Pasó 13 años de su vida estudiando piano y tuba en los conservatorios de Oviedo y Barcelona, pero cuando fue soberano de su vida se fue al campo. A vivir como siempre había querido hacerlo. El músico asturiano Rodrigo Cuevas acaba de editar Manual de Cortejo junto a Raül Refree, un manual de tradición pasado por la creatividad de un espíritu inquieto que busca la belleza.
El arte que uno hace tiene que hundir las raíces en lo que hicieron nuestros antiguos. Son ellos los que otorgan sentido a toda creación por muy “moderna” que esta sea. Rodrigo Cuevas no es un músico al uso. No deja indiferente, se ríe y hace reír. Se recorre Asturias hablando y sentándose a escuchar las canciones tradicionales que todavía cantan las pocas señoras mayores que quedan en los pueblos, y se emociona al entender la vida de todas ellas a través de su forma de cantar. Es un alma vieja que vive en el cuerpo de un hombre joven.
-En diciembre publicaste “Manual de Cortejo”. ¿Qué tal sus primeros meses de vida?
-La verdad es que está recibiendo buenas críticas. A la gente le está gustando, se está vendiendo bastante y entramos en listas de ventas que para mi es impensable sobre todo desde una distribuidora pequeña y una editorial modesta como la nuestra.
“Lo que me fascina del mundo rural es sobre todo la libertad y la riqueza espiritual, la paz, el necesitar menos cosas”
-¿A qué se dedica un agitador folclórico?
-Me gusta levantarme con calma, ya te digo que un agitador folclórico no madruga mucho, tiene que levantarse con el sol. En invierno se levanta más tarde y en verano más temprano. Me dedico a intentar transmitir todas las cosas que me fascinan del mundo rural y de lo antiguo. Yo tuve la suerte de conocerlo y creo que no todo el mundo la ha tenido. Debería estar más presente en el día a día de la sociedad porque hay muchas cosas que se aprenden de este mundo y son vitales. Yo me dedico a intentar transmitirlo por medio del teatro, de la música, la performance y de toda la agitación que pueda generar.
-¿Qué es lo que te ha cautivado del mundo rural?
-Ya desde pequeño lo que más me gustaba era estar entre las vacas y las ovejas que tenía mi abuela. Yo quería ser ganadero, veterinario… algo que tuviese que ver con los animales, pero pensaba que era solo porque me gustaban. En mi casa no me hacían ni caso y aunque me quería ir a vivir al pueblo con mis güelos, no me dejaban. Con 18 años me fui a estudiar a Barcelona y cuando ya era libre y soberano de mi vida, me fui a vivir al campo y tuve ovejas y cabras que era lo que quería tener desde pequeño. Lo que me fascina sobre todo es la libertad y la riqueza espiritual, la paz, el necesitar menos cosas. Te superas a ti mismo porque hay momentos con los animales que son duros, pero te das cuenta que tú solo puedes hacer millones de cosas porque cada uno somos muy soberano y tenemos mucha fuerza. La sociedad de ahora somos muy inútiles, nos moriríamos si estuviésemos solos en el monte.
Me fascina toda la sabiduría que hay en el mundo tradicional. El conocimiento exhaustivo de cada cosa que te rodea, el nombre de cada pájaro, reconocer cada canto, poner nombre a cada nido nada más verlo. Cada tipo de hierba tiene su nombre y eso me parece fascinante.
-Hiciste un viaje de más de diez días con el productor del disco Raül Refree recorriendo los pueblos de Asturias. ¿Qué significó para ti ese viaje?
-Los lugares más o menos los conocía y también a todas las señoras que visitamos menos una que era Angélica Cabanón. Para mi fue como estar viendo una película que te apasiona. Siempre me gusta ver las pelis que me gustan mucho con gente que no las vio porque vivo la emoción de mano del otro. El viaje fue como estar viendo una de esas películas, y viví mi propia emoción a través de los ojos de él. Visitamos a todas esas señoras, conocimos lugares increíbles, vimos osos… Me encantó.
-¿Qué sientes cuando te sientas delante de una de esas señoras y escuchas sus voces?
-Es un canto tan sincero, tan de verdad, con tan pocas pretensiones que es una expresión pura y potente. Por ejemplo, Angelita´l Cabanón es una persona que canta espectacular, lo adorna increíble, es maja, buena gente, se entrega. Ahora tiene sobre 83 años, canta todo el rato y cuando te cuenta su vida te impresiona porque es increíble. Fueron ganaderos, con una vida súper humilde, hija de madre soltera, vivía encima de un chigre y aprendió a cantar y las tonadas desde la cama. Cuando la escuchas dices: cantar, canta muy bien pero según te va contando su vida y su historia, vas percibiendo a través de su forma de cantar y de sus quiebros de voz cómo fue su vida.
-Llegaste a la conclusión de que somos colmena gracias a la música tradicional. ¿Hay generación que herede esa tradición?
-Yo en realidad no me dedico tanto a recoger porque soy muy desorganizado como para tener un archivo. A eso se dedica otra gente y la verdad es que hay mucho recogido y creo que esa parte no se va a perder, pero lo que sí se pierde es la forma de hacerlo. Puede estar recogido, tú lo escuchas y lo cantas porque te has aprendido esa canción, pero toda esa realidad, esa autenticidad de cantarlo porque lo vives en casa o en los bailes de antes, es lo que se pierde. Es una trasmisión a la que le falta el contexto. A través de la música tradicional se transmitía el humor, los códigos sociales, los valores. Unía a la gente.
“Creo que todo el rato hay que cuestionarse la forma de relacionarnos y para qué utilizamos a la otra persona sobre todo en la amistad”
-La ciudad reniega del campo, el campo de la ciudad… ¿Por qué nos pasamos la vida enfrenando las cosas?
-Nos pasamos la vida escogiendo entre campo y ciudad, el blanco o el negro, pero hoy en día con las comunicaciones tan rápidas que tenemos, tanto físicas como virtuales, la ciudad y el campo están muy cerca. Yo vivo casi como cualquier persona que viva en la ciudad, lo que gano yo respecto a ellos es que tengo espacio, pago poco de alquiler, animales, plantas, silencio, respiro aire limpio. Todo esto lo tengo fuera de mi casa, porque dentro la vida no se diferencia en nada de la que tendría en un piso de una gran ciudad. Se dan totalmente la mano igual que la tradición y la modernidad. No son dos cosas enfrentadas ni separadas, realmente los artistas modernos no se han desligado nunca del pasado. Para mí Lorca es modernísimo y míralo que folclórico. La identidad siempre suma y la identidad está en la tradición. Si te desligas totalmente de eso, hay muchas emociones a las que no vas a llegar porque están en una parte a la que no accedes. Si utilizas el bagaje cultural juegas con mucha ventaja
-¿Cuál ha sido la lección más importante que has aprendido de la gente del campo?
-Aunque tú creas que las cosas van sucediendo, todo está ahí porque alguien lo puso o alguien lo dejó. Puedes pensar que el bosque es un caos, nada existe por casualidad. Parece un sitio salvaje pero cada árbol y cada planta están ahí porque cumplen su función y si nadie lo quitó fue porque tenía una función. Yo creo que esto se puede trasladar a casi todas las cosas de la sociedad.
-¿Hay un Rodrigo Cuevas sobre el escenario y otro cuando te bajas de él?
-Si, claro. El Rodrigo Cuevas del escenario es una exageración del Rodrigo Cuevas de abajo. Soy muy calmado, no me considero una persona nada graciosa, pero cuando me subo al escenario la gente se ríe. El que está sobre el escenario solo hace cosas que sabe hacer el que está abajo. El rasgo fundamental de ambos es la vehemencia. Cuando creo en algo lo hago hasta el fondo y llevo hasta las últimas consecuencias. Soy un poco despistado y eso también me pasa mucho en el escenario, siempre olvido cosas. No me gusta centrarme en una cosa solamente, hago una cosa y a los cinco siguientes otra diferente. En la música me pasa igual por eso necesitaba un productor que me domase y le diese un poco de unidad al disco. El que lo consiguió fue Raül Refree, porque sino iba a ser todo demasiado bipolar.
-¿Qué te gustaría que la gente se cuestionase cuando va a ver tu espectáculo?
-Cosas como el tipo de relaciones que tenemos entre nosotros. Muchas veces cuando en el escenario digo cosas de crítica social, la mayoría de las veces me las estoy diciendo a mi mismo. Normalmente es porque estoy viviéndolo yo en ese momento y necesito decirlo porque justo ahí me estoy dando cuenta de lo que me pasa. Creo que todo el rato hay que cuestionarse la forma de relacionarnos y para qué utilizamos a la otra persona sobre todo en la amistad porque sobre todo en el mundo del arte, todo es como demasiado utilitario. Tu vas a una fiesta y te están presentando gente a lo largo de la noche y realmente no hablan contigo, simplemente es porque saben que puede haber un contacto o un interés. Me gustaría que la gente no diese por hecho que hay que vivir en una ciudad y se viniese al campo. Tiene que venir gente de fuera, hay muchas personas desplazadas que no tienen dónde estar y nosotros aquí tenemos pueblos vacíos.
-Ahora mismo ¿cuáles son los valores que rigen tu vida?
-Intento cultivar la amistad que es una cosa que me cuesta mucho. No soy de los que tuvieron siempre la misma pandilla. Tuve muchos amigos, pero me cuesta mantener contacto con ellos porque pertenecen a muchas épocas de mi vida y me pasa lo mismo con mi familia. La tengo muy dispersa y me cuesta darle la atención que merece todo el mundo. Mis valores pasan por intentar cuestionarme las cosas todo el tiempo y no abandonarme a mi mismo. También es verdad que si pierdes el contacto con tus amigos, con tu familia, lo que estás haciendo es abandonarte a ti. La gente también te nutre y sobre todo te recuerda que tú no eres el centro del mundo.
-¿Te sientes libre?
-Sí. Nunca uno es libre del todo, pero bastante.
-Para encontrarte con la creatividad, ¿orden o caos?
-Caos. Debería ordenarme un poco pero funciono mucho mejor dentro del caos. Supongo que también depende de con quien me compares, porque habrá gente mucho más caótica que yo que trabajo con un caos bastante ordenado. Mi mesa siempre tiene que estar libre pero en cuanto a la creatividad me pongo con una canción, no la acabo y me pongo con otra. Me surge otra idea que me lleva a otra y tal vez de ahí salgan dos o tres canciones o ninguna. Pero la forma de crear es muy caótica.
“Quiero sentirme libre de poder expresarme como sienta en cada momento”
-¿Qué desata la creatividad?
-Pues cosas diferentes. A veces es a partir de una cosa que me cuenta alguien, algo que leo, una canción que escucho, un lugar que visito… Depende mucho.
-Correcto, incorrecto. ¿Qué marca el norte de tu vida?
-La belleza es lo que realmente marca ese norte. Tanto en lo musical, como en lo artístico como en lo vital. Gente bonita, paisajes, animales, flores, plantas. Apuesto por la belleza natural, ahora el canon que la marca es un poco más artificial y aunque también me gusta, mi opción es la otra. Lo que sea natural, que no haya nada impostado, que puedas estar en una casa y saltar encima de un sofá. Yo quiero poder hacerlo y sentirme libre de poder expresarme como sienta en cada momento. Esto sería lo ideal.