En su último libro “Vive más”, Marcos Vázquez se adentra en los últimos avances científicos que aseguran que rejuvenecer es posible. En él, uno de los grandes divulgadores de salud de nuestro país y creador del blog Fitness Revolucionario, aporta las claves para “morir joven con muchos años”.
Honestidad, transparencia y perseverancia son tres valores fundamentales para él. Decidió girar su vida cuando lo que estaba haciendo ya no le decía nada y apostó por crear un blog a través del cual empezó a divulgar sobre salud y buenos hábitos. A día de hoy es un referente.
Pero lo que más llama la atención de Marcos Vázquez es la forma en la que lo hace. La evidencia científica le aleja del conflicto, mientras asegura que “puedes ignorarlos, pero a la realidad que indican los estudios, no le importan nada tus emociones”.
Es difícil, por no decir imposible, convencerlo de que haya algún tipo de verdad en la frase “no tengo tiempo”, tan usada en nuestros días, y defiende a base de realidades que es única y exclusivamente cada uno el que tiene la responsabilidad y también el poder de cambiar sus hábitos de vida. Apostar por centrarse en lo que puedes hacer en lugar de en lo que no, es el inicio del gran cambio.
-¿Qué fue lo que te hizo apostar por la vida que tienes actualmente?
-Antes tenía una vida completamente distinta. Trabajaba en una empresa consultora internacional y estaba expatriado en Latinoamérica. A nivel laboral me iba bien, pero era un ritmo mucho más estresante y me empezaba a costar llevarlo. Siempre me interesó el tema de la salud, divulgaba sobre ella a nivel hobby y hablaba con compañeros y amigos. A la gente de mi entorno les daba recomendaciones que, además, les hacían mejorar mucho y fueron ellos los que en el 2009 o 2010 me propusieron crear un blog. Al principio les dije que no tenía tiempo, pero como insistieron empecé. Creé el blog y lo llamé Fitness Revolucionario. Mis primeros lectores eran amigos, familiares y amigos de amigos. La cosa poco a poco fue creciendo, pasó de tener mil visitas al mes a cien mil, quinientas mil… En 2013 vendimos la compañía y yo ya estaba cansado del mundo de la consultoría así que, viendo que el blog cobraba mucho peso, me dije: ¿por qué no apostar por lo que me gusta realmente que es divulgar sobre salud, vida saludable y buenos hábitos? A finales de ese año decidí dar el salto y dedicarme por completo al proyecto. Fue una buena decisión porque cuando le dediqué más tiempo, creció rápido, cogió velocidad y generó más impacto del que me podía haber imaginado.
“El propósito fundamental es ayudar a los demás. Intentar ser útil, que la información que vuelque valga y sea honesta”
-¿Cuáles son para ti los valores fundamentales que marcan tu norte, tanto físico como mental?
-En primer lugar, el propósito fundamental es ayudar a los demás. Intentar ser útil, que la información que vuelque valga y sea honesta, contando que hablamos de salud y que es un tema superpolarizado en el que la gente conoce y valora un montón de cosas. Yo he intentado siempre mantener esa honestidad y transparencia basándome en la evidencia científica. Es verdad que hay mucha gente a la que no le gusta porque se quieren respuestas universales y no las hay. Con lo cual, te diría que: honestidad, transparencia y perseverancia. Al final, sacar un proyecto adelante requiere esfuerzo, compromiso, una visión a largo plazo, pensar qué huella quiero dejar y, cada día, picar un poco de piedra en ese camino.
-¿Cómo discriminar lo que es bueno y lo que no, contando que cada persona es un mundo?
-Las cosas que divulgo, tienen que pasar por tres filtros. El primero tiene que ver con un prisma evolutivo. Me gusta mucho el concepto de evolución y selección natural. Mirar al pasado y ver cómo hemos vivido, cómo hemos cambiando como individuos, como especie y a qué cosas nos hemos adaptado y a cuáles no. Por ejemplo, me sorprendía cuando, hace un tiempo, la gente te repetía dogmas como que había que comer cinco veces al día. Yo pensaba: ¿esto tiene sentido? ¿Nuestros ancestros comían tantas veces? Ya empezaba a hablar de que el ayuno intermitente tiene ciertos beneficios para la salud y es lógico pensar que, nuestra especie, vivió periodos en los que no comía porque no era tan sencillo conseguir alimentos y no había supermercados como ahora. Esto, cuando lo empecé a divulgar, hace diez o doce años, era como una herejía. Hoy, por suerte, tenemos estudios científicos que indican que la práctica del ayuno intermitente es positiva y que no hace falta comer cinco veces al día.
Evidentemente, también hemos progresado mucho y por eso otro filtro es la evidencia científica. ¿Qué nos dice la ciencia? ¿Hay estudios en humanos que hayan probado este suplemento, que hayan hecho ayuno intermitente, este tipo de ejercicio o terapia? ¿Qué estudios tenemos que puedan indicarnos que esto tiene sentido? Por supuesto que existen todo tipo de estudios con muestras grandes y pequeñas y ahí ya tienes que evaluar la calidad de cada uno y ver hasta qué punto nos dan información válida o son más preliminares.
El otro filtro es la experiencia práctica. Aplicamos ese conocimiento en mí o en el grupo de personas con las que trabajo y vemos qué resultados obtenemos. En cuanto valoro si hay lógica evolutiva, evidencia científica que lo respalda y, haciendo pruebas en el entorno veo que funciona en general, ahí es cuando me atrevo a divulgar. Evidentemente las cosas pueden cambiar y siempre hay que hacerlo con esa precaución y entendiendo que puede ser que a alguna persona no le funcione porque todos somos distintos tanto a nivel genético como de microbiota.
“Creo que se puede divulgar desde la coherencia. La evidencia científica dice esto y tú puedes ignorarlo, pero a la realidad de los estudios no le importan nada tus emociones”
-¿No está todo demasiado polarizado?
-Ya cuentas con que, cualquier cosa que digas, habrá quien la acepte o quien la rebata. Esto siempre ocurre, sobre todo, cuando hablamos de salud o nutrición porque hay quien la considera una parte más de su identidad. Por ejemplo, gente que es vegana por un tema ético, no puede tolerar que encuentres algún problema con el veganismo. Y es un aspecto válido de tu forma de vivir, pero entiendo que también se les puede decir que tengan cuidado con ciertos aspectos porque pueden tener un riesgo de deficiencia o tengan que suplementarse. Las personas que lo viven de esta manera, van a rechazar cualquier comentario o recomendación que los cuestione por muy basado en evidencia que esté.
-De todas formas, llama la atención que tú no entras en ningún tipo de enfrentamiento…
-No me gusta hacer aspavientos porque creo que se puede divulgar desde la coherencia. La evidencia científica dice esto y tú puedes ignorarlo, pero a la realidad de los estudios no le importan nada tus emociones. Mucha gente utiliza la polarización para criticar al otro grupo, pero en mi caso, intento lo contrario. Siempre digo: pensar que entre los veganos y los carnívoros tenéis puntos de encuentro. Ambos valoráis la comida de verdad, la comida real y limitáis los ultraprocesados. Esto ya es un punto de partida y hay que pensar que, dentro de una dieta carnívora, hay puntos que avala la ciencia y, en contra o matizándolos, también existen otros posibles beneficios en una dieta vegana. Pero nunca se puede decir que uno está equivocado, que es una mierda o que no sirve para nada. Por desgracia, este tipo de mensajes lo vemos mucho en redes.
Por ejemplo, se dice que tomar azúcar es como comer veneno. Pues no. ¿Es malo comer mucho azúcar? Evidentemente, pero la cuestión está en saber qué dosis puedes consumir. No es lo mismo que una persona deportista coma azúcar, a que lo haga una persona sedentaria. El metabolismo y el impacto va a ser muy distinto. Me gusta aportar muchos matices y evito caer en polarizar y fomentar el pensamiento de bueno o malo que, por desgracia, abunda.
“Me gusta aportar muchos matices y evito caer en polarizar y fomentar el pensamiento de bueno o malo que, por desgracia, abunda”
-Si tuvieras el poder de cargarte alguna de esas cosas que se llevan repitiendo como un mantra desde hace tiempo, ¿cuál sería?
-Te diría que el gran dogma es que no hay un dogma. No existe una solución única. Por ejemplo, dicen que el desayuno es la comida más importante del día y tiene que tener cereales, un lácteo y una fruta o zumo. ¿Por qué? Eso no tiene ningún sentido. También nos dicen las recomendaciones que hay que comer un 55% de carbohidratos. ¿En base a qué? Hay sociedades ancestrales que comían de manera muy distinta y unas consumían más y otras menos, pero no vemos que eso afectase su salud, siempre que se consumiese comida de verdad. En general, si hablamos de los mensajes oficiales que nos llegan, la idea sería cargarnos esos patrones tan rígidos de alimentación o salud. Por suerte, podemos ser mucho más flexibles y mantener la salud con rangos más amplios.
-¿Hay algo que esté en alguno de los dos extremos?
-Generalmente, la realidad suele estar en un punto intermedio. De todas formas, cuando hablamos de salud, las posiciones maximalistas, no suelen ser correctas. Lo vimos durante el Covid. Estaban los pro vacunas y los anti vacunas. Los hay que piensan que las vacunas, en todos los casos, son buenísimas para todo el mundo y hay que ponérselas hasta a los bebés y están los anti vacunas que piensan que todas llevan chips, grafenos y no vacunan a sus hijos ni de sarampión. Pues la realidad está en el punto intermedio, más cerca de los pro vacunas en el sentido de que han sido uno de los mejores inventos de la humanidad. Dicho esto, cuestionar alguna en concreto, o valorar si ha pasado los suficientes test de seguridad no es ser anti vacunas. No todas tienen una valoración beneficio-riesgo bueno. Por ejemplo las del Covid, puede ser que tengan un perfil diferente para una persona de ochenta años que para un adolescente de quince con un sistema inmunitario muy bueno. A veces, en el debate, perdemos estos matices y, entrar en ellos, implica estudiar mucho todos los aspectos de las cosas. Volvemos al punto que te comentaba antes de intentar hallar ese lugar de encuentro y divulgar en base a la ciencia y la razón. Mente abierta. No tanto que se te caiga el cerebro, pero mantener la cabeza y las ideas libres, en general, es buena idea.
“Generalmente, la realidad suele estar en un punto intermedio. Cuando hablamos de salud, las posiciones maximalistas no suelen ser correctas”
-Dices que “si realmente quieres mejorar tu salud, tienes que asumir tu responsabilidad”. ¿Cuál es?
-Me da la sensación de que mucha gente externaliza su salud y piensa que depende de factores ajenos y que, cualquier cosa que le ocurra, es mala suerte. Evidentemente la suerte está ahí y el azar forma parte de la vida, pero nadie puede hacer el trabajo por nosotros. Nadie puede comer o entrenar por ti. En esa parte todos tenemos una responsabilidad y, cuando digo esto, es cuando aparecen las críticas. “La culpa la tiene el sistema capitalista y explotador que no me lo permite, tengo hijos pequeños y no puedo descansar bien, un trabajo estresante que no me permite entrenar como me gustaría…” Vale, lo que tú quieras, lo compro todo. Pero, dicho esto, ¿qué vas a hacer? ¿Cuál es tu parcela de control? Tienes que saber cuál es ese espacio y cómo lo vas a usar. Yo siempre digo que comer bien no es mucho más caro ni lleva más tiempo que comer mal. Incluso en los trabajos más estresantes o sedentarios, puedes hacer snacks de movimiento tres o cuatro veces al día que son, literalmente, cinco minutos. Hay estudios que refrendan que tienen un impacto importante en la salud.
Tenemos que entender que se pueden dar pequeños cambios, que siempre hay una parcela de control en nuestro poder y que lo que tienes que hacer es intentar identificarlos y no quejarte. Más que pensar en lo que no puedes hacer, piensa en lo que sí puedes. ¿Puedes no tomarte la Coca Cola todos los días? ¿Puedes tomarte la versión light en vez de la normal? ¿Puedes levantarte cada hora y hacer diez sentadillas? ¿Puedes irte a la cama a las once y dormir medida hora más? Cuando empiezas a pensar de esta manera, adoptas una postura de mucho más control y responsabilidad. No es que ignoremos las limitaciones de la gente o las circunstancias que cada uno tiene porque todos las vivimos, pero el foco tiene que estar en este punto, responsabilizarte de ello y empezar.
“Creo que tenemos que aprender a enfrentar un poco de adversidad e incomodidad, llevamos vidas muy cómodas y esto nos debilita; si al cuerpo no le das ningún tipo de estímulo, al final, se fragiliza”
–¿Pequeños hábitos, grandes logros?
-Sí, sin duda. No es que lo diga yo, volvemos a la evidencia científica. Cosas como estos snacks de movimiento se asocian con una reducción del 20% de mortalidad. Llevamos vidas tan sedentarias que incluso esos pocos minutos de actividad, ya tienen este impacto. Seguramente habrá excepciones, pero al 99% de gente que se queja del tiempo, les hago una auditoría ahora mismo y seguro que se han pasado una hora en Instagram o se ha visto las ocho temporadas de Juego de Tronos. Muy pocos me convencen con el no tengo tiempo.
-Se ha impuesto la cultura del todo rápido y todo fácil. Para ti, ¿qué significa la palabra esfuerzo?
-Las cosas que merecen la pena, implican esfuerzo. Siempre digo que seguramente habrá formas mejores y más eficientes de hacer las cosas, pero no hay atajos. Si quieres muscular tienes que tener actividad física, las últimas repeticiones de esa actividad tienen que ser puras y notar que el músculo está incómodo. Creo que tenemos que aprender a enfrentar un poco de adversidad e incomodidad, llevamos vidas muy cómodas y esto nos debilita; si al cuerpo no le das ningún tipo de estímulo, al final, se fragiliza. Cuanto menos te esfuerzas, más te atrofias, pierdes capacidades hasta el punto en que, subir escaleras, supone un esfuerzo. Y sucede lo mismo a nivel cognitivo: si no quieres leer nada, cada vez te va a ser más difícil aprender y más adquirir nuevos conocimientos.
Las cosas importantes requieren esfuerzo, pero ¡ojo!, tampoco ser muy sacrificado. Si tu dieta es un infierno y una prisión van a pasar dos cosas. Primero que, al final, la vas a dejar porque no va a ser buena para ti y, segundo, que una vida de resignación constante, tampoco es a lo que apuntamos. Hay que lograr ese equilibrio entre que disfrutes de tu dieta y la vida en general pero, a la vez, ser consciente de que tienes que incluir ciertos periodos de incomodidad y esfuerzo en tu día a día para tener resultados.
“Hay que explorar las emociones, decidir cuándo son útiles, cuando no y actuar en base a eso. Pero sin convertirnos en robots”
-¿Cómo es de importante disociar la emoción de la razón?
-Mucho porque, al final, mucha gente se guía por sus emociones. No estoy diciendo que las dejemos totalmente de lado, pero tenemos que pensar en hacer lo correcto, independientemente de las emociones.
Yo siempre pongo un ejemplo que puede parecer una tontería pero que, a mucha gente, le ha ayudado: si no tienes ganas de entrenar, entrena sin ganas. Puedes hacer las cosas sin tener esa motivación y también al revés. Puedes tener ganas de un cruasán y decidir no comerlo e ignorar perfectamente esa emoción. Hay que explorar las emociones, decidir cuándo son útiles, cuando no y actuar en base a eso, pero sin convertirnos en robots. De lo que se trata es de dialogar y negociar con nosotros mismos. Tú puedes decirte: “no me como el cruasán, voy a entrenar. Pero si esta semana entreno cuatro días y mantengo mi dieta, el sábado me desayuno ese cruasán con Nocilla o con lo que me apetezca”. Tenemos que disfrutar la vida pero aprendiendo a gestionar estas emociones, a dialogar con ellas y darnos pequeñas recompensas que, previamente nos ganemos.
La gente suele pensar que se requiere un impulso para actuar y yo siempre digo que las ganas o la emoción, es la consecuencia y no la causa de la acción. Muchas veces es al revés: hago las cosas sin ganas y sin motivación, pero como lo hago, obtengo resultados y estos son los que después me motivan. Entender esto y ser capaz de desvincular ambas cosas te da un poder enorme. Además es algo que se puede mejorar y practicar como cualquier habilidad. Y, cuanto más la practicas, más desarrollas la capacidad de hacer lo correcto independientemente de los sentimientos. Se trata de entender que, postergar una satisfacción a corto plazo o renunciar a ella, te puede dar una satisfacción mucho mayor a largo plazo. Tus acciones, tienen que estar más guiadas por tus valores que por tus emociones. Ese es el objetivo.
-¿La consciencia como pilar fundamental?
-Consciencia o auto conocimiento. Tienes que conocerte a ti mismo y hacer ese trabajo de saber qué cosas valoras, qué quieres que signifiquen en tu vida, qué quieres lograr, qué es lo más importante para ti y, en función de todo esto, tomar decisiones.
Yo recomiendo siempre tener un equilibrio entre la visión a largo y a corto plazo. Dicen que la felicidad se encuentra en el equilibrio de dos tipos de felicidad distintos. Por un lado, está la felicidad eudaimónica que es la que está más ligada a lo que logras en tu vida. Luego está la felicidad más hedónica que es darte algún capricho en el día a día. Por analogía: tengo un objetivo, un propósito claro y sé hacía donde quiero ir, pero, a su vez, voy a disfrutar el camino, admirar las vistas, pararme un día a ver las flores… Para mí, la cima de la montaña, es tener esa visión de salud vibrante y tener vitalidad y, luego, esas paradas son los caprichos que te das en el día a día y que hacen el proceso más tolerable.
“Todos queremos vernos mejor y, donde muchos caen, es en priorizar la parte estética cuando, al final, lo que buscas y lo que vas a valorar más con el tiempo es sentirte bien”
-Los objetivos, ¿en base a qué se deben escoger?
-La idea es que estén alineados con tus valores para que consideres que merecen la pena. Hay un error que comente mucha gente y es empezar a subir la escalera sin mirar hacia ningún otro lado y, cuando llegan arriba, se dan cuenta de que la escalera está apoyada contra la pared equivocada. Lo primero es centrar objetivos y ¡ojo!, que también es válido ir cambiándolos con el tiempo y es normal hacerlo. Pero tiene que haber cierta reflexión y que pienses si son los que realmente te importan a ti o son los que la sociedad te ha dicho que deberían importarte. Que sean lo más personales posible, cosas que realmente te importan y que, de alguna manera, están conectadas con tus valores.
-¿La clave es verte mejor o sentirte mejor?
-No son excluyentes. Todos queremos vernos mejor y, donde muchos caen, es en priorizar la parte estética cuando, al final, lo que buscas y lo que vas a valorar más con el tiempo es sentirte bien. Tal vez con veinticinco años valoras más la parte estética, a los cincuenta lo que quieres es sentirte bien y seguir haciendo las cosas con las que disfrutas y a los setenta te gustaría seguir jugando con tus nietos, hacer rutas de montaña y jugar al tenis con tus compañeros. Los objetivos estéticos son válidos, siempre digo que utilices cualquier cosa que te dé energía, pero que no sea lo único que tengas porque no suelen tener la suficiente fuerza a largo plazo y pueden generar obsesiones peligrosas.
“Hay aspectos mucho más útiles y más transversales como la regulación emocional o conceptos básicos de salud que no se enseñan y que, en realidad, son los pilares de cualquier cosa”
-¿Cómo sería de vital que, desde pequeños, nos educasen en este tipo de hábitos?
-Nos enseñan un montón de cosas como hacer raíces cuadradas, integrales y cosas así que están muy bien y, por supuesto, que son necesarias, pero hay aspectos mucho más útiles y más transversales como esa regulación emocional o conceptos básicos de salud que no se enseñan y que, en realidad, son los pilares de cualquier cosa.
-¿Qué importancia tiene la educación mental?
-Mucha. La parte mental y la física están más conectadas de lo que pensamos en el sentido de que antes había esta división cartesiana de que el cerebro va por un lado y el cuerpo por otro. Hoy sabemos que cuando cuidas el cuerpo estás cuidando la mente. El ejercicio físico es una de las mejores cosas que podemos hacer por nuestro cerebro y la salud mental, es una de las estrategias más positivas para reducir los problemas mentales, la depresión o la ansiedad. Todo está muy conectado, pero hay que trabajar la mente como algo concreto. Un cambio físico empieza por un cambio interno. Tienes que tener capacidad de planificar, organizarte, tener claridad sobre tus valores, objetivos, etc.
“El ejercicio físico es una de las mejores cosas que podemos hacer por nuestro cerebro y la salud mental. Es una de las estrategias más positivas para reducir los problemas mentales, la depresión o la ansiedad”
-¿Es un proceso individual o necesitas a alguien más que no seas tú mismo?
-La idea es que todos tengamos la capacidad de hacer este cambio de manera individual y que no dependamos de otros para iniciar el proceso y llevarlo a buen término. Dicho esto, es evidente que los cambios en grupo son más fáciles. Sabemos que nuestro entorno influye en nuestros hábitos y hay muchos estudios que indican que si tus amigos ganan peso, con alta probabilidad, tú vas a ganarlo también. Los hábitos en general son contagiosos, por lo tanto, si te unes a un grupo cuyos comportamientos estándar o por defecto son los deseados, va a ser mucho más fácil. No deberíamos depender tanto de nuestro entorno y deberíamos tener la suficiente personalidad y claridad sobre nuestros objetivos y valores para actuar a pesar de la presión social, pero es claro que somos seres sociales y, por lo tanto, somos muy influenciables por el grupo.
-En tu último libro “Vive más” afirmas que rejuvenecer es posible. ¿En qué momento decide uno que ya es mayor?
-Es un cambio gradual. Es verdad que ese punto en el que nos consideramos mayores, por suerte, ha ido subiendo y, desde hace unas décadas, los cincuenta son los nuevos cuarenta y los sesenta son los cincuenta. Hay un punto que quizá muchas mujeres identifican con el ser mayor y es partir de la menopausia, pues es un pasaje muy claro en el que, realmente, sucede algo. En el hombre es más gradual, pero más o menos entre los cincuenta y los sesenta es cuando la gente empieza a sentirse mayor. El envejecimiento, como todo, tiene un componente psicológico importante. Muchas veces es nuestro cerebro y nuestras ganas las que deciden cómo de mayores nos sentimos. Hay abuelos prematuros que con treinta años los empiezas a oír que ya no pueden hacer cierto ejercicio, caminan más despacio, se visten de determinada manera o adoptan posturas más conservadoras. Y también puedes ver gente de sesenta que siguen haciendo las cosas que le gustan, jugando al fútbol con sus amigos, surfeando o escalando montañas.
“El envejecimiento, como todo, tiene un componente psicológico importante. Muchas veces que es nuestro cerebro y nuestras ganas las que deciden cómo de mayores nos sentimos”
-¿Cómo afrontar mental y físicamente las consecuencias del paso de los años?
-Sin duda, el propio cuerpo te marca las cosas. Nadie niega que el envejecimiento sucede y te va a ir limitando en la medida que avanza. Lo que yo le digo a la gente es que no se limite antes de tiempo con esas creencias. Si tú dices que estas demasiado mayor para hacer determinada cosa, lo que ocurre es que lo dejas de hacer y tu cuerpo se debilita. Entonces lo conviertes en una especie de profecía auto cumplida y envejeces más rápido. Lo mismo sucede al revés: me siento joven para hacer esto, lo hago y potencio las capacidades, te haces más fuerte y más resistente con lo cual estás postergando el envejecimiento como tal. Se trata de escuchar al cuerpo y, habrá un momento a partir del cual digas que cierto ejercicio ya no puedes hacerlo, o que, en vez de hacer cuatro series hagas dos. La cuestión es ir adaptándote en base a lo que tu cuerpo te dice.
-¿Cómo haces para “morirte joven con muchos años”?
-Yo creo que es una combinación de todo lo que hemos hablado. Luego también está trabajar toda la parte psicológica. Hay varios estudios, pero el primero que se hizo evaluaba el poder de las creencias en el envejecimiento y concluyó que las personas que tienen creencias positivas en cuanto al envejecimiento vivían de media 7,5 años más que todas aquellas que tenían creencias negativas.
“Según un estudio que evaluaba el poder de las creencias en el envejecimiento, las personas con creencias positivas vivían de media 7,5 años más que todas aquellas que tenían creencias negativas”
-Dices que vivimos muchos más años, pero con poca vida. ¿Cómo dotar de contenido esos años?
-El tiempo que estamos aquí es un parpadeo cósmico. Al final, se trata de poner delante las cosas que tienen valor. Escuchar también a la gente mayor. Muy pocos te dicen: “ojalá hubiese pasado más tiempo en el trabajo” o “ojalá le hubiese dedicado más tiempo a Twitter”. Lo que te dicen es que le hubiesen dedicado más tiempo a las cosas que les gustan, que ojalá hubieran sido más valientes para lanzarse a hacer proyectos que tenían pensados o para pasar más tiempo con la familia y los amigos. El mensaje es: no esperes al final de la vida. Estas son las cosas importantes. Evidentemente, tienes que equilibrarlo con ganar dinero o ser un buen profesional, que también es muy importante. Pero, hay que intentar llevar una vida balanceada y minimizar el arrepentimiento.
-¿Qué te hace sentir vivo?
-Tengo la suerte de que tengo mucha libertad sobre mi tiempo y todo este proceso de aprender y divulgar me encanta. La actividad física, el deporte con los amigos, la naturaleza o las rutas de montaña son las cosas que llenan de contenido mi vida. Así que intento dedicarle todo el rato que puedo.
“Una vez que eres conocido te surgen muchas oportunidades muy jugosas, pero hay que saber rechazarlas persiguiendo un bien mayor que es más control de tu tiempo y de tu vida”
-¿Cómo asumes tú el paso del tiempo?
-No siempre es fácil, pero intento aplicar mis propias recomendaciones. Es un tema al que le dedico tiempo. Me queda un poco más de dos años para los cincuenta y estoy en ese punto en el que empiezas a hacerte las grandes preguntas. Siendo optimistas, entro en la segunda mitad de mi vida, y me pregunto: ¿cómo quiero vivir? La cosa va por intentar proyectarme al futuro y ver qué cosas voy a valorar. Tengo un equipo de fútbol que jugamos todas las semanas un par de veces y hay mucha gente que pensará que jugando a mi edad, me puedo lesionar. Y sí, es verdad, puede suceder, pero si me ocurre, ya veremos. Mientras pueda seguir haciéndolo, seguiré.
-¿Cuál es el principal diálogo que mantienes contigo mismo?
-Hay muchos niveles, pero ahora que soy más conocido y que surgen más oportunidades de negocio, proyectos o empresas, siempre tengo esa parte en que me digo: “ojo que esto está muy bien, pero ¡cuidado!, no te metas en cosas que perjudiquen tu estilo de vida”. Me gusta vivir tranquilo, no viajar demasiado, me gusta mi rutina. Ese equilibrio no es fácil porque una vez que eres conocido te surgen muchas oportunidades muy jugosas, pero hay que saber rechazarlas persiguiendo un bien mayor que es más control de tu tiempo y de tu vida. No es fácil, pero intento lograr ese equilibrio. Procuro mantenerme bastante centrado en lo que me gusta y no quiero mercantilizar mi tiempo y ni mi vida.
“Estoy muy contento con mi vida actual y quiero intentar mantener todo funcionando más o menos igual el mayor tiempo posible”
-¿Ayuda que hayas decidido mantener tu residencia en Asturias?
-Mucho. Tengo muy claro que el 80% de todo lo que se mueve es en Madrid o Barcelona y sé que si estuviese allí, tendría la tentación o el compromiso de ir a muchas más cosas. Estando en Asturias, la gente entiende que no puedes acudir a todas las cosas a las que te invitan. Es verdad que, en parte, está diseñado para generar un poco de distancia con el meollo del movimiento, aunque también te digo que aquí se están haciendo cada vez más cosas. Aquí está mi familia, mis amigos y este sitio me permite trabajar más el aislamiento. Me gusta esta vida más “ermitaña” de estar en mi sitio, estudiando, investigando, trabajando y no pasarme el día a día entre reuniones y proyectos. Yo soy más analítico, me apasiona investigar, sintetizar información, crear contenido y, de vez en cuando, tener esa conexión con la gente, pero no quiero que sea mí día a día. Me gusta mantener esa distancia.
-¿Te sientes orgulloso de la vida que has construido?
-Sí, al 100%. Por un lado por lanzarme y dedicarme a ello y, por otro, creo que, al final, he sido capaz de mantener esos valores y esos principios con los que nació el proyecto. Por supuesto que cometí errores y me llevé golpes por el camino, pero he sido capaz de ser fiel a la idea original y estoy orgulloso de lo que he creado. Si miro hacia delante, no tengo algo que diga qué es mi master plan para los próximos años. Digamos que estoy muy contento con mi situación actual, con los proyectos que se van dando de manera natural. Intento disfrutar del día a día. Dicen que como pasas cada día es como pasas tu vida, pues es esto. Quiero mantener esa autonomía que es fundamental para mí. Estoy muy contento con mi vida actual y quiero intentar mantener todo funcionando más o menos igual el mayor tiempo posible. No hay planes grandiosos.