Nos han repetido hasta la saciedad que la minería no es rentable. Que el minero es una figura del pasado que se resiste a desaparecer y perder unos supuestos privilegios. Que las subvenciones se han acabado, y la mina sin esas ayudas no tiene futuro.
A veces hay que ser un poco iluso para afrontar la realidad. Si encima uno se dedica a algo tan intangible como el sector cultural, ya sea de forma profesional o desinteresada, el tema roza la candidez.
Hay lugares comunes que apetecen, como el de la Asturias verde, la buena gastronomía, o el fresquito del verano mientras el resto de España aguanta la sensación de vivir en un horno pirolítico.
Bueno, pues ya está. Tras meses de precampaña, campaña, elecciones, reacciones a lo votado, pactos y reparto de cargos, los ayuntamientos asturianos ya están constituidos.
Asturias es verde, y más en el mes de mayo. Los paisajes desbordan y preparan esas postales idílicas que viene buscando el turismo, y que los autóctonos enseñamos con orgullo de tierrina.
El sector turístico en Asturias movió en 2014 más de mil quinientos millones de euros, un nada desdeñable 8,13% de la economía regional. Son las cuentas que baraja el Sistema de Información Turística de Asturias (SITA) en su informe anual y, aunque el resultado está aún lejos del 10% del PIB autonómico -cifra que maneja como objetivo el Gobierno del Principado- sí ha experimentado un interesante repunte.
Atrás ha quedado 2014. Empieza el año y con él, la necesidad de crear proyectos, de llenar este nuevo espacio con nuestros sueños, porque de otra manera el futuro aparecerá como un interrogante o una incertidumbre, no siempre positiva.