Para entenderse hay que hablar el mismo lenguaje. Y de eso trata la CIF, siglas de la clasificación universal establecida por la Organización Mundial de la Salud que pretende que los profesionales vinculados de un modo u otro a campos relacionados con la salud, unifiquen criterios, clasificaciones y nomenclaturas. En definitiva: que todos hablen un mismo lenguaje a la hora de referirse al estado de salud en el siglo XXI.
Evidentemente, ese esfuerzo de unificación traería mejoras notables tanto en el diagnóstico como en el tratamiento de las personas. Se trata de un cambio de paradigma, un escenario nuevo para un concepto de salud que debe renovarse para responder a las expectativas del hombre actual. Pero aunque esta Clasificación Internacional del Funcionamiento, la Discapacidad y la Salud (CIF) existe desde el año 2001, todavía es una gran desconocida en España, donde son excepción los profesionales y los centros que la están utilizando.
Este sistema clasificatorio supone la puesta en práctica del llamado modelo biopsicosocial, una forma de entender el estado de salud como una combinación múltiple de factores. Su progresiva implementación significará el abandono de los modelos tradicionales y la aceptación de un concepto de salud mucho más amplio, rico y complejo.
Como el trabajo de la hormiga, poco a poco, se va dando a conocer la CIF gracias a la labor de divulgación de profesionales como el doctor Juan Antonio Fernández-López, del Centro de Salud de Riosa, y la psicóloga María Fernández-Fidalgo.
-¿Cuál es la ventaja de la CIF?
-Al ser un sistema de clasificación que no pone el acento en la enfermedad de la persona sino en su funcionamiento en la vida diaria, representa la puesta en práctica del modelo biopsicosocial al que teóricamente tanto ha costado llegar. Cuando se logre su implementación supondrá el trabajo conjunto de muchos profesionales de ramas tan distintas como médicos, legisladores, psicólogos, educadores, sociólogos, etc. También englobará actitudes y valores sociales que garanticen los derechos de todas las personas, y en definitiva está diseñada para mejorar la vida de las personas con discapacidad.
-¿En qué se basa, cuál es su filosofía?
-Se trata de transformar las realidades discapacidad y función en un solo concepto, con dos caras. La idea de que las personas o estamos sanas o estamos enfermas es demasiado simple. Ni la salud ni la enfermedad son conceptos estáticos ni separados, sino un continuum en la vida de la persona, y además influidos por el estado personal de cada uno y por el entorno en el que vive. Dado que la discapacidad es una experiencia universal que por enfermedad, accidente o envejecimiento va a afectar a todos, la aplicación práctica de la CIF supone un nuevo enfoque en el que todos la circunstancias vitales de importancia para el individuo van a ser tenidas en cuenta, sin dejar fuera nada relevante. De este modo, considerando todos los factores que influyen en el estado de salud, -adecuadamente clasificados por la OMS en más de 1.400 categorías universales-, se podrán lograr importantes mejoras en la calidad de vida de las personas.
-¿Cómo?
-El trabajo se centraría en valorar las capacidades de la persona para aprovechar al máximo aquellas áreas en las que es funcional, y así obtener sus máximo rendimiento y consiguiente satisfacción. Que el entorno no ponga barreras, sino facilidades para que la merma de función sea la menor posible. En la práctica supondría que una persona con discapacidad podría acceder a un determinado puesto de trabajo en el que podría rendir de forma óptima, o que un niño en el aula explotase todas sus capacidades. Tendríamos una población más enriquecida y la discapacidad tendría menos peso porque estaríamos potenciando lo positivo de las personas.
-¿Cuál es su nivel de implantación, en qué punto se encuentra?
-En centros de investigación avanzada se trabaja para hacer este método más operativo y así garantizar la máxima eficacia en el tratamiento. Cada año se incorporan más centros y aumenta la producción científica, pero para que el uso de la CIF se extienda habría que lograr una articulación de políticas que en este momento no existe. A pesar de que una científica española de gran prestigio internacional, Alarcos Cieza, está encabezando la investigación mundial sobre la CIF, en España su conocimiento e implantación son escasos. Podríamos nombrar al Instituto Guttman de Barcelona o la Universidad Autónoma de Madrid como los centros más activos en este momento. Aunque existe un creciente interés, en Asturias aún no se ha dado ningún paso efectivo en esta dirección. Por nuestra parte, como aproximación al tema hemos publicado con Alarcos Cieza un par de artículos en la Revista Española de Salud Pública, que se acompañó de un editorial sobre el mismo tema, y otro artículo que ha publicado recientemente la Sociedad Iberoamericana de Investigación Científica (SIIC), de Buenos Aires.
«La aplicación práctica de esta forma de clasificación (CIF) supone un nuevo enfoque en el que todas la circunstancias vitales de importancia para el individuo van a ser tenidas en cuenta, sin dejar fuera nada relevante»
-¿Por qué es tan importante incorporar la CIF?
-Porque es la única vía que la medicina tiene en este momento para dejar de ser un modelo biomédico, casi únicamente prescriptor de fármacos. Nosotros pensamos que un estado de salud puede tener, además de las propias connotaciones orgánicas, unas causas vitales que requieran un tratamiento multidisciplinar que tenga en cuenta los factores personales y los del entorno en el que la persona vive: ambientales y sociales. Dos personas con la misma enfermedad no la afrontan de igual manera ni progresan de la misma forma. Confiamos en que en el futuro cada vez más sanitarios incorporen la perspectiva biopsicosocial en su trabajo diario.
-¿En qué medida la administración debe comprometerse con la implementación de la CIF?
-La OMS, al ser un organismo internacional, obliga a sus estados miembros a integrar estas políticas en sus legislaciones. En España, por ejemplo, la CIF se ha incorporado como referente en la baremación de la Ley de Dependencia. Pero existe un movimiento inercial en la forma tradicional de operar de la sanidad y, además, la medicina es muy poderosa y difícilmente deja espacio a otras disciplinas. Lo ideal es que en los Centros de Salud trabajen coordinadamente médicos, sociólogos, enfermeros, psicólogos, fisioterapéutas, e incluso personas importantes para la comunidad, que pueden ser consultadas si es necesario. Puede parecer utópico, pero ya está funcionando así en algunos centros pioneros de Alemania y Suiza.
-¿Cuáles son las dificultades de hacer un cambio de modelo?
-La CIF puede y debe empezar a aplicarse porque tiene una exhaustiva base teórica y el respaldo internacional de la OMS. El modelo sanitario tradicional es insostenible y éste nuevo va a marcar una gran diferencia. El primer problema que surge es de comunicación entre profesionales, que no comprenden el lenguaje por desconocimiento. Existe una brecha entre lo que sabemos y lo que se hace en la práctica y es nuestra obligación contribuir a cambiar la mentalidad dominante, adoptando los cambios que conlleva la actual investigación sobre el funcionamiento humano y que constituyen un evidente progreso en el tratamiento de la discapacidad y una auténtica esperanza para todos los pacientes.
Clínica Psicológica. Doce de Octubre 2, Oficina D. Mieres 33600. Móvil: 658723445. E-mail:fidalgo@cop.es
(*) Nacida en Oviedo en 1985, estudió Psicología en la Universidad de Oviedo y realizó su Máster en Psicología Clínica en la Asociación Española de Psicología Clínica Cognitivo-Conductual y la European Foundation of Psychology. Hasta la fecha ha desarrollado su investigación en proyectos para la descripción, la medida y comprensión de la salud y sus determinantes en el terreno de la discapacidad y la calidad de vida relacionada con la salud, tanto en la población general como en niños.