Revisando los emails recibidos encuentro uno que en el asunto pone curriculum vitae. Lo abro. Fulanita de tal, nacida en 1992. Filóloga hispánica con experiencia en corrección de textos, cursos de especialización. Tres idiomas. Experiencia en varias empresas, con contratos de poca duración. Me fijo en la cara que aparece en la fotografía -siempre lo hago-, y veo una media sonrisa y una mirada de confianza.
Nos llegan muchos currículos a la revista lo largo del mes. Chicas y chicos jóvenes, sobradamente preparados desean trabajar con nosotros, ponen todas las facilidades y lo piden con esa mirada de esperanza en sus ojos.
Nosotros sinceramente sentimos tristeza cuando contestamos a cada uno de ellos, dándoles las gracias y dejando la puerta abierta por si cambian las actuales circunstancias y algún día podemos contar con alguno en nuestro equipo.
¿Qué estamos haciendo con ellos? Terminan sus estudios, tras años de esfuerzo y de sueños, y se lanzan a repartir sus currículos por medio mundo, en los que dejan sus últimas gotas de esperanza… para qué.
Frustración, miedo e incertidumbre son las palabras que mejor definen la sensación de muchos jóvenes que tras finalizar su formación buscan un hueco en el mundo laboral. El Principado arrastraba antes de la pandemia una tasa de paro de cerca del 39% entre los jóvenes de 20 a 24 años. Cifra que se ha agravado con el Covid-19. Asturias encabeza el paro juvenil de las 329 regiones de Europa. ¿Estamos ante una generación perdida? ¿Tendrán los jóvenes de ahora un futuro con menos oportunidades que las que tuvieron sus padres? ¿Será posible recuperar el talento que se nos ha marchado o seguiremos asistiendo a este éxodo? En las últimas dos décadas, 125.000 jóvenes asturianos se han ido de la región. Uno de cada dos se marcha.
Y cuando aquí, parece que el milagro ocurre, y surge una oferta de trabajo, es con la exigencia de que mantengan la boca cerrada y estén dispuestos a todo para conservar su empleo, aunque ello pueda incluir trabajar los fines de semana, no cobrar las horas extras, estar sujetos a cambios de turnos arbitrarios o encadenar un contrato temporal con otro sin ningún tipo de derechos. Conozco a jóvenes de gran valía personal y profesional que acaban ‘quemados’ por no poner en práctica los conocimientos que han adquirido. O por dedicarse a tareas profesionales que no tienen nada que ver con lo que han estudiado.
¿Hay forma de terminar con esto? No es fácil porque se trata de un grave problema en el que influyen muchos factores, no solo laborales, sino educativos, sociales, culturales, económicos y, sobre todo, estructurales que en el caso de Asturias están muy relacionados con el proceso de desindustrialización que se viene produciendo desde los años 80.
Tampoco es que sea un problema exclusivamente asturiano, las cifras no difieren mucho de las que tienen otras comunidades autónomas como Galicia o Cantabria, es algo que afecta a toda Europa y desde ahí, entendemos que tienen que venir los cambios.
El Gobierno asturiano dice que mantiene el foco de atención en el desempleo juvenil con diversas actuaciones como las ayudas a las contrataciones de jóvenes, políticas activas de empleo -programa Joven Ocúpate-o itinerarios personalizados. La oficina de activación juvenil que está en Gijón funciona muy bien y se perfila como un modelo a seguir, pero no dejan de ser parches en una situación de emergencia que hemos de abordar con premura a nivel global.
El pasado 25 de junio se publicaba en el BOE el Plan de Garantía Juvenil Plus 2021-2027 de trabajo digno para las personas jóvenes, una iniciativa de la Comisión Europea que libera fondos económicos hacia los países miembros para luchar contra el paro juvenil. Un plan que contiene la hoja de ruta con la que el Gobierno quiere atajar de la mano de las comunidades autónomas y ayuntamientos, los graves problemas laborales que sufren los jóvenes en España. Recibiremos 3.000 millones de euros. Una buena noticia, sin duda. Aunque si este plan, como alertan los sindicatos, no va acompañado de otros planes o políticas enfocadas al necesario cambio de nuestro modelo productivo y el desarrollo de sectores estratégicos, y no se actúa de forma transversal y coordinada, se seguirá sin dar solución real al problema del paro juvenil y se seguirá parcheando una situación que ya es insostenible. La recuperación será imposible sin los jóvenes.