Un policía metido a escritor de novela negra ofrece la garantía de que, al menos, va a estar bien documentado. Alejandro M. Gallo maneja con soltura los hilos del crimen, real y de ficción: lo primero por su trabajo como Jefe de la Policía Local de Gijón; lo segundo, por la autoría de libros como Asesinato de un trotskista, Una mina llamada infierno o el más reciente Asesinato en el Kremlin (Ed. Rey Lear).
Alejandro M. Gallo tiene tres carreras universitarias, y una agitada vida laboral, que incluye su paso por el ejército y las comisarías de Langreo y su Astorga natal. Lo suyo es la novela negra, como género literario de características propias y como crónica, arrojando luz sobre los aspectos más oscuros de la sociedad y la historia.
-Teniendo una trayectoria académica curtida en temas de pensamiento y educación, ¿cómo acaba en la policía de Gijón?
-Bueno, yo no he «acabado». Hace veintiún años que entré en la policía, y quizá entonces no lo tenía tan claro, pero con los años he ido comprendiendo y forjando mi vocación, que es de servicio al ciudadano. Dentro de eso, a lo largo de mi vida he tenido muchos destinos, y ahora me siento muy a gusto y muy tranquilo en Gijón, no tengo interés en volver a hacer las maletas.
-¿El hecho de ser policía le da ventaja a la hora de escribir sus novelas?
-Da una cierta ventaja, sí. Todo escritor tiene que investigar una serie de cosas, ya sean históricas o actuales. Pero luego está el procedimiento policial, que es algo que entra ya en mi proceso de pensamiento, de modo que yo escribo sin preocuparme de ello, mientras que otros autores tendrían que documentarse y asesorarse.
«De Asesinato en el Kremlin sabemos el principio y el final de la historia. En el medio yo recreo la parte que no conocemos, un lujo que sólo un novelista puede permitirse»
–Asesinato en el Kremlin es su última novela. ¿Cuánto hay en ella de realidad y cuánto de ficción?
-Parto de un hecho real: el asesinato de Serguéi Kirov, presidente del Soviet de Leningrado en 1934. Cuando los investigadores llegan al lugar de los hechos se encuentran dos charcos de sangre de distinta densidad, un revólver Nagant con un cartucho percutido, una navaja ensangrentada y un zurrón con un diario. Simplemente esto ya me permite crear toda una especulación narrativa gigantesta. A partir de ahí creo a un comandante ficticio de la Milicia de Leningrado, Igor Litoniev, que inicia la investigación que nos lleva a un final que ya es conocido. La realidad es que la policía política de Stalin inventó pruebas, mató gente, hizo mucho para que la investigación no llegara a buen puerto. Y ahí es donde yo recreo la parte que no conocemos, ya que sólo sabemos el principio y el final de la historia. Es un lujo que sólo un novelista puede permitirse, porque un historiador tiene que ceñirse a los hechos documentados.
-Al situar la novela en la Rusia soviética se aleja de los escenarios clásicos de la novela negra. ¿Qué le llamó la atención de esta historia?
-Tiene usted razón en que la antigua URSS no es un escenario muy utilizado por los escritores occidentales de novela negra. Sólo me vienen a la mente las novelas de Martin Cruz Smith. La verdad es que el oscurantismo de la época stalinista no ha facilitado mucho las cosas y los recovecos de la sociedad soviética han permanecido ocultos para la mayoría. En mi caso me cautivaba narrar no sólo la época oscura de la dictadura de Stalin, también los pormenores que rodearon al magnicidio de Serguéi Kirov, que si no llega a ser asesinado, todo hacía indicar que sería el nuevo dirigente del PCUS y de la URSS postleninista.
«La novela negra ha enseñado al resto de la literatura a eliminar lo prescindible, lo superfluo, ésa es su gran aportación»
-Con Asesinato en el Kremlin ha logrado el XIV Premio ‘Francisco García Pavón’ de Narrativa Policiaca. ¿Cómo le ha sentado este galardón?
-Es todo un orgullo, es el decano de los premios de novela negra, y hace homenaje al escritor español que inició el género en este país, Francisco García Pavón. Hubo épocas donde no se le consideró pero estamos en un momento donde se le está reivindicando de nuevo.
-¿Por qué engancha la novela negra?
-Porque es lo que debe hacer, enganchar. La novela negra tiene un secreto: no hay ni una palabra ni un hecho secundario. Es decir, si en la página cuarenta y cinco el escritor te dice que había un reloj rosa encima de la mesita, cuidado: eso significa algo. Quizá en otro tipo de novela ese dato sea simplemente descriptivo, o se use para hacer un juego de palabras, pero no en este género. ¿A cuántas novelas le podrías sacar cincuenta o cien páginas sin afectar a la trama? La novela negra ha enseñado al resto de la literatura a eliminar lo prescindible, lo superfluo, ésa es su gran aportación.
-Todas sus novelas están marcadas por un trasfondo social: las huelgas mineras de los sesenta, la Transición, la guerrilla antifranquista… Podemos hablar de una temática de izquierdas.
-Influencia de Leonardo Sciascia -escritor y diputado italiano, primero por el PCI y luego con el Partido Radical-, al que considero uno de los mejores escritores de novela negra por lo que siempre reivindico su figura y obra. Creo que la novela negra es uno de los mejores vehículos para bucear por las cloacas sociales y de la historia. La violencia se da en nuestra sociedad occidental de muchas maneras, al igual que las muertes violentas, lo que permite que sucesos de esa catadura -como la guerrilla antifranquista, las huelgas políticas contra las dictaduras, etc.- sean un buen argumento para las novelas negras, hasta incluso considerarlas como la actual novela social.
-Son malos tiempos para la clase trabajadora. ¿Preocupado por cómo están las cosas?
-A cualquier persona sensibilizada le preocupa, ¿cómo no me va a preocupar? Históricamente, estamos en tal punto de confusión que no sabemos que está pasando. Hoy hay un problema en la bolsa de Tokyo y repercute en los jornaleros andaluces; todo está tan globalizado que empiezan a faltar respuestas a los problemas que se plantean a nivel mundial.
«La nueva situación mundial está generando en toda Europa la aparición de delitos que habían muerto. Hace años aquí nadie robaba para comer, y eso es algo que empieza a aparecer de nuevo»
Por otro lado, esta nueva situación mundial está generando en toda Europa la aparición de delitos que habían muerto. Por ejemplo, hace años aquí nadie robaba para comer, y eso es algo que empieza a aparecer de nuevo. Es decir, estamos viviendo una involución. Veremos a ver en qué acaban todas las medidas que están adoptando los diferentes gobiernos, porque la situación está transformando la forma de ser y de actuar, incluso en la propia seguridad pública del individuo.
-¿Influirá el aumento del paro en la seguridad ciudadana, o esa ecuación no funciona así?
-No es tan automático, es como cuando se dice que la inmigración provoca el aumento de delincuencia, y no es así. Funcionamos por tópicos, pero no se puede decir que un señor que se queda en paro inmediatamente pasa a ser delincuente, ¡por favor! Con esquemas mentales tan cortos no se puede analizar lo que nos rodea. Hay otra situación de inseguridad que no es tanto ciudadana, sino inseguridad personal y económica. El paro es un drama, y en este momento en todo el mundo se está produciendo una nueva reconstrucción social.
-Asturias en general, y Gijón en particular, produce pocas noticias policiales. ¿Somos los asturianos tan tranquilos como parece?
-Sí. El asturiano es muy protestón, aunque hay que reconocer que muchas veces las protestas son para mejorar o al menos pretenderlo. Pero Asturias es una de las comunidades autónomas más seguras de España, y Gijón es la segunda ciudad más segura, las tasas de delincuencia son ridículas, comparadas con el resto del país, y esa tranquilidad es algo que se valora mucho en las encuestas sobre calidad de vida.
Durante la Semana Negra vienen escritores de Latinoamérica, y recuerdo que me preguntaban ¿cuántos crímenes tienen ustedes aquí por día? Y yo respondía: «recuerdo uno, hace tres años…». No podemos comparar, son sociedades totalmente distintas. Por ejemplo Suecia, Noruega, Finlandia, que se nos ponen como modelo, tienen tasas de criminalidad mucho más altas, casi el doble que las nuestras. En seguridad ciudadana España está a la vanguardia de Europa, igual que en donación de órganos, en convivencia, en muchas cosas. Esto hay que valorarlo y reivindicarlo, porque es una realidad.
-¿Por dónde van los «tiros» de su próximo libro?
-Tengo varios proyectos encima de la mesa. Tengo prácticamente terminada una novela muy amplia sobre el exilio español que combatió a Hitler, enrolado en la Legión Extranjera francesa y en la II División Blindada del general Leclerc. Y la próxima novela posiblemente sea una continuación de Asesinato en el Kremlin, voy a llevar al comandante Igor Litonev a la Segunda República española, en el año 35 o 36, a ver qué tal se desenvuelve resolviendo crímenes en esta época.