Escondido entre montañas, el concejo de Belmonte de Miranda guarda fértiles paisajes, ríos llenos de vida, un turismo rural en auge, y un paisanaje que vale la pena tratar. Cada año, la Fiesta del Caballo atrae a cientos de visitantes, y es un buen momento para conocer un concejo que, aunque cercano, puede ser desconocido. Y todo a un paso del centro de Asturias.
A escasos cincuenta kilómetros de Oviedo, Belmonte de Miranda se ha beneficiado directamente de la apertura del tramo de la A-63 que une Grado con La Espina, y que permite hacer gran parte del viaje con comodidad. El resto del trayecto, por una carretera convencional, se encuentra en buen estado y no presenta mayores complicaciones.
Esta buena comunicación es la que permite que en fines de semana y días festivos, Belmonte sea destino de muchos aficionados a la buena gastronomía, relacionada especialmente con la caza, combinada con excelentes productos de huerta. Los visitantes pueden complementar la visita con diferentes actividades relacionadas con la naturaleza, como la pesca en el Río Narcea, con importantes zonas salmoneras. Aunque Belmonte, la capital, se encuentra a unos doscientos metros de altitud, desde allí se pueden planear distintas rutas de senderismo y montaña, e incluso una visita al vecino Parque Natural de Somiedo, que tiene una muy pequeña parte perteneciente a este concejo.
El oro de Belmonte
Una de las visitas obligadas está en el centro del pueblo, en el antiguo edificio de la cárcel. Allí se encuentra el Aula del Oro, una exposición didáctica en la que se da cuenta de las distintas explotaciones mineras documentadas en Belmonte, que se remontan a la época prehistórica. A este periodo se dedica una primera sala, donde unos paneles explican las explotaciones de oro, cobre y azabache en un contexto europeo. La segunda sala está dedicada a las explotaciones de oro en el occidente de Asturias durante los siglos I y II, que llegaron a convertirse en la principal fuente de ingresos del por aquel entonces vasto Imperio romano, y revolucionaron definitivamente la vida de la población local. Aquí se puede ver una gigantesca maqueta de seis metros de Las Médulas, en León. Es uno de los ejemplos más espectaculares de las extracciones auríferas romanas, y hoy en día está considerado Patrimonio de la Humanidad.
El Aula del Oro, situada en el centro del pueblo, es una exposición didáctica en la que se da cuenta de las distintas explotaciones mineras documentadas en Belmonte, que se remontan a la época prehistórica.
La última sala está dedicada al yacimiento que actualmente está explotado por Kinbauri España S.L., la mayor empresa en funcionamiento del concejo. La explotación, antaño a cielo abierto, es ahora subterránea. Desde las poblaciones de Begega y Boinás se obtiene una buena panorámica.
La mina representa una importante fuente de empleo para el concejo, y la actividad industrial se complementa con un pequeño polígono de funcionamiento fluido; pero es la actividad agraria y ganadera la que estructura la base económica de la zona. Se trata en general de explotaciones de tamaño pequeño que se enfrentan al problema del relevo generacional, ya que la mayoría de la población es de edad avanzada. El sector servicios, en cambio, ha experimentado un auge destacable, ya que aproximadamente un treinta por ciento de la población se dedica a la actividad comercial y a la hostelería. Gracias a ello, o quizás por ese motivo, la gastronomía local ha ido ganando fama y los recursos turísticos de Belmonte de Miranda se han ido estructurando y promocionando, especialmente los relativos al turismo rural. Hoteles, casas y apartamentos rurales han ido apareciendo para dinamizar la zona, contribuyendo además a renovar el parque inmobiliario de forma acorde con el entorno.
Para potenciar este movimiento existen nuevas iniciativas como el Centro de Interpretación del Lobo, recientemente terminado, del que se espera la inauguración este verano. También está hecho un cercado para el lobo, pendiente todavía de fecha de apertura. Y no se puede olvidar otro de los grandes atractivos de Belmonte, uno que sólo se descubre una vez se llega al concejo: sus habitantes, que no han perdido el sentimiento de comunidad tradicional y han sabido organizar múltiples actividades en conjunto, creando asociaciones y generando un importante movimiento vecinal. Algo de eso se nota en la hospitalidad y la sencillez con la que reciben al visitante, al que hacen sentir como en casa sin mayor esfuerzo.
Fructíferos caudales. Los aficionados a la pesca tienen en este concejo uno de sus rincones preferidos. El río Narcea, a su paso por el concejo, cuenta con algunos de los cotos salmoneros más importantes de España. Algunos tan conocidos como Las Mestas, La Llonga, La Tea, Villanueva, Bárcena… La trucha y el reo son también habituales de estas aguas. El Pigüeña, que discurre a lo largo de 25 kilómetros en el concejo, es otro de los caudales en los que habitan estas especies tan valoradas. En otoño, y en las proximidades de las instalaciones de la Real Escuela Asturiana de Pesca, este río regala la impresionante imagen de los salmones remontando sus aguas. Aquí se encuentra uno de los dos cotos de pesca sin muerte que hay en el concejo, junto al ubicado en la villa de Belmonte.
Camín Real de la Mesa. La cantidad de sendas y grandes recorridos que permite el territorio español es amplia, pero hay varios que destacan con nombre propio. Entre ellos, probablemente el Camín Real de la Mesa sea uno de los menos conocidos, lo que añade al trayecto un plus de intimidad y, por qué no, de exclusividad para los que desean alejarse de las rutas más masificadas. Se trata sin embargo de una de las vías más antiguas de la Cordillera Cantábrica, al usarse de prolongación de la Vía de la Plata, para llegar al mar desde la actual Astorga; aunque existen ya referencias de su uso desde la época prerromana. Hasta el siglo XIX fue una de las vías más transitadas para comunicar Asturias con la Meseta, especialmente como cañada trashumante, y hoy en día su recorrido ha quedado a merced de senderistas, que pueden reproducir el camino en su totalidad, pero con muchas más comodidades. El Camín Real de la Mesa atraviesa los concejos de Somiedo, Teverga, Belmonte de Miranda y Grado, en más de cincuenta kilómetros que responden al trazado original. En Belmonte, el trayecto del Camín flanquea longitudinalmente el límite este del concejo, internándose en ocasiones en el vecino municipio de Grado. La Venta de La Corredoria es uno de los puntos destacados del recorrido, está presidida por una pequeña capilla y se cree que a poca distancia: en el Alto de Mouro tuvo lugar en el año 794 una importante contienda entre los soldados de Alfonso II y los árabes.
Tierra de ganaderos. Belmonte es un concejo vaqueiro, y como tal su trayectoria ha estado y continúa ligada al desarrollo del sector ganadero, que supone más del 85% de la producción final agraria. Entre las distintas especies sobresale con mucho el número de explotaciones de ganado bovino, principalmente de la Raza Asturiana de los Valles. A pesar de que en los últimos años han descendido el número de explotaciones la cabaña de vacuno sigue siendo muy importante.