Difícilmente podría imaginar en su etapa de universitario en Oviedo que acabaría investigando la salud poblacional de doce países del mundo. Y que además lo haría desde el otro lado del charco. La vida da muchas vueltas, pero siempre recompensa a quien lucha con tesón por sus convicciones. Es el caso de Usama Bilal, el investigador gijonés que desde la Universidad de Drexel, en Filadelfia, aborda en una primera entrevista cómo la salud está condicionada por la sociedad y las decisiones que esta toma.
Una oportuna beca de la Fundación La Caixa en 2012 le abrió las puertas para trabajar en EE.UU. como profesor e investigador. La puntilla llegó en 2018 con el prestigioso ‘Early Independence’, un premio de dos millones de dólares que concede el National Institutes of Health de los Estados Unidos y que le está permitiendo llevar a cabo su investigación. Según el asturiano, en las grandes ciudades confluyen una serie de ingredientes que son determinantes en la salud, de ahí que el estudio contemple factores como la contaminación, el poder adquisitivo, la criminalidad, la vivienda o el número de contactos sociales, entre otros datos.
Examinando los patrones de salud de un total de 750 ciudades de más de 100.000 habitantes (de EE.UU. y once países latinoamericanos) el científico demuestra el grado de desigualdad social en salud y cómo el lugar donde vivas puede ser incluso más determinante que la propia genética.
-¿Qué le llevó a ser epidemiólogo, en vez de elegir cualquier otra rama científica?
-Una combinación de diferentes aspectos. Lo principal fue ver que las raíces de muchas enfermedades se encuentran en las condiciones sociales en las que vivimos, y que para mejorar la salud de la población era también necesaria gente que se centrase en los grandes patrones, no solo en ver la enfermedad de persona en persona.
“La salud está socialmente determinada, al final depende poco de lo que hagamos médicamente, y mucho de dónde vivamos y de las oportunidades que se nos confieran”
-Cuénteme cómo un joven investigador asturiano ha llegado a recibir dos millones de dólares de financiación para un proyecto innovador en el sistema sanitario de EE.UU.
-¡Con mucha paciencia y perseverancia! Como todo en la ciencia, esto lleva un largo camino de pedir becas y no recibirlas. Muchas. De desánimos con cada rechazo en una beca para irse fuera, de falta de oportunidades en casa, de rechazos en proyectos, etc. La perseverancia, al final, acaba siendo lo más importante.
-¿Cuáles son y siguen siendo sus pilares, los que marcan su norte para conseguir llegar a donde ha llegado?
-Toda mi investigación se vertebra alrededor de la equidad y de la igualdad entre personas, sin depender de su origen, color de piel, género, etc. Pero también se vertebra acerca de ser consciente de que en la manera en que la sociedad funciona en estos momentos, esa igualdad no está garantizada en absoluto, y que son necesarias acciones (políticas públicas) que compensen esas desigualdades.
“Toda mi investigación se vertebra alrededor de la equidad y de la igualdad entre personas, sin depender de su origen, color de piel, género, etc.”
-Aunque usted es natural de Gijón, su nombre indica que detrás hay al menos otra cultura. ¿Cuáles son las raíces de Usama Bilal?
-Mis raíces más inmediatas están en el Natahoyo en Gijón, donde nací, fui al colegio (CP Santa Olaya) y viví hasta irme a trabajar a Madrid. Las raíces un poco más lejanas son una mezcla de Candás y Siria.
-¿En qué consiste su proyecto y en qué fase se encuentra? ¿En qué medida pueda conducir a una sociedad mejor?
-Ahora mismo trabajo en varios proyectos, todos relacionados entre sí. La idea principal entre todos ellos es describir el grado de desigualdad social en salud que hay en ciudades de muchas partes del mundo, incluyendo Estados Unidos, América Latina y España. La idea es proveer de esta cuantificación para que podamos entender que la salud está socialmente determinada, que al final depende poco de lo que hagamos médicamente, y mucho de dónde vivamos y de las oportunidades que se nos confieran.
-¿Hasta qué punto nos condiciona el lugar donde vivimos? ¿Es verdad que las ciudades nos enferman?
-El entorno en el que nacemos, vivimos, crecemos, etc. es fundamental para condicionar nuestra salud. Tanto los aspectos sociales (riqueza del hogar donde uno vive, riqueza del barrio, etc.) o físicos (infraestructura, contaminación, etc.) acaban siendo factores fundamentales en determinar cuánto viviremos y cómo de sanos estaremos.
Las zonas más ricas suelen tener mejores servicios, y la gente que vive en ellas suele tener más recursos, lo que suele llevar a poder permitirse ciertas cosas (por ejemplo, una dieta más saludable o un trabajo menos peligroso) que benefician a su salud. Por otro lado, hay un factor más físico y tangible. Si uno vive en una zona con mucha contaminación ambiental, va a sufrir sus efectos. Y al final está la intersección entre ambos puntos, social y físico: generalmente la gente de menos recursos tiende a acabar viviendo, porque es donde se pueden permitir vivir, en zonas más contaminadas.
“Generalmente la gente de menos recursos tiende a acabar viviendo en zonas más contaminadas porque es donde se pueden permitir vivir”
-¿Cómo deberían ser las ciudades del futuro? ¿A qué podemos aspirar?
-Las ciudades del futuro no se pueden olvidar de que necesitan un planeta donde estar situadas. Es decir, no pueden olvidarse de la sustentabilidad, especialmente porque son lugares donde esa sustentabilidad está más amenazada, pero donde más oportunidades hay para mejorarla.
Por ejemplo, tenemos ciudades llenas de coches (¡y aquí a este lado del Atlántico más aún!). Esto supone una amenaza en temas de emisiones de CO2, que conllevan el calentamiento global, que al final acaban causando desastres naturales (con sus consecuencias en salud) y, entre otras muchas cosas, que ciertos vectores de enfermedades (como los mosquitos) cada vez expandan su territorio más. Estos coches también causan contaminación, que afecta directamente a nuestra salud. También causan accidentes de tráfico, con las obvias consecuencias. Etc., etc., etc.
Las ciudades del futuro tendrán muchísimos menos coches, pero solo ocurrirá si hay acciones que lleven a ello. Expansión del transporte público, por ejemplo. Planes urbanísticos más densos, para que la gente tenga que recorrer menos distancias. Esto también hará que las zonas rurales, donde estas acciones son mucho más difíciles de tomar (por la baja densidad), puedan seguir teniendo accesibilidad y no se queden aisladas.
-¿En qué medida la influencia de dónde vivimos es superior a lo que heredamos en nuestros genes?
-¡Mucha! Mi ejemplo favorito es la estatura. Se suele pensar que la estatura es algo que viene determinado genéticamente y ya está. Si tus padres son altos, tú serás alto, y viceversa, fin de la historia. Pero hay mucho más detrás de eso. La estatura es uno de los mejores marcadores de condiciones sociales y nutrición durante la infancia. Por ejemplo, hay varias investigaciones aquí en USA y América Latina que comparan adolescentes que nacieron y crecieron en Guatemala con adolescentes de origen guatemalteco que nacieron y crecieron en USA (con un aporte calórico muchísimo mayor). Las diferencias en estatura tras la adolescencia son enormes. ¿Dónde se quedan los genes? En lo individual. Es decir: si tus padres son altos o bajos, tú tendrás más probabilidad de ser alto o bajo; pero que una población sea más baja que otra, tiene también mucho que ver con los condicionantes sociales.
-¿Su investigación es también una llamada a ver las consecuencias en materia de salud de una concepción individualista frente a una concepción de grupo, de población?
-Exactamente. El punto principal es entender que lo que enferma a las poblaciones (que es al final a lo que nos dedicamos en salud pública) puede ser diferente de lo que enferma a los individuos. Lo que hace que una persona fume o no fume es diferente a lo que hace que un grupo de población fume más que otro.
“El punto principal es entender que lo que enferma a las poblaciones puede ser diferente de lo que enferma a los individuos”
-Se echa la culpa a los individuos porque no se alimentan o cuidan correctamente, a los padres, por ejemplo, si sus hijos son obesos… pero ¿en qué medida es la sociedad la que tiene que asumir parte de la responsabilidad?
-Pues mucha, dado que vivimos en esa sociedad, y esa sociedad limita lo que podemos hacer, y favorece otras cosas que cree que podemos hacer. Por ejemplo, pone de manera barata y muy disponible ciertas comidas (ultra procesados) que son claramente nocivas, porque tienen un rendimiento económico mucho mayor. También permitimos que ocupen enormes franjas horarias de anuncios, que su publicidad forme parte de películas y series, etc.
“La sociedad pone de manera barata y muy disponible ciertas comidas (ultra procesados) que son claramente nocivas, porque tienen un rendimiento económico mucho mayor”
-¿Qué nos está enseñando el coronavirus sobre la importancia del enfoque poblacional sobre el individual?
-Que entender la salud a nivel poblacional es muy necesario. Con las enfermedades infecciosas es más fácil de entender: lo que hace una persona afecta a otras. Lo que hace una sociedad afecta a todos sus miembros. Si decidimos que se cierran parques infantiles y se abren casas de apuestas (como ocurrió en algunos momentos), le estamos mandando a cada individuo un mensaje, como sociedad, que va en contra de la salud de todos. Y esto solo lo podemos entender si entendemos que la salud y las decisiones sobre ella están socialmente determinadas.
-¿El individualismo en materia sanitaria acaba mercantilizando la salud?
-Si hacemos entender que la salud que uno tenga va a depender únicamente de las acciones que uno tome, acabamos dando el mensaje de que la salud es otro bien de consumo que podemos comprar (y vender). Como tal, se vuelve algo totalmente mercantil. No olvidemos que tener un sistema sanitario universal, de financiación mayoritariamente pública, y gratuito en el punto de atención, no es la panacea ante esto. Mientras la vivienda, alimentación, agua, etc., sigan siendo bienes de consumo, la salud seguirá mercantilizada.
(La semana que viene publicaremos la segunda parte de la entrevista. ¡No os la perdais!)