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lunes 14, octubre 2024

Reestrenar está de moda. El auge de la segunda mano

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Por ahorrar un dinero. O por solidaridad. O por conciencia ecológica. O por todas esas razones juntas. Lo cierto es que el comercio de segunda mano sube puntos. El consumidor se deshace de antiguos prejuicios -quien los tuvo- y hoy se muestra favorable a reestrenar lo que otro estrenó antes, y dar a los artículos una segunda vida.
La crisis dio el empujón, cierto. Cuando empezó a escasear el dinero en los bolsillos de un amplio estrato de la sociedad española, se volvió al comercio de segunda mano para ahorrar. Y las ventas subieron como masa en el horno.
Pero en realidad la compraventa de objetos usados siempre ha existido, sólo que en España de manera residual. Hace unos años, estas tiendas eran una rareza importada, herencia de los míticos mercadillos europeos en los que una buena compra (buen estado, buen precio) era un trofeo del que alardear. Las second hand shops de allende nuestras fronteras se arrimaban más a la idea de vintage shop, refugio de trendys especialistas en rebuscar piezas míticas en los roperos. Aquí, sin embargo, el movimiento siempre fue menor, asociado a los mercadillos o para unos cuantos amantes de ciertas antigüedades. En España la compraventa de segunda mano ha estado tradicionalmente ligada a la falta de recursos económicos para acceder al mercado «sin estrenar», que era el deseable. Una opción de consumo barato, una forma de ahorrar en artículos necesarios, desde ropa -lo más habitual- hasta un carrito de bebé. Tema aparte es el mercado del automóvil, donde la venta de segunda mano era y sigue siendo algo normalizado, más después del estallido de la crisis, cuando se dispararon las ventas del turismo de ocasión.

En España la compraventa de artículos usados ya no está necesariamente ligada a la estrechez económica. Se normaliza como una opción con numerosas ventajas.

Pero poco a poco ha ido cambiando el concepto y normalizándose como una opción muy ventajosa para todas las partes -el que vende, el que compra, el intermediario- y no necesariamente ligada a la estrechez. Hay quien simplemente no quiere tener artículos varados en un armario de la casa. A veces, son cosas que en su día fueron una inversión importante y con el tiempo dejaron de utilizarse. El ejemplo más común es el de los accesorios para bebés: carritos, cunas, sillas para el coche… Artículos caros que suelen estar en buen estado de conservación, por lo que revender es la manera de recuperar parte del gasto que supusieron en su día. También es una opción para dar salida a regalos que no dieron en el clavo: se nota especialmente en las ventas post navideñas. A la vez, el comprador ve una manera de ahorrar en casi cualquier artículo. En medio, han aumentado las tiendas, físicas o virtuales, que por un porcentaje en la transacción se ocupan de exponer el producto y venderlo, con ciertas garantías. Negocio para todo el mundo.

En Asturias, en la última década, se ha incrementado de manera notable el comercio de productos de segunda mano. Ya hay un público fidelizado que se interesa por las novedades.

En Asturias, en la última década, se ha incrementado de manera notable el comercio de productos de segunda mano. ¿Qué es lo que más se busca? Aunque hay posibilidad de encontrar infinidad de artículos, la tecnología se lleva la palma. Lo explica Isabel Álvarez, directora regional de Real Cash Asturias: «El punto fuerte, que supone el 90% de nuestras ventas, son productos tecnológicos: móviles, ordenadores y tablets, por ese orden. Después de eso, las bicicletas también son artículos muy demandados, así como los electrodomésticos y las herramientas de trabajo». Las tiendas de segunda mano se han hecho con un público fiel, que pasa por las dependencias de vez en cuando simplemente para ver qué artículos nuevos han llegado. Y hay otro factor que gana peso. Según Belarmino Lobo, director general de Cash Pawn, en Gijón «debido a la conciencia social sobre la conservación de nuestro planeta, cada vez más consumidores buscan nuevas maneras de comprar responsables y sostenibles en el tiempo, lo que ha favorecido que cada vez más clientes decidan apostar por la compra de productos de segunda mano».

DIY, o las manualidades de toda la vidaPor qué pagar por una bolsa para la compra si se la puede hacer uno mismo. Asistimos a la recuperación de la aguja y el hilo, pero no como signo de necesidad para ahorrar, actualizando abrigos pasados de moda, o bajando dobladillos de pantalones que se quedaron pequeños. El aprovechamiento necesario de hace unas décadas -quién no le ha llevado unos pantalones a su abuela para hacer unos arreglos- ahora se llama DIY (anglicismo, por supuesto, do it yourself), y es casi una actitud de vida, un valor que se lleva por bandera. Arreglar lo que sea -ropa, complementos, artículos de decoración- ahora se llama customizar, y es un plus que revaloriza el artículo. Por ejemplo: un pie de lámpara hecho con un frasco de café, una mesita-neumático, una bombilla hecha florero. Hasta la calceta se ha dado un tinte de modernidad: hablamos de ser un knitter que se hace sus propias bufandas (como poco). Y qué decir de los pallets, lo más codiciado, materia prima de primera para construir casi cualquier mueble que se nos ocurra.
Otra tendencia es fabricar uno mismo sus propios productos. Cosméticos, por ejemplo: jabones, cremas faciales, hidratantes labiales, sales de baño… La red está inundada de tutoriales, obviamente algunos más afortunados que otros, pero con algo en común: prima lo natural, el aprovechamiento y la intención de ser poco agresivo con el medioambiente. ¿Para qué gastar? Es mejor sumarse a la corriente DIY.


Barato, sí. Solidario, también

Entienden que la ropa usada es un recurso, capaz de generar una actividad económica que, gestionada con enfoque social, puede multiplicar el beneficio para la comunidad. Desde el otoño de 2014 la Red Social Koopera tiene una tienda de ropa usada en Oviedo. Un local en el que la palabra es integración y que da empleo a personas en riesgo de exclusión.

Koopera tienda solidaria
Foto: Fusión Asturias
Lo primero que llama la atención es el cuidado de la imagen. Sus tiendas están muy alejadas de la idea de «baratillo» que podría ir asociada a la venta de segunda mano. La ropa está expuesta de manera ordenada y con un marcado sentido estético que ayuda a orientarse: distribuida por colores en un local amplio y luminoso del centro de la ciudad. Cualquiera puede comprar: el que busca una prenda a precio de ganga, el que prefiere reutilizar por principios o el que viene con un vale que le han dado en los servicios sociales para hacerse con algo de ropa. Todo sucede a la vez y en perfecta convivencia. Ya lo hemos dicho: integración.
La iniciativa nació en los 90 y partió de Cáritas Diocesana de Bilbao. Se buscaba una fórmula que diese empleo a personas en situación vulnerable, facilitando su inserción laboral y social. «Creemos que se puede hacer realidad una economía distinta, alternativa», manifiesta un portavoz del proyecto. Así nace una Red Social de Cooperativas y empresas de inserción sin ánimo de lucro, que desarrollan proyectos ambientales, de reutilización y reciclaje, consumo sostenible, formación… A día de hoy ya hay treinta Koopera Store distribuidas entre el País Vasco, Cantabria, Asturias, Comunidad Valenciana, Andalucía, Teruel y Albacete, con una plantilla de más de 430 personas, de las que más de la mitad son lo que llaman «empleos de inclusión».
Subrayan que es fundamental mantener la labor social en primer plano. Otros proyectos que nacieron con este enfoque, que incluían recogida de residuos como papel o vidrio, cambiaron las prioridades al arrojar beneficios y pasar a manos privadas. También es cierto que en muchas ciudades han proliferado contenedores de ropa usada de dudosa procedencia y más dudoso destino, lo que no favorece la confianza del consumidor. En el caso del Proyecto Koopera, la actividad viene avalada por Cáritas, institución católica de largo recorrido y una de las mejor valoradas por los españoles, con independencia de las convicciones religiosas, especialmente por la labor asistencial realizada durante los años más duros de la crisis económica.

Ropa de segunda mano, gestionada con enfoque social. El proyecto Koopera mantiene actualmente en España mas de 240 empleos de inclusión.

Más allá, en el ámbito del sector textil han sabido renovar la propuesta. La gestión en redes sociales (Facebook, Pinterest) los acerca a un público amplio y buscador de tendencias. Una labor de marketing bien orquestada: «Es un trabajo continuo de investigación y desarrollo para saber cómo está el mercado, cuáles son las necesidades e inquietudes de nuestros clientes. Las tiendas son actuales, sostenibles, accesibles, tratadas con mimo, gusto y estilo. En lo relativo a nuestras redes sociales, nos preocupamos por que los mensajes sean claros, concisos, atractivos. Queremos que nos identifiquen con una imagen fresca y actual». Como su nueva rama Koopera Upcycling: objetos reciclados de venta on line y una fuente de ideas para amigos de la reutilización.
En Asturias, Aida Rodríguez, responsable del Koopera Store de Oviedo hace un balance muy positivo desde su apertura, en septiembre de 2014. «Es poco tiempo, pero ya tenemos una comparativa que nos indica que hemos mejorado las cifras del año pasado». Se han vendido más de 120.000 prendas en año y medio, y hay más de 7.000 clientes fidelizados. Y creciendo. Aquí la iniciativa nació a partir del programa de empleo de Cáritas de Oviedo. «Los roperos de Cáritas existen desde hace muchos años, pero se decidió seguir el ejemplo de lo que estaban haciendo en otros lugares, contemplando la ropa como un recurso y tratando de sacarle todo el partido mediante un proyecto de inserción sociolaboral». Actualmente dan empleo a ocho personas, cuatro en la tienda, dos en la recogida y dos en almacén. Una novena persona «es nuestro primer caso de éxito y se encuentra ahora en un proyecto de autoempleo. Resulta muy satisfactorio para nosotros. El próximo año, cuando se cumplan tres, que es el periodo máximo que marca la ley para un contrato de inserción, podremos sacar más conclusiones».
¿Y a dónde va el dinero de cada venta? «Aproximadamente el 50% de lo que ganamos con cada prenda se destina a salarios. El resto es para el mantenimiento de toda la infraestructura y gastos corrientes, como la logística de la recogida de ropa, alquiler, luz…»
El proyecto puede conocerse en profundidad a través de su web koopera.org donde se describen las distintas áreas que abarcan.

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