Se les considera los pioneros del post folk asturiano y han creado un camino propio en el que la tradición sigue presente, pero en constante evolución. Los directos de L-R convencen porque su música es un diálogo sincero que trasciende los escenarios.
La L del grupo es la historiadora del arte Leticia González, también conocida como Leticia Baselgas, en un guiño al pueblo de sus raíces. Es la voz del dúo y una percusionista que ha llevado la pandereta mucho más allá de los clichés clásicos de la narrativa musical tradicional.
La otra mitad de L-R es Rubén Bada, un músico de formación clásica de largo recorrido en la escena folk asturiana, que cuenta con un premio “Amas” como mejor instrumentista. Violinista y guitarrista, ha sido parte de grupos tan conocidos como Xéliba, Corquieu, Dixebra o N’Arba y sigue colaborando con diferentes formaciones además de su dedicación a L-R.
La confluencia de ambos músicos dio lugar en 2015 al dúo L-R, que -como explica Leticia- “no es el típico grupo que separa vida y trabajo, en nuestro caso va todo junto”. Viven y re-interpretan la música tradicional asturiana fusionando instrumentos tan diferentes como la pandereta y la guitarra eléctrica. Una apuesta diferente que ha roto moldes y que pronto sorprenderá con un nuevo trabajo del que ya podemos escuchar tres singles en plataformas digitales.
“Cuando empezamos nuestros debates siempre eran sobre la tradición, sobre la música del pueblo, la que sale de la tierra, y siempre llegábamos a la misma conclusión: que este tipo de música no tiene por qué asociarse al concepto tradición, sino más bien a lo popular, a algo que es de todos”
-Leticia, estáis a punto de sacar vuestro tercer disco, ¿cómo ha sido el recorrido para llegar a él?
-Cuando empezamos a experimentar con la música, nuestros debates siempre eran sobre la tradición, sobre la música del pueblo, la que sale de la tierra, y siempre llegábamos a la misma conclusión: que este tipo de música no tiene por qué asociarse al concepto tradición, sino más bien a lo popular, a algo que es de todos.
Rubén siempre dice que es una música que va al ritmo de la vida de la gente que trabaja la tierra, y que de un pastor del Kilimanjaro salen los mismos sonidos que de un pastor del Cuera. Empezamos por ahí y fue cuando creamos el primer disco post-folk-asturianu. Fueron años de experimentación con un primer disco más intuitivo, que salía abruptamente por un impulso natural que sentíamos. Teníamos la necesidad de buscar una voz propia, una voz peculiar que ya desarrollamos con el primer trabajo.
En el segundo, en N.O.S., Rubén se lesionó y estuvo sin tocar casi un verano, con lo cual ese trabajo fue más pensado y meditado, tiene mucha más reflexión.
Y en este, aunque ya sacamos tres singles, he de decir que estamos en una especie de work in progress; es un proyecto que parece que no tiene un principio y tampoco un fin. Estamos todo el tiempo trabajando en él, porque es algo que es parte de nosotros mismos.
“El tercer disco está en constante movimiento y seguro que va a sorprender, aunque va a seguir sonando a L-R. Va a ser el retrato de nuestra evolución como personas dentro de nuestro día a día, y también de nuestra relación con la música”
-¿Tenéis fecha para que vea la luz?
-La idea inicial es sacarlo a lo largo de octubre o principios de noviembre, pero no tenemos una fecha cerrada, estamos trabajando en ello. Realmente no tenemos prisa, es un proceso bastante abierto, vamos pasín a pasín y hasta que no vemos que la cosa funciona, no la cerramos.
-¿Será un sonido diferente al que nos tenéis acostumbrados?
-Lo que está saliendo, y que saldrá enseguida, va a sonar distinto a todo lo que tenemos. Está en constante movimiento, no es algo inmóvil, y seguro que va a sorprender, aunque va a seguir sonando a L-R. Va a ser el retrato de nuestra evolución como personas dentro de nuestro día a día, y también de nuestra relación con la música.
La gente se va a encontrar distintos matices en la música, distintas peculiaridades que están dentro de las músicas populares de raíz, pero totalmente pasadas por nuestro filtro y no va a parecerse ni al primer trabajo, ni al segundo.
A lo largo de este año surgieron ciertas ideas y conceptos que no habíamos abordado. Estábamos otra vez absorbiendo muchísima energía de músicas y sonidos que nos rodean y necesitábamos seguir avanzando, así que ahora estamos en el estudio trabajando otra vez de esa manera impulsiva de la que hablaba al principio. Es como una especie de rueda. Revisamos lo que estamos haciendo y nos estamos dando cuenta que nos lleva hacia el principio, hasta la voz de dos músicos que -a pesar de trabajar siempre en la música asturiana- tienen dos voces muy distintas que al final acaban confluyendo. Ahora, con nuestra propia voz, regresamos a esto que nos gusta que es seguir contando, pero desde todo lo que vamos aprendiendo.
-Suena a un proceso caótico e interno.
-No es caótico porque, aunque pueda ser algo muy pulsional, es también muy pensado, muy trabajado. Nos pusimos a prueba y la pregunta que siempre nos hacemos es ¿cómo darle otra vuelta de tuerca y cómo trabajar en nuestra propia forma de contarlo?
Nosotros no seguimos en base a lo que es tendencia, si no en base al camín que empezamos y que nos lleva a hacer cosas cada vez más distintas y tal vez más interiorizadas, más de verdad. Es un ejercicio de honestidad, siempre lo hicimos así y lo seguiremos haciendo.
-¿Desde el principio L-R fue una apuesta valiente?
-Sí, los primeros pasos fueron los de dos personas que llevábamos tropecientos años trabajando en la música, pero cada uno en su vida. Rubén llevaba más de veinte años dándole y con todos los grupos de música asturiana que te puedas imaginar. Yo venía del mundo del baile tradicional y de una percusión más ortodoxa. Al principio, lo echamos a andar sin saber qué reacción iba a haber, aunque tampoco pensábamos mucho en los resultados. Fue una decisión valiente porque íbamos siguiendo nuestros propios impulsos y nuestras propias ideas, y al final salían cosas distintas a lo que normalmente se suele escuchar. En esa dinámica seguimos, porque es la que más nos ayuda a seguir creando.
“Nosotros no seguimos en base a lo que es tendencia, si no en base al camín que empezamos y que nos lleva a hacer cosas cada vez más distintas y tal vez más interiorizadas, más de verdad”
-Vuestra música ha roto moldes y le ha dado un aire diferente a la música tradicional. En este proceso de transformación ¿qué ajustes tuvisteis que ir haciendo en vosotros mismos?
-Rubén lo tenía más claro porque llevaba muchísimos años trabajando para la música y es una persona que entiende muy bien el diálogo entre los músicos, su aportación y cómo dialogan con el de enfrente. En mi caso, yo venía del mundo de los grupos de baile y los grupos de investigación etnográfica, en el que te enseñan con un afán recreacionista y en el que tú sólo te consideras un catalizador que de manera ortodoxa describe cómo es la voz del pueblo. Pero un gran músico me dijo al empezar a trabajar en todo esto: “la música sólo es música y hay que trabajar dentro de ese aspecto”. Entonces me di cuenta que no debía sacralizar la pandereta porque, al igual que la música en general, era una herramienta para contar nuestra propia historia. Llegué a la conclusión de que ya era hora de poder coger el instrumento y mi voz y poder contar desde mi experiencia todo lo que yo era a través de esa herencia que nos viene de antes. Fue un paso importante que me llevó a ver que la pandereta es un instrumento nada más y que puedo tocar los ritmos que quiera, puedo escribir mis propias canciones, si a mí me apetece.
-Descubrir que no sólo eres un medio por el que se expresa la herencia de la música, sino que puedes re- interpretarla bajo tu criterio ¿fue como una especie de revelación?
-Abrí unos horizontes que jamás pensé que abriría, y fue una revelación que además me permitió entender toda la música que venía anterior a mí. A partir de ese momento escuchaba la música asturiana con otros oídos, entendía el porqué de la música tradicional y decidí trabajar con eso. Y aquí sigo años después.
Y además, lo bueno es que Rubén también lo siente igual, siente que la música es intercambio, algo que está vivo, se mueve, está en constante transformación y hay que trabajar a partir de esa idea.
“Me di cuenta que no debía sacralizar la pandereta porque, al igual que la música en general, era una herramienta para contar nuestra propia historia”
-¿Cómo llegó vuestra pandereta a tener sonido blues o rock?
-Rubén y yo somos muy melómanos, estamos abiertos a todo tipo de estilos y cuando empezamos con todo esto nos dimos cuenta de que teníamos muchísimas cosas en común. A los dos nos gustaba el blues, el rockabilly, ambos éramos fans de The Cramps y de los Stray Cats, aunque yo venía más del hardcore. En realidad en un primer momento no pretendíamos hacer blues, pero era algo que estaba dentro y como eran cosas que nos gustaban irremediablemente se vinculan con lo que trabajamos.
También pueden rastrearse otro tipo de músicas e influencias que a lo mejor no son blues o rock, pero que también están; lo importante es entender que la música está ahí para usarla.
-Os etiquetasteis a vosotros mismos como ‘post folk asturiano’ y está claro que no os gusta demasiado usar el término tradicional ¿por qué?
-‘Tradicional’ como adjetivo a día de hoy es una palabra muy polisémica, y si una piensa en tradición puede hacerlo desde muchísimos puntos de vista, incluso desde algunos con los que yo no empatizo para nada. A mí la palabra me pesaba mucho por todo lo que me habían inculcado de que tenía que ser ortodoxa y un fiel reflejo de eso grandísimo que se llama tradición. Empecé a darme cuenta de que no empatizaba con muchas de las letras de canciones que venían de muy atrás, era todo demasiado pesado. Y llegamos a la conclusión de que ya que la tradición es de todos pues hablemos de lo que es común, pero no desde el concepto tradición, que además a día de hoy está siendo re-significado por tendencias que no empatizan con nosotros. Nos gusta más la idea de lo popular, de lo común, de lo que es de todos y está vivo entre nosotros y que es parte de nuestro día a día.
“A día de hoy, el concepto tradición está siendo re-significado por tendencias que no empatizan con nosotros”
-La escena musical está rindiéndose desde hace unos años a este tipo de música. ¿Hay ahora más apertura?
-La música tradicional siempre estuvo, nosotros llevábamos muchísimos años trabajando en ello, y como nosotros mucha gente, lo que pasa es que las tendencias de los mercados son así y, de repente, hubo cierta demanda. Mi teoría es que en épocas de crisis -en este caso el Covid y todo lo que lo envolvió- tendemos a pensar en el origen, en la purificación de las cosas, surgen las preguntas ¿de dónde venimos?, ¿quiénes somos? Hubo una especie de crisis existencial generalizada y todos tendimos a buscar ese origen, pero nosotros ya veníamos de atrás con ello. Ya existía, pero es una tendencia que ahora está en boga.
-¿Cómo valoras que haya tantos grupos subidos a este carro?
-Supongo que lo interesante es que cuantos más seamos, mejor, porque al final la cuestión es que todo el mundo conozca las músicas de todos los lados y que podamos compartirlas. Yo lo entiendo desde ahí, desde ese punto colectivo que nos vincula, por eso son tan atrayentes las músicas populares. Es muy interesante cuando pasan por la interpretación de cada persona y cómo desde voces distintas llegamos a diferentes puntos de unión. En realidad, las músicas tradicionales siempre estuvieron abiertas.
Rubén siempre cuenta que cuando estudiaba guitarra se encontró involucrado dentro de una melodía del siglo XVI que tocaba un gaitero de Asturias del siglo pasado. ¿Cómo una partitura de esa época llegó a ser re-interpretada en el siglo XX? Eso es lo interesante, no era música tradicional, simplemente era música y estaba totalmente abierta y dispuesta para que todo el mundo trabajara con ello de manera libre, pero luego todo esto se quiso encasillar dentro del término ‘tradicional’.
“A raíz del Covid, hubo una especie de crisis existencial generalizada y todos tendimos a buscar el origen, pero nosotros ya veníamos de atrás con ello”
-La gente mayor de los pueblos que ha conocido una música tradicional más cerrada en sí misma, ¿cómo está recibiendo vuestra nueva lectura?
-La vida sigue, todo avanza, las tendencias, los gustos… y al final, un grandísimo homenaje a este tipo de música es pasarla por lo que soy yo: una mujer del siglo XXI que tiene otras problemáticas, pero que al final está participando de la herencia que ellas me dieron en otro contexto totalmente diferenciado. Con lo cual, compararlo, no sé a qué nivel es productivo.
Sé que a Mari Luz, una mujer del pueblo de El Corralín, en Degaña, le gusta mucho la versión que hacemos de una canción que me enseñó ella.
-Una definición del post folk podría ser la progresión de la música tradicional, pero a ti te oigo hablar de actitud y activismo. Explícanos esto.
-Bueno, el concepto surgió un poco de broma. De aquellas yo acababa de doctorarme y estaba a vueltas con el tema de la post modernidad y un poco de coña y entre risas surgió lo del post folk asturiano. El término ya existía, lo que pasa es que nosotros añadimos lo de ‘asturiano’. No deberíamos etiquetarnos, pero como sabíamos que iban a hacerlo por nosotros, porque ahora es una demanda de los tiempos, pensamos en ponernos esa etiqueta. La sorpresa fue que siguió funcionando hasta el punto de encontrar gente usándola, cosa que me parece fenomenal. Y ahí se quedó y se convirtió en el título de nuestro primer disco.
Para mí y para Rubén el significado es el de un acto de amor, y en mi caso también un cambio de actitud porque fue salir al escenario de otra manera. ¿Por qué tengo que salir en determinados contextos y bajo una forma súper encorsetada? ¿Por qué tengo que vestirme y tocar de una determinada manera? Voy a salir al escenario y voy a ser una estrella de rock. Quise romper con la idea que se me había inculcado y demostrar que lo que hacía era un acto de amor por la música asturiana y también un acto de honestidad y activismo. Voy a defender mi cultura e identidad a través de mi forma de entender la música, y es activismo porque sigo cantando en llingua asturiana y sigo tocando música que es común a la gente de mi pueblo.
“¿Por qué tengo que salir en determinados contextos y bajo una forma súper encorsetada? ¿Por qué tengo que vestirme y tocar de una determinada manera? Voy a salir al escenario y voy a ser una estrella de rock”
-El hecho de que os hayáis ido a vivir a Baselgas, en Grado ¿fue una consecuencia lógica dada vuestra necesidad y orientación musical?
-Los dos llevábamos mil años trabajando en esta música y no vivíamos en contexto rural, pero es verdad que estar en la casa de mi familia de siempre, que no sé cuantos años tiene, pero son muchos, te hace más participe de las cosas. Es una vida con una conciencia de la realidad más pausada, quizá más en conexión directa con las personas que estamos aquí, con la naturaleza. Volvemos a empatizar con lo que yo valoraba de mis abuelos y de la gente que estaba por aquí y que es esa idea de sacar las cosas con las manos de la tierra. Ese tipo de cuestiones ayudan, no sólo a cimentar la calidad de vida, sino también a tener un entorno creativo, muy plural y muy directo. Ayuda a que creemos de otra manera, de hecho en una canción del disco anterior que se llama “Veis volver” básicamente hablo de cómo me relaciono con las cosas que me dejó mi abuela, desde las sábanas de su ajuar hasta todo lo que fue dejando, las postales en los cajones, etc. Y todo eso marca.
-Y eso que la vida en el rural no es siempre un camino de rosas.
-Sí, no vamos a romantizarlo. Está bien ver esa parte bucólica, pero hay que tener los pies en la tierra y la realidad es que necesitamos que las carreteras estén bien, que haya buena conexión, que tengamos cobertura en el teléfono. Tiene sus partes buenas y sus partes malas, pero a la larga la gente está siendo más consciente de que se puede vivir en la zona rural.
“Cuando haces algo de manera honesta y estás siendo tú mismo encima del escenario siempre funciona. No hay trampa ni cartón, estás viendo lo que es y eso la gente lo percibe y empatiza”
-Cuando sacasteis el segundo disco os movisteis un montón, incluso fuera de España. ¿Cuáles fueron los momentos más especiales para vosotros?
-Este segundo disco nos dio grandísimos momentos. Pudimos compartir nuestra música en sitios que no pensábamos que fuéramos a poder estar como en el Bilbao BBK Live, un escenario que no estaba demasiado abierto a músicas populares o tradicionales y que sin embargo nos acogió. Y ese es sólo un ejemplo porque en todos los conciertos que dimos encontramos algo especial. Una de las cosas que más nos interesa es que la gente baile, que interpreten lo que hacemos y que sean capaces de disfrutarlo. Para nosotros esto es fundamental. Y eso puede ocurrir aquí en Asturias, porque todo el mundo conoce lo que es una muñeira o una jota, pero también en otros lugares del mundo porque cuando haces algo de manera honesta y estás siendo tú mismo encima del escenario siempre funciona. No hay trampa ni cartón, estás viendo lo que es y eso la gente lo percibe y empatiza.
Respondiendo a tu pregunta podría escoger algún sitio, pero me quedo más con sentir la conexión con la gente y que te digan: “Os vi el otro día, no os conocía y vaya descubrimiento. ¡Qué bien me lo pasé!”
-¿La autenticidad encima del escenario es la clave del éxito?
-Creo que sí, y es algo que nosotros llevamos a rajatabla porque es parte de nuestra realidad. Somos así, es lo que somos y lo sacamos de una forma casi transparente.
Se ve tanto la personalidad de Rubén como la mía, y es mi forma de relacionarme con los que me están viendo. No sé si definirlo como algo auténtico pero sí como una voz propia, algo en lo que creemos y que no es adorno, está dentro de nosotros y eso, cuando la gente lo percibe, le atrae.
“La música canaliza los sentimientos, lo que yo quiero contar; al final haces lectura de la realidad y de las cosas a través de tu pulsión, de tu pasión. Para otra persona será otra cosa, pero yo lo entiendo así”
-Cada vez que sacáis un trabajo nuevo estáis exponiendo una parte de vosotros mismos. ¿En algún momento la música os hace sentir vulnerables?
-Para nada, porque es una vía de comunicación, aunque entiendo lo que preguntas porque sí es una exposición. La pregunta es interesante, nunca me la habían hecho, pero no es algo traumático porque creo que es parte de la idiosincrasia del propio proyecto. No tenemos como objetivo mostrarnos o exponernos, pero sí comunicarnos desde lo que somos. En el escenario estamos los dos dialogando, y la gente es participe de ese diálogo, quizás esa es la magia de L-R.
-Para cerrar esta entrevista, ¿sabrías decirnos qué es para ti la música?
-Es una pregunta en la que nunca había pensado. Yo soy licenciada en Bellas Artes y Doctora en Historia del Arte, la música era algo que no estaba en mi trayectoria a nivel de formación, aunque sí me acompañó durante toda mi vida y en contextos super distintos. Después de encontrarme con Rubén y de montar el grupo, me di cuenta que más allá de cualquier cosa la música para mí era una pulsión, y creo que para Rubén igual. No es sólo un medio de comunicación, sino algo que necesitas sacar. Yo lo equiparo con mi necesidad de dibujar, que también es una forma de expresar a través de un medio. La música canaliza los sentimientos, lo que yo quiero contar; al final haces lectura de la realidad y de las cosas a través de tu pulsión, de tu pasión. Para otra persona será otra cosa, pero yo lo entiendo así.
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