterinario

“Una osa madre puede criar de uno a tres oseznos, Endriga estaba desnutrida y es probable que su madre la abandonase por salvar a otro osezno”

-¿En qué consistió el tratamiento?
-Lo primero fue empezar a rehidratarla y darle glucosa, y seguido empezamos a tratarle la sarna, la pelamos, le quitamos las costras y realizamos sueroterapia y antibioterapia. Al día siguiente ya empezó a comer, lo cual, tal y como había venido, parecía imposible que pudiera hacerlo. A partir de ahí empezó a mejorar y después se la trasladó a Cabárceno, porque el objetivo principal es la reintroducción de los osos a su hábitat natural, y para eso no deben tener demasiado contacto con los humanos porque si se acostumbran a nuestra presencia bajarían a comer a los pueblos cuando no encuentran alimento. Nosotros aquí tenemos limitaciones de espacio para un oso, así que en cuanto está en condiciones de hacer el viaje va a un sitio más preparado. Ahora Endriga ya ha triplicado su peso, su piel se está regenerando y todo va francamente bien, estamos muy contentos. Esperamos que a finales de la primavera se pueda reintroducir.

-Imagino que para la fauna salvaje habrá un protocolo de actuación.
-Sí, se activa con los osos, porque en este caso el objetivo es devolverlos a su medio natural. El resto de la fauna salvaje y otras especies más complicadas que atendemos suelen estar en cautividad, pero en el caso de los osos se activa de forma muy exhaustiva para que podamos reintroducirlos. Cuando esto no es posible y no queda más remedio, antes de que se mueran, se dirigen a un sitio que esté preparado y donde tengan buena calidad de vida, pero la base es la reintroducción.

“Ahora Endriga ya ha triplicado su peso, su piel se está regenerando y todo va francamente bien, estamos muy contentos. Esperamos que a finales de la primavera se pueda reintroducir”

-¿Ahora se detectan más casos de osos huérfanos?
-Sí, esto es normal. El oso en Asturias, aunque siga en riesgo, ya no está en riesgo extremo como estaba antes. Una osa madre puede criar de uno a tres oseznos; Endriga estaba desnutrida y es probable que su madre la abandonase por salvar a otro osezno porque a lo mejor la cría le retrasaba el viaje.

Luego están los machos que son los que matan y atacan a los oseznos para que su madre salga antes al celo. Aunque parezca algo cruel es la selección natural y ahora que la población empieza a estabilizarse lo lógico es que haya un equilibrio en la zona, no puede haber una superpoblación.

-¿Cuál fue el primer oso que tratasteis?
-El primero fue probablemente el que más nos asustó, Villarina, el primer caso de oso reintroducido en el mundo salvaje. Que se conozca, es la primera que se logra curar, cuidar y reintroducir.

“El objetivo principal es la reintroducción de los osos a su hábitat natural, y para eso no deben tener demasiado contacto con los humanos porque si se acostumbran a nuestra presencia bajarían a comer a los pueblos”

-En la carrera seguro que no enseñan a curar osos, así que cuando llega el primer ejemplar a vuestra consulta ¿dónde encontráis información? ¿Vivisteis mucha dificultad?
-Muchísima, porque vino con convulsiones, y no sabíamos cómo se trataban en osos. No hay nada en la bibliografía sobre esto, porque los americanos, que habitualmente son pioneros en estas cosas, en las zonas donde hay superpoblación no los tratan. Hay osos de sobra en Yellowstone y se permite la selección natural en los animales que están muy desasistidos, para de alguna manera mantener una población estable y que no pase a ser una superpoblación.

Así que para poder atenderlo acudimos a todo. A Internet, donde no encontramos casi nada, a especialistas de los zoos, hablamos con el veterinario del zoo de Cabárceno… y la mayoría de las veces la respuesta era la misma: ‘hay que hacer lo que se pueda, trátalo como lo harías si fuera un perro o un gato”. Y así actuamos.

-Las intervenciones de osos en Asturias tienen siempre un gran seguimiento en la prensa, ¿cómo se vive desde dentro la presión mediática?
-Bueno, eso ocurrió sobre todo en los primeros casos. Fue horrible para nosotros que no estábamos acostumbrados. Al principio entraban catorce periodistas por la puerta y no sabíamos que hacer, ahora ese problema no existe. Todo lleva un proceso, está protocolarizado, y los medios ya se dirigen al gabinete de prensa del Principado.

El mandril "Charlie" en el tac
«Charlie», un macaco de Gibraltar, en el TAC / Foto:Núcleo Zoológico El Bosque

-¿Qué otras especies diferentes has atendido?
-Pues, por ejemplo, atendemos a las tigresas del núcleo zoológico El Bosque. El año pasado operamos a una de ellas de un tumor de mamas que era maligno. Fue todo un reto porque no podíamos transportarla a la clínica y nos desplazamos al zoo para operarla allí.

También atendemos a mandriles, a uno por ejemplo le hicimos un TAC porque se estaba quedando paralítico. Al principio pensábamos que podía tener un disco intervertebral, pero no vimos ninguna hernia discal y por lo visto era un problema de ciática. Lleva ya un año a tratamiento.

Hemos atendido a mapaches, canguros, operado de cataratas a un ave rapaz y a muchas de estas aves que llegan con patas y alas rotas; aunque en este último caso la cosa se complica mucho porque ya no pueden volver a vivir en libertad. Pero siempre es mejor que en el zoo esté un animal que no puede sobrevivir en libertad que un animal sano que sí podría hacerlo.

No se me olvidará tampoco el caso de un chimpancé que venía con una cardiopatía grave. Tenía seis meses, provenía de un circo y era como tratar a un bebé, cómo te miraba, cómo te cogía la mano… Llamamos a médicos, a pediatras, llamamos a todas las puertas y todo el mundo intentó colaborar, pero se murió, requería de una operación que no podíamos hacer.

“Siempre es mejor que en el zoo esté un animal que no puede sobrevivir en libertad que un animal sano que sí podría hacerlo”

-De toda la fauna no habitual en tu consulta ¿qué caso recuerdas con especial satisfacción?
-Especiales son los tres osos que atendimos porque solo uno de ellos permanece en cautividad. En este caso un oso adulto atacó a una osezna, fue un mordisco terrible que le arrancó parte de su cuerpo pero no le afectó a la uretra ni a otros órganos y se pudo recuperar. También fue muy especial el de Villarina; el de Endriga ya nos pilló un poco más acostumbrados, pero encontrar sarna demodécica por primera vez en un oso y que se pueda aplicar a la bibliografía también es un reto.

Luego está la operación de la tigresa, operaciones de cáncer de mama las hacemos todos los días, pero aquí la dificultad era entrar en el recinto donde estaba, dormirla, que no se fuera a despertar y que pudiéramos hacerlo en las condiciones adecuadas. Nosotros no estamos acostumbrados y un animal como este asusta.

Izda., operando a la tigresa "Diana" de un cáncer de mama; dcha., las tigresas "Zita" y "Diana"
Izda., operando a «Diana» de un cáncer de mama; dcha., «Zita» y «Diana» / Fotos: Núcleo Zoológico El Bosque

-¿En estos casos el principal problema es el manejo?
-Sí porque todo es complicado. Por ejemplo, el administrarle medicamentos a una tigresa, que los tomará si los come con un trozo de carne porque si no no hay quien se los dé. Si hay que hacer una placa o radiografía la tienes que anestesiar y luego está el postoperatorio, porque ¿quién le pone un caperucho? ¿Quién le quita los puntos?… Hay que pensar una sutura complicada para que no pueda tocarse, y no deja de ser fauna salvaje… tú puedes ponerle los puntos, pero luego dios nos tiene que ayudar.

-¿Observáis un aumento en el número de especies exóticas que llegan a consulta?
-Hace un tiempo hubo un boom con reptiles de todo tipo, llegaban serpientes, camaleones, lagartos, caimanes pequeños, cocodrilos, pero ese boom ha bajado muchísimo. Ahora hay mucho menos, y normalmente atendemos perros y gatos, aunque sí ha crecido el número de conejos y tortugas.

“Los reptiles en Asturias suelen tener deficiencia de vitamina D por la falta de luz, algo que no pasa en Andalucía o Levante”

-¿Los reptiles son difíciles de tratar? ¿Tienen los propietarios los conocimientos necesarios?
-Los reptiles en Asturias suelen tener deficiencia de vitamina D por la falta de luz, algo que no pasa en Andalucía o Levante. A partir de ahí pueden tener otras dolencias específicas, pero mayormente vienen con problemas derivados del manejo y la desnutrición.
El reto que plantea un animal de una especie exótica está en que se encuentra en un ambiente inhóspito para ella. El que más sabe de aves del mundo dice que curar loros o guacamayos es facilísimo, solo hace falta una hectárea de selva. Lo difícil es hacerlo sin esas condiciones, sin el clima, la humedad y la temperatura adecuada, entre otras cosas.

La gente normalmente tiene conocimientos como para afrontar el reto, el problema surge cuando se les plantea una enfermedad. Quien tiene, por ejemplo, una boa o una pitón sabe muy bien cómo cuidarla, pero no ocurre lo mismo con las tortugas de California que se mueren el 80%, debería estar controlado que se pudieran regalar.

-Vosotros curáis animales, pero ¿en qué medida las mascotas curan a las personas?
-Desde el punto de vista psicológico creo que son el mejor remedio para muchísima gente que está alterada, para aquellas que se sienten solas, para personas tímidas… Los animales, tanto perros como gatos, son el Prozac para las personas. La gente cambia de una manera exagerada cuando tiene una mascota. La unión que establecen es tan grande que, cuando llega el momento, su pérdida también les afecta mucho.

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