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martes 8, octubre 2024

Economía a pie de calle… ¿estamos preparados para lo que viene?

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No se trata de ser alarmistas, pero sí realistas. Hay que conocer la situación a la que nos enfrentamos para poder tomar medidas, anticiparnos en la medida de lo posible, y no solo padecerlo. El Colegio de Economistas de Asturias desvela en su informe anual -elaborado por 290 economistas- que la situación de la economía asturiana es mucho peor que la de hace un año. Tres de cada cuatro entrevistados cree que esta situación empeorará a lo largo de 2023.

El Económetro, que así se llama el informe que cada año elabora el Colegio profesional de Economistas de Asturias a partir de una encuesta a sus colegiados sobre temas estructurales y de actualidad, muestra un índice de desconfianza y pesimismo importante que hace frenar la mejoría que había calculado el colectivo en 2021 para el presente año. La encuesta fue realizada entre el 3 de marzo y el 18 de abril, y según palabras de su decano, Abel Fernández, si la encuesta se realizara ahora los resultados serían aún más pesimistas.
Solo un 11% considera que la coyuntura económica será transitoria. El precio de la energía, la presión fiscal y los costes salariales son, por este orden, los factores que influyen de forma más importante en esta situación crítica. También se les ha preguntado a los economistas asturianos su opinión sobre el aumento de la tasa de inflación, valorando el 81,8% de los encuestados que ha comenzado un período de inflación prolongada que obligará a realizar cambios en las políticas fiscal y monetaria.

En la calle

Los elevados precios de alimentación, energía y carburantes pasan factura a todos los españoles, pero especialmente a los pensionistas, más aún los de pagas más bajas, ya que la inflación descontrolada y los precios de consumo son un 7,6% más altos que hace un año. Mientras las pensiones se han revalorizado un 2,5% las contributivas y un 3% las no contributivas, llenar la cesta de la compra es cada vez más una misión imposible. Así lo ha notado Amparo F., jubilada que vive en Oviedo: “Yo solo sé que la compra que antes hacía con 20€ ahora no me alcanza. La vida está subiendo por encima de lo que lo hace mi pensión y no pasa solo con la comida, es con todo: alquiler, luz, agua, transporte, seguro de decesos. Llegar a fin de mes cada vez es más complicado”. Si el incremento del coste de la vida para una familia asturiana -con patrones de consumo iguales a la media- se ha elevado en un 4,49%, los hogares de una persona sola de 65 años o más, sufren un incremento en su coste de vida sensiblemente superior a la media, llegando a rozar el 6%.

Frutas y verduras

Leche, huevos, carne de pollo, frutas, verduras… nada se libra. La subida de la cesta de la compra afecta a todos los hogares que se ven obligados a tomar diferentes medidas para llegar a fin de mes.

La cesta de la compra, según datos de la OCU, sufre la mayor subida en 34 años. Llenar la nevera en Asturias cuesta un 13% más que en 2021, con los precios disparados por ejemplo en el aceite de girasol (encarecido un 118%), la margarina y las magdalenas (un 75%) seguido de los plátanos, pasta, harina, con un incremento del 50% o más. Leche, huevos, carne de pollo, frutas, verduras… nada se libra.
La subida de la cesta de la compra afecta a todos los hogares que se ven obligados a tomar diferentes medidas para llegar a fin de mes -sustituir unos alimentos por otros, optar por marcas blancas o directamente prescindir de algunos artículos-. Y si los precios suben más que los sueldos y esto se prolonga en el tiempo, se acaba convirtiendo en un drama para cualquier hogar no solo a nivel de reducción del gasto si no también del ahorro.

No todos los asturianos lo estamos padeciendo de la misma manera. Al menos esa es una de las conclusiones a las que llega RegioLab (Laboratorio de Análisis Económico Regional) en un estudio realizado sobre los efectos asimétricos de la inflación sobre los asturianos, dirigido por Elena Lasarte y José Luis Pérez. “Los concejos más poblados -Oviedo, Gijón- y los rurales con menos de 10.000 habitantes son los más castigados por el alza de precios”. Los datos de referencia se han tomado entre 2018 y 2021 -en estos momentos se agudizarían aún más- y en ellos se percibe que el coste de la vida se dispara incluso antes de la llegada de este ciclo inflacionista que estamos soportando y que ha llevado también a disparar el IPC. Según ese estudio donde más ha subido el coste de la vida es en Oviedo con un 11,72%, Gijón lo hace un 9,73% y en concejos entre 10.000 y 20.000 habitantes la tasa se dispara un 9,32%, casi igual que la de Gijón. ¿Por qué esta diferencia? Isabel H. vive en Santa Eulalia (Morcín) y compra en la única tienda que existe en el pueblo en la que hay un poco de todo. “Sé que mi hija compra más barato en Oviedo, allí hay muchas ofertas y sitios donde elegir. Pero yo es lo que tengo, toca apretarse el cinturón porque todo ha subido muchísimo. Antes compraba por kilos la fruta, ahora lo hago por unidades. Compro lo que necesito”.

Si el incremento del coste de la vida para una familia asturiana se ha elevado en un 4,49%, los hogares de una persona sola de 65 años o más, sufren un incremento en su coste de vida rozando el 6%.

El estudio de RegioLab señala que este impacto distinto de la inflación entre los diferentes sitios es debido a los variados patrones de consumo. Los hogares con menos renta dedican más proporción de su gasto a los bienes considerados necesarios -alimentación, vivienda- y son precisamente estos los bienes que más subieron de precio. Pero además hay otros factores que influyen y es que precisamente “estos consumidores son menos activos en la búsqueda de oportunidades de ahorro, muchos no tienen opción de buscar a los mejores proveedores, no tienen medios de transporte para llegar a establecimientos más baratos o no pueden acceder a las ofertas que se producen en compras de grandes cantidades, ya que no pueden desembolsar más dinero del necesario, cosa que sí se pueden permitir los consumidores de más renta”.

Si analizamos el consumo energético, el contraste es aún mayor. “En los hogares de renta baja, en general, las personas viven en viviendas de peor calidad, menos aisladas y con sistemas de calefacción y de electricidad menos eficientes a diferencia de los hogares más ricos que disponen de viviendas mucho más eficientes y con sistemas energéticos mejores que además obtienen ventajas de las compañías suministradoras por ser ‘mejores clientes’”.

Inflación, la tasa cruel

“Por eso a la inflación se la conoce como la ‘tasa de los pobres’ o ‘la tasa cruel’ ya que afecta de diferente forma a los diferentes grupos socioeconómicos ensañándose con los más pobres”, señala el informe de RegioLab. “Los hogares con menor renta han experimentado una subida del coste de la vida superior a los hogares de mayor renta (casi un 4% más). German F. es agricultor, tiene una pequeña explotación de producción y venta de verduras y hortalizas en Pravia y también está sufriendo los efectos negativos de la inflación. “Ha subido la luz, el gasoil, el abono y eso reduce nuestro margen de beneficio que es aún más pequeño. Ya no te digo nada de los productos perecederos que hemos de vender por lo que nos dan si no queremos volver con ello para casa”.
Las cuentas tampoco les salen a los ganaderos productores de carne que se quejan de la subida de los piensos -una media de 3€ en los últimos seis meses-, que se suma a la de la luz, el gasoil y el resto de los costes de producción cuando el kilo de carne se mantiene al mismo precio que hace años. Hay ganaderos que están mandando vacas al matadero para eliminar gastos.

“A la inflación se la conoce como la ‘tasa de los pobres’ o ‘la tasa cruel’ ya que afecta de diferente forma a los diferentes grupos socioeconómicos ensañándose con los más pobres”, señala el informe de RegioLab.

Es importante recordar que Ucrania exporta casi el 60% del maíz que se usa en Europa para elaborar piensos, así como gran parte del trigo, girasol y cebada. Rusia también enviaba millones de toneladas de trigo y maíz a los graneros europeos. La guerra ha puesto en jaque este abastecimiento y la situación no parece que vaya a cambiar a corto plazo.
La sangría también afecta a las Pymes. Asturias es sobre todo territorio de micropymes, el 96% de su tejido empresarial. Las pequeñas empresas tampoco saben lo que van a poder aguantar ante la inflación desbocada que padecemos. Reducir márgenes, trasladar el porcentaje de subida al cliente o pedir ayudas son las tres opciones que barajan en estos momentos. Si esto no fuera suficiente lamentan que se verían obligados a bajar sueldos o despedir empleados.

La guerra en Ucrania afecta al precio del grano en el resto del mundo.
Fotomontaje: Fusión Asturias

El pasado mes de agosto parece que hemos tenido un ligero respiro de los precios, la ligera bajada se explica porque, aunque los precios de la electricidad, la alimentación y la restauración, entre otros, han tirado al alza de la inflación, la bajada del precio de los carburantes ha incidido en sentido contrario. La inflación volvió a descender en septiembre al 8.9%, según datos del INE, pero no así la cesta de la compra que sigue sin tocar techo. A pesar de ello, el Gobierno mantiene la previsión de que la inflación siga bajando en los próximos meses. Quizá la frase de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, defina muy bien la situación de incertidumbre que estamos viviendo: “Esperemos lo mejor, pero preparémonos para lo peor”.

Reducir consumo

Este pequeño shock que estamos viviendo ha de abordarse desde una perspectiva muy diferente a la habitual ya que confluyen situaciones excepcionales -como esta guerra- que obligan a establecer estrategias para reducir el consumo de energía de forma rápida. Cuando el vicepresidente de Acción Exterior de la Unión Europea, Josep Borrell, comentó de forma coloquial aquello de bajar unos grados la calefacción para contribuir a este ahorro de energía tan necesario, muchos se lo tomaron a broma. Ahora podemos ver que pequeños cambios pueden generar grandes progresos.

España se ha comprometido ante la Comisión Europea a reducir un 7% el consumo de gas para hacer frente a la crisis energética que vive Europa como consecuencia de la invasión de Rusia a Ucrania. Para llevarlo a la práctica, el Ministerio para la Transición Ecológica ha puesto en marcha una campaña de concienciación con una serie de recomendaciones a los hogares y también a la industria para reducir el consumo de luz, gas y carburantes. Dichas recomendaciones son una serie de pautas sencillas para tener en cuenta que ayudarán a bajar los consumos de energía “sin tener que renunciar al confort y evitar hacer sacrificios de manera obligatoria”.
Toca sumar esfuerzos. ¿Cómo? Pues por ejemplo programando la calefacción a un máximo de 21°, bajando el termostato de casa al salir a los 15° y evitando cubrir los radiadores. Para los frioleros, nada mejor que ponerse ropa calentita y unas buenas zapatillas para estar en casa. Un gesto tan sencillo como este puede aumentar hasta dos grados la temperatura corporal.

Electrodomésticos eficientes

Para reducir el consumo eléctrico nos recomiendan aprovechar al máximo la luz natural, intentar sacar el mayor rendimiento a la luz que nos llega del sol; apagar las luces cuando no estemos en una habitación, apagar las regletas cuando no se usen los aparatos e intentar minimizar el número de dispositivos enchufados continuamente (stand-by); usar electrodomésticos de clase A que, aunque suelen ser más caros, a la larga acabas ahorrándolo en luz y cuando los pongamos en marcha aprovecharlos a la máxima capacidad -lavavajillas, lavadora, secadora-; cambiar a bombillas de bajo consumo o led y revisar el contrato de potencia contratada para ver si se ajusta a las necesidades reales de cada consumidor.
También inciden en la importancia del aislamiento de las viviendas y en reducir el consumo en el transporte: evitar el coche privado cuando sea posible, utilizar el transporte público o transporte compartido.

A estas medidas del Gobierno central se suma un primer paquete de medidas adicionales de ahorro energético en los edificios administrativos asturianos que acaba de ser aprobada por el gobierno de Adrián Barbón. Con ello se quiere “contribuir, de manera solidaria y de forma responsable, al plan de ahorro nacional”. Con la idea de sumar, Barbón también ha propuesto a la ministra Teresa Ribera el uso de la regasificadora de El Musel, no solo como un lugar de aprovisionamiento energético para el país y nuestros vecinos europeos sino también ha solicitado conectar dicha instalación a la red gasista española. En unos meses estará preparada para funcionar a pleno rendimiento.

Asturias ha sido elegida para desarrollar el mayor complejo de producción de hidrógeno verde del mundo, nada más y nada menos que 200.000 toneladas anuales a partir de 2026.

Hay muy buenos e interesantes proyectos en la región para evitar en la manera de lo posible una situación de dependencia energética, pero en nuestro caso no va a ser posible a corto plazo. Asturias ha sido elegida para desarrollar el mayor complejo de producción de hidrógeno verde del mundo, nada más y nada menos que 200.000 toneladas anuales a partir de 2026. Hablamos de la panacea de los combustibles alternativos que puede almacenarse en estado líquido o gaseoso y distribuirse sin ningún problema a través de los gaseoductos; está llamado a ser el sustituto del gas natural, pero con una ventaja añadida, no emite gases de efecto invernadero a la atmósfera.
Esto es el futuro, pero mientras llega tendremos que recorrer una dura travesía por el desierto.

Pactos necesarios

La escalada de la inflación está haciendo la vida muy difícil a la mayoría de los ciudadanos, especialmente a los que menos recursos tienen. La subida del coste de la vida, con la inflación desbocada, no se ve acompañada por incrementos salariales que amortigüen el efecto en las economías de los hogares. El conjunto del país es más pobre así que hay que estudiar cómo repartir esa pérdida de riqueza entre los diferentes agentes sociales para evitar males mayores. Por eso de lo que más se habla últimamente es de la necesidad de un pacto de rentas, buscar el acuerdo para repartir ese sacrificio que hay que realizar entre los siguientes elementos clave: salarios, beneficios de las empresas, las pensiones y los sueldos públicos, apuntan los expertos.
La pasada semana, los secretarios generales de UGT y CCOO en Asturias, presentaban en rueda de prensa el calendario de acciones que se van a poner en marcha en todo el país para reclamar alzas salariales delante de todas las sedes de las organizaciones empresariales de España. Tras esto convocan el 3 de noviembre en Madrid una concentración multitudinaria. El objetivo es que la CEOE se abra al diálogo en el Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva, ahora paralizada. Los sindicatos aseguran que están dispuestos a presionar hasta que la patronal se siente a negociar y acuerde salarios decentes y dignos: “los beneficios y márgenes empresariales siguen elevándose mientras que la subida salarial pactada en convenio colectivo se situó en agosto en un 2,6% mientras que la tasa de inflación de ese mes alcanzó el 10,5%”, denuncian los sindicatos. Será necesario un acuerdo, aunque sea de mínimos.

Manifestacion de pensionistas en Gijón / Foto: Santi Vaquero
Manifestacion de pensionistas en Gijón / Foto: Santi Vaquero

También habrá que llegar a pactos para la revalorización de las pensiones para el 2023. Una revalorización necesaria que ha de abordarse según expertos del Fedea de forma excepcional y más justa. Proponen no hacer una subida generalizada y automática sino favoreciendo más a las de cuantía más baja y proponiendo que “las pensiones más altas participen en el pacto de rentas”.

Los funcionarios también reivindican al Ministerio de Hacienda y Función Pública que abra una mesa de negociación para aumentar sus salarios, congelados desde hace años, pero no han obtenido respuesta.
También Adrián Barbón tendrá que pactar para sacar adelante los presupuestos del próximo año. Para afrontar la difícil situación que estamos atravesando cree necesario “activar más que nunca el escudo social frente a la política de recortes en derechos y prestaciones sociales que propugnan otros”, ha declarado. Para ello incluye en los presupuestos nuevas ayudas sociales que va a tener que negociar, estando dispuesto “a pactar con quien se le ponga a tiro”.

Fortalecer la resiliencia

Primero fue la pandemia que trastocó nuestras vidas y economías, y que aún no ha terminado, no lo olvidemos. Cuando no nos hemos recuperado llega la invasión rusa en Ucrania que ha desbastado la economía de aquel país y ha producido ondas sísmicas que estamos sufriendo en todo el planeta. Y por primera vez en muchos años, la inflación hace acto de presencia para agudizar, más si cabe, las desigualdades ya existentes.

La escritora Ana Vega, presentando su libro "Resiliencia" en 2016
La escritora Ana Vega, presentando su libro «Resiliencia» en 2016 / Foto: Archivo Fusión Asturias

Para vivir en este mundo de hoy, más propenso a un estado de shock continuo, resulta cuando menos imprescindible la resiliencia como clave para sobrevivir o, mejor dicho, para vivir en un mundo que la mayoría de las veces es hostil y seguir proyectando y manteniendo una postura lo más positiva posible hacia el futuro. Y esto es aplicable a todos los ámbitos de la sociedad. La escritora asturiana Ana Vega, autora de Resiliencia, nos comentaba en una entrevista que detrás de esta palabra “se engloban una serie de habilidades y capacidades que me resultan muy interesantes y necesarias para la supervivencia, cómo gestionar y sobrevivir a la pérdida, a la adversidad y no solo sobrevivir sino obtener una mayor fortaleza con una gestión más hábil y necesaria de todo ello”. No quiere decir que los problemas no nos afecten, ni mucho menos, sino que es posible salir de la situación sin quedarse instalado en la queja. “La resiliencia puede ser innata pero también se puede aprender y perfeccionar, es como un músculo que hay que ejercitar”, puntualiza Vega. ¿Cómo? Enfrentándonos a dificultades y problemas, viéndolos y gestionándolos. El mejor entrenamiento… la vida misma.

El futuro nos va a seguir trayendo cambios, pero solo con un corazón y una mente resilientes -aseguran los expertos- lograremos adaptarnos y sacar partido a este nuevo capítulo de nuestra vida. Y aquí creemos que hay una cosa que suma entre los asturianos, y debemos de aprovechar y es el orgullo de pertenencia, no nos referimos a ese sentimiento nostálgico, de añoranza, sino ese espíritu de conlleva compromiso, hacer lo que esté en la propia mano para contribuir al desarrollo de Asturias y ello sin dejar a nadie atrás. Lo vivimos durante la pandemia, podemos repetirlo.

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