Con el principio de la temporada turística y los primeros rayos de sol, unos y otros empezamos a pensar en las vacaciones. Unos, porque disfrutarán de un tiempo de descanso, en mayor o menor medida. Otros, porque será su mejor temporada de trabajo y eso, en los tiempos que corren, supone unos ingresos nada desdeñables.
La crisis económica global ha desbaratado todo el sistema conocido. En las pequeñas economías ha reorganizado las prioridades y los valores; una vez se superen los temores primeros, devolverá un papel fundamental a la mesura, regresará el consumo razonable y volveremos a hablar de ahorro no como sinónimo de temor ante el futuro, sino como antónimo de despilfarro.
Parece que es cierto, por fin. Después de un invierno crudo como no se recuerda aparecen los primeros síntomas de que la climatología decide darnos un respiro. ¿Será cierto o todavía nos aguarda un abril bien pasado por agua, como manda el refranero?
Con una Semana Santa que se prevé blanca, los hoteleros y hosteleros calientan motores para remontar los últimos meses, que no han sido precisamente buenos en lo que a turismo se refiere. Tras superar la cuesta de enero y un febrero anodino en cifras, comienza la temporada turística “oficial”, y cada concejo, en su medida, cuenta con una agenda de actividades que empieza a verse poblada, tras unos meses de recogimiento.
El Xacobeo 2010 vuelve a lanzar un mensaje de espiritualidad al mundo. Peregrinos y viajeros de todos los rincones recorrerán una vez más los caminos que llevan a Santiago y se convertirán en los auténticos protagonistas de este evento que congrega a millones de personas en cada convocatoria.
Si se cumple el dicho popular, éste habría de ser un año de bienes, puesto que las nieves nos han acompañado para despedir el 2009 y estrenar el 2010. Asturias vestida entera de blanco brillante. Buenos augurios, pues, para este año que comienza, si hemos de fiarnos de una naturaleza que en esta tierra siempre ha sido generosa. No obstante, debemos tener en cuenta otros factores.
La cultura de un pueblo se gesta a fuego lento, inspirada en el movimiento fluido de las generaciones sucediéndose y superponiéndose a través de los siglos, compartiendo experiencia y transmitiéndose sus conocimientos.
El otoño, como siempre, es una incógnita. Entre el sol de verano y la nieve de invierno, combinamos las heladas mañaneras con esas camisetas de manga corta que aún nos resistimos a guardar en el fondo del armario. Otoño es tiempo de extremos, y nos movemos en ellos con una naturalidad pasmosa. Sandalias y paraguas: el prêt-à-porter asturiano.
Estamos ya acostumbrados a hablar de la coyuntura económica, término muy usado últimamente para definir una crisis galopante. Las palabras, a veces, toman vida propia, de tal modo que hasta el adjetivo empieza a sobrar y si uno nombra, normalmente en tono quejoso, “la coyuntura”, ya sabemos de que está hablando: de nada bueno.
Somos muchos los que pensamos que el año empieza en septiembre. Cierto es que el 31 de diciembre tomamos las uvas y brindamos con lo que se tercie, pero no deja de ser un rito más simbólico que otra cosa. Este mes el mundo se reincorpora al trabajo, tras un agosto que aunque haya sido laboral, pilla a casi todo el mundo con la cabeza en otro sitio. Los más afortunados habrán tenido sus días de asueto; los que no, tendrán que sacar fuerzas de flaqueza, porque septiembre este año viene fuerte.