El reconocimiento de Patrimonio de la Humanidad por parte de la UNESCO a los Caminos del Norte ha supuesto un innegable aumento de la importancia de Asturias en el Camino de Santiago. Una de las rutas más transitadas es la variante costera, que recorre la comunidad de punta a punta.
El Camino de la Costa llega a Asturias desde Unquera, en Cantabria, y abandona la región por Vegadeo, en su vertiente más tradicional. Entre uno y otro, algo menos de trescientos kilómetros que cada uno se organiza a su conveniencia, en una media de diez/once etapas a pie, que se pueden hacer también en bicicleta, a caballo…
Los motivos para recorrer el Camino son muchos: religiosos, por supuesto, pero también personales, culturales, turísticos, deportivos, o de simple ocio. El Camino pone a prueba la resistencia física y mental, forja nuevas y antiguas relaciones, y sobre todo permite conocer el terreno, disfrutando de la hospitalidad local de forma más intensa que cualquier otro modo. El Camino es una experiencia que se recuerda toda la vida, e incluso es habitual encontrar peregrinos reincidentes, que buscan repetir las sensaciones o llegar a Santiago por nuevas rutas.
El Camino es, además, fuente de riqueza para la zona. En los peores años de la crisis, mientras todos los demás recursos turísticos bajaban, los albergues mantuvieron las cifras de ocupación, que con el impulso del Patrimonio de la Humanidad se han disparado. Cada vez hay más peregrinos, y cada vez más internacionales. En el caso de esta ruta costera, buscan una vertiente que todavía no está masificada, que no cuenta con grandes desniveles y que promete un clima más benigno que el multitudinario Camino Francés, especialmente en verano. En las villas y pueblos hace tiempo ya que se han dado cuenta de este potencial, y comienzan a surgir nuevas iniciativas que dan servicio a los caminantes y revitalizan el entorno, especialmente en las zonas rurales. Desde la parte institucional, Asturias preside el grupo de trabajo creado por el Consejo Jacobeo para dinamizar los Caminos del Norte hasta 2021. En septiembre se espera la presentación de un plan especial por parte del Principado, que defina el desarrollo de las líneas de trabajo básicas.
En lo que hay consenso es que aún no se ha sacado, ni de lejos, todo el partido posible a este increíble recurso. Hay mucho que mostrarle al visitante para que se enamore de esta tierra, contando además con otra característica añadida: el Camino es duro, y el final de etapa suele ser para descansar o para relajarse en el entorno más cercano; pero el potencial turístico de la zona es evidente, y el peregrino suele tomar nota de lo que le gusta. De vuelta a casa, hace una impagable publicidad boca a oreja y si puede, vuelve para disfrutarlo con calma, con la familia o los amigos.
- Etapa 1: Unquera (Cantabria) – Llanes. 25,1 km
- Etapa 2: Llanes – San Esteban de Leces. 33,9 km
- Etapa 3: San Esteban de Leces – Sebrayo. 27,8 km
- Etapa 4: Sebrayo – Gijón. 34,3 km
- Etapa 5: Gijón – Avilés. 22,7 km
- Etapa 6: Avilés – Soto de Luiña. 38 km
- Etapa 7: Soto de Luiña – Cadavedo. 23,9 km
- Etapa 8: Cadavedo – Luarca. 16,3 km
- Etapa 9: Luarca – La Caridad. 29,3 km
- Etapa 10: La Caridad – Galicia (según variante). 22,3 km
-¿Cómo fue la experiencia?
-Muy enriquecedora. Recuerdo que en ese momento decidimos involucrarnos al máximo en este proyecto porque era lanzar el Camino del Norte a una promoción internacional cuya repercusión, aún hoy, cinco años después, se ha traducido en un aumento de peregrinos constante. Coordinar una acción de tal envergadura con el resto de las comunidades autónomas del norte no fue fácil pero todos estábamos convencidos del potencial de este itinerario cultural y el compromiso de todos por sacarlo adelante quedó patente. En plena eclosión de la crisis económica, sustituimos la falta de recursos con ilusión, ganas, empuje, solidaridad entre instituciones… aquella iniciativa fue fantástica y se produjo la comunión entre las comunidades autónomas y los pueblos del norte.
-¿Qué supuso aquel viaje a la hora de conseguir el reconocimiento de la UNESCO, tanto para vertebrar la candidatura como para darle visibilidad?
-Pues, como usted dice, sirvió para vertebrar la candidatura. No hablábamos de un camino sin vida, muerto, cerrado al presente. Hablábamos de hacer visible el Camino del Norte, los pueblos del norte, hablábamos de recopilar en una experiencia visual (que tomó forma en aquel dosier que se presentó en la Unesco) y vital (a través de una experiencia llena de emotividad y espiritualidad para quienes tomamos parte) de la cultura de los pueblos del norte y lo que nos une: el mar. Hablábamos de mostrar al mundo nuestro camino de Santiago. El original. Aquel que fomentó el Rey Asturiano Alfonso II el Casto allá por el siglo IX. Decidíamos dar un abrazo fraternal a nuestro patrimonio común. Por eso salió bien aquel proyecto, el compromiso era total y los cimientos se habían hecho sólidos desde muchos siglos atrás.
-Cinco años después, ¿cuál es el balance del impacto del Camino de Santiago?
-Creo que aquella promoción nos sirvió a los pueblos que tomamos parte para darle la importancia que tenía recuperar y promocionar el Camino Norte, menos saturado que el francés y más rico en lenguas, culturas y paisajes. Aquella repercusión mediática nos sirvió para generalizar la consciencia en torno a la adecuación del Camino, especialmente en las zonas rurales. Supuso un incremento de peregrinos del 20% desde el año 2011 y es un incremento que no ha dejado de crecer, especialmente en cuanto al número de peregrinos extranjeros. El aumento de turistas tampoco ha dejado de crecer en nuestro concejo y estoy convencido de que el Camino tiene mucho que ver en eso.
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