En 2013 el Sol entra en una de sus fases periódicas de máxima actividad. Quiere eso decir que se prevén tormentas solares extraordinariamente intensas que podrían tener efectos directos sobre el mundo tal y como lo conocemos.
En concreto, la NASA, algunos gobiernos y medios de comunicación están haciendo un esfuerzo de divulgación explicando lo que es previsible que suceda: un colapso de las redes eléctricas y comunicaciones, lo que en un mundo altamente tecnificado como el nuestro tendría graves consecuencias.
En nuestro país, únicamente el servicio de Protección Civil de Extremadura ha elaborado un decálogo preventivo dirigido a los ciudadanos. En Asturias no se dispone de información específica al respecto, a pesar de que se trata de uno de los fenómenos naturales que, de suceder, más gravemente alteraría nuestro actual modo de vida.
La potente tormenta solar que hubo en 1859, conocida como Evento Carrington, fue según los expertos la combinación de varias circunstancias que ocurrieron simultáneamente en el Sol. Al coincidir, causaron la mayor ruptura en la ionosfera de la Tierra que haya tenido lugar en toda la historia. Actualmente nos aproximamos a un período de máxima actividad solar. De producirse hoy un evento similar podría llegar a la Tierra en unos quince minutos. Mucho más rápido de lo que lo detectaría el satélite del sistema avanzado de alerta temprana (ACE) de la NASA.
Durante el máximo solar que vive nuestra estrella cada once años, se produce un incremento de su actividad magnética al que va asociado la aparición de manchas solares. Es en estos momentos cuando suelen producirse eyecciones de masa coronal (CME) que lanzan hacia el espacio ondas compuestas de radiación y viento solar. Si esta CME llega a estar dirigida hacia la Tierra chocaría con la magnetosfera que nos protege y si es lo suficientemente fuerte y prolongada, llegaría a perforar nuestro escudo natural, provocando tormentas solares (tormentas geomagnéticas). La energía de estas partículas es lo suficientemente grande como para afectar a toda nuestra tecnología basada en la electricidad.
Un impacto de ese tipo dejaría fuera de la circulación a los satélites, las comunicaciones se interrumpirían y los apagones eléctricos generarían un caos durante meses.
Las tormentas solares se suceden con más frecuencia e intensidad, así que la pregunta es obligada: ¿Podría volver a repetirse el Evento Carrington en la actualidad? «Siempre contesto que es posible y que perfectamente puede ser incluso más intensa de la acontecida en 1859. Con respecto a cuándo, simplemente no lo sabemos», reflexiona Bruce Tsurutani, físico investigador del Jet Propulsion Laboratory de la NASA. En aquella época, hubo cortes en las redes eléctricas y en los incipientes sistemas telegráficos de EEUU y Europa que se vinieron abajo; hubo incendios como consecuencia y se vieron impresionantes auroras boreales en lugares poco comunes del planeta. Muchos de los habitantes de la Tierra se dieron cuenta de que algo trascendental había ocurrido, según recogen crónicas de la época, ya que la eyección de masa coronal modificó el campo magnético de la Tierra, lo que permitió que partículas cargadas entraran en la atmósfera. El resultado fue un gran espectáculo de luz intensa -parecía de día-.
Sigamos con las probabilidades. Recientes investigaciones, como la elaborada por «Predictive Science» (empresa que realiza trabajos para la NASA y Fuerzas Aéreas de EEUU) elevan el porcentaje de riesgo de una tormenta solar tipo Carrington, durante los próximos siete años. Un impacto de ese tipo incidiendo sobre una sociedad altamente tecnológica como la actual, dejaría fuera de la circulación a los satélites, interrumpiría las comunicaciones y provocaría apagones eléctricos de dimensiones continentales, generando un caos que duraría meses. El escenario ya lo adelantó la NASA en 2008 en un informe extraordinario de 132 páginas, titulado «Eventos del Clima Espacial Severo – Impactos Económicos y Sociales», en el que subrayaba los dos primeros problemas a los que habría que enfrentarse: la vulnerabilidad de las redes eléctricas y la interdependencia de éstas con los sistemas básicos de nuestras vidas como el suministro de agua, tratamientos de aguas residuales, transporte de alimentos y mercancías, mercados financieros, red de telecomunicaciones, etc. El informe insiste en que nuestro talón de Aquiles son los grandes transformadores de las centrales eléctricas.
El informe de la NASA insiste en que nuestro talón de Aquiles son los grandes transformadores de las centrales eléctricas.
¿Estamos preparados para algo así?
En febrero de 2010 tuvo lugar en Colorado un simulacro conjunto entre la NASA y la UE, para comprobar la capacidad de gestión de ambos ante un evento de este tipo. El resultado: un apagón tecnológico en amplias zonas de Europa y EEUU sólo cinco días después de detectarse la eyección solar. Estos resultados tan desalentadores demostraron que ningún continente estaba preparado para una tormenta solar. Viendo el tiempo que restaba hasta el período de máxima actividad solar (2012-2013), la administración estadounidense puso en marcha campañas públicas de información sobre las posibles consecuencias de las tormentas solares y también sobre los preparativos que deberían hacer los ciudadanos en caso de una hipotética pérdida prolongada del suministro eléctrico, calefacción, agua, alimentos, comunicaciones, etc.
La actividad solar se ha incrementado a lo largo del año pasado. El 23 de octubre tuvo lugar la séptima erupción solar de magnitud X -máxima intensidad- de las registradas en 2012, la tercera mayor detrás de la gran llamarada X5.6 registrada el pasado 7 de marzo y la X1.8 del 27 de enero. Sin pérdida de tiempo, el Congreso de EEUU realizó de nuevo un llamamiento a la población, para disponerse a afrontar situaciones de «tormenta solar extrema» en caso de «ausencia de asistencia gubernamental por extensos períodos». La alerta iba dirigida también a que las comunidades locales se preparasen «para abastecer a su propia población con, al menos, el 20% de sus necesidades críticas como generación de energía, comida y agua». Entre los posibles efectos inmediatos al impacto de una tormenta solar de envergadura, señalan los siguientes: posible incremento de accidentes aéreos, del tráfico rodado y de medios de transporte por raíl -fallo en semáforos-; incendios de tipo eléctrico, fallo general de suministro eléctrico industrial -accidentes en refinerías, plantas químicas- y del suministro a los hogares, también afectaría a los ascensores, montacargas, etc.; posible corte de suministro de combustibles y de agua potable al fallar el bombeo; caída en cadena de redes de telefonía y radio e imposibilidad de retirar efectivo en los cajeros de los bancos.
«Carecemos de un Sistema de Alerta Civil ante tormentas solares». Observatorio del Clima Espacial.
Reino Unido no se queda atrás y alerta a la población de que en los próximos cinco años existe un 50% de posibilidades de tormenta solar como la acontecida en 1859. Elabora un detallado documento en el que participan Protección Civil, el gabinete científico para emergencias, Seguridad Nacional y otros estamentos, sobre los principales riesgos a los que estarían expuestos los ingleses y las medidas preventivas a adoptar en los hogares.
Recientemente, ambos gobiernos -EEUU y Reino Unido- han firmado un acuerdo de cooperación en esta materia y reconocen formalmente las tormentas solares como una amenaza para la seguridad nacional.
España, al margen
Mientras estos países llevan tiempo informando a la población y adoptando medidas concretas, ¿qué ocurre en el nuestro? En septiembre del pasado año, la diputada de UPyD Rosa Díez preguntó al Gobierno si tenían pensado elaborar un mapa de estimación del impacto de tormentas solares que provocasen cortes prolongados de suministro eléctrico y comunicaciones a nivel nacional, y si se iba a elaborar un protocolo de emergencia en colaboración con el resto de administraciones para afrontar sucesos de esta envergadura. La respuesta del Gobierno no tuvo nada que ver con ninguna de las dos cuestiones planteadas. Como se dice vulgarmente, se salió por la tangente: «En España existen instituciones que estudian el fenómeno, principalmente la Universidad Complutense de Madrid, la Universidad de Alcalá de Henares, el Observatorio Geofísico de Toledo y el Observatorio de l’Ebre». Por otro lado, informa que la Dirección General de Protección Civil y Emergencias organizó dos jornadas técnicas para «describir y analizar el desarrollo del clima espacial y recomendar iniciativas» y desde entonces comenta que ha puesto en marcha grupo de trabajo con el objetivo de facilitar la difusión de información y asesoramiento técnico sobre este tema y sus riesgos, «compuesto por técnicos involucrados en el estudio del fenómeno y técnicos de entidades y empresas previsiblemente afectadas, así como representantes de la Dirección General de Protección Civil y Emergencias y del Centro Nacional para la Protección de Infraestructuras Críticas (CNPIC) de la Secretaría de Estado de Seguridad». Pero la realidad es que ninguna de estas informaciones ha trascendido.
Posteriormente -aseguran desde el Gobierno,- este grupo de trabajo se ha reunido con grandes empresas -eléctricas y de comunicaciones- para que ajusten sus sistemas tecnológicos con el objetivo de minimizar en lo posible los efectos derivados de la actividad solar. Pero no hay un sólo documento oficial al respecto. En otra línea diferente, Endesa financia en este momento un estudio de predicción de corrientes geomagnéticas en las subestaciones y transformadores de la red eléctrica catalana, llevado a cabo por el Observatorio del Ebro en colaboración con la Universidad Ramón LLull. Y que por otro lado, empresas de telefonía móvil han diseñado protocolos de actuación a nivel nacional con el fin de minimizar daños. Estos dos ejemplos son iniciativas privadas.
Protección Civil de Asturias dice no disponer de información específica sobre tormentas solares.
En resumen: No existe un mapa de estimación de impactos ni tampoco un plan de emergencia. Sí hay una Proposición no de Ley, presentada por el grupo socialista y aprobada en el Congreso, para unificar protocolos de seguridad europeos para la «prevención tecnológica derivada de fenómenos naturales» y una iniciativa pionera de la Junta de Extremadura que ha editado el primer documento de una administración pública española dirigido a los ciudadanos: un decálogo de consejos para actuar ante una hipotética tormenta solar. El texto, que se puede encontrar en https://dgjusticiaeinterior.juntaextremadura.net, está siendo revisado para su ampliación.
Este vacío informativo por parte del Gobierno, obliga al Observatorio de Clima Espacial a editar a través de su página de divulgación (https://www.facebook.com/ClimaEspacial) un texto dirigido a los gestores locales de emergencias que no tengan ninguna formación en materia de clima espacial. En declaraciones a Europa Press, responsables del Observatorio argumentan: «En España no se han editado materiales informativos y nos parecía impensable que, llegado el caso de un evento extremo del clima espacial, los servicios locales se pudieran encontrar sin nada en las manos, aunque sólo fuesen unas nociones introductorias para hacerse una idea». No obstante, -recuerdan-, «carecemos de un Sistema de Alerta Civil ante tormentas solares».
Derecho a estar informados
Se trata de un peligro real y documentado ante el que hay que estar preparados porque alteraría nuestra actual forma de vida basada en la electricidad. ¿Es el fin del mundo? No, ni el Armagedón o el Apocalipsis que algunos quieren hacernos creer. Pero nuestra sociedad tecnológica es vulnerable a esta energía -cada vez más potente- que llega del Sol, por ello desde Fusión Asturias consideramos importante que sin alarmismos, debemos informarnos y prepararnos para posibles eventualidades.
Cuando tuvo lugar el evento Carrington, se produjeron auroras boreales -choque de una eyección de masa solar con átomos de oxígeno y nitrógeno de la atmósfera que libera energía de vivos colores- en latitudes un tanto «improbables», ya que este tipo de fenómenos normalmente afectan a zonas cercanas a los polos (norte y sur de la magnetosfera). Pues bien, en este caso se pudieron observar en Roma, La Habana, Hawai o en plena Gran Vía de Madrid. En los años cuarenta y cincuenta, volvieron a verse auroras boreales en varios sitios de Europa, incluido nuestro país. Nadie sabe cuándo va a tener lugar la denominada «tormenta solar perfecta», pero sí que nos estamos aproximando a los máximos solares y que las probabilidades aumentan. Por ello, creemos que todos estos datos e informes que circulan ya por otros países deberían darse a conocer también en España. Deberían realizarse campañas masivas de información a los ciudadanos para saber actuar en caso de emergencia y adoptar una serie de medidas básicas para minimizar los posibles daños. Deberíamos contar con dispositivos de emergencia coordinados a nivel nacional, pero también a nivel local. En su lugar. no existe más que una desinformación generalizada en los principales medios, mezclada con un aluvión de mensajes apocalípticos que hablan del fin del mundo.
Prestigiosas revistas (Nature o National Geographic) están realizando una importante labor de divulgación, así como algunos medios de comunicación alternativos. Informaciones publicadas por agencias nacionales, informes oficiales del Comité de Defensa del Parlamento Británico, comunicados de la NASA, artículos científicos publicados en el New York Times, por citar algunas fuentes o instituciones concretas, nos confirman que ya está pasando algo en el Sol, algo que es natural y que ha podido pasar antes, pero que por nuestras especiales características tecnológicas, podría afectarnos de forma grave y provocar situaciones catastróficas en cadena. Posibilidad que inquieta también a las aseguradoras. La británica Lloyd’s, la suiza Zurich y más recientemente, la alemana Allianz alertan en sendos informes sobre los efectos detallados de lo que algo así produciría en la población civil (Informe «Power black out risks» de Allianz).
En Asturias, concretamente desde Protección Civil nos informan de que tampoco disponen de información específica sobre el tema de tormentas solares.
Por nuestra parte y fuera del ruido mediático y del sensacionalismo, queremos aportar nuestro granito de arena para que los ciudadanos tengan acceso a la información, puedan pensar y actuar en consecuencia.
https://www.ready.gov/space-weather
• NASA: Tormentas solares.
https://ciencia.nasa.gov/search/?q=tormenta+solar
• Protección Civil de Extremadura: «Buenas Prácticas Preventivas».
https://dgjusticiaeinterior.juntaextremadura.net
• Clima Espacial en España.
https://proteccioncivil.org/clima-espacial
https://www.facebook.com/ClimaEspacial
• National Geographic.
https://www.nationalgeographic.com.es/2012/06/22/amenaza_solar.html
• Diario Digital Nueva Tribuna:
https://www.nuevatribuna.es/articulo/medio-ambiente/nuevas-medidas-preventivas-ante-tormenta-solar-del-siglo/20120821174557080035.html
• Estado actual del campo magnético terrestre. Observatorio de San Pablo (Toledo).
https://www.01.ign.es/ign/head/geomEstadoActual.do
• Portal Europeo sobre Clima Espacial
https://www.spaceweather.eu/fr
En concreto, proponen la elaboración de un catálogo educativo y preventivo conjunto para todos los países de la UE, así como un protocolo de actuación ante «hipotéticas situaciones de emergencia derivadas de fallos tecnológicos producidos por fenómenos naturales de origen solar». La propuesta se presentó el 20 de marzo y se aprobó en septiembre por mayoría. Desde entonces, está parada.
-¿Qué les llevó a presentar esta propuesta?
-En primer lugar una motivación intelectual. Aunque llevo un tiempo alejado de la docencia, sigo en contacto con compañeros del Instituto Astrofísico de Tenerife, estoy al tanto de artículos científicos y de revistas. Como diputado, se podría decir que estoy «contaminado» por mi vocación científica.
-¿Me puede decir entonces en qué situación se encuentra dicha Proposición no de Ley?
-Honradamente, no lo sé. Esa Proposición no de Ley fue aprobada por unanimidad en la Comisión mixta para la UE en el Congreso pero desde entonces a mi no me ha llegado ningún documento oficial informándome sobre ello. No me consta.
-¿Encuentra alguna explicación al hecho de que en España no se haya informado a los ciudadanos de los posibles riesgos derivados de las tormentas solares cuando sí lo han hecho otros países de nuestro entorno?
-Ninguna. Personalmente he estado muy preocupado por el tema de la seguridad ciudadana. Me sorprende mucho la actual Ley de Protección Civil que tenemos en nuestro país -que, creo recordar, viene de 1985-. Desde esa fecha hasta ahora han pasado muchas cosas, recuerdo por ejemplo el tsunami que llegó a Baleares en 2003 tras el terremoto acontecido en Argelia. No fue como el de Japón, pero no hay que olvidar que somos un país ribereño y eso implica unos riesgos potenciales. Y aquí es importante el tema de las alertas. Esta Ley de Protección Civil no recoge nada al respecto cuando otros países europeos, como Reino Unido, han ido dando pasos. La pasada legislatura presenté una iniciativa parlamentaria solicitando la elaboración de una nueva Ley de Protección Civil que recogiese un protocolo específico de alerta temprana, pero sin resultados.
«Pienso que hay que estar en guardia y tener protocolos de predicción temprana tanto en materia de tormentas solares como en otro tipo de riesgos»
-Pero el ciudadano debería estar informado.
-Sí, las instituciones deberían comunicar, poner en marcha e informar a la gente. Elaborar protocolos de alerta y, si no los hay, háganse.
-La iniciativa del Gobierno de Extremadura de publicar una guía es como una isla en mitad del océano.
-En efecto, es algo muy positivo que ya se está haciendo cara a los ciudadanos y por eso quisimos reflejarlo en el texto de la Proposición de Ley. Pienso no obstante que las respuestas y los protocolos de actuación han de ser a nivel más global, porque es donde se van a notar las consecuencias de cualquiera de estos eventos naturales.
-Esta pregunta va más dirigida al científico que al político: ¿Cómo tiene usted dibujado el escenario de esa posible ‘tormenta solar perfecta’?
-De nuestra estrella clave, que es el Sol, surgen continuamente partículas cargadas eléctricamente, esa emisión continua constituye lo que se conoce como Viento Solar, y eso no tiene fronteras. Unas partículas caerán en Canarias, otras en Grenoble o en Milán. La probabilidad de que incidan directamente en nuestro país es muy reducida, probablemente no ocurra nunca o no lo verán nuestros ojos, como tampoco el impacto de un meteorito. Pero es una realidad a la que estamos expuestos los siete mil millones de habitantes que estamos en pie sobre este globo terráqueo, mirando hacia arriba y sabiendo que existen otros planetas, materias, etc. Por tanto lo deseable sería que todos, en conjunto, pudiéramos prever las consecuencias que eso tendría sobre nuestra civilización, y establecer una serie de mecanismos de protección. Pienso que hay que estar en guardia y tener protocolos de predicción temprana tanto en materia de tormentas solares como en otro tipo de riesgos. Esa Proposición no de Ley que presentamos iba dirigida a las instituciones comunitarias. Lo razonable sería que ese organismo incoase a otros para juntos tener una respuesta común. Aunque a lo mejor algo de esto ya se está haciendo y nosotros no tenemos ningún conocimiento.