¿Cómo sería el mundo si no se hubiese descubierto la corriente alterna? La civilización que conocemos debe mucho a Nikola Tesla y a todos sus inventos, desde la radio a las lámparas de bajo consumo o la transmisión inalámbrica de electricidad, entre otros muchos. A pesar de su genialidad fue olvidado por la historia y sigue siendo un personaje lleno de sombras que una exposición monográfica en la Fundación Telefónica (Madrid) trata de despejar.
El periodista ovetense Miguel Ángel Delgado lleva años compartiendo su fascinación por la figura de Nikola Tesla. Lo ha hecho mediante ensayos, conferencias, novelas de ficción -la última, Tesla y la conspiración de la luz, una apasionante lectura al estilo de los relatos de aventuras- y recientemente como comisario, junto con María Santoyo, de la exposición en el Espacio Fundación Telefónica. La muestra, que estará abierta hasta el 15 de febrero, pretende iluminar una figura fundamental para el desarrollo tecnológico de nuestro mundo pero a la vez tremendamente desconocida.
-¿Cómo llega a descubrir la figura del científico Nikola Tesla?
-Por casualidad, leyendo la novela de Paul Auster El palacio de la luna. En un momento dado un personaje cuenta la historia de un tal Nikola Tesla. Son apenas seis páginas hablando de un científico que vive en un barrio de Nueva York, que triunfa y cae en desgracia. Como Auster juega con la realidad y la ficción al acabar el libro no se llega a saber si todos los personajes que aparecen son reales o ficticios, de modo que me puse a buscar y fui descubriendo que efectivamente era un personaje real, por más que su biografía pareciera salida de la pluma de un novelista. Cuando me di cuenta había acumulado muchísima información y acabé preguntándome cómo pude tardar tanto en descubrirlo.
«Me gusta fantasear con la posibilidad de que dentro de cuarenta años haya algún científico español que quizá descubrió su vocación cuando era pequeño, viendo una exposición sobre Tesla. Si esto llegase a suceder, todo habrá merecido la pena»
-Pues lleva años desarrollando una labor de divulgación sobre este científico y su época.
-Nunca me planteé que iba a acabar escribiendo dos libros de ensayo sobre Nikola Tesla, una novela, y siendo comisario de una exposición en la Fundación Telefónica de Madrid. Sinceramente, si me lo dicen entonces no me lo hubiera creído.
A mí siempre me ha interesado la ciencia, y siempre he tenido especial interés por el cambio del siglo XIX al siglo XX. Creo que es una etapa de la historia en la que se produce una evolución del mundo de profundas consecuencias. Pero muchas veces el relato histórico de la época pasa de puntillas por la irrupción de la electricidad, a pesar de la transformación que supuso. Y si hay alguien que encarne todas las contradicciones de la época es desde luego Tesla.
-Y este año publica Tesla y la conspiración de la luz, con Destino. ¿Es que aún le quedaban cosas por decir?
-Efectivamente. Yo tenía muchas ganas de escribir ficción a partir de Tesla y toda la documentación que tenía de su época, que es un periodo realmente fascinante, el de Nueva York de finales del XIX y principios del XX. Lo había preparado de manera especialmente exhaustiva para el libro anterior, que se llamaba Firmado: Nikola Tesla (2012), una selección de artículos y de cartas que incluía en el epílogo una relación de personajes que me exigió un esfuerzo extra de documentación. Tenía muchas ganas de hacer algo con todo eso.
Lo más evidente habría sido novelar su vida, pues ya la había contado en los ensayos, en conferencias, en artículos. También lo hizo Jean Echenoz en su libro Relámpagos. Pero no era eso lo que más me apetecía. Y por otro lado llevaba mucho tiempo dándole vueltas a la idea de escribir una novela de aventuras como las que yo recordaba haber leído de joven, las que me iniciaron como lector. De la unión de ambas cosas acaba surgiendo Tesla y la conspiración de la luz.
«La economía norteamericana del siglo XIX era un estanque de tiburones y Edison demostró que era capaz de sobrevivir devorando antes de ser devorado. También Marconi, que hoy sabemos que pirateó varias patentes de Tesla»
-Hay personajes, como Thomas A. Edison o Marconi, que no salen bien parados en esas aventuras. ¿Se trata de una desmitificación de la versión oficial?
-Es mi modesta aportación para compensar la historia y cómo ha sido narrada. Edison ha sido elevado a unos altares en los que se le considera el genio absoluto, sobre todo en Estados Unidos fue y sigue siendo el modelo de lo que un hombre es capaz de hacer con su fuerza de voluntad. No vamos a convertirlo en lo peor de lo peor, pero tampoco fue ese personaje ejemplar que todos conocemos. Era un hombre que, con tal de mantener su cuota de negocio y el monopolio de sus tecnologías, era capaz de incurrir en prácticas, como mínimo, discutibles, y en algunos momentos rayanas en lo mafioso. Hablamos de una época de capitalismo absolutamente salvaje y sin normas, despiadado. La economía norteamericana del siglo XIX era un estanque de tiburones y Edison demostró que era capaz de sobrevivir devorando antes de ser devorado. También Marconi, que hoy sabemos que pirateó varias patentes de Tesla. La invención de la radio fue una labor muy colectiva, con mucha gente trabajando en todo el mundo, entre ellas Nikola Tesla. Esa es la razón porque la que Edison y Marconi son un poco los malos de la novela.
-¿Supone devolverle al genio de Tesla el reconocimiento que merece?
-No se puede atribuir el progreso solamente a una persona, pero hay que reconocer los méritos. Uno de los suyos es que casi ciento cincuenta años después, su sistema de generación y distribución de electricidad por corriente alterna sigue siendo el mismo que usamos en nuestro días. Se usan sus transformadores para permitir que la electricidad alimente todo lo que tenemos en casa. Sólo por eso ya debería ser una persona conocida en todo el mundo. Pero tampoco me interesa convertir a Tesla en un mártir. Creo que a veces por el afán de recuperarlo la gente se pasa de frenada. No podemos caer en lo mismo que se ha hecho con otros personajes y que criticamos.
–Pero hay más inventos que han perdurado, ¿cierto?
-Claro, por ejemplo otro invento que apenas ha variado en su esquema básico es el motor eléctrico de Tesla. Lo encontramos en una lavadora, un tren o un cepillo de dientes eléctrico. No es fácil encontrar ingenios que en ciento cincuenta años no cambien esencialmente. Si a todo esto añadimos sus patentes fundamentales de la radio y de la transmisión inalámbrica de electricidad, pioneras en el control remoto y la tecnología inalámbrica, tenemos el retrato de uno de los mayores genios de los últimos dos siglos en la historia de la tecnología.
-¿Y sus visiones sobre el futuro?
-Es algo característico de él. Tesla no piensa en inventar un aparato, comercializarlo y hacerse rico con él, sino que siempre piensa en términos de transformar el mundo. Tiene visiones del futuro. Y es eso mismo, que tan fascinante lo hace, lo que se vuelve en su contra porque habla de cosas que los inversores no entienden muy bien.
-¿Cómo habría cambiado el mundo si se hubiesen desarrollado las tecnologías de Tesla en su momento?
-Es que el mundo ya se transformó con las tecnologías de Tesla. Lo que ocurre es que en la segunda parte de su vida tuvo el sueño de un mundo inalámbrico y no pudo llevarlo a cabo. El imaginó una especie de wi-fi mundial, una red de torres que cubriría el planeta y distribuiría la electricidad de manera que todo funcionase sin tener que enchufarse. Pero cuando empezó a construir la primera torre le retiraron la financiación y nunca pudo llevarlo adelante.
-Si la electricidad circulase libremente la autonomía sería total…
-Claro. Todos los aparatos funcionarían sin estar enchufados. Se acabaría, por ejemplo, el principal inconveniente para los coches eléctricos, que siguen sin solucionar el problema de las baterías, igual hoy que hace cien años. Cuando Henry Ford se plantea el Ford T, su primera opción es que fuese eléctrico, la gasolina se pensó como una opción B.
-La palabra conspiración va unida a la leyenda de Tesla. ¿Existió realmente esa conspiración para que sus inventos no vieran la luz?
-No la hubo, pero porque no hizo falta. En la novela hago un poco de hincapié en ese tema como herramienta para crear la trama de ficción, pero lo cierto es que simplemente se aplicó la lógica empresarial. Por ejemplo J.P. Morgan, que estaba financiando la construcción de la primera torre, se encuentra con que Marconi consigue transmitir en Morse de manera inalámbrica con un coste mucho menor que el de Tesla. Además de eso, Morgan había invertido muchísimo dinero en las empresas mineras que extraían el cobre que se utilizó en la electrificación de EEUU, por lo que no interesaba un sistema inalámbrico y además gratuito. El proyecto de Tesla necesitaba una gran inversión, y Morgan no se la facilitó.
La recuperación de la figura de Nikola Tesla es un fenómeno contemporáneo que ha inspirado a creadores de ámbitos tan distintos como los videojuegos, el cine de animación, el rap, los graffitis, las performances, etc. Artistas, científicos, internautas, blogueros… contribuyen a preservar su memoria, convertido en un icono de la cultura actual.
-Tesla representa además la imagen romántica del científico maldito.
-Sí, tiene esa doble cara. Era el científico que soñaba con cambiar el mundo para mejorar la vida de la humanidad y a la vez era el que hablaba de construir armas brutales. Siempre tuvo problemas mentales, pero en los últimos años de su vida aumentaron. Hacía declaraciones cada vez más excéntricas, lo que acabó creando el cliché y la caricatura del científico loco. No deja de ser otra característica fascinante, y es que no hay un solo Tesla, sino varios que conviven en el mismo personaje.
-¿Cómo se ha planteado la exposición que se puede visitar en Madrid, en el Espacio Fundación Telefónica?
-Hemos pretendido dar una visión total de Tesla planteada para todo tipo de públicos: quien ya lo conocía, quien se acerca por primera vez y quien no sabe quién es, y por supuesto para todas las edades. Escapa de los criterios clásicos y trata de ser una exposición muy didáctica, con reproducciones de sus inventos y explicaciones de su funcionamiento, con una visión globalizadora, más allá del inventor.
-Y está resultando un gran éxito de publico. ¿Inesperado?
-Realmente, ver colas de horas de espera los fines de semana para entrar a verlo ha superado todas nuestras previsiones. Yo sabía que el tema despertaba interés, pero no contábamos con esto. A pesar de ser un gran desconocido es capaz de atraer a miles de personas. Otra maravillosa contradicción del personaje.
-Cuanto más se le conoce, más fascinante resulta.
-Tenemos visitas de colegios prácticamente todos los días y los niños se quedan alucinados con el personaje. Me gusta fantasear con la posibilidad de que dentro de cuarenta años haya algún científico español que quizá descubrió su vocación cuando era pequeño, viendo una exposición sobre Tesla. Si esto llegase a suceder, todo habrá merecido la pena.
Hasta el 15 de febrero se puede visitar la exposición «Nikola Tesla: suyo es el futuro», en el Espacio Fundación Telefónica, en la Gran Vía de Madrid. Es la más completa que se haya organizado y muestra por primera vez objetos personales del inventor, así como un recorrido por el espacio y el tiempo de Tesla: el Imperio austrohúngaro, el Nueva York de los primeros rascacielos, los laboratorios, las habitaciones de hotel, el tránsito de la genialidad a la locura. La muestra se completa con un ciclo de talleres y numerosas actividades paralelas: proyecciones, teatro, presencia en la cultura pop…