De manera tímida pero firme, Asturias avanza hacia la producción circular. A través de agrupaciones o a título individual las empresas muestran su interés por modelos que evitan el despilfarro, reducen al mínimo los residuos y los reutilizan como recursos.
La extracción masiva de recursos naturales y no renovables para un modelo de consumo de usar y tirar se revela insostenible para un futuro que está mucho más cercano de lo que nos gustaría. Según un informe publicado por la Organización de las Naciones Unidas, en los últimos cuarenta años se ha triplicado el consumo de los recursos naturales de la Tierra. Se prevé que la población mundial pueda alcanzar la cifra de 9 mil millones de personas en 2030 y que, de seguir así, en treinta años la humanidad habrá consumido el equivalente a tres planetas.
Ante lo alarmante de la situación está creciendo el interés por la llamada Economía Circular, una alternativa sostenible que reemplaza la economía lineal, la que se basa en extraer, producir, consumir y tirar, acumulando residuos, por otra que contempla mantener el valor de los productos, los materiales y los recursos en la economía durante el mayor tiempo posible con una reducción al mínimo de la generación de residuos.
Para incrementar la sensibilización social y la formación en el ámbito de los residuos Cogersa creó en 2018, junto con la Universidad de Oviedo, la Cátedra de Economía Circular
Reducir, reparar, reutilizar y reciclar son las principales claves para este emergente modelo que poco a poco está calando en la sociedad y en las empresas. Los casos de esta producción circular están creciendo en todos los sectores, ya hay empresas que recuperan viejos cartuchos de impresora para convertirlos en materiales con los que hacer carreteras; otras reciclan materiales plásticos e hilos para confeccionar bolsas y ropa; las hay que transforman la basura electrónica en materiales de construcción; las que ofrecen envases reutilizables, otras apuestan por productos que no tienen una obsolescencia programada o alquilan material para alargar la vida útil de los productos y evitar un despilfarro innecesario.
En Asturias, Cogersa, el consorcio público que gestiona los residuos sólidos tiene experiencia en el tema. “La economía circular es una nomenclatura que se dio recientemente a cosas que veníamos haciendo desde hace tiempo -explica Santiago Fernández, gerente de la entidad-. Nosotros empezamos a finales de los 90 a poner contenedores en Asturias de vidrio, papel y envases. Somos una empresa que movemos muchas toneladas en economía circular y creamos empleo. Lo que sucede es que cada año que pasa las exigencias son mayores porque nos vamos dando cuenta del despilfarro y que esto pide más a todos, a ciudadanos, empresas, organismos públicos…”
Desde la compañía valoran positivamente el esfuerzo que las empresas asturianas realizan en este sentido y que se ha traducido en una mayor demanda de contenedores donde las compañías pueden depositar sus residuos.
“Las empresas fabrican y los ciudadanos cada vez más exigen que el material fabricado tenga una etiqueta ecológica, que no haya un vertido al río o que no haya una explotación desmedida de un bosque. Todo el mundo está concienciado y se están haciendo inversiones fuertes en materia medioambiental, el problema es que competimos en un nivel global. Europa, por ejemplo, está más concienciada que otros continentes con menor nivel de desarrollo y las fábricas de esos países compiten con las de aquí. Por eso es importante sensibilizar al consumidor. Si al final a la hora de comprar elegimos simplemente porque el producto sea más barato no haremos nada -añade el gerente de Cogersa”.
Para incrementar la sensibilización social y la formación en el ámbito de los residuos el Consorcio creó en 2018, junto con la Universidad de Oviedo, la Cátedra de Economía Circular. La iniciativa también tiene entre sus objetivos fomentar la I+D orientada a la gestión y prevención de residuos y la acción ejemplarizante desde la Universidad. “Pusimos en marcha la Cátedra porque creemos que es en la Universidad donde se educa a la población, a los futuros titulados que van a estar en las empresas y en la sociedad. Estamos trabajando para que la Universidad sea un ejemplo, un lugar de residuo cero”.
El mejor residuo es el que no se produce, y para ello es fundamental el concepto de ecodiseño, una metodología ampliamente probada por la cual se incorporan criterios ambientales en la fase de concepción y desarrollo de cada producto hasta el final de su vida útil. De esta forma se tiene en cuenta seleccionar materiales menos impactantes en su fabricación, mejorar su funcionamiento, introducir mejoras en su transporte y en el uso y minimizar los efectos a lo largo de todo su ciclo de vida. En una sociedad preocupada por el impacto ambiental el diseño de un producto se convierte en un factor de competitividad y aquí tiene mucho que decir el esfuerzo aplicado a la innovación.
“El I+D+i es una de las puertas de salida importante, -explica Santiago Pérez-. Se encuentra tanto en el inicio, desde que se proyecta el producto, hasta que se elimina. Afecta a toda la cadena y cuantos más éxitos haya en I+D+i más se implantará una economía circular. Se está investigando, por ejemplo, qué hacer con los residuos plásticos, con los productos que se reciclan de la basura, y aplicado a procesos como es la fabricación de un coche, el I+D+i está en buscar nuevos aprovechamientos de todos los materiales y que el vehículo pueda ser reciclable”.
Algas para un mundo más verde
Uno de los grandes retos actuales pasa por convertir los residuos en subproductos y que estos se incorporen a la cadena económica minimizando el uso de recursos naturales, el consumo de energía, etc. y las algas pueden ser un buen aliado. De ello están convencidos en Neoalgae, una empresa biotecnológica gijonesa que lleva años estudiando los posibles usos de estos organismos acuáticos. David Alonso Suárez, responsable del Departamento de Comunicación, explica uno de los proyectos de economía circular que desarrollan. “Es un caso de libro. El proyecto Moonshine que realizamos con empresas de Italia y Portugal busca depurar aguas residuales y lodos de la industria ganadera a partir de microalgas. En el proceso se obtiene biomasa apta para la alimentación de peces en acuicultura”.
No es el único proyecto orientado a la economía circular de esta empresa, que en colaboración con Cogersa, investiga cómo a través de la captación de CO2 procedente de un vertedero de residuos no peligrosos se pueden obtener principios activos de alto valor en el campo de nutracéutica, salud y cosmética. “Tenemos en las instalaciones del Consorcio un pequeño cultivo de microalgas que utilizan las emisiones que se generan en el tratamiento de los residuos. En Europa no hay todavía mucha cultura de microalgas pero en lugares como Japón su uso es muy común, tanto en alimentación como en otro tipo de productos”.
Uno de los campos en los que se está experimentando es en la creación de fertilizantes con estos pequeños organismos. En realidad el uso de algas para abonar los campos se remonta al siglo XIX cuando habitantes de las costas utilizaban algas pardas para enriquecer el suelo de cultivo. La llegada de los fertilizantes químicos desplazó este uso, que ahora vuelve a recuperarse. “Uno de los proyectos a largo plazo que tenemos es precisamente crear tres fertilizantes con acción biocida, así ahorraríamos pesticidas y se usaría un producto cien por cien natural -añade el representante de la start up-. Crearemos tres formulaciones con las que probaremos en cultivos de maíz y tomate, principalmente”.
“Normalmente las personas ingerimos el Omega 3 mediante el consumo de peces que lo extraen de las microalgas, pero si lo hacemos directamente podemos evitar parte de la pesca extrema”
David Alonso, Neoalgae
La obtención del ácido graso esencial Omega 3 de las microalgas marinas es una de las principales apuestas de esta empresa a través del proyecto Vopsa. “Normalmente las personas lo ingerimos mediante el consumo de peces que a su vez lo extraen de las microalgas, pero si lo hacemos directamente podemos evitar parte de la pesca extrema que se hace a través de la pesca de arrastre”, añade David Alonso.
Asturias cuenta con un nuevo tejido industrial que apuesta por la sostenibilidad y la economía circular, “yo creo que el interés por estos temas está germinando en la región, -comenta el responsable de comunicación-. Empieza primero en lo pequeño, en empresas de menor tamaño, porque cuanto más grande es una corporación menos flexible es, pero sí existe una preocupación a otros niveles”.
Calor neutro en emisiones
Entre los productos que presumen de ejemplificar el modelo de economía circular se encuentran los pellets, una alternativa a los productos derivados del pétroleo y otras formas de energía tradicionales. Este combustible granulado para calderas se elabora con restos hasta ahora desperdiciados procedentes de podas y clareos, así como virutas y serrín de empresas de transformación de la madera. En el Principado de Asturias solo una empresa ubicada en Tineo se dedica a elaborar este bioproducto. “En los últimos años este sistema está teniendo un crecimiento importante -explica Luis García, gerente de Pellets Asturias-. En España este sistema es bastante novedoso pero en Europa lleva cuarenta años en marcha”. La ubicación en el suroccidente asturiano, en una zona de elevada densidad arbórea, permite a esta pyme acceder fácilmente a una gran cantidad de biomasa.
García explica el proceso que se ajusta a la definición de una producción circular respetuosa con el medio ambiente, “nosotros no vamos al monte, aprovechamos básicamente un subproducto de aserradero, las astillas y el serrín que se generan al trabajar la madera para obtener tabla. También utilizamos troncos que ellos cortan pero que luego no consideran aptos porque están torcidos o presentan algún problema. Para el proceso de secado -la parte más importante, ya que el pellet tiene que tener una humedad inferior al 10%- utilizamos una caldera de biomasa que se alimenta de cortezas u otros residuos forestales. Al mismo tiempo que generamos el calor para este proceso, generamos electricidad, prácticamente lo que consumimos es lo que producimos. Como resultado del proceso tenemos el pellet que es un combustible con una ventaja: es neutro en emisiones de CO2”.
“El pellet es un combustible con una gran ventaja: es neutro en emisiones de CO2”
Luis García, Pellets Asturias
Asturias dispone de una superficie forestal por encima de la media española y europea, aproximadamente el 70% de su superficie es monte y de esta más de la mitad se corresponde con zona arbolada. Desde Pellets Asturias apuntan que la gestión sostenible de estos recursos no solo impulsarían industrias como las de pellets sino que contribuirían a una mayor limpieza de los montes, previniendo posibles incendios forestales e impulsando el desarrollo de la zona rural. “Según los datos de inventarios forestales el volumen de madera en pie está creciendo y la mayor parte de los montes asturianos están certificados en gestión forestal sostenible, una acreditación que asegura la conservación de las masas forestales”.
La empresa tinetense ofrece actualmente dieciséis puestos de trabajo pero calcula una generación indirecta de cien puestos, “normalmente se considera que por cada 1000 toneladas de biomasa se genera un puesto de trabajo, y nosotros producimos al año 40.000 toneladas de pellets para las cuales hay una entrada de 100.000 toneladas de biomasa, distribuidas entre caldera y producción”.
Por un cambio de mentalidad
La Agrupación de Sociedades Asturianas de Trabajo Asociado y Economía Social (ASATA) ha puesto en marcha en colaboración con Gijón Impulsa el proyecto ‘Economía Circular: hacia la ecoeficiencia empresarial’. La iniciativa pretende dar a conocer este modelo económico y mostrar el camino para su desarrollo. Y lo hará a través de diferentes acciones como ciclos de conferencia, un estudio de nichos y necesidades del mercado y facilitando el acceso a la tecnología a través de vídeos tutoriales de píldoras formativas.
Entre los objetivos del programa se incluye el dar a conocer nuevos modelos de negocio tanto a emprendedores como a empresas ya formadas y aportar experiencias y conocimiento a través de expertos y casos de éxito. Las actividades programadas que ya se han iniciado están abiertas al público en general, dado que la demanda de sistemas de producción y servicios sostenibles por parte de la sociedad tienen un claro reflejo en la empresa.