Nada será ya como antes.
La lluvia no será ya la lluvia,
será celebración aún más gozosa,
mirarla cómo cae traerá un milagro
de panes y de peces llegando desde el cielo
para empujar la flor, el trigo, la memoria
de tu cuerpo y mi...
Soi les muyeres tristes de Lorca,
la rexón na qu'habita l'olvidu de Cernuda,
los ríos y les fontes de Rosalía de Castro,
los llabios que besó un día Salinas,
el rayu que frañó la llamera de Machado,
l'arpa de Bécquer escaecida nun requexu,
la carta...
¿Se amarían algunos en la nada?
Los amantes exigen alimento;
el pálpito de un labio despojado
de una constelación de bocas negras.
Armas para salir de una piel rota
en los atardeceres sin celindas.
Enhebrar un futuro reclinado
a las pupilas ardientes de sombras
que olvidaron convulsas...
Mujer de cintura arena
invadida por las olas,
visitada por brisas y estrellas,
apuntando sueños.
Mujer sabor aroma,
ese punto en el paladar
que no deja que olvides,
como aceituna
machacada por los años.
Mujer jardín naranjo,
mirada de ojos firmes,
provoca, atrapa, besa.
Mujer profunda,
cueva eterna,
luz, luna de abril.
Mujer luz,
tez...
Mi abuela tiene las manos en el mismo sitio que yo,
al final de los brazos.
Se las mira con calma.
Tienen algunas manchas y restos de tierra.
Su falda negra forma pliegues raros, diría que vegetales,
llegan casi a tocar el suelo.
Pienso que...
ELLOS ME DIJERON:
puedes contar tu historia aquí pero no le hables a las
niñas
puedes amar a nuestras mujeres pero sólo durante el
verano y no has de insistir amando a la misma
demasiado tiempo
te irás con la caída de Agosto el invierno...
A veces, las mujeres que admiro lloran.
Lloran polen, lloran piedra, lloran plumas caídas de estornino débil
y aceite quemado sobre la arena gris.
Lloran porque no encuentran
el hilo del buen amor,
lloran porque su voz no es una columna de mármol,
lloran por...
Reivindico mi mitad mora, la parte goda
de mi genoma,
basta ya
de dioses griegos que no riegan mi sangre.
Reivindico
un viejo primate casi en las costas de África,
un pueblo que vivía aquí antes.
Amo
a Ariadna y Helena, sí,
pero ya basta:
¿qué ha pasado
con las...
Nos fatigábamos esperando la distracción
del ciervo. Nunca caminé más despacio
que entonces. La distancia justa para
observar sin provocar espanto. Esperar
y agotar la vista en el mirar
hasta que
la mandíbula vuelve al pasto
y rumia, traga
sabiéndose a salvo. Los que observan
no buscaban hierba...
y llegará pisando finas caracolas que cederán bajo su peso y al crujido
—porque no pudo ser ella todo silencio
aunque escondiera su respiración; apenas
un alambre curvado de perfil imposible—
llegará pisando finas caracolas, armaduras de cangrejo y la encontrará dormida
sobre montones...