El Principado de Asturias ha sacado a la luz su anteproyecto de Ley en Atención Integral en Materia de Drogas, que entre otras medidas incluye la de elevar la edad mínima permitida para el consumo de alcohol, situada en 16 años, para equipararla al resto del Estado español. A partir de la aprobación de la ley, los asturianos sólo podrán consumir bebidas alcohólicas a partir de los 18 años. La ley, que aborda además aspectos relativos al tabaco y los espacios legales de consumo, se prevé que se apruebe este mismo otoño. Aunque la equiparación con el resto del Estado español de la edad mínima de consumo era algo que tarde o temprano había que hacer, en Asturias ha venido acompañada de una polémica especialmente encarnizada este verano, a consecuencia de las ordenanzas municipales de limitación del «botellón», especialmente restrictivas. La llamada Ley de Convivencia del Ayuntamiento de Gijón ha abierto un debate intenso entre vecinos, hosteleros, jóvenes y responsables políticos, que no llegan a un acuerdo en el alcance que se debe dar a la norma, qué papel ha de darse a la educación, y cuál es la utilidad de las sanciones a la hora de regular un tema que en Asturias, cuna de la sidra, entronca con lo cultural.
Eduardo Carreño. Psiquiatra
-¿Educar o regular?
-Debe empezarse por la educación, y hacer más hincapié en ella y menos en la norma. Para modificar una conducta es necesario que la persona entienda por qué debe hacerlo. Un animal puede cambiar su conducta sin saber por qué, siguiendo un adiestramiento, pero un ser humano debe tener un motivo. Este motivo se puede crear por imposición, poniendo una norma. Pero las normas son limitadamente útiles, porque si cambian, o se varían las pautas sociales, puede volverse a la conducta anterior. Otra vía es el trabajo educativo preventivo, que tarda en ofrecer resultados pero estos son más estables.
-Algunos ayuntamientos, caso de Gijón han generado mucha polémica este verano con las restricciones al botellón. ¿Qué valoración hace de su puesta en marcha?
-La Ley de Convivencia de Gijón es específica de regulación. En las reuniones de la Comisión de Seguridad Ciudadana, de la que formé parte, antes de la puesta en marcha se les dijo que la norma tenía que ir acompañada como poco de un trabajo de educación simultáneo. El ejemplo lo tuvimos en la ley antitabaco. Es muy restrictiva, y sin embargo su aplicación no supuso problema porque se hizo un trabajo previo para que, llegada la hora de poner la norma, la gente la tomase como algo natural.
-¿Puede decirse que hablamos de un problema de salud pública?
-Absolutamente. Esa forma de beber en ciclos de intoxicación-abstinencia, provoca un daño específico mucho más importante que el de la bebida crónica, porque cae sobre un sistema cerebral inmaduro todavía por lo que el daño cerebral es más grave: problemas neurológicos, endocrinos, alteraciones afectivas. Otro factor es que aunque virtualmente los hombres beben más que las mujeres, en el botellón se igualan. Y las mujeres genéticamente tienen una vulnerabilidad específica, por lo que les produce más daño. Por eso sí podemos decir que la forma de beber hoy en día es un problema de salud pública.
-¿Qué peso tiene en Asturias el factor cultural cuando hablamos de consumo de alcohol, en concreto por la llamada «cultura de la sidra»?
-No se puede comparar tomar sidra en una romería con hacer un botellón en la playa. El concepto es completamente diferente. El vino, la sidra o la cerveza forman parte de la cultura mediterránea. La gente aprendía a beber en familia y además se hacía de una manera determinada. La gente se relacionaba y bebía; ahora se sale a beber. Y los jóvenes lo hacen siguiendo la pauta del norte de Europa.
José Luis Alvarez Almeida. Presidente de Hostelería de Asturias.
-¿Educar o regular?
-La educación es fundamental y la única garantía de resolver o disminuir el problema de forma segura y estable. Sin embargo un mínimo de regulación es necesaria para establecer límites y evitar abusos fundamentalmente a los menores de edad. Un exceso de regulación o normas de difícil cumplimiento puede llegar a ser contraproducente. Siempre es mucho mejor la educación y la adopción de hábitos que la regulación.
-La nueva Ley elevará la edad mínima para el consumo de alcohol. ¿Favorecerá un descenso del consumo abusivo entre los jóvenes?
-Hostelería de Asturias ha venido desde hace años reivindicando la necesidad de que se equiparara la edad mínima de consumo de alcohol con el resto del país, por eso consideramos positivo que esta ley la contemple. El exceso de consumo de alcohol entre los jóvenes se produce por el fenómeno del botellón donde es más difícil ejercer el control. En los establecimientos de hostelería el cumplimiento de la ley está asegurado.
La llamada Ley de Convivencia del Ayuntamiento de Gijón ha abierto un debate intenso entre vecinos, hosteleros, jóvenes y responsables políticos, que no llegan a un acuerdo.
Elena González. Presidenta de la FAPA Miguel Virgós.
-¿Educar o regular?
-Desde la Fapa Miguel Virgós solo podemos entender medidas educadoras, creemos en la prevención. La familia, la escuela, la Administración y toda la sociedad debemos cumplir con nuestro papel educador para que se reduzcan las posibilidades de que aparezca el daño. Debe primar la protección de la salud física y mental de los menores, en un momento en el que el consumo de alcohol en los mismos alcanza cifras preocupantes, y constituye un grave problema que la sociedad debe afrontar.
-¿Cómo deben repartirse las responsabilidades?
-La labor inicial para la prevención del consumo reside en las familias. El modelo que ofrecemos los padres y madres dentro del hogar será una influencia constante. Pero de poco sirve si dentro de la familia educamos a nuestros hijos en unos hábitos saludables, si desde que salen del domicilio están rodeados de publicidad, permisividad, consumo social, escasa formación complementaria en los centros educativos, oferta deficitaria de actividades de ocio…
-El alcohol goza de una alta permisividad social. ¿Cómo afecta esto a los hábitos de los jóvenes?
-Es muy difícil convencer a nuestros hijos e hijas de los efectos nocivos de las bebidas alcohólicas cuando se lo explicamos «con un vaso en la mano». No tenemos ninguna intención de atacar la cultura sidrera cuando es una parte de nuestra vida diaria. Pero como padres y madres deberíamos reflexionar en los horarios, tiempos y oportunidad de los consumos que realizamos. Muchos tenemos hijos y no hemos dejado de entrar en las sidrerías, pero son momentos para compartir con nuestro grupo de amigos, no con nuestros hijos pequeños.
Los jóvenes asturianos, como los del resto del Estado, se inician en el consumo de alcohol a los trece años y medio. Beben de forma distinta a sus padres o abuelos. Lo hacen de forma intensiva, gran cantidad de bebida de alta graduación y en poco tiempo. Es lo que se conoce en Europa como «binge drinking», y que aquí se acerca al concepto de «botellón».
Tita Caravera
Presidenta de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Gijón.
-¿Educar o regular?
-Educar es siempre lo primero. Ya que los chavales van a consumir alcohol, que al menos sepan hacerlo de forma responsable. Antes que normas, leyes y multas, siempre va la educación. Y luego ya legislaremos lo que sea necesario.
Los padres son los principales educadores, no se les puede descargar de la responsabilidad que tienen, y por tanto no se puede poner todo el peso de la educación de los hijos en el colegio y la sociedad.
-Como Federación de Vecinos, ¿cuál es su principal sugerencia?
-Debería haber campañas de concienciación desde lo institucional, como se hizo en su día con el tabaco, ofreciendo ayuda a quienes quieran dejarlo. Al menos se retrasaría el inicio en el consumo. Es una barbaridad que empiecen a beber a los 12 y 13 años. Aunque en Asturias es muy difícil ir contra la tradición porque aquí todo lo celebramos comiendo y bebiendo, por eso la mayoría de la sociedad no considera el alcohol como lo que en realidad es: una droga dura.
Desde nuestra federación hemos pedido campañas de concienciación para los jóvenes y que se ofrezcan alternativas, como que trabajasen con los jóvenes de los botellones grupos de educadores de calle. Es necesario poner en marcha otras medidas antes de sacar a las fuerzas del orden a la calle. La policía debe ser el último recurso.
José Ramón Hevia
Médico y responsable del Plan de Drogas del Principado de Asturias.
-¿Educar o regular?
Es un falso dilema: regular es educar y educar es regular. Lo único que cambia es la escala o nivel en el que se trabaja. Educar es establecer normas de comportamiento a escala individual, regular es exactamente lo mismo a escala colectiva.
En el caso del alcohol y de esta ley se establece el límite de la regulación con tres criterios. Dos son científicos: el cerebro en fase de maduración sufre lesiones más graves y a veces irreversibles causadas por el alcohol que el cerebro ya maduro; y existe evidencia epidemiológica de que el abuso de alcohol en la adolescencia predispone al alcoholismo en la edad adulta. El tercer criterio es social: la mayoría de edad determina a partir de qué momento una persona es social e individualmente responsable de todos sus actos.
-¿Cuál es el espíritu con el que se prepara esta nueva ley?
-Es en todo momento la prevención. A la prevención se dedica el capítulo central de la Ley, la mayor parte del texto articulado y todo el espíritu de la misma. Se concede más peso a las medidas de educación y prevención escolar, familiar y comunitaria que a las limitaciones y prohibiciones
-En lo relativo al alcohol, Asturias tiene una permisividad social si cabe mayor que otras comunidades, por nuestra «cultura sidrera». ¿Cómo se aborda un giro de este calibre, que entronca con lo cultural?
-No conozco ningún estudio que soporte la primera afirmación. Hacemos cada dos años una encuesta a más de 2.000 jóvenes asturianos entre 14 y 18 años. En ninguna de las respuestas, comparada con los resultados estatales o de otras CCAA, se constata esa «diferencia cultural». Otra cosa es que en Levante beban cerveza y aquí sidra, lo que desde una perspectiva científica es irrelevante. Además, prohibir el consumo de alcohol antes de los 18 años no va contra ninguna «cultura sidrera». Nadie acusa al gobierno de Baviera de atacar a la «cultura cervecera» cuando prohíbe consumir alcohol antes de los 18 años.
Espero que nadie piense que antes de esta Ley había barra libre en Asturias para cualquier edad. Si esto no es así ¿dónde está el «asalto» a la cultura y las costumbres asturianas?