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domingo 13, octubre 2024

La Madreña. Okupación responsable

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Es un CSOA, que quiere decir Centro Social Ocupado Autogestionado, nacido a rebufo del 15M. En Oviedo, en las antiguas dependencias de la Consejería de Salud, La Madreña ha iniciado ya su tercer año de actividad. Defensores de la inclusión, de la cultura gratuita y sin siglas, a favor de los derechos humanos y con un nuevo concepto de ciudadanía y responsabilidad cívica. Detrás, muchas horas de trabajo voluntario y un esfuerzo de organización. El resultado es tan positivo que no deja de sumar apoyos.


Vamos hacia atrás en el tiempo hasta 2011. El movimiento social generado durante el 15M continúa adelante en muchas ciudades españolas, pero se requiere un esfuerzo para buscar fórmulas que le den continuidad a una inquietud generalizada. Hay que dar respuesta a quienes sostienen que el movimiento es flor de un día y que, como toda la pirotecnia, se termina cuando se apagan las luces. En Oviedo las asambleas continúan durante meses en la Plaza de la Escandalera, pero llegado el invierno se plantea la búsqueda de un lugar mejor. Al menos, estar atechados. Pero además se impone la necesidad de dar un paso más, algo cualitativamente importante que dé forma a tantas ideas volcadas en el fragor de las asambleas. El 15 de noviembre, justo seis meses después de la primera manifestación, se hace pública la ocupación del inmueble de la Avenida General Elorza 32, antigua sede de la Consejería de Salud, un edificio sometido a los vaivenes de la especulación urbanística que lo hicieron pasar de ser de titularidad pública a propiedad del grupo inmobiliario Sedes, que lo mantenía cerrado. No es un lugar cualquiera, la elección lleva implícita una denuncia.

La elección de la antigua sede de la Consejería de Salud, un edificio sometido a los vaivenes de la especulación urbanística, no fue al azar, y lleva implícita una denuncia.

Y a partir de esa fecha se empezó a funcionar. Primero mal, claro. Recién aterrizados, había que templar el entusiasmo para darle forma a un proyecto que tenía muchos frentes abiertos. Pero el desconcierto inicial fue poco a poco desenredándose, estableciendo prioridades, horarios, campos de responsabilidad. Siempre dentro de la dinámica asamblearia. Y las piezas fueron encajando hasta formar el puzle que es hoy La Madreña. Decir sólo que está integrado en la vida de la ciudad es quedarse corto, como el que llega para mimetizarse con lo que había antes. No: La Madreña es un centro generador de actividad que ha sido bien recibido por la comunidad. Si hubo desconfianza en un principio, se ha ido diluyendo con el tiempo y la experiencia. A la vista están los resultados. El espacio urbano cobra un valor nuevo, a disposición de quien lo solicite siempre dentro del amplio margen de la solidaridad y los derechos humanos. No se verán en La Madreña actividades de contenido racista, fascista o machista. Y hay normas, las básicas para la convivencia. Las que dictan la educación y el sentido común. Poco más. El resto es acordar en asamblea el cómo, el quién, el dónde, el cuándo. Además, apoyan distintas luchas sociales que van surgiendo en el entorno, como el respaldo a los trabajadores de Tenneco o la lucha de los habitantes del barrio Gamonal, en Burgos.
En el edificio hay cuatro pisos con muchas salas disponibles. Abajo una sala de conciertos. Más arriba, un bar, una ludoteca, la sala de juntas y la tienda gratis, con ropa de segunda mano a disposición de quien la necesite. Seguimos subiendo y tenemos la biblioteca, el comedor y algunas salas para asociaciones.
César y Rosa sirven de guías en este recorrido por La Madreña y sus actividades, siempre teniendo en cuenta que el trabajo diario se plantea desde una organización horizontal, sin cargos ni jerarquías.
-Del 15-M se ha dicho que fue un estallido social puntual que luego no derivó en nada concreto; que fue un fracaso en cierta medida. Sin embargo desde entonces se han puesto en marcha iniciativas nuevas que están funcionando. ¿Cuál es el legado del 15-M a día de hoy?
-Una parte de ese legado es La Madreña. Lo que aportó el 15M, sobre todo, fue la incorporación de un nuevo grupo de gente, bastante joven, que antes no tenía contacto con la actividad, con la militancia política. El 15M ayudó a la toma de conciencia de mucha gente, por lo que de ahí surgieron proyectos que ahora son autónomos; digamos que no tienen una vinculación directa pero sí surgieron de ahí. Por ejemplo, además de lo que ha pasado en La Madreña, mucha gente se puso a trabajar con la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, el grupo de urbanismo del 15M tiene ahora el proyecto de «Imagina un bulevar», etc.

La Madreña es un centro generador de actividad que ha sido bien recibido por la comunidad. Si hubo desconfianza en un principio, se ha ido diluyendo con el tiempo y la experiencia.

-A pesar de que es una ocupación ilegal, habéis seguido adelante. ¿Se puede tomar La Madreña como ejemplo de resistencia cívica?
-Creemos que sí y también creemos que hay que perder un poco el miedo. Una cosa es lo legal y otra lo justo. Asumimos unos riesgos pero creemos que el proyecto vale la pena. Cuando entramos hace dos años no podíamos imaginar que estaríamos ahora aquí, más bien pensábamos que el desalojo durante las primeras 48 o 72 horas era una posibilidad real. Y resulta que hemos seguido adelante, que estamos integrados, que los vecinos nos toleran e incluso se presentan para ver en qué se puede colaborar. Siempre hemos tenido como objetivo respetar a los vecinos y no causar molestias.
-¿Por qué ha tenido éxito La Madreña, cuáles son las claves?
-Si la gente nos aceptó es en primer lugar porque esto no es un guetto cerrado, sino abierto a gentes variadas, de amplio espectro. Creo que esto también hay que ponerlo en el contexto actual, en el que la gente va teniendo más o menos claro quiénes son los ladrones. Por tanto tolera perfectamente una ocupación, y más sabiendo lo que hay detrás de esto: un edificio público que iba a acabar transformado en viviendas de lujo. Pero sobre todo lo que más valor da a esto es el volumen, la cantidad y la calidad de las actividades que se realizan: charlas, debates, proyecciones, mesas redondas, conciertos y todo tipo de iniciativas solidarias. Si las cosas se hacen bien, lo que antes podía provocar rechazo hoy en día ya no tanto.
-¿Qué papel juegan en esto las redes sociales?
-Básicamente sirven como medio de difusión. Tenemos claro que es una herramienta válida hasta cierto punto, sobre todo para conseguir que las noticias tengan mayor alcance. Pero sabemos que el trabajo que importa es el que se hace aquí.

Imputados y autoinculpadosCinco personas relacionadas con La Madreña fueron recientemente imputadas por un supuesto delito de usurpación. Se podría decir que fueron cinco al azar, identificados por la policía cuando realizaban actividades en el centro. A raíz de esta imputación se ha levantado un remolino de apoyos cuya acción más importante ha sido la autoinculpación de más de cuatrocientas personas. La lógica es la siguiente: si los cinco identificados han sido imputados por ser usuarios de ese espacio, todos los que acuden a él son igualmente delincuentes. La maniobra tiene como objetivo lograr finalmente que no haya juicio penal y que se archive el caso. También se ha pedido públicamente a Sedes que retire la denuncia. Tienen el apoyo de gran parte de la ciudadanía, de organizaciones sociales, de grupos políticos y de sindicatos. De forma especial destaca la Asociación de Vecinos de Pumarín, que ha salido en defensa del centro. En conjunto, son muchas voces que reclaman algún camino intermedio para otorgarle legalidad al centro, evitando las medidas drásticas y excluyendo la posibilidad de cierre de las instalaciones. El pasado mes de marzo, el juez de instrucción encargado del caso rechazó el desalojo cautelar del edificio considerando que la ocupación es «adecuada» y que se utiliza «con fines sociales en beneficio de la comunidad». Es un éxito temporal, en espera de la sentencia definitiva.
Asturias okupadaNo hay una gran tradición en movimientos okupas. Las experiencias se cuentan con los dedos de una mano, aunque destacan el Gabiluetu (Avilés 1995-1996), Campera (Moreda 2002-2007), ReFLEXión (Gijón 2008-2009). Las experiencias recientes, tanto en Asturias como en el resto de España, se alejan del estereotipo social sobre el edificio okupado: funcionamiento anárquico, cierta marginalidad, una especie «todo vale» bajo la bandera de lo alternativo que provocaba muchas reticencias. Hoy, al abrigo de la conciencia política alimentada por el 15M, se habla de centros autogestionados que pretenden aportar a la sociedad para participar en su transformación. Al margen de las instituciones, consideran el espacio urbano como un bien común que se debe rentabilizar llenándolo de actividades, creatividad y experiencias. El 15M provocó un cambio profundo en el sentir mayoritario de la opinión pública, que está más inclinada a mirar con buenos ojos las propuestas al margen de los ineficaces cauces tradicionales.
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