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viernes 22, noviembre 2024

Lo Natural es Asturias

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¿Apetece conocer una granja ecológica? ¿Cultivar tu propia comida? ¿Acercarse a un caballo asturcón? Visitar una lonja auténtica, unirse a una fiesta de pueblo, conocer las leyendas de la zona, pisar sendas milenarias… Por toda la región surgen originales ofertas turísticas que buscan ofrecer al visitante una experiencia única, con la sostenibilidad como bandera.

Ecoturismo, agroturismo, slow life… las modernas olas turísticas hablan de ecología, de mezclarse con el entorno de forma responsable y respetuosa, disfrutando al máximo de las tradiciones locales y el patrimonio natural y cultural. En 2016 en Asturias se han cumplido los treinta años como paraíso natural, y se encara el futuro con nuevas propuestas de turismo rural y de experiencias. En ellas la especialización y la profesionalización van de la mano.

En la antigua casa rectoral de Taramundi se abrió el primer hotel rural de España.

Así empezó todo

Alojamiento Rural La Montaña Mágica
Alojamiento Rural La Montaña Mágica. /Foto: TurismoAsturias
Hace treinta años el panorama turístico nacional era muy distinto al de hoy en día. España vendía, básicamente, sol y playa, y los visitantes atestaban las playas de los destinos de moda: Benidorm, Torremolinos, Marbella, Canarias, Baleares… Spain era different para los extranjeros, que venían buscando el tópico en forma de buen tiempo, paella y toros. También el turismo nacional experimentaba un cierto auge, y muchos españoles descubrían el «veraneo» gracias a la mejora de la economía y las comunicaciones.
Sin embargo, es precisamente en los años 80 donde se empieza ya a ver el tope de este turismo de masas: sobreexplotación de recursos, aberraciones urbanísticas, atascos de salida y llegada a las grandes ciudades… Tener que madrugar para «coger sitio» en la playa, o pelearse por una mesa en el chiringuito de moda quizá no es lo más relajante del mundo; además, los argumentos ecológicos empezaban a tomar forma y fuerza, y cada vez más gente empezaba a darse cuenta de lo poco sostenible de este modelo.
La gente comenzó a volver la vista hacia el norte, donde se podía encontrar playas menos masificadas, gastronomía con merecida fama… Quizá no había, como en otras zonas, «seguro de sol», pero sí silencio, tranquilidad y paisajes que hacían honor a la denominación de la España verde. En ese contexto, Asturias no quiere perder la oportunidad de sumarse a una tendencia todavía en pañales, así que en el año 85 lanza una campaña de promoción turística que se convierte en la más exitosa de su historia publicitaria: ese «Paraíso Natural» que usa la silueta del prerrománico de Santa María del Naranco como ventana al horizonte asturiano, de la montaña al mar.
El modelo, en cualquier caso, parece buscar más la costa que el interior. La mentalidad es ¿quién va a querer pasar unos días en un pueblo perdido en medio de la montaña? Sorprendentemente, en Taramundi, una zona rural de difícil acceso, deciden dar una respuesta inédita a esta pregunta: cada vez más gente. Y deciden transformar la antigua casa rectoral del pueblo en lo que resulta ser el primer hotel de turismo rural de España. Efectivamente, aquí empezó todo.

Ya estoy aquí, ¿qué hago?

Museo Etnográfico de Grandas de Salime
Museo Etnográfico de Grandas de Salime. /Foto: Fusión Asturias
En Taramundi supieron ver la tendencia antes que nadie: lo primero es el entorno. Un paisaje que, por estar prácticamente virgen, es un oasis para los turistas que vienen escapando de la histeria urbana. Aquí hay verde, aire puro, silencio y calma. El tradicional aislamiento de la comarca Oscos-Eo se convirtió en una ventaja turística, reivindicando el aura mágica de un lugar casi suspendido en el tiempo, donde las antiguas tradiciones se mantienen todavía en vigor. Aquí se puede conocer cómo vivían los antiguos pobladores de la zona, gracias al yacimiento arqueológico de Os Castros, cuyo asentamiento original se remonta a la Edad de Bronce. Además de pasear entre las diferentes edificaciones, es interesante alquilar la audioguía disponible en la Oficina de Turismo. Está diseñada para el público general y pensada para un recorrido de veinte minutos por el yacimiento. Porque el visitante ya no sólo quiere ver, sino comprender lo que ve. Y tocar, probar, hacer… charlar con los autóctonos, saborear la comida de la zona, conocer las costumbres. En definitiva, vivir y sentirse del lugar por unos días.
Con el tiempo Taramundi ha consolidado su relevancia en el panorama de turismo rural, apostando por un modelo sostenible y potenciando los valores de la zona. Las carreteras han mejorado, y a aquel primer alojamiento se han sumado casas de aldea y hospedajes de distinta categoría; también se han potenciado claramente los recursos etnográficos disponibles, que no son pocos. Destaca el Conjunto de Os Teixois, lleno de ingenios hidráulicos en funcionamiento: mazo, rueda de afilar, una pequeña central eléctrica, un molino y un batán. Declarado Bien de Interés Cultural en 2005, Teixois está a unos cuatro kilómetros de la capital y es visita obligada. También cerca de la villa está el mayor museo de molinos de España, en la localidad de Mazonovo; más un museo etnográfico en Esquíos y la Casa del Agua de Bres.
Otro de los aciertos ha sido potenciar la artesanía local, especialmente con el Museo de la Cuchillería (no en vano tienen fama las navajas de Taramundi), pero también gracias a la posibilidad de visitar diferentes talleres no sólo de artesanos de la forja, sino del telar, madera o cuero. Éste es el primer municipio de Asturias, junto a la Comarca de la Sidra, que ostenta la denominación de Zona de Interés Artesanal (ZIA) en reconocimiento a la variedad y calidad del trabajo en la zona, y a la importancia en la economía del lugar. En Bres hay un Centro de Artesanía donde se combina la pura venta con una zona de talleres y otra para actividades de formación. Se trata de una visita interesante para los no iniciados en el tema, pero también para los profesionales, que encuentran un lugar para el diálogo y el intercambio de información con otros colegas.
A pesar de que las tendencias turísticas han evolucionado muchísimo en los últimos treinta años, la esencia del turismo rural que se propuso por primera vez en Taramundi se ha mantenido y consolidado con los años, extendiéndose a otras zonas: turismo emocional en la Comarca de la Sidra, ecoturismo en Montaña Central, enoturismo en Cangas del Narcea agroturismo en granjas ecológicas, avistamiento de animales en espacios protegidos… una comunidad como Asturias tiene elementos de sobra para sacar partido a las posibilidades de este turismo de experiencias, responsable, ecológico y sostenible.
Ecomuseo Minero del Valle de Samuño
Ecomuseo Minero del Valle de Samuño. /Foto: Fusión Asturias

Ojo al sello

El turismo responsable debe hacer honor a su adjetivo: ser consciente del impacto que genera en el entorno e intentar minimizarlo, o conseguir que éste sea positivo. Más de un tercio de los viajeros contemplan la ecología como factor a la hora de buscar un destino, y los profesionales del sector comienzan a dar respuesta a estas inquietudes. Trip Advisor, por ejemplo, ha puesto en marcha el programa EcoLíderes, en el que distingue alojamientos de distintos niveles (tanto económicos como de lujo) que aplican medidas destinadas a proteger el medio ambiente. Los requisitos mínimos incluyen contar con planes de reutilización de sábanas y toallas, usar bombillas de bajo consumo y supervisar regularmente el gasto energético, ofrecer información sobre ecoprácticas, reciclar y depurar adecuadamente las aguas residuales. A partir de ahí, hay alojamientos que ofrecen desayunos ecológicos, jabones de elaboración propia, disponen de placas solares o puntos de recarga para coches eléctricos.

En Asturias, muchos establecimientos cuentan con certificación ecológica.

Una de las certificaciones más asentadas es la que otorga la red Ceres-Ecotur, nacida en Asturias e integrada en la red internacional que aglutina a empresas de actividades e iniciativas gastronómicas en el medio rural. Tomando como referencia el sistema de calidad ecológico europeo ECEAT, el certificado Ceres Ecotur mide el nivel de compromiso medioambiental, socio-cultural y económico con el destino. El turista se integra así en un contexto que debe funcionar independientemente de su presencia, y que en ningún caso debe crearse pensando en él. Alojamientos sostenibles, actividades en la naturaleza, agricultura familiar y ecogastronomía son la base de sus actividades.
En mayor o menor medida, todos los municipios asturianos buscan maneras de aportar profesionalidad en la oferta de turismo sostenible. Un ejemplo bien posicionado es la Montaña Central de Asturias, donde se acaban de celebrar las jornadas «Calidad turística y Ecoturismo». Desde allí insisten en la importancia de este sector para desestacionalizar el turismo, dar a conocer la comarca y poner en valor los recursos naturales, etnográficos y gastronómicos disponibles. De forma más global, el Principado de Asturias cuenta con un Programa de Turismo Sostenible con objetivos hasta el 2020. Se trata de captar a un turista sensible y comprometido tanto con la conservación del medio ambiente como de las tradiciones y costumbres arraigadas en la zona.

La experiencia lo es todo

Últimamente la ciencia está corroborando lo que el saber popular ya tenía asumido: los entornos naturales son buenos para la salud. Los «baños de bosque», por ejemplo, son un tratamiento habitual prescrito por médicos japoneses: reducen la presión sanguínea y el estrés, bajan la glucosa en sangre y estabilizan la actividad nerviosa. Además, los árboles producen fitoncidas, que se van inhalando durante el paseo y fortalecen el sistema inmunitario. Más allá de la justificación científica, no es difícil captar esos efectos curativos en cualquiera de las zonas boscosas disponibles en Asturias. La joya de la corona, Muniellos, se presentó en la última edición de FITUR como destino recomendado en EcotourismSpain.
Pero no es sólo que en Asturias haya una altísima cantidad de alojamientos integrados en espacios naturales y Reservas de la Biosfera, sino que existe una gran tradición de oferta en turismo activo, que va desde el clásico descenso del Sella hasta propuestas más innovadoras, que incluyen por supuesto lo «eco» en sus parámetros.

Muchas propuestas de eco y agroturismo se plantean como destinos familiares.

Así, surgen conceptos como el enoturismo, con rutas, visitas de plantaciones, bodegas, catas… Viajando con calma y curiosidad, en la región es posible descubrir pequeñas producciones locales ecológicas, tanto de vino como de sidra. O el EcoBirding, observación de aves en puntos estratégicos que aprovecha que Asturias cuenta con trece Zonas de Especial Protección para la Aves (ZEPA) donde se puede no sólo ver urogallos en peligro de extinción, sino distintas especies protegidas o aves migratorias de paso en temporada. También en determinadas épocas es posible avistar otros animales, como osos cantábricos, o venados en la época de berrea, con todo el respeto y la discreción, de la mano de guías profesionales.
El contacto con los animales es una de las actividades más valoradas, especialmente por el turista que viene de entornos urbanos. Desde saludar al ganado que pasta libre junto a una ruta de senderismo o bicicleta, hasta visitar una granja ecológica donde los animales están en condiciones óptimas; estas instalaciones suelen ofrecer la posibilidad de realizar talleres o actividades didácticas relacionadas con el trabajo de la explotación.

turismo para todos los públicos
Foto: Fusión Asturias

Para todos los públicos

Muchas de estas propuestas de eco y agroturismo se plantean como destinos familiares. Los más pequeños son especialistas en entusiasmarse con todo lo que ven, mezclarse con el paisaje, acribillar a preguntas cuando algo les interesa y participar activamente en lo que se les propone, sobre todo si es diferente y al aire libre. Aprender a identificar las estrellas, mancharse las manos de tierra, dar de comer a los animales, intentar emular el trabajo de los artesanos… no hay reto aburrido para ellos si se les implica bien.
Por eso, a mayor o menor escala, en toda Asturias se multiplica la oferta de actividades. En este apartado destacan los ecomuseos, gestionados por población local y planteados a partir de la identidad del territorio, integrando en su propuesta museológica el patrimonio cultural y natural de la zona. Uno de los veteranos es el de La Ponte, en el concejo de Santo Adriano, que ofrece diferentes rutas por el patrimonio cultural y etnográfico de la zona, además de servir de punto de encuentro para voluntarios, investigadores y educadores. Entre los más modernos, el Ecomuseo del Valle de Samuño, en Langreo, es uno de los que más ocupación registra, gracias a que ofrece la posibilidad de montar en un tren minero restaurado, aportando la experiencia real de bajar a una galería hasta hace pocos años en activo, así como visitar el poblado exterior: la sala de máquinas, la lampistería, los vestuarios, el chigre… En Somiedo se nos ofrece la posibilidad de visitar tres viviendas que muestran la evolución de la casa somedana, partiendo de las típicas brañas o cabañas de teito. En el Museo del Asturcón (Villaviciosa) cuentan con una granja de especies autóctonas en peligro de extinción: asturcones, ovejas xaldas, pitas pintas. En Villanueva de Oscos, el ecomuseo del pan explica todo el proceso de elaboración de este alimento básico, desde la siembra del cereal hasta el amasado. Son sólo algunos ejemplos de las posibilidades que el territorio asturiano ofrece, siempre contando con la participación vecinal y del visitante.
Esto tampoco quiere decir que los museos tradicionales se queden atrás a la hora de plantear actividades, sobre todo para emocionar a los niños. Gusta especialmente el Parque de la Prehistoria de Teverga, que incluye en su programación habitual talleres con técnicas paleolíticas, prehistocampamentos y visitas al cercado para ver bisontes europeos, caballos Przewalski y neo-uros. Y, aprovechando la clásica fascinación por los dinosaurios, también se lo pasan en grande en el Museo de Jurásico de Colunga, que organiza periódicamente talleres activos y exposiciones temporales para animar a repetir una visita que será diferente en cada ocasión.
Los niños son, además, los consumidores del futuro. Educándolos de forma amena en las ventajas del turismo responsable se colabora para que la ecología forme parte de su estilo de vida, garantizando la viabilidad de todas estas propuestas, y marcando las líneas para una evolución que aún está por ver. Lo que está claro, en cualquier caso, es que el ecoturismo promete dar mucho que hablar, y mucho que vivir.

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