Lo llaman el Síndrome del Desabejamiento. Es un fenómeno global del que no se puede señalar una única causa. El hecho constatado es que el número de colmenas se ha ido reduciendo progresivamente desde comienzos de este siglo. En Asturias, apicultores de todas las áreas ratifican el fenómeno. A sus preocupaciones añaden además la aparición del llamado «avispón asiático», cuya agresividad puede hacer desaparecer aún más colmenas.
Se pregunte en el Occidente, Oriente o Centro, la respuesta es similar. Los apicultores restan colmenas todos los años. Es el fenómeno conocido como Síndrome de Desabejado, y afecta con virulencia a los países del sur de Europa, que desde el año 2000 registran la desaparición masiva de colmenas sin causa demostrable. Se apunta a que probablemente sea por una suma de factores, como el uso masivo de pesticidas, plagas de algún ácaro o pérdida de diversidad genética. La confluencia de todos está ocasionando el desastre. En lo que sí parece que está todo el mundo de acuerdo es en que una desaparición masiva de polinizadores tendría consecuencias catastróficas, porque de ellos depende un porcentaje enorme de la producción agraria mundial. A grandes rasgos: sin polinización no hay cosechas. Hay una conocida advertencia de Einstein en la que ya a mediados del siglo pasado llama atención sobre la importancia de estos insectos. Su vaticinio es directamente apocalíptico: Sin abejas no hay polinización, ni hierba, ni animales ni hombres. Si las abejas desapareciesen de pronto de la faz de la tierra, su pronóstico es que la raza humana no sobreviviría más de cuatro años a partir de ese momento.
Hablamos de abejas, pero también de otros insectos como abejorros o mariposas; además de murciélagos, pájaros, y otros. Entre todos ellos sostienen la mayor parte de la agricultura mundial. Su pérdida sería catastrófica para la biodiversidad, para la calidad de la alimentación, para el equilibrio y la pervivencia de los ecosistemas.
La desaparición de polinizadores, como las abejas, afectará gravemente a la agricultura, con pérdida de biodiversidad.
A pesar de la trascendencia de este fenómeno, que fue especialmente potente en España en el año 2005, la publicidad sobre él se ha intensificado desde que la oficina de prensa de la Casa Blanca dedicó uno de sus comunicados oficiales a las abejas. Sucedió el pasado mes de junio. Barak Obama reconoció así que en las últimas décadas su pérdida ha sido tan notable que amenaza con socavar la sostenibilidad del sector agrícola americano, muy basado en los cultivos intensivos. Traducido en términos económicos, el trabajo de los polinizadores contribuye en unos 24 billones de dólares a la economía nacional, de los cuales 15 billones tienen que ver con el trabajo de las abejas. Razón de peso para que el presidente americano haya aprobado un presupuesto especial para la investigación de este fenómeno, gestionado entre varias agencias. También Bruselas ha tomado cartas en el asunto prohibiendo cuatro pesticidas de los considerados más dañinos.
Aunque lejos las enormes cifras de otros lugares, en Asturias también se notan los problemas. Apicultores como Julio Fernández hacen frente a la pérdida de colmenas. Su familia tiene alrededor de doscientas en la zona de Boal, paraíso de la miel en el occidente asturiano. En los dos últimos años habrá perdido unas cien. Y aunque no es posible cuantificar las pérdidas, estima que en su zona el número de colmenas se ha reducido entre un 20 y un 30%. Lo achaca sin dudarlo al Síndrome del desabejado, que está acabando con cientos de colmenas en toda la región.
La Asociación gijonesa de Apicultura reúne a unos 300 apicultores de toda Asturias. Su presidente, José Manuel Alonso Fernández no tiene dudas a la hora de señalar el principal problema de las colmenas asturianas: «No conozco ningún colmenar en la región que esté libre de la varroa». Se trata de un ácaro que causa estragos en las colonias. Produce un debilitamiento generalizado que en ocasiones acaba con la muerte de la colmena. Las pérdidas que ocasiona en la producción de miel en todo el mundo son muy cuantiosas. «Las colmenas afectadas se hacen más débiles y propensas a sufrir otras enfermedades. Si el ataque es fuerte, puede morirse la colonia entera. Ese es el problema más grave que tenemos en Asturias». Si bien hay tratamiento para combatirla, no es eficaz si no se lleva a cabo de forma coordinada, según explica José M. Alonso: «Tenemos tratamiento, está incluso subvencionado, pero no es efectivo. Nosotros siempre pedimos al Principado que coordine los esfuerzos para que todos tratemos nuestras colmenas al mismo tiempo. No sirve de nada que yo cure las mías si el de al lado no hace lo mismo. En unas semanas vuelve a estar contagiada». La varroa se detecta en Asturias desde la década de los ochenta, y es con distancia lo que está causando más muertes de estos insectos. Por eso advierten de que, aunque los medios de comunicación están dando la voz de alarma por la aparición de la que llaman «avispa asesina», la Vespa Velutina que fue vista hace unas semanas en el occidente Asturiano, ésta no es todavía un verdadero peligro, a pesar de la agresividad que demuestra. «Será un peligro al que nos tendremos que enfrentar, sin duda, pero no es nuestra mayor amenaza en estos momentos. No debemos distraernos. En Asturias la lucha ha de ser contra la varroa».
«La Velutina será un problema al que nos tendremos que enfrentar pero ahora la lucha ha de ser contra la varroa»
En el caso de países como EEUU o Reino Unido, la desaparición masiva de abejas tiene más que ver, según explica José M. Alonso, con el uso de pesticidas para la agricultura intensiva. Los cultivos a gran escala utilizan químicos que envenenan a las abejas. En España también hay ejemplos, como el sulfatado de eucaliptos en Galicia o de girasoles en otras zonas. No es el caso de Asturias, sin apenas presencia de grandes extensiones dedicadas al monocultivo y donde la mayor parte de la miel se obtiene de flores silvestres.
En cualquier caso, aunque pudieran detallarse características distintas según las zonas, se trata de un problema global que se agrava año tras año y que ha movilizado a las administraciones. Grupos ecologistas como Greenpeace también toman cartas en esta batalla, pidiendo que a los cuatro pesticidas prohibidos por la UE se sumen otros 319 compuestos. Su informe «El declive de las abejas» advierte de la disminución de las poblaciones en un 50%. Consideran que, si bien no es la única causa de mortandad, sí es una de las principales. La necesidad de movilización han llevado a llevado a instaurar el Día de Acción Europeo para Salvar a las Abejas, el 10 de mayo, demandando planes integrales y explicando a la población, con mercadillos avituallados con frutas y verduras, lo que se perdería en un mundo sin abejas.
Vespa Velutina
Es el conocido como avispón asiático por su gran tamaño, ya que puede sobrepasar los tres centímetros. Aunque es originaria de ese continente, ha colonizado nuevos territorios y se detectó en 2005 en el sur de Francia, desde donde se ha ido extendiendo. Al margen de etiquetas, sí parece demostrado que es una gran depredadora de abejas domésticas y desgraciadamente fue detectada a finales de julio en tierras del Occidente, en concreto en el municipio de San Tirso de Abres, donde varios apicultores alertaron de la presencia del insecto que estaba atacando a sus abejas.
La forma más eficaz de actuación pasa por la destrucción de las colonias, cuando sea posible realizarla de forma segura, en horario nocturno y procediendo a quemar el nido después del uso de insecticidas. En Asturias todavía no se conocen recomendaciones oficiales por parte de la Consejería de Medio Ambiente.
‘Casi todas las colonias silvestres de abejas han desaparecido’.
Con quince años de experiencia como veterinario de abejas, Carlos Marín es una voz autorizada para explicar la situación de las colmenas asturianas. Actualmente es además presidente de la Federación de Asociaciones de Apicultores de Asturias (FAPI), que integra a siete asociaciones de apicultores, que suman unos 800 apicultores, la mayoría de ellos no profesionales. Entre todos reúnen unas 10.000 colmenas.
En Asturias, la mayoría de explotaciones se dedican al autoconsumo, al ocio o son un complemento para las rentas agrarias. Aunque no existen datos oficiales, basándose en la experiencia se calcula que en Asturias se pierde anualmente entre el 15 y el 30% de colonias.
-¿Está Asturias padeciendo ese fenómeno global de desaparición de abejas?
-El Síndrome del Colapso de las Colonias afecta a nivel global. Entre las causas que convergen en la aparición de este síndrome encontramos el empleo indiscriminado de tóxicos, problemas alimentarios (debido a la pérdida de diversidad vegetal y a la sequía) y los problemas sanitarios propios de las abejas. Asturias no es ninguna excepción, pero aquí vemos que el factor más importante implicado en la pérdida de colonias es el sanitario, y en concreto los efectos producidos por el ácaro varroa.
-¿Hay suficiente implicación por parte de la administración y apicultores para solventarlo?
-Definitivamente no. Varroa es la enfermedad que mayor repercusión tiene sobre el animal al que parasita de entre todos nuestros animales domésticos. Cualquier enfermedad que tuviera la misma incidencia tanto de contagio como de mortalidad en cualquier otro animal de renta (vacas, cerdos, ovejas, pollos, etc.) sería considerada como una catástrofe mundial y todos los países afectados invertirían todos los recursos necesarios para investigarla, paliarla, erradicarla y compensar a los ganaderos afectados. Varroa tiene ya una distribución global. Afecta a casi el 100% de las colonias de abejas y sin un tratamiento periódico adecuado a la mortalidad de las colonias sería cercana al 90%. Pese a ello, la inversión en su estudio, en programas de control, desarrollo de tratamientos adecuados, etc. es ridícula. A día de hoy, casi la totalidad de colonias silvestres han desaparecido por esta plaga. Las colonias supervivientes son las que atienden los apicultores. Da la sensación de que el problema varroa es responsabilidad exclusiva del apicultor.
Pero no todo es una cuestión administrativa. Falta mucho para que los apicultores desarrollen una buena gestión del problema y en parte es por la poca presencia de técnicos y veterinarios con conocimientos en la materia que asesoren la sanidad de las explotaciones apícolas. Lo que en otras producciones animales es un tema superado (el cuidado sanitario es responsabilidad del veterinario), en apicultura es un gran paso a superar.
«Varroa es la enfermedad con mayor repercusión. Cualquier otra con la misma incidencia en otro animal de renta (vacas, cerdos, ovejas, pollos) sería considerada como una catástrofe mundial»
-¿Cómo afectaría aquí la desaparición de estos polinizadores?
-No existen estudios al respecto. No sabemos a ciencia cierta las consecuencias de la pérdida de abejas en su papel polinizador. Además, el resto de polinizadores silvestres también están desapareciendo, con lo que los daños se agravarán en mayor medida. Aunque Asturias no es provincia de monocultivos intensivos se supone que la producción de alimentos vegetales disminuirá considerablemente, reduciendo la rentabilidad de los mismos. Aún así, probablemente los mayores daños se producirán en la biodiversidad natural y desgraciadamente éstos no se suelen cuantificar económicamente.
-¿Cuál es la dimensión del problema del conocido como Avispón Asiático (Vespa Velutina)?
-Desde su entrada en Europa en 2004, Velutina ha tenido un avance continuo e imparable. La colonización de Asturias en pocos años es un hecho incuestionable. La situación es grave y preocupante. Las medidas actuales de control tomadas a cabo por Francia y las comunidades españolas afectadas demuestran que son a todas luces insuficientes para paralizar el avance y erradicar la plaga. Los apicultores debemos exigir medidas diferentes a la mayor brevedad posible. Muchos apicultores han desistido de poder realizar su actividad (a estos, ya no se les puede pedir paciencia). La Consejería de Medio Natural pondrá este mes en marcha un protocolo de actuación.