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viernes 22, noviembre 2024

Claridad en los argumentos ambientales. Víctor Vázquez, ex-director de Recursos Naturales del Principado de Asturias

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Quien le conoce sabe que sus palabras son siempre directas y claras, por ello recientemente este biólogo asturiano ha recibido el premio Libertad de Expresión del periódico La Voz de Occidente.

Víctor Vázquez es miembro del Real Instituto de Estudios Asturianos. Su actividad profesional ha estado siempre ligada a la Administración regional, ostentando durante varios años el cargo de Director General de Recursos Naturales del Principado de Asturias.

-En Navia ha recibido el premio Libertad de Expresión ‘por su valentía, la claridad y la elegancia en la manera de exponer con contundencia y sin temor alguno la realidad asturiana’. ¿Qué le supone este galardón?
-Yo fui el primer sorprendido cuando me lo comunicaron. Reflexiono mucho y siempre me ha gustado decir las cosas como las pienso, soy muy socarrón y muy directo. Aún así me sorprendió, y al mismo tiempo me entristeció porque en pleno siglo XXI en Europa occidental tener que andar otorgando premios a la libertad de expresión parece un contrasentido cuando en teoría somos la entrañable y vieja Europa; y además, tenemos problemas en el mundo, problemas como los del pueblo saharaui, donde se mata a la gente por expresarse, o los problemas que está habiendo en China, que no dejó venir al premio Nobel. Así que por un lado tuve una sensación de tristeza, y por otro lado de alegría.
-Ha sido, entre otros cargos, Director general de Recursos Naturales del Principado de Asturias. ¿Qué le ha aportado esta experiencia?
-Para mí fue una etapa absolutamente dinámica. Veníamos de un gobierno que había tenido muchos problemas internos y había que recomponer lo que se había quedado anclado. Fue la etapa más enriquecedora de mi vida profesional, aunque ahora sigo siendo funcionario y sigo trabajando en la administración.
-Hay un plan especial de espacios libres en el centro de Asturias que pretende extender el alcance del Parque Natural de Redes, también se quiere ampliar el paisaje protegido de la Sierra del Aramo y declarar un nuevo espacio protegido en Cabrales. ¿Cree que la opinión pública asimila todas estas figuras de protección?
-Creo que hay muchísima confusión con todo esto. Se llama parque a cualquier cosa, parque periurbano, parque de aparcar los coches, parque playa, etc. y al final la gente confunde lo que es un parque nacional, máximo exponente de la protección en todos los países, con todo este batiburrillo de cosas que vienen unas desde el urbanismo, otras desde la ordenación del territorio, etc., y que confunden mucho a la gente. Habría que velar por mantener con mucha claridad lo que son las cosas. El proyecto que yo leí sobre la ampliación de Redes creo que venía desde el ámbito del urbanismo y no converge con lo otro, o por lo menos no converge con mi idea de lo otro, que creo que es la que está plasmada en los documentos legales por los que se tienen que mover los gobiernos.

“Tanta proliferación de aerogeneradores a cambio de nada tampoco me parece correcta. Si vamos a seguir por esas vías, yo sería partidario de compensar con otras cosas”

-Una gran parte del territorio asturiano está declarado Lugar de Interés Comunitario (LIC) lo cual conlleva importantes restricciones. ¿Nos arriesgamos a la sobreprotección?
-Estamos hablando de varios niveles de protección. Los LIC (Lugares de Importancia Comunitaria) y las ZEPAS (Zonas Especiales de Protección para las Aves) proceden de la Unión Europea y conforman lo que se llama la Red Natura 2000. Implican unas exigencias y unos compromisos de los Estados miembros de tener una serie de territorios protegidos. No está mal a priori pensar en una red europea de conservación de la biodiversidad.
El tema de las restricciones hay que verlo en su justa medida, porque en un Estado de derecho todos estamos sometidos a todo tipo de “restricciones”. Yo siempre digo que en la bañera de mi casa, en un piso urbano, yo no puedo tener una central nuclear. La gente piensa que por estar en un LIC no puede construir lo que le apetezca o destruir lo que quiera o talar los árboles. No, no puede, pero porque eso ya está reflejado en las leyes de montes y las normas urbanísticas. Esto hay que verlo al revés: por mantener una biodiversidad vamos a obtener recursos directos o indirectos.
De hecho leía todavía el otro día una entrevista del Consejero de Medio Rural donde se aclaraba que la nueva Política Agraria Comunitaria tiende a conceder ayudas a los lugares conservados de la Red Natura 2000. También leí que la media que percibe un ganadero de Somiedo de ayudas directas por el simple hecho de estar allí supera al año los catorce mil euros, ya me gustaría a mí que por el hecho de vivir en una ciudad como Oviedo a todos los habitantes nos diesen catorce mil euros al año. Entonces, esto de las restricciones no es exactamente como la gente lo quiere transmitir.
-Nuestro medio rural se está despoblando. ¿Las figuras de protección ayudan a fijar población en los territorios?
-Es difícil de contestar. Tenemos un medio rural que obedece a un esquema social antiquísimo, con unos sistemas de explotación del territorio muy antiguos y muy duros que no se van a poder perpetuar. No podemos pensar que los campesinos asturianos tengan que vivir como en la época de los monasterios, segando a guadaña aquellos prados empinados, atados con una cuerda para no caer. Podemos fijar población en espacios protegidos, sí, pero la justa. Somiedo a principios del siglo XX tenía más de cinco mil habitantes, cinco veces más que ahora, pero la gente vivía en cabañas en el monte, en cuadras infectas, etc. ¿Queremos eso? Yo creo que no. ¿Desde dónde tenemos que explotar el territorio? Pues desde lugares donde la gente pueda vivir dignamente.
No podemos pensar que va a haber maestros, bibliotecas, centros de salud en poblaciones de cinco habitantes. Si queremos conservar el territorio, lo que tenemos que fijar -más que la población- es la actividad humana y la actividad humana con las carreteras que hay se puede ejercer viviendo a veinte kilómetros.
-Tras largas y complicadas negociaciones el gobierno central ha firmado con Asturias, Cantabria y Castilla y León el traspaso de la gestión del Parque Nacional de los Picos de Europa. ¿Cuál es su valoración de esta transferencia?
-El Parque Nacional de los Picos de Europa quedó sometido a una famosa sentencia del Supremo donde decía que la gestión de los parques nacionales estaba en el ámbito de las comunidades autónomas. Eso fue motivado por un largo proceso de intentos del Estado de modificar las leyes básicas invadiendo las competencias de las comunidades autónomas hasta que alguien dijo basta. En mi opinión fue un craso error porque los parques nacionales tendrían que ser lo que un Estado ofrece como lo mejor de su naturaleza. Algunos parques nacionales ya transferidos están sumidos en las redes de las comunidades autónomas y prácticamente desaparecidos como algo que ofrece el Estado al mundo. En nuestro caso la cosa se complica porque la gestión del Parque de Picos de Europa estaba compartida por tres comunidades autónomas más el Estado. Yo no conozco los documentos que se hicieron para hacer las transferencias, y sólo puedo opinar dos cosas: una, que se ha tardado mucho tiempo, y dos, que si se creó un Consorcio para esa gestión no entiendo que cada año al frente del Consorcio se coloque un técnico distinto. Eso parece indicar que las comunidades autónomas no quieren perder su parte del pastel y dicen “cada año mando yo”. A mí me da mucho miedo que ese Consorcio no pueda funcionar por sí mismo y que sea rehén de cualquiera de las partes.
-Hace algunos meses en un artículo publicado en un diario regional criticaba la conciencia ecológica que manifestaban algunos políticos y técnicos asturianos en determinadas declaraciones con carácter ambiental…
-Sí, a las cosas hay que llamarlas por su nombre. Yo creo que el medio ambiente se está utilizando de forma bastante torticera. El otro día una consejera de gobierno decía en la Junta General del Principado que no podía abordar reformas o reparaciones en el prerrománico asturiano, que había una “falta de disponibilidad medioambiental”. No sé si quiere decir que tiene que hacer un estudio para ver si puede intervenir en Santa María del Naranco o en San Miguel de Lillo, pero a las cosas hay que llamarlas por su nombre. No vale usar argumentos ambientales para justificar chapuzas, ni lo contrario, ningunear lo que es bueno para hacer lo que les dé la gana.

“Algunos parques nacionales ya transferidos están sumidos en las redes de las comunidades autónomas y prácticamente desaparecidos como algo que ofrece el Estado al mundo”

-Las montañas del occidente asturiano se están llenando de aerogeneradores ¿Es un mal necesario? ¿Cómo combinar la sostenibilidad con el impacto visual y paisajístico que genera?
-Yo tengo sentimientos encontrados con este tipo de cosas. Recuerdo la última vez que fui por la sierra de Tineo y me asusté porque todos los cordales estaban llenos de molinillos y el ruido ambiente ya era ensordecedor. Ahora mismo casi prefería que no siguiesen aumentando y que se buscasen soluciones a esos otros temas que tenemos todavía pendientes de las centrales de gas, de carbón, las hidroeléctricas que hay en los ríos y sobre todo que sepamos hasta dónde vamos a crecer. Hay instalaciones que serán rentables para las compañías pero que no son rentables en términos sociales para Asturias. Habría que compensar tanto molinillo quitando otras cosas, como el embalse de Arbón, que prácticamente no sirve para nada y que permitiría recuperar treinta y pico kilómetros de cauce del río Navia y devolverlo a las condiciones naturales que perdió en los años cuarenta del siglo pasado. Tanta proliferación a cambio de nada tampoco me parece correcta.
-¿Se vende bien nuestra región al turismo?
-A mí me da miedo siempre que se habla de producto, de vender o comprar. Cuando conseguimos la primera declaración de Reserva de la Biosfera en Asturias alguien dijo: “habéis hecho un producto turístico” y a mí “se me pusieron los pelos como escarpias”.
Desde mi punto de vista hace falta un cambio en los flujos turísticos. Yo siempre abogué por el turismo más ordenado, guiado hacia una cosa determinada, y no por un modelo de abrir las puertas y el que quiera que venga. Si por ejemplo a un lugar como Muniellos no somos capaces de atraer a los investigadores que estarían deseando conocerlo, es que no tenemos ni idea de turismo.
Los congresos, las reuniones, los seminarios, las excursiones, todo eso genera actividad. Y cuando se genera actividad siempre habrá quien vuelva y quien se quiera instalar. Aquí vendemos la imagen de ‘tú vienes y miras’, no la de ‘tú vienes y haces algo’, estudias, discutes con tus compañeros profesionales, publicas tus artículos científicos, sacas tus conclusiones, etc. Yo creo que eso es lo que nos falta.

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