Desde Verot, una de las grandes empresas asturianas del sector metal, consideran que no se puede dar un enfoque simplista de la situación, y sólo se puede funcionar con una visión global. Según afirma su gerente, Enrique García, es fundamental reducir los desequilibrios dentro de la propia empresa.
-¿Qué valor añadido podemos aportar desde Asturias en el sector metal, que nos haga más competitivos ante la oferta de los países emergentes?
-Es un error muy extendido considerar el sector del metal de una manera uniforme. Como en todo hay empresas buenas y malas, competitivas y no competitivas, exportadoras y no.
Hay un buen número de empresas modélicas capaces de aportar su experiencia y saber hacer a un mercado global y competir con cualquiera, sea de donde sea, y en cualquier campo. Las demás tendremos que esforzarnos para alcanzar su nivel.
-La innovación y las inversiones en tecnología punta han sido vitales en el sector metal para dar solidez a las empresas. Actualmente es más difícil hacer este tipo de inversiones, ¿qué puede hacer el empresario asturiano para mantener la viabilidad de su empresa?
-Las condiciones macroeconómicas están fuera de lo que puede aportar el empresario. Así, en el Triángulo de las Bermudas actual, deben buscar una sólida posición económica y una cierta estabilidad. Lo más urgente es intentar reducir cualquier desequilibrio, ya sea éste financiero, tecnológico o de personal.
“La globalización ofrece a todo el mundo algo muy básico: más mercado. Los clientes están ahí fuera. Sólo hay que ser mejor que la competencia”
-¿Qué posibilidades ofrece la globalización de los mercados en este sector?
-La globalización ofrece a todo el mundo algo muy básico: más mercado. En estos momentos cuanto más mercado mejor. Los clientes están ahí fuera. Sólo hay que ser mejor que la competencia.
-A pesar de lo complicado de la situación económica, el sector metal se presenta como uno de los que goza de mejor salud en Asturias. ¿Tiene este optimismo una base real?
-No tiene ninguna base real, sólo son veleidades de los distintos gobiernos regionales para enmascarar su deficiente o nula labor económica. La empresa que aún funciona lo hace a pesar de todas las trabas y monopolios autonómicos y gubernamentales, sorteando un mercado y ambiente bancario cada vez más hostil.