“Madrid, color y dolores” es el título del primer libro de este poeta asturiano que decidió irse a vivir a Madrid con el sueño de encontrar en la capital mil historias que contar en forma de verso.
El año que...
No hace falta que leas mis poemas,
no hace falta que preguntes
por todo aquello que pregunta
el resto del mundo
(mi color favorito, que música escucho,
o qué significan mis tatuajes).
Pregúntame cuanto hace que no lloro,
cuántas veces he escrito hasta las tantas
para borrarlo...
.
Ya sé que el tiempo nos convierte en patria,
en crepúsculo o desierto.
El agua se filtra por las paredes de la cueva
donde Calibán se oculta.
Se han librado mil batallas sobre este suelo.
Se ha derramado sangre sobre este polvo.
Ha habido caza,
luchas...
Buscaré la mejor tinta,
la mejor parcela de mi piel,
el mejor cirujano pintor.
Le pediré que calque fuerte,
para que lo que escriba pase a mi sangre,
que la palabra navegue por mi mar rojo,
atraque en el puerto de mi cerebro,
y el ancla...
Llegaba muy temprano
de mañana. Cuando los gallos y gallinas
alborotan los pueblos. La bicicleta
llena de artilugios: piedra esmeril,
diamante, hilo de plomo
y una siringa que sonaba a Galicia.
Remachaba las potas y los cazos,
y mientras afilaba, curriños
-nos decía- como a vida as...
Una voz,
una luz entre las sombras de esta oscuridad.
El silencio, la soledad.
Un te quiero de tus labios.
Un recuerdo antiguo.
Las olas que me hablan de tu nombre.
La esperanza de volvernos a encontrar.
Alguien me susurró al oído
palabras difíciles de expresar.
Alguien me...
El águila planea sobre tu boca abierta,
equivoca tu nombre y te alimenta,
con caracolas de río y hachas de tritones;
a bocados de playa, de vereda, de fogatas.
Te viste de picos curvos, de anémonas batientes.
Nada sabe de vértigos,
de flores abigarradas temblando...
Las olas rompían bajo nuestros pies.
Tú caminabas despacio dejando que tus
pies se enterraran poco a poco bajo la
arena fría.
Yo te miraba ensimismada
y con carita de enamorada.
Qué suerte,
que se me siga poniendo esa cara
cada día al verte.
Hai que matar la señaldá,
finala, acabar con ella,
señalala bien col deu,
hasta apreta-y esos
güeyos húmedos y murnios.
Qu’apare,
que nun nos dexe mirar p’atrás,
que nun nos dexe cuntar
que fuimos antaño más felices.
Hai que matar la señaldá:
ye un deséu urxente,
como tirar esi álbum...