Tiene diecinueve años y está estudiando para piloto comercial. Le apasiona el mundo de la aviación y además de haber fundado la Asociación Aerospotters Principado, Samuel Pérez colabora escribiendo noticias y haciendo podcast en Aviación Digital, el periódico sobre aviación más importante que existe escrito en castellano.
Cuando a Samuel le preguntaban de pequeño qué quería ser de mayor la respuesta no tardaba en llegar: piloto de avión. En su familia no había nadie que se hubiese dedicado a este sector, pero él siempre lo tuvo claro. En 2017 dio un paso más en su pasión organizando una jornada aeronáutica en el aeródromo de La Morgal, pero el salto definitivo llegó en 2020 cuando la Escuela de Pilotos One Air convocó una beca para un curso de piloto privado. “En la parte inicial se pedía hacer un vídeo explicando los motivos por los que te tenían que conceder esa beca -explica Samuel-. Como conocía a distintos pilotos, les pedí que grabasen en cabina un vídeo explicando porque me la tenían que dar a mí y que dijesen alguna frase chula. Lo monté todo, lo envié y tuve la suerte de ganar”. Con dieciocho años, hizo las maletas para cruzar España de punta a punta ya que esta empresa tiene su base principal de operaciones en el Aeropuerto Internacional de Málaga.
Si hay algo que llama la atención de Samuel, es que tiene las ideas muy claras. Por las mañanas clases, por las tardes mínimo cuatro horas de estudio, más cuando se acercan los exámenes y todo ello combinado con las prácticas de vuelo. Tal y como él mismo reconoce, pasarse el día estudiando no es lo que más feliz le hace, pero sabe que está aprendiendo más cosas sobre algo que le apasiona, así que lo considera una suerte. “No siento que esté renunciando a nada, realmente pienso que soy afortunado por poder estar haciendo esto”.
-¿Por qué te gusta tanto la aviación?
-Pues sobre todo es la libertad que te da. Te permite en cuestión de muy poco tiempo estar en partes diferentes. En prácticamente hora y media, puedo pasar de estar en Málaga a Sevilla, pasando por Granada y Córdoba. Es una cosa que no te lo ofrece ningún otro medio de transporte. Y sobre todo la sensación de que tú ahí arriba tienes libertad de poder hacer con el avión lo que quieras. Es cierto que para volarlos hay que tener formación teórica importante porque no dejan de ser máquinas complejas. Y sobre todo que tiene un hándicap añadido: si tienes un problema en el coche, te paras en un lado de la carretera y llega la grúa. Si tienes un problema ahí arriba, hay que bajar. Pero bueno, al final no deja de ser todo formación, formación y más formación. Llega un momento en que se hace cotidiano.
-Supongo que para tus padres sería una sorpresa ver que la idea que tenías de pequeño de ser piloto se hizo más fuerte a medida que crecías…
-A los niños, de pequeños, suele ser una profesión que les llama mucho la atención cuando lo ven por ahí en alguna serie o en dibujos animados, pero luego, con el paso del tiempo, es más difícil que continúen con la idea de ser pilotos, más cuando no hay ningún referente en casa. Mis padres en principio estaban preocupados porque con dieciocho años me fui a Málaga, pero ahora ya están tranquilos. Es una carrera que tienes que estudiarla por vocación. Hay gente que ha intentado meterse en ella porque después el nivel de vida es bueno, pero se les acaba haciendo muy duro porque la exigencia es muy grande. Por ahí se dice que el truco para llegar a ser piloto es poner la aviación por delante de todo.
“Por ahí se dice que el truco para llegar a ser piloto es poner la aviación por delante de todo”
-Una cosa es soñar con ser piloto y otra someterse a toda esa exigencia. En tu caso, ¿qué es lo que te hace mantener esa disciplina?
-Pues sobre todo la motivación de ver que el objetivo de ser piloto comercial cada vez está más cerca. Me motiva saber que, cuando esté trabajando, voy a tener a mi cargo un montón de vidas y es vital que tenga una formación adecuada tanto por mi seguridad como por la de toda la gente que llevo detrás.
-¿Cómo es el proceso hasta que llegas a pilotar un avión con pasajeros?
-Antes de llegar a tener un vuelo con pasajeros, primero tienes que haber pasado por toda la formación de piloto comercial en una escuela. Luego tienes que aplicar para entrar en las aerolíneas, una vez que estas dentro, empiezas la formación en línea que es formación teórica donde te instruyen en el modelo en concreto que vas a volar. Después se te explica cómo quiere la aerolínea que vueles ese avión, haces vuelos con otros instructores con el avión vacío sin pasajeros, más tarde van pasajeros, pero va otro piloto contigo. Tras esto es cuando al fin van el comandante y el primer oficial juntos y ahí ya es la primera vez que vas solo con pasajeros. Pasa mucho tiempo y mucha formación desde que empiezas hasta que te sientas en el lado derecho que es el del primer oficial y el izquierdo se respeta porque es el del comandante. Ojo: en vuelo hacen los dos lo mismo porque si uno despega el otro aterriza y en el siguiente vuelo viceversa. Pero si pasa algo, el que tiene la voz cantante y dice lo que se va a hacer es el comandante. Hasta que llegas al asiento derecho el camino es largo.
-Esto supone una dedicación exclusiva…
-Hay que invertir muchas horas porque el formato de examen es tipo test y todas las preguntas son en inglés. El aprobado está en el siete y medio, pero toda nota que baja del nueve es un poco regular. Hay que estudiar mucho, rozar el diez es muy complicado porque el nivel de exigencia es muy alto. Todos los días estudio una media de cuatro horas y bastante más cuando se acercan los exámenes. Solemos tener clase por la mañana y las tardes libres de estudio y se combina también con la fase de vuelo. Aunque aparentemente la teoría puede parecer más importante, hay una parte que yo casi me atrevería a decir que todavía lo es más, que es el vuelo. Ahí es donde de verdad descubres y te das cuenta de todo lo que has estudiado. Tenemos prácticas en aviones básicos, en otros más avanzados y luego también simuladores porque hay cosas que no podemos hacer en vuelos reales como recrear condiciones meteorológicas o doble fallo de motor.
“Se ha pasado de volar un avión que diseñaron unos hermanos que hacían bicicletas a máquinas que superan dos veces la velocidad del sonido. El avance tecnológico es para mí de lo primero a valorar”
-Los aviones han evolucionado mucho, tienen muchos automatismos, pero, en su manejo ¿cuánto depende de la pericia del piloto y cuánto de la máquina?
-Si todo va bien, en un vuelo normal es verdad que una vez que se despega se puede empezar a usar el piloto automático y minutos antes de aterrizar vuelve a coger el piloto el control. Lo que pasa es que en los aviones, como máquinas que son, puede haber problemas: condiciones meteorológicas adversas, cambios no planeados, alguna emergencia con los pasajeros y ahí es donde entra realmente la maniobrabilidad de los pilotos. Las máquinas funcionan muy bien para hacer determinadas tareas, pero cuando toca improvisar, es cuando se necesita la formación humana. Uno de los casos más llamativos fue cuando en EEUU un avión tuvo que aterrizar en el río Hudson. Según la información que se proporcionó tras el accidente, en teoría, el avión hubiese podido regresar al aeropuerto, pero el piloto, en base a sus conocimientos, la zona en la que estaba y las condiciones, decidió irse al río. El tiempo le ha dado la razón y se vio que tomó la mejor decisión que podía haber tomado.
-Supongo que el carácter del piloto influye mucho en esa toma de decisiones. ¿Te consideras una persona tranquila?
-La verdad es que sí. Estos días estamos estudiando factores humanos y se dice que la toma de decisiones hay que intentar hacerla con toda la tranquilidad del mundo y con el mayor tiempo que puedas, precisamente porque suelen ser decisiones importantes. Afortunadamente no me he visto nunca en una situación de emergencia en la que tuviese que tomar una decisión ya y espero no tener que verme nunca, porque en este tipo de situaciones a veces reaccionas de manera diferente a lo esperado. Lo que está claro es que cuanto más conoces el avión que vuelas lo entiendes de mejor manera y, si pasa algo, sabes cómo adelantarte a las situaciones, cómo gestionarlas, buscar sistemas para evitar recargar otros… Lo mejor es tener mucho conocimiento para manejar mejor la situación.
“Las máquinas funcionan muy bien para hacer determinadas tareas, pero cuando toca improvisar, es cuando se necesita la formación humana”
-En Europa es muy normal que la gente se interese por el tema de la aviación sin embargo en España no es muy común. ¿Qué nos estamos perdiendo?
-Probablemente seamos el país con menos aviación o de los que menos en Europa, porque las actividades aeronáuticas son muy escasas. Además, las dificultades para poder organizarlas, en cuanto a papeleo y burocracia, son bastante importantes. Por ejemplo, si tú quieres organizar un festival aéreo, la documentación que hay que aportar para que se pueda hacer con las medidas de seguridad oportunas son muy extensos y la gente desiste. La verdad es que nos estamos perdiendo, por un lado, ciencia porque no dejan de ser máquinas que, en 103 años, desde el primer vuelo de los hermanos Wright, la evolución que ha habido es impresionante. Se ha pasado de volar un avión que diseñaron unos hermanos que hacían bicicletas a máquinas que superan dos veces la velocidad del sonido. El avance tecnológico es para mí de lo primero a valorar. Luego también cultura porque, aunque de normal lo solemos utilizar para irnos de vacaciones, sirve para ir a otros lugares, conocer gente…
También hay una cosa que se vio muy clara durante la pandemia y es la capacidad de transporte. Cuando fue necesario tener mascarillas en Europa en un plazo de tiempo razonable, la única manera de hacerlo fue yendo en avión a China por ellas. Hubo aviones que fueron capaces de hacer este trayecto en veintiséis horas. Aunque la cosa va mejorando, estamos muy a la cola de países de referencia en cuanto a aviación como puede ser Estados Unidos, tanto por conectividad con las diferentes zonas como por las personas que tienen su avioneta guardada por ejemplo en La Morgal y salen a dar vuelos. Ese número de gente es mucho menor en España que en otros países. Es algo que no se potencia mucho.
-¿Por qué piloto comercial y no de las fuerzas aéreas por ejemplo?
-Desde pequeño lo que más me ha gustado ha sido la aviación comercial sobre todo por el hecho de viajar a diferentes destinos, conocer mundo y saber que llevas detrás pasajeros, cada uno con sus historias, ilusiones y motivos para viajar. Otra opción que hay de trabajo muy buena es piloto de carga, aunque me motiva menos.
“Lo que más me ha gustado ha sido la aviación comercial sobre todo por el hecho de viajar a diferentes destinos, conocer mundo y saber que llevas detrás pasajeros, cada uno con sus historias, ilusiones y motivos para viajar”
-Esa imagen idílica que se vende del piloto que hoy está aquí y mañana en otra ciudad, que conoce sitios… ¿es real?
-Por decirlo de alguna manera, está dividida en dos fases. Lo normal es que cuando empiezas a trabajar en las aerolíneas, lo que sueles hacer son vuelos cortos. A lo mejor en un día puedes hacer Madrid-Asturias, Asturias-Madrid y lógicamente ahí el tiempo para conocer la ciudad es nulo porque no te llegas a bajar del avión. Pero a medida que vas ganando experiencia los destinos se van haciendo más largos y ahí es cuando ya puedes disfrutar. Por ejemplo, en un vuelo Madrid-Nueva York, la tripulación se queda día y medio o dos días de descanso en Nueva York por el tema del jet lag y de los husos horarios que se han cruzado. Ahí ya empiezas a tener tiempo. O por ejemplo en los vuelos de corto recorrido hay veces que por cuestiones de la aerolínea te tienes que quedar en Frankfurt desde la tarde a la mañana siguiente, entonces tienes tiempo. Es verdad que no suele ser mucho, pero como no dejas de estar continuamente volando a diferentes sitios, puedes ir viendo trocitos de muchos sitios.
-Esta dinámica de trabajo ¿te obliga a una vida más solitaria?
-Es cierto que es así hasta que ganas una cierta experiencia para obtener una estabilidad. Cuando haces ese tipo de vuelos a EEUU, realmente estás mucho más tiempo en casa porque luego los descansos son mayores. En ese momento, cuando ya estás haciendo vuelos de largo recorrido, sí que puedes tener bastante equilibrio familiar. Pero al principio puede ser un poco más complicado porque vuelas prácticamente todos los días y te mueves bastante. O lo tienes muy claro o tu entorno sufre muchísimo.
-Ahora qué vives este mundo desde dentro, dime algo que te haya sorprendido.
-Pues el buen compañerismo que hay en todo el mundo. La verdad es que es llamativo ver cómo nos intentamos ayudar entre nosotros para que cada uno sea mejor piloto. No dejamos de ser compañeros, pero al final acabamos siendo casi todos amigos.
“Cuanto más conoces el avión que vuelas lo entiendes de mejor manera y, si pasa algo, sabes cómo adelantarte a las situaciones, cómo gestionarlas, buscar sistemas para evitar recargar otros… Lo mejor es tener mucho conocimiento para manejar mejor la situación”
-Mirando hacia el futuro, ¿dónde has colocado tu meta?
-Pues la verdad es que no te sabría decir porque es un sector que cambia mucho. A lo mejor la meta que para mí ahora es el todo, de aquí a cinco años cuando ya esté trabajando, ya no lo es. Mi objetivo es llegar lo más alto que pueda, pero no puedo seleccionar ese sitio porque es un ambiente que varía demasiado. Con los avances que hay, lo que ahora es increíble, en cinco o diez años va a ser algo normal.
-Has creado y eres el presidente de la Asociación Aerospotters del Principado. ¿Quiénes la forman?
-Todos somos aficionados a la aviación y hay de todo: pilotos, gente con su propio avión y personas a las que simplemente les gustan los aviones. Lo que solemos hacer es quedar cerca del aeropuerto de Asturias o hacer algún viaje un poco más lejos para ver aviones o hacer alguna jornada de puertas abiertas. Todos los que estamos tenemos ciertos conocimientos sobre el tema, pero quien viene de nuevas siempre aprende cosas. Ya nos ha pasado con gente que viene por primera vez a alguna de las quedadas que hacemos, no tiene mucho conocimiento de aviación y a las semanas acaba haciendo un vuelo de divulgación con alguna de las escuelas que hay en Asturias porque le gusta y le motiva. También nos hemos encontrado con gente a la que no le gustaba volar y ha venido para saber cómo funcionan los aviones y liberarse de ese miedo.